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miércoles, 25 de marzo de 2015

El Congo: Propiedad privada

En 1876 el rey Leopoldo II de Bélgica presidió una conferencia en Bruselas, a la que fueron invitados filántropos y estudiosos de todas partes del mundo. En ella, Leopoldo expreso su preocupación por esa región africana y sus deseos de enviar misiones humanitarias y mejorar las condiciones de vida de los congoleños. Envió al explorador Henry Morton Stanley a explorar el Congo y hacer pactos con jefes locales. Creo con esa intención la Sociedad Internacional del Congo. 

Entre 1874 y 1877, Henry Morton Stanley fue el primer europeo que viajó por África central conociendo el curso del Río de Congo. Leopoldo II, rey de los belgas, que andaba mandando emisarios por medio mundo para tratar de comprar o hacerse con tierras que le permitiera contar con una colonia y enriquecerse como venían haciendo otros monarcas europeos, financió a Stanley para que hiciera esta labor. Entre 1879 y 1884, Stanley fundó varias estaciones a lo largo del Río Congo, y firmó tratados con varios gobernantes africanos para la Asociación Internacional del Congo, la organización que servía de tapadera a las ambiciones del rey.

Leopoldo había formado la Asociación Internacional del Congo para explotar las riquezas de la cuenca de ese río, aunque manteniendo dicho territorio en forma de propiedad privada y sin que dicha zona se transformara aún en posesión de Bélgica. Si bien esta Sociedad controlaba la desembocadura del río Congo, Reino Unido y Portugal deseaban evitar que esta área de control se extendiese. Por su parte, Francia había logrado en 1881 tomar posesión de Túnez, y en ese mismo año una expedición francesa dirigida por Pierre de Brazza tomó posesión efectiva del Congo Occidental a orillas del Océano Atlántico. Al año siguiente el Reino Unido asumió por completo el gobierno de Egipto (que estaba sujeto al Imperio otomano sólo en la teoría) y consiguió así los derechos de soberanía egipcia sobre Sudán y el norte de Somalia. En 1884 Francia aseguró su posesión de la costa de Guinea, con lo cual resultaba evidente en Europa que la carrera por África debía ser regulada.


La llamada conferencia de Berlín, tuvo lugar entre el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885, en la ciudad de Berlín, esta conferencia fue convocada por Francia e Inglaterra y organizada por el Canciller de Alemania, Otto Von Bismarck, con el fin de resolver los problemas que planteaba la expansión colonial en África y resolver su repartición, para que no se produjesen a futuro conflictos entre los principales países colonizadores: Francia, Inglaterra, España, Portugal, Bélgica, Holanda.

En la Conferencia de Berlín (1884–85) los poderes europeos reconocieron la demanda de la Asociación Internacional de la cuenca del Congo, y en 1885, Leopold proclamó el Estado Libre del Congo.

Leopoldo II
Leopoldo II nació en 1835, era hijo de Leopoldo I de Bélgica y María Luisa de Francia, que provenía de los antiguos Borbones reinantes en Francia. Fue educado en Palacio en Bruselas, pero se enroló pronto en el ejército con el que viajo por el mundo. En uno de estos viajes, por Indonesia, se quedó maravillado de como los holandeses se hacían ricos explotando a los lugareños de Java en sus minas de oro. En 1865, Leopoldo I murió y Leopoldito accede al trono, y empieza a engrasar su maquinaria macabra. Era extremadamente inteligente, vio que África era un filón e ideó una estrategia que le dio bastante resultado. Fundó la Asociación Internacional del Congo (AIC), una organización supuestamente filantrópica, presidida por él mismo, que buscaba el progreso, la paz y la educación de los africanos, así como la erradicación de la esclavitud. Con este buen fin, Leopoldo -que además de un asesino era un ladrón- adquirió importantes fondos de las arcas públicas belgas, para traspasarlas a la AIC y así financiar el viaje del explorador Stanley que remontó el rio Congo descubriendo nuevos territorios, riquísimos en materias primas. Stanley negoció con los jefes tribales, que la explotación de los recursos fuera llevada a cabo por la AIC, y todo parecía legal. Así llego la anteriormente citada Conferencia de Berlín, donde los monarcas europeos, se dividieron África. Allí, la imagen que Leopoldo transmitía era la de un filántropo y un benefactor que buscaba el progreso de los pobres africanos. Y esa impostura, le ayudo a ser el gran triunfador de la Conferencia. Se creó el Estado Libre del Congo, tan grande casi como toda la Unión Europea, y se dictaminó que pertenecía como PROPIEDAD PRIVADA (no como Colonia Belga) a Leopoldo II.

