Hacia 1763, finalizaba la larga
guerra que las tropas británicas emprendían contra el ejército francés y los
pobladores originarios de los territorios que hoy conocemos como América del
Norte. Entonces, los todavía colonos americanos eran leales súbditos de la
corona inglesa. Pero en los siguientes doce años la situación cambiaría
radicalmente.
La crisis desatada desde entonces,
que tomó la forma final de una guerra independentista, dio cuenta del profundo
interés que subyacía en los colonos de manejar sus propios negocios, no
obstante la valoración que tenían de los vínculos con los ingleses. Todo
explotó cuando el rey Jorge III intentó cubrir los cuantiosos costos de la
guerra con nuevos impuestos y prohibiciones en la sociedad colonial. Entonces,
los súbditos de ultramar, encabezados por pequeños pero organizados grupos
radicales, pusieron en práctica desde el panfletismo hasta el boicot contra los
productos importados.
En la ciudad de Boston, el líder
radical Samuel Adams había obtenido el apoyo de grandes mercaderes, pero sobre
todo de los artesanos y tenderos con sentimientos antielitistas, la mayoría con
derechos políticos restringidos. Adams, filósofo y abogado, quien se llamaba a
sí mismo ‘Populus’, era un gran propagandista y mantenía a la ciudad en estado
de agitación y alarma contra la “tiranía” británica.
Soldados británicos habían estado estacionados en Boston
desde octubre de 1768, cuando fueron enviados para hacer cumplir las Actas de
Townshend de 1767. Los colonos vieron a los soldados como invasores, causando
hostilidad y revueltas frecuentes.
La “Masacre de Boston” comenzó la noche del 5 de marzo de 1770 cuando una pequeña disputa entre el centinela británico Hugo White y un
aprendiz de peluquero que declaró que el soldado no había pagado por una
peluca. White golpeó al muchacho con su mosquete, haciendo que un grupo de
hombres y jóvenes se lanzaran al ataque de los soldados, retándolos y lanzando
piedra, hielo y otros objetos.
A medida que la multitud alrededor de White se volvió mayor
y crecientemente violenta, otras revueltas comenzaron en los alrededores. El
Capitán Thomas Preston marchó con sus hombres desde la Guardia Central para
ayudar a White, formando un apretado semi-circulo a su alrededor a medida que
la multitud continuó molestando a los soldados. Un colono, posiblemente un
marinero mulato llamado Crispus Attucks, golpeó al soldado Hugo Montgomery.
Montgomery se puso de pie, disparó su mosquete a la multitud
y gritó, “¡Malditos, fuego!” Los otros soldados, a pesar de las órdenes de
Preston de no disparar, dispararon. Attucks fue herido con dos balas en el
pecho y fue el primero de tres en morir esa noche. Un cuarto murió a la mañana
siguiente y un quinto dos semanas más tarde. Alrededor de otra media docena
resultaron heridos.
Tras la masacre, la agitación se
aceleró. Desde el cabildo de Boston, Adams incitó a la rebelión a otras
ciudades de Massachussetts, encendiendo la alarma imperial. Si bien el
movimiento no logró propagarse con fuerza suficiente, la mecha había sido encendida.
En pocos años más, la independencia norteamericana sería un hecho.
El Capitán Preston y ocho de sus hombres fueron arrestados y
acusados. Thomas Hutchunson, gobernador de Massachusetts colonial, pidió al
prominente abogado John Adams, futuro presidente de los Estados Unidos,
defender a los soldados. Aunque Adams apoyaba la libertad para la colonia y
sabía que defender a los soldados británicos no seria una decisión popular,
creía que los soldados se merecían un juicio y decidió aceptar el caso.
El juicio de Preston comenzó en octubre. Adams objetó a cada
potencial juez de Boston y fue capaz de conformar el jurado solamente con
hombres de fuera de la ciudad. Durante el juicio, el tema principal era si
Preston había dado la orden de disparar.
Los acusadores llamaron a muchos testigos que aseguraron que
Preston dio la orden, pero Adams llamó a Richard Palmes, un mercader
pro-libertad que había dado una deposión diciendo que los soldados dispararon
sin una orden por parte de Preston. Su testimonio volvió el juicio a favor de
Preston y el jurado decidió liberarlo de todos los cargos.
El juicio de los soldados comenzó ocho semanas después,
centrándose en si los soldados actuaron en defensa personal, ya que testigos
dieron recuentos contradictorios sobre el nivel de hostilidad de la multitud.
El jurado perdonó a seis de los soldados, pero consideró a Montgomery u a
Matthew Killroy culpables de homicidio involuntario.
Adams apeló por el beneficio del clero, una provisión que
permitía a los acusados alfabetos a recibir sentencias menores. Luego de leer
un pasaje de la Biblia para probar su alfabetización, los dos hombres fueron
marcados en los pulgares, pero se libraron de la prisión.
Los patriotas norteamericanos utilizaron la Masacre de
Boston para intensificar el sentimiento anti-británico en la colonia y
acrecentar el apoyo a su movimiento. Samuel Adams, primo de John Adams y líder
de los Hijos de la Libertad, publicó recuentos claramente prejuiciados del
incidente en el Boston Gazette, incluyendo “Una Narrativa Breve de la Horrible
Masacre en Boston.” Adams publicó también un libro de 96 recuentos de testigos,
de los que 95 tenían un tenor definitivamente anti-británico.
Paul Revere vendió impresiones a color del incidente,
mostrando una línea de soldados británicos disparando contra una multitud pacífica.
“Sus grabados históricos tienen mucha propaganda y poca precisión o estética,”
dice la Biblioteca del Congreso.
“Pocos historiadores negarían que la ‘Masacre de Boston’ probó ser un momento importante en el camino a la independencia de Norteamérica,” escribe Archiving Early America. “Al popularizar el trágico evento, los grabados de Paul Revere se convirtieron en ‘la primera poderosa influencia en la formación de una vocalizada opinión pública anti-británica,’ que los lideres revolucionarios habían casi perdido esperanzas de obtener.”
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