En la actualidad la globalización y la facilidad para que la población mundial se comunique, no solo permite el intercambio comercial y cultural, también representa un riesgo para la salud humana, sin embargo las enfermedades infecciosas pueden ser más poderosas que el progreso humano alcanzado en el siglo XX e incluso principios del XXl, la gripe española de 1918 representa un ejemplo del poder inimaginable que tienen esos seres microscópicos para cambiar el curso de la historia humana, en especial hoy que existe el riesgo de que esta enfermedad viral como otras bacterianas se usen como armas de destrucción masiva.
La I Guerra Mundial terminó en 1918 con nueve millones de muertos. La gripe española de ese mismo año acabó con la vida de 40 millones de personas. Fue la peor de las tres epidemias mundiales de gripe del siglo XX (1918, 1957 y 1968), y de hecho la peor pandemia de cualquier tipo registrada en la historia. El virus que la causó no venía de los cerdos, sino de las aves. Era un H1N1, como el actual. El H1N1 era un virus aviar hasta 1918, y fue la gripe española quien lo convirtió en una cepa humana típica.
Los países implicados en la Gran Guerra no informaban sobre la epidemia para no desmoralizar a las tropas, de modo que las únicas noticias venían en la prensa española. La gripe española debe su nombre, por tanto, a la censura de tiempos de guerra, y no a su origen, ya que el primer caso se registró en Camp Funston (Kansas) el 4 de marzo de 1918. Por entonces el virus sólo causaba una dolencia respiratoria leve, aunque muy contagiosa, como cualquier gripe. En abril ya se había propagado por toda Norteamérica, y también saltado a Europa con las tropas americanas. En Camp Devens, Massachusetts, seis días después de comunicarse el primer caso ya había 6.674 contagiados. Los brotes se extendieron a casi todas las partes habitadas del mundo, empezando por los puertos y propagándose por las carreteras principales. Sólo en India hubo 12 millones de muertos.
La medicina desconocía la causa de la enfermedad y su forma de contagio, se tomaron medidas en salud pública: como la cuarentena en los puertos, se cerraron cines, iglesias y otros sitios públicos de concentración humana. En San Francisco -California- las autoridades ordenaron a la población usar mascarillas, quién no lo hiciese en vía pública fue multado o encarcelado; sin embargo, nada fue eficaz; la gripe no discriminaba a nadie, los principales afectados por la epidemia no fueron personas de edad avanzada, sino jóvenes aparentemente sanos, la mayoría tenían entre 20 y 40 años.
A finales de 1918, y por razones que aún se desconocen en la actualidad, el número de muertos comenzó a caer a un ritmo significativo, y hasta el punto que en 1920 la epidemia estaba casi erradicada. La Pesadilla duró dos años, y terminó tal como había comenzado. Para 1921, ya no se produjo ningún caso. Algunos autores especulan que su súbita desaparición fue porque mató a todas las personas que carecían genéticamente de las defensas apropiadas, aunque la comunidad científica considera exagerado este punto de vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario