María Estuardo |
Pocas reinas han tenido una vida más azarosa y trágica que la de María Estuardo, una soberana bella y cultivada, vilipendiada por muchos de sus contemporáneos, pero que desde su muerte ha despertado el interés de historiadores, literatos y hasta cineastas.
Un bebé coronado y prometido
Seis días más tarde moría el rey, desilusionado por haber tenido una hija, la única superviviente de su estirpe. No había transcurrido un año del nacimiento de María, cuando fue protagonista de una peculiar ceremonia de coronación. El 9 de septiembre de 1543 un bebé de pocos meses era coronado en la capilla real del castillo de Stirling como reina de Escocia, junto con James Hamilton II, conde de Arran, quien se colocaba el siguiente en la línea sucesoria y actuaría de regente de la pequeña.
Y si su coronación fue prematura, su compromiso de matrimonio también lo fue. Unos meses antes de su coronación, la joven reina había sido prometida en matrimonio al hijo de Enrique VIII de Inglaterra y su tercera esposa Jane Seymour. El matrimonio formaba parte de los llamados tratados de Greenwich, según los cuales, las dos casas reales aceptarían que los hijos de María y Eduardo heredarían Escocia e Inglaterra conjuntamente. El tratado de Greenwich se rompió por parte del Parlamento de Escocia. María de Guisa cerró un matrimonio con el Delfín de Francia y allí fue enviada María Estuardo con seis años. Madre e hija no volverían a verse.
Un bebé entre dos reinos
Enrique VIII no se resignó a perder la oportunidad de unir los dos reinos y empezó una serie de incursiones en territorio escocés que no sólo pusieron en peligro la vida de la pequeña reina sino que dejaron tras de sí destrucción y desolación. María de Guisa pidió entonces ayuda al rey francés Enrique II mientras intentaba esconder a su hija de los ejércitos ingleses.
Finalmente, el verano de 1548, María conseguía escapar y llegaba a Francia. Poco antes su madre y los representantes del rey Enrique II habían firmado en Haddington un acuerdo matrimonial para casar a María con el delfín Francisco. María, que tenía entonces cinco años, pasaría otros diez alejada de su tierra, en la corte francesa. A su madre no la volvería a ver nunca más.
Reina de Escocia y Francia
María Estuardo se casó con Francisco en 1558. Un año después, durante las celebraciones de la paz de Cateau-Cambresis entre Francia y España, Enrique II fue mortalmente herido en una justa. María y Francisco se convertían en reyes de Francia, reinado que durará muy poco, porque en 1560 quedará viuda y deberá volver a Escocia. Su madre también morirá ese año. En el puerto de Leith, la estarán esperando sus fieles y sus detractores. Escocia está inmersa en los conflictos religiosos entre católicos y protestantes. María Estuardo representa al catolicismo y el movimiento presbítero está apoyado por Jacobo Estuardo I, medio-hermano de María y liderado por John Knox, uno de los grandes enemigos del reinado.
De vuelta a un país dividido
María tenía apenas 18 años cuando volvió a su tierra natal. Seguía siendo su reina legítima, pero se encontró con un país en la cuerda floja. La división religiosa entre católicos y protestantes se había convertido en la bandera de las causas políticas de Escocia e Inglaterra. En el país vecino, Isabel I, hija de la segunda mujer de Enrique VIII, Ana Bolena, defendía a ultranza la causa protestante, pues era el único modo de legitimizar su nacimiento y por tanto sus derechos dinásticos. Pero el bando católico veía en María de Escocia, con derechos dinásticos al trono inglés, una alternativa a Isabel.
Del mismo modo en Escocia, el hermano ilegítimo de María, Jacobo Estuardo I, abanderaba la causa protestante.
Pero así como Isabel I gobernó siempre con brazo de hierro y nunca le tembló el pulso defendiendo en lo que ella creía, María no se decantó abiertamente por ningún bando. No sólo no defendió abiertamente la causa católica sino que toleró la fe protestante.
Isabel y María nunca se conocieron personalmente pero la prima de su padre fue siempre una amenaza para Isabel, una reina que no se había casado ni tenía intención de hacerlo, por lo que la cuestión de su sucesor fue tema de constante debate a lo largo de su reinado.
Dos matrimonios infructuosos
Aunque María sí se casó, sus otros dos matrimonios sólo le trajeron problemas políticos. El segundo marido de María fue su primo hermano Enrique Estuardo, duque de Albany y conocido como Lord Darnley. Este enlace preocupó a la corona inglesa, ya que si María y Darnley tenían un heredero este tendría grandes opciones para heredar el trono.
Enrique era uno de los principales líderes de la causa católica, por lo que su unión encendió la ira de sus enemigos protestantes que iniciaron un levantamiento armado.
Los lores escoceses tampoco apoyaron el matrimonio, era un noble inglés. Y los protestantes aún menos, era un lord inglés católico. Por esta razón Jacobo, conde de Moray, organizó una rebelión en contra del matrimonio. Los lores fueron derrotados por María en la batalla de Chaseabout. Poco después de la boda y de la batalla de Chaseabout, María se quedó embarazada del que sería su futuro heredero, Jacobo VI.
El matrimonio empezó a deteriorarse cuando Lord Darnley reclamó para sí más poder y exigió el título de rey. Tras el nacimiento de su único hijo, Jacobo, el marido de María fue asesinado.
El camino a la condena
El asesinato de su segundo marido y la boda con el conde de Bothwell fueron el inicio del fin de María. La nobleza escocesa les dio la espalda y tras varios levantamientos armados, María fue encarcelada. En 1567, obligada por las circunstancias e incapaz de reunir a su alrededor a un número suficiente de seguidores, María abdicó en favor de su hijo. Jacobo tenía entonces un año.
El 2 de mayo de 1568, disfrazada de lavandera, logra escapar y levantar un ejército pequeño para poder, de esa manera, recuperar el trono. Después de la derrota de su ejército en la batalla de Langside, el 13 de mayo, huyó a Inglaterra y tres días más tarde, fue capturada por los oficiales de Isabel I en Carlisle el 19 de mayo. Durante su encarcelamiento, ella hizo famosa la frase "En ma Fin gît mon Commencement" ("En mi final está mi comienzo".) bordada en su ropa formal.
Después de dudar sobre la cuestión de la participación o conocimiento de María en la conspiración para asesinar a Lord Darnley, Isabel ordena una investigación que finalmente conduce a un juicio. Fue realizado en York entre octubre de 1568 y enero de 1569. La investigación tuvo un marcado carácter político porque Isabel no deseaba condenar a su prima por asesinato. María rechazaba reconocer la potestad de ninguna corte extranjera de intentar acusarla por ser una reina ungida, y en última instancia el hombre a cargo del procesamiento, Jacobo Estuardo, conde de Moray, gobernaba Escocia como regente del hijo de María.
Condena por asesinato
El juicio que inició Isabel contra su prima tuvo como pretexto el asesinato de su segundo marido, el noble inglés, Lord Darnley. La verdadera razón radicaba en mantener a María el mayor tiempo lejos de su país. Mientras, en Escocia, el hermano ilegítimo de María gobernaba en nombre de su pequeño sobrino.
María pasó 18 años cautiva. Tras esos largos años, Isabel decidió ejecutarla. Los motivos fueron su implicación en varias conspiraciones para terminar con su vida y sentarse en el trono de una Inglaterra reconvertida al catolicismo. Acusaciones que nunca fueron del todo probadas.
Condenada por alta traición, María fue decapitada el 8 de febrero de 1587 en una ejecución que ha pasado a la historia por su patetismo. Hasta tres golpes hubo de dar el verdugo para separar la cabeza de su cuerpo.
Separadas en vida, juntas en la muerte
María e Isabel nunca se conocieron en vida aunque sus caminos eran una amenaza mutua. María fue enterrada en la catedral de Peterborough pero tiempo después era trasladada a la abadía de Westminster, a pocos metros de la sepultura de Isabel. La orden la había dado el rey Jacobo I, hijo de María, quien había heredado las coronas de Escocia e Inglaterra.
Efigie de María Estuardo en el monumento funerario de Westmister. |
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