El Intento de Golpe de Estado en la Unión Soviética, también conocido como el Golpe de Agosto, fue un período de tres días, entre el 19 y 21 de agosto de 1991, en el que un grupo de miembros del gobierno de la Unión Soviética depusieron brevemente al presidente Mijaíl Gorbachov e intentaron tomar el control del país para revertir el rumbo de las reformas políticas y económicas emprendidas en los años 80 del siglo XX. Fue protagonizado por un grupo de políticos y militares del ala conservadora del Partido Comunista, del Gobierno del país y de los servicios secretos..
Los líderes del golpe de estado eran miembros del Partido Comunista (PCUS) de la línea dura, que pensaron que el programa de reformas de Gorbachov había ido demasiado lejos, y que el Nuevo Tratado de la Unión que había negociado dispersaba demasiado el poder del gobierno central en favor de las repúblicas. Sin embargo, el golpe fracasó en sólo tres días y Gorbachov volvió al poder. Aun así, los hechos ocurridos minaron la legitimidad del PCUS, contribuyendo al colapso de la Unión Soviética.
Para el 20 de agosto de 1991 había sido anunciada la firma del nuevo Tratado de la Unión. La URSS se convertiría en un Estado federativo compuesto por repúblicas soberanas con poderes mucho más amplios. Anteriormente, el 17 de marzo de 1991, en el país se había celebrado un plebiscito y el 76 % de los participantes se había pronunciado por la preservación de una Unión renovada.
Mientras tanto, ya el 3 de marzo la república de Lituania había declarado su independencia; también el 3 de marzo se habían pronunciado los habitantes de Letonia a favor de separarse de la URSS y el 9 de abril se celebró otra consulta popular en la república de Georgia. Los georgianos votaron a favor de separarse de la Unión Soviética. Las demás repúblicas de la URSS también estaban a punto de declararse independientes de las autoridades centrales de Moscú.
La cúpula gobernante del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Gobierno de la URSS continuaba manejando ideas conservadoras y sentía inseguridad personal ante el futuro. El ala conservadora con ayuda del KGB procedió a los preparativos de la destitución del presidente de la URSS.
Crónicas de agosto
El intento de golpe de Estado fue emprendido a las seis de la mañana del 19 de agosto de 1991. Por la televisión y la radio soviéticas se leyó el mensaje de un nuevo organismo del poder nacional: el Comité Estatal de Situación de Emergencia. En el documento se declaraba el estado de excepción a partir de las 4 de la mañana del 19 de agosto de 1991 en varias provincias de la URSS y por un periodo de 6 meses. Se suspendieron las actividades de todos los partidos políticos y en Moscú y en otras ciudades importantes entraron las tropas. Se estableció la censura de los medios de comunicación y se limitaron los derechos y libertades constitucionales. En las grandes ciudades se estableció el toque de queda. “Tenemos que tomar medidas decisivas que eviten la deriva del país hacia la catástrofe”, decía el texto del documento.
Guennadi Yanáyev, vicepresidente de la URSS, se proclamó presidente en funciones del país en sustitución de Mijaíl Gorbachov, que, según el Comité de Emergencia, había enfermado gravemente.
En la noche del 19 de agosto los seis miembros del Comité aparecieron en una conferencia de prensa. Yanáyev aseguró que Mijaíl Gorbachov estaba vivo y regresaría a Moscú después de su recuperación.
El mismo día, a las 9 de la mañana, el presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR por sus siglas en ruso), Borís Yeltsin, había transmitido un mensaje a los ciudadanos del país en el que calificaba la situación de golpe de Estado reaccionario. Yeltsin convocó una huelga general. Esta grabación fue emitida únicamente por una emisora liberal con cobertura en Moscú. En el resto de canales los presentadores continuaban leyendo comunicados del Comité de Emergencia.
Por las carreteras occidental y nororiental de Moscú entraron tanques, vehículos blindados y camiones con tropas de élite: las divisiones Tamánskaya, Kantemírovskaya y Dzherdzhínskaya, en total unos cuatro mil uniformados. Tropas territoriales fueron emplazadas asimismo a Leningrado y a los alrededores de las capitales de las “rebeldes” repúblicas de Lituania, Letonia y Georgia.
En el primer día del intento del golpe una compañía de tanques se negó a subordinarse a los golpistas. Al mediodía del 19 de agosto Borís Yeltsin salió a las puertas del edificio del Soviet Supremo de Rusia y trepó a uno de estos tanques. Yeltsin se dirigió a la muchedumbre que estaba en los alrededores desde las primeras horas de la mañana y repitió su mensaje con la denuncia del golpe de Estado.
Las tropas se veían extrañas entre los habitantes de la capital de Rusia que se acercaban a los militares y les regalaban flores, cigarrillos, brindaban con cerveza y vodka y les instigaban a no cumplir órdenes. A medida que transcurrían las horas Borís Yeltsin y su entorno se iban dando cuenta de que los organizadores del golpe no controlaban la situación y no podían decidirse a llevar a cabo acciones serias.
