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domingo, 1 de marzo de 2015

1 de marzo 2001 - en Bamiyán (Afganistán), los talibanes destruyen las estatuas milenarias de Buda.

La milicia ultraortodoxa islámica de los talibanes, que gobernaba Afganistán dinamitó la cabeza de la mayor estatua de Buda del mundo, tallada en la roca de una montaña hace 1.500 años en la provincia de Bamiyán (centro del país). Para destruir la cabeza de la estatua, de 55 metros de altura, los talibán utilizaron misiles antiaéreos, tanques y dinamita.

Fuentes de la oposición afgana indicaron que fue destruido también el pie del coloso, esculpido en una gigantesca pared de roca en el siglo V, cuando Afganistán era uno de los centros de la civilización budista, antes de que los ejércitos árabes introdujeran el islam en la región, en el siglo VII, y agregaron que además fue bombardeada una segunda figura de Buda, de 36 metros, del siglo III. Ambas estatuas son consideradas las más antiguas y preciosas de Afganistán.

mullah Wakil Ahmed Muttawakel
El ministro de Exteriores talibán, mullah Wakil Ahmed Muttawakel, dijo que la demolición "no está dirigida contra ninguna religión, nación o cultura", pero remarcó que "viola el islam" poseer estatuas de ídolos. De acuerdo con su propia versión del islam —elaborada en las escuelas coránicas de Kandahar, al sur del país—, los talibanes creen que la conservación de estatuas es comparable a la adoración de ídolos, prohibida en la fe islámica; por ello el "mulá" Mohamed Omar, decretó una "guerra" contra los monumentos preislámicos de Afganistán y calificó el derribo de un orgullo para el pueblo afgano

En varias ocasiones la milicia islámica afirmó que la destrucción de las estatuas iría hasta el final, en nombre del islam, y a pesar de las severas protestas y de la condena generalizada de la comunidad internacional. Varios países, incluidos algunos musulmanes, condenaron la acción de los talibán (plural de talib, estudiante). Entre ellos se encontraba Pakistán, considerado el mayor aliado del régimen de Kabul, que únicamente era reconocido por este país, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

Frente a este acto de vandalismo, varios países y museos del mundo expresaron su interés en comprar las estatuas para salvarlas de la demolición e incluso en levantar un gran muro delante de ellas para esconderlas de la mirada de los musulmanes, y la UNESCO envió a un emisario que intentó infructuosamente persuadir a los talibanes de que pusieran fin a la destrucción del bagaje cultural preislámico del país. también le pidió al presidente egipcio, Hosni Mubarak, que interviniera ”para convencer a los talibán de que detengan la destrucción, este crimen irreparable”. En el concierto internacional de protestas de aquellos estos días, los países de tradición budista, como Tailandia, Sri Lanka y Japón, fueron especialmente activos en las negociaciones para salvar estos vestigios inestimables para el budismo. La delegación de Japón se reunió con Wakil Ahmad Mutawakel en Kandahar durante varias horas.

En 2011, la Unesco decidió que los budas de Bamiyan no se restaurarían. El vacío era el mejor símbolo.
La destrucción continuó a pesar de las reuniones sostenidas en Pakistán entre el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y el representante de los talibanes, Abdul Salam Zaeef, en un nuevo y desesperado intento de salvar el patrimonio histórico de Afganistán. Además, llegó a Islamabad una delegación de parlamentarios japoneses para pedir a los talibanes que renuncien a la destrucción del patrimonio afgano. Japón es el principal donante de ayuda humanitaria a Afganistán, una nación aquejada por graves problemas económicos. Los tres delegados japoneses propusieron a los jefes talibán que los Budas gigantes fueran transportados fuera del país, a cambio de lo cual Japón aumentaría el monto de su ayuda económica a Afganistán, según AIP. “Todas las propuestas han sido juzgadas inaceptables porque la orden del mulá ha sido la destrucción de las estatuas y no su desplazamiento a otro lugar”, ha dicho Mutawakel. “Se trata de un problema puramente religioso e interno”. Los talibán, que se dieron a conocer en 1994 en Kandahar y dos años más tarde conquistaron la capital afgana, Kabul, insistieron en que no cederían a las presiones internacionales.

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