Durante todo el conflicto bélico, la ciudad de París sufrió numerosas incursiones de bombardeo desde el aire, llevadas a cabo por aviones o por zeppelines. Martin Gilbert (Atlas de la Primera Guerra Mundial, Madrid, Akal, 2003, p.66.) cifra en 27 el número de estos raids aéreos, durante los cuales se lanzaron más de 700 bombas. El número de víctimas ascendería, según sus datos, a 266 personas.
Los ataques dejaron amplia huella en el sentir de los parisinos. Sirva como ejemplo el bombardeo de un zeppelin que sufrió el pueblo de París en la noche del 29 de enero de 1916:
Los periódicos franceses han publicado un interesantísimo relato del bombardeo realizado por un zeppelin, pues a última hora se ha descubierto que fue solamente uno el atacante, y no varios, como se había creído al pronto. El dirigible alemán dejó caer unas 17 bombas, de las que 14 explotaron, causando además de 25 muertos y 32 heridos, los destrozos consiguientes en los edificios (Mundo Gráfico, 9-II-1916, «París bombardeado por los zeppelines alemanes», p.15.)
La crónica de Mundo Gráfico continuaba describiendo con detalle el funcionamiento de las bombas y el efecto que producían. Los diarios también recogieron con detalle las informaciones que llegaban sobre el ataque. La Época señaló que casi todas las víctimas se encontraban en sus casas
Con las luces del día, algunos parisinos se congregaron en los lugares en los que habían caído las bombas, mientras los periódicos adelantaban informaciones sobre cómo pudo producirse: al parecer, según apuntó Le Petit Parisien, la altura a la que se encontraba el aparato alemán y la densa bruma que rodeaba la capital francesa dificultaron la acción defensiva de los aeroplanos situados en las cercanías. Por su parte, Le Matin recordó aquella recompensa que propuso cuando se produjo el primer ataque con zeppelines:
El 29 de enero 1916 por la tarde, Louis Vallin fue asignado a la defensa del campo atrincherado de París (Aeródromo de Le Bourget). Es una época terrible en París, las condiciones de vuelo son deplorables, pero hay que proteger a toda costa París de los zepelines alemanes. De hecho, las expediciones dirigidas por ellos desde 1914 siembran el terror entre la población civil. Aunque los objetivos son principalmente blancos militares, errores frecuentes de navegación y precisión bombardeo nocturno hacer muchas víctimas civiles. Cada noche, la amenaza está presente y puede atacar.
En este día, unas horas antes, dos zepelines despegaron para llevar a cabo una redada en París. El primer Zeppelin - LZ 77 - ha dado la vuelta tras un problema mecánico; el segundo - LZ 79 - liderado por el Comandante Geissert continuó su viaje a París y alcanzó a su objetivo dejando caer 18 bombas, causando 26 muertos y 32 heridos. Este es su regreso a Alemania, mientras volaba sobre Le Bourget, que a raíz de una alerta dada por teléfono, Louis Vallin y el sargento Denebonde sargento tratan de interceptarlo.
"Empezamos en el avión Farman No. 1187 del motor Renault con un tiempo terrible. Después de pasar a través de una niebla intensa y gruesas capas de nubes, descubrimos a más de 3.000 metros, saliendo de la niebla un Zeppelin que viene de la izquierda. Pudimos ver los detalles, estando sólo unos 200 metros ligeramente por debajo. Fue entonces cuando abrí fuego con un rifle Gras modelo 1874 tirando unas treinta balas incendiarias ‘Desvignes’ varias de las cuales llegaron a la meta. La respuesta fue inmediata. Nos encontramos con varias ráfagas de ametralladoras, afortunadamente sin éxito.”
De acuerdo con el documento de la época, el Zeppelin LZ 79, al verse atacado soltó el lastre de un tanque de agua, lo que le permitió ganar altitud.
"Al intentar seguirlo, hicimos un deslizamiento lateral y lo perdimos de vista. Después de grandes dificultades para encontrar nuestro camino, fuimos capaces de aterrizar en Le Bourget, ateridos de frío."
El Zeppelin recibió un disparo y se retiró después de sus "heridas" sin bajas. Esta será la primera noche de un ataque a un Zeppelin por parte de las aeronaves y la última incursión Zeppelin en París.
El uso de los dirigibles para misiones de bombardeo se detendrá rápidamente. Con el progreso de la aviación se convirtieron en presas demasiado vulnerables –a pesar de sus ventajas de autonomía y capacidad de carga- y son reemplazados por los aviones bombarderos. Por el resto de la guerra se emplearán fundamentalmente como plataformas de observación
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