El 20 de agosto en las plazas y calles alrededor de la sede del Soviet Supremo de Rusia se reunieron unas doscientas mil personas. Tras escuchar el discurso de Yeltsin miles de personas se quedaron para formar un anillo humano alrededor del edificio. Entre ellos se encontraba el famoso violonchelista Mstislav Rostropóvich y otras personalidades culturales del país. Por la noche se esperaba el asalto.
El único incidente en el que se derramó sangre ocurrió cuando un pelotón de vehículos blindados transitaba, cambiando el lugar de emplazamiento, por un túnel bajo la calle Novy Arbat. Los defensores del Soviet Supremo creyeron que ya había comenzado el asalto. Los carros de combate fueron incendiados con cócteles molotov. Los conductores de los vehículos perdieron la orientación y atropellaron a tres atacantes: Vladímir Úsov, Dmitri Komar e Iliá Krichevski. Fueron enterrados con honores oficiales tres días después.
El 21 de agosto fue agónico para el Comité de Emergencia. La mayoría de las estructuras del Partido Comunista y de los gobiernos provinciales permanecían en la indiferencia o con leves signos de apoyo discreto al golpe. La población del país, excepto las capas más politizadas de la capital de la URSS, no participó en la resistencia frente a los golpistas ni los apoyó. Las repúblicas de la Unión emitieron declaraciones de condena y de la misma manera se pronunció Occidente. Finalmente, el comando Alfa del KGB desistió de tomar por asalto el edificio del Soviet Supremo.
El 21 de agosto los tres miembros más prominentes del Comité de Emergencia volaron a Crimea para entrevistarse con Mijaíl Gorbachov y nuevamente pedirle la renuncia pública. El presidente de la URSS se negó a negociar hasta que le restablecieran la comunicación con Moscú. Al obtenerla inmediatamente derogó todos los decretos del Comité de Emergencia y ordenó detener a los líderes del golpe. El 22 todos ellos fueron arrestados. En la manifestación cerca del Soviet Supremo se estrenó una nueva bandera tricolor de Rusia. En la noche del mismo 22 de agosto en la plaza frente a la sede del KGB se demolió la estatua de Félix Dzherdzhinski, fundador de la policía secreta soviética. Las tropas regresaron a sus cuarteles dejando dañadas las calles y plazas de Moscú por los tanques.
Gorbachov bajo arresto domiciliario
Durante los primeros días del intento de golpe de Estado nada se sabía con exactitud sobre lo que ocurría en la residencia presidencial de Crimea. Hasta 1995, cuando Mijaíl Gorbachov publicó sus memorias en la obra Vida y reformas, no se conocieron todos los detalles. En el libro fueron incluidos también fragmentos del diario personal de la esposa del presidente de la URSS, Raísa Gorbachova.
Según las memorias, a las cuatro y media de la mañana del 19 de agosto una docena de aparatos telefónicos en el despacho de la mansión veraniega de Gorbachov en Crimea dejaron de funcionar. Ni los televisores, ni la radio captaban señales. Más tarde en la residencia aparecieron los cabecillas del golpe e insistieron en que el presidente firmara su renuncia voluntaria.
En sus memorias Gorbachov recalca que se negó rotundamente y calificó a los golpistas de pandilla de criminales que respondería por la aventura emprendida.
En la noche del 19 de agosto, la hija de Gorbachov, Irina, y su marido, Anatoli, grabaron con una pequeña cámara de vídeo un mensaje en el que el presidente de la URSS, mostrando un certificado médico, se declaraba completamente sano, rechazaba cualquier vínculo con el golpe y demandaba el levantamiento del estado de excepción. Irina y Anatoli sacaron la cinta de vídeo, la cortaron en varias partes y la repartieron entre la gente de confianza.
La mansión en Forós estaba rodeada por dos anillos de guardias. Frente a las costas se ubicaron tres buques patrulleros. Para que nadie aterrizara, la pista de helicópteros había sido bloqueada con camiones pesados.
Raísa en su diario anotó que durante los tres días de arresto domiciliario, la familia (en la residencia se encontraban, además de la hija y del yerno, dos nietas, Anastasía y Ksenia) salía de la casa para dar paseos por la playa. Gorbachov quería que los guardias y todo el personal de Forós estuvieran al tanto de que el presidente de la URSS no estaba enfermo y no guardaba cama. La familia se negó a comer los productos que llegaban de fuera de la residencia, consumiendo solo lo que estaba en las despensas desde antes del 19 de agosto. Todos tenían miedo de ser envenenados.
