Los españoles se despertaron el 11 de marzo de 2004 con la peor de las noticias: una serie de bombas habían explotado en varios trenes de Madrid con pocos minutos de diferencia.
Los primeros minutos de confusión dejaron pronto paso a una certeza: era una masacre. El recuento de víctimas parecía no acabar, el balance final fue de 191 personas fallecidas: 34 en la estación de Atocha, 63 en la calle Téllez, 65 en la estación de El Pozo, 14 en la estación de Santa Eugenia y 15 en distintos hospitales de Madrid. Además, resultaron heridas 1.857 personas. Se convirtió en el segundo ataque terrorista más grave de la historia de Europa, solo superado por el atentado de Lockerbie (Escocia) en 1988 con 270 muertos
Diez bombas hicieron explosión casi al tiempo en cuatro trenes de cercanías repletos de trabajadores y estudiantes de la periferia de Madrid que, como cada mañana, se desplazaban al centro de la ciudad.
La emergencia y el desconcierto inicial dieron paso rápidamente a la confusión acerca de qué había pasado y, sobre todo, quién había sido.
La sentencia de la Audiencia Nacional consideró probado que el atentado había sido perpetrado por terroristas islamistas con “dependencia ideológica respecto a los postulados defendidos por Al Qaeda”, pero destacaba que no aparecía “relación alguna de carácter jerárquico con otros grupos o con otros dirigentes de esa organización”. La célula del 11M, proseguía la sentencia, podía “considerarse a los efectos penales como un grupo u organización terrorista diferente e independiente”.
El terrorismo yihadista sembró el terror el 11M en Madrid. España vivió el 11 de marzo de 2004, a solo tres días de unas elecciones generales, el peor atentado de su historia con 191 muertos y más de 1.800 heridos..
Una célula islamista colocó a primera hora 13 artefactos explosivos en cuatro trenes de cercanías de Madrid. Estallaron diez de las bombas en la estación de Atocha, frente a la calle Téllez, El Pozo y Santa Eugenia entre las 7.37 y las 7.40 horas. Siete de los terroristas que pusieron las bombas se inmolaron semanas después, el 3 de abril, en un piso de Leganés, matando a un GEO, la víctima 192 del 11M.
La sociedad española respondió a la barbarie terrorista con las manifestaciones más multitudinarias de la democracia. Cerca de 12 millones de españoles salieron a la calle el 12 de marzo para expresar su rechazo al terrorismo. Dos días después ganó las elecciones el PSOE, tras una jornada de reflexión marcada por las protestas ante las sedes del PP de ciudadanos que acusaban al Gobierno de ocultar datos sobre los autores de los atentados.
El investigador principal de Terrorismo Internacional del Real Instituto El Cano, Fernando Reinares, sostiene en el libro que acaba de publicar, ¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11M y por qué se atentó en España, que el 11M comenzó a idearse en Pakistán a finales de 2001 como venganza por la desarticulación de una célula de Al Qaeda en España.
Este experto desvincula por lo tanto la decisión de mandar tropas a Irak del Gobierno de José María Aznar, que se tomó mucho después, con los atentados de Madrid aunque los terroristas utilizaron la invasión de este país para justificar el ataque a España. También desvincula la elección de la fecha de los atentados con las elecciones generales, ya que el día 11 de marzo se fijó antes de la convocatoria de los comicios, según sus últimas investigaciones.
La sentencia relata que los siete suicidas de Leganés, entre los que se encontraban Jamal Ahmidan, El Chino, y Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, El Tunecino, junto a los dos condenados a 42.922 años de prisión como autores materiales, Jamal Zougam y Othman El Ganoaui, y otra persona que no ha sido identificada colocaron las 13 mochilas o bolsas cargadas de explosivos temporizados para que hicieran explosión simultáneamente.
Dos de los tres artefactos que no estallaron se detonaron de forma controlada en la estación de Atocha y de El Pozo. La tercera bomba, procedente también de este último punto, fue encontrada en la madrugada del 12 de marzo en la comisaría de Vallecas y desactivada en un parque cercano. La conocía mochila de Vallecas fue clave para determinar qué explosivo usaron los terroristas y llegar hasta Zougam, que fue detenido el sábado 13 de marzo. Las tarjetas de móvil de las bombas salieron de su locutorio.
Pese a que en un principio casi todas las miradas apuntaban a la organización separatista vasca ETA por su largo historial de atentados con bomba en el país, una teoría que fue impulsada con fuerza por el gobierno, ese mismo día comenzó a hablarse de un posible ataque islamista de alguna célula vinculada a Al Qaeda.
Quedaban tres días para las elecciones generales en las que se elegiría al presidente que iba a sustituir al conservador José María Aznar, del Partido Popular, y a nadie se le escapaba entonces que el atentado tendría consecuencias políticas claras.
No está tan claro si al conservador Partido Popular le beneficiaba políticamente que hubiera sido ETA, aunque cabe pensar que hubiera propiciado cierto sentimiento de solidaridad después de que se posicionara públicamente como azote de esa organización.
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