En 1885 habiendo consolidado definitivamente su dominio, creo el Estado Libre del Congo. Pero no era una colonia belga, era más bien una unión personal, un dominio privado del rey Leopoldo. Mientras que en Bélgica poseía poderes monárquicos constitucionales, en el Estado Libre del Congo poseía todos los poderes de un dictador totalitario. Dividió el Estado Libre en dos partes: una zona de libre comercio, donde Leopoldo II otorgaba concesiones a empresas para que explotasen ellos el terreno y otro dominio privado, explotado únicamente por la Sociedad Internacional. En 1891–92, conquistó Katanga, y entre 1892 y 1894, consiguió expulsar del este del país a los comerciantes árabes y Swahili

Creo un sistema esclavista de explotación del caucho y marfil. Para ello, utilizo a los indígenas congoleños como mano de obra, en teoría se les pagaba con un precio menor al valor real del producto. En un principio el principal producto explotado era el marfil, pero después el caucho sufrió una gran demanda y los beneficios del saqueo aumentaron en gran medida 

Por esas mismas fechas un genial veterinario irlandés llamado John Dunlop inventó unos tubos de goma llenos de aire para el triciclo de su hijo que revolucionarían el mercado de las bicicletas primero y, después, el del incipiente mercado del automóvil. Y precisamente cuando se produjo el boom del caucho, Leopoldo acababa de adquirir su propio territorio personal que, casualidades de la vida, era rico en caucho, por lo que enseguida puso a trabajar de forma esclava a toda la población congoleña para sacar el máximo beneficio de sus plantaciones de caucho salvaje hasta ostentar durante varios años el monopolio virtual en el mercado internacional.

A partir de entonces instauró un régimen de terror ideado para obtener la máxima producción de caucho exportable sin tener en cuenta el coste humano. Como las plantaciones en estado silvestre hacían necesario trepar a los árboles y esto no podía hacerse con los pies encadenados, los funcionarios del rey controlaban a los hombres haciendo rehenes a esposas e hijos hasta que aquellos cumplieran sus cuotas de producción. Si no lo hacían les cortaban las manos a sus hijos o mujeres.


Leopoldo no viajo en toda su vida a África, gestionaba la matanza desde su palacio de Bruselas o desde lujosos hoteles en la Costa Azul, para poner su plan en práctica contrato a 16.000 mercenarios y asesinos europeos a los que denomino ”Force Publique” (FP). Estos carniceros, que avergonzarían a muchos miembros de las SS nazis o del NKDV soviético, eran expertos en mutilar, cercenar cabezas, cortar genitales, azotar con látigos de hierro. Establecieron la costumbre de dar 50 latigazos a todos los recolectores antes de empezar a trabajar, para que se pensaran bien ser indisciplinados. Además, son los principales causantes de la gran matanza de elefantes de la zona, para traficar ilegalmente con su marfil.

Aunque resulte verdaderamente difícil establecer el número exacto de muertos que pudo provocar el régimen de esclavitud que perpetró Leopoldo en su posesión particular en África, las últimas estimaciones de los historiadores nos indican que pudieron ser más de 10 millones de personas asesinadas directamente o indirectamente como consecuencia de las hambrunas o enfermedades durante el periodo de 1885 a 1908. Es decir, más de los que murieron como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y bastantes más que los muertos en los campos de exterminio nazis. El peor genocidio que ha visto el mundo.

La realidad de tamaña salvajada salió a la luz pública gracias a un empleado inglés de una compañía naviera de Liverpool, Edward Dene Morel, encargado de verificar cargamentos y cuyo trabajo habitualmente le llevaba a Bélgica donde supervisaba la carga y descarga de barcos procedentes de Congo. Él descubrió que la mayoría de cargamentos salientes contenían armas pequeñas y munición y que no había pruebas de que se comerciara con los que producían el caucho importado del Congo. Alguien estaba ganando “discretamente” millones de francos belgas.

Leopoldo II, entonces un septuagenario, decidió que ya no valía la pena seguir manteniendo la colonia, mucho menos lucrativa ahora que el mercado de productores de caucho se había generalizado, y “generosamente” aceptó venderla al gobierno belga que se endeudó por ciento diez millones de francos y además pagó al rey otros cincuenta millones de francos “como prueba de gratitud por sus grandes sacrificios en el Congo”. Leopoldo II murió al año siguiente.

La historia de la explotación de los recursos económicos del Congo mientras fue propiedad de Leopoldo II, es una de las historias más sangrientas de la historia contemporánea. Mientras en Europa se dedicaba a rodear su obra de un aureola de altruismo, defensa del libre comercio y lucha contra el comercio de esclavos, iba dictando normas por las que expropiaba a los pueblos congoleños de todas sus tierras y recursos e incitaba a su ejército privado, la Fuerza Pública, a servirse de todo tipo de torturas, secuestros y asesinatos para someter a la población a los trabajos forzados que, en un brevísimo periodo de tiempo, le convertiría en uno de los hombres más ricos del mundo.

Según distintas estimaciones de los historiadores, se sabe que Leopoldo II mato entre dos y doce millones de congoleños y fue el hombre más rico del planeta hasta su muerte en 1909. El Congo desde entonces ha tenido una historia sórdida llena de guerras, matanzas y dictadores. El más famoso de ellos fue Mobutu Sese Seko, quien lo gobernó con mano de hierro durante una larga dictadura. Comandante en Jefe del Ejército congoleño y ex miembro de la FP. Mobutu se autoproclamó presidente en 1965 por cinco años y en 1970 consolidó su poder al ser elegido presidente sin oposición. En 1971 se adoptó el nuevo nombre del Estado, con la proclamación oficial de la denominación: República de Zaire. Este nombre y los nuevos símbolos nacionales se mantendrían hasta 1997, cuando al final de la Primera Guerra del Congo Mobutu fue derrocado y huyó del país. Al asumir la presidencia del país el líder guerrillero Laurent-Désiré Kabila proclamó la República Democrática del Congo, recuperando su antiguo nombre.

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