El 21 de agosto llegó el momento de máxima tensión. Gorbachov por fin obtuvo un pequeño receptor de radio y escuchó el informe de una emisora extranjera en el que se anunciaba la próxima llegada a Crimea de la delegación del Comité de Emergencia. La familia pensó que, al verse frustrados sus planes, los golpistas querrían matar a Gorbachov. Raísa sufrió un ataque de hipertensión (víctima del estrés, estuvo enferma los dos años posteriores). La guardia personal de Gorbachov (unas 30 personas) se armó con ametralladoras.
A Crimea llegaron dos delegaciones. La segunda era la de los seguidores de Borís Yeltsin. Estos fueron recibidos inmediatamente mientras que los golpistas no fueron admitidos al despacho de Gorbachov. En total el presidente de la URSS permaneció aislado 73 horas. “Estas horas fueron vividas al borde de las posibilidades humanas”, escribió en su diario Raísa Gorbachova.
"Malos y buenos"
El Comité Estatal para Situaciones de Emergencia se componía de 8 personas:
- Guennadi Yanáyev, vicepresidente de la URSS (presidente del Comité de Emergencia),
- Dmitri Yázov, ministro de Defensa de la URSS,
- Vladímir Kriuchkov, presidente del KGB (servicio secreto) de la URSS,
- Valentín Pávlov, primer ministro de la URSS,
- Borís Pugo, ministro del Interior de la URSS,
- Oleg Baklánov, primer vicepresidente del Consejo de Defensa de la URSS,
- Vasili Starodúbtsev, presidente del Consejo de Agricultores,
- Alexandr Tiziakov, presidente de la Asociación de Empresas Estatales.
Todos ellos eran miembros del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Vasili Starodúbtsev murió en 2011 y fue gobernador de la provincia rusa de Tula entre los años 1997-2005. El ministro del Interior Borís Pugo se suicidó el 22 de agosto de 1991, al día siguiente del fracaso del golpe. Se comenta que le pegó un tiro su esposa, que también se suicidó. Los golpistas permanecieron encarcelados hasta febrero de 1994, cuando la recién elegida Duma del Estado (Cámara Baja del Parlamento ruso) decretó la amnistía.
Entre los que se enfrentaron al golpe la figura más brillante fue Borís Yeltsin. A su lado se encontraba el primer ministro de la república, Iván Siláyev, el presidente del Soviet Supremo de Rusia, Ruslán Jazbulátov, y el vicepresidente de Rusia, Alexandr Rutskói. En octubre de 1993 estos dos últimos se atrincheraron en la sede del Soviet Supremo, rebelándose contra Yeltsin, y el mandatario ruso no dudó en ordenar el asalto, que dejó numerosas víctimas.
En el aplastamiento del golpe de agosto de 1991 también desempeñaron un papel clave el comandante y el subcomandante de las tropas aereotransportadas Pável Grachov y Alexandr Lébed. Ambos se negaron a derramar la sangre de civiles. Grachov en 1992 ocupó la jefatura del Ministerio de Defensa y Lébed fue rival de Yeltsin en los comicios presidenciales del año 1996, donde quedó en tercer lugar, y más tarde obtuvo el cargo de secretario del Consejo de Seguridad de Rusia.
Consecuencias
El 23 de agosto de 1991 durante la sesión plenaria del Soviet Supremo de Rusia y en presencia del presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, Borís Yeltsin firmó el decreto sobre la suspensión de las actividades del Partido Comunista de la Federación de Rusia. El 6 de noviembre, en vísperas de la máxima fiesta comunista (el septuagésimo cuarto aniversario de la revolución bolchevique), Yeltsin prohibió definitivamente el partido.
Cada año el 22 de agosto se celebra el Día de la Bandera Nacional como recuerdo de aquella tricolor que se convirtió en la insignia del país tras la derrota de los golpistas.
En el período del 24 de agosto al 16 de diciembre se declararon independientes casi todas las repúblicas de la Unión Soviética. El día 20 de diciembre la URSS dejó de existir.
El fin de la Unión Soviética
La guerra fría terminó por el derrumbe de uno de sus contendientes. El proceso de reformas iniciado por Gorbachov en 1985 precipitó una dinámica que terminó llevándose por delante la propia existencia del estado fundado por Lenin.
En medio de una profunda crisis económica, con una población gracias a la glasnost cada vez más consciente de la crueldad y la corrupción que había caracterizado la dictadura soviética, el nacionalismo vino a actuar como factor incontenible de disgregación del estado soviético, heredero del Imperio zarista.
El movimiento centrífugo se inició en las repúblicas bálticas, que durante el otoño de 1989 dejaron claro su intención de romper los lazos con un estado al que se habían unido como víctimas del Pacto que firmaron Molotov y Von Ribbentrop en 1939. Paralelamente el nacionalismo aparecía en las repúblicas caucásicas, azuzado por el enfrentamiento entre armenios y azeríes en Nagorno-Karabaj en 1988.
Cuando en febrero de 1990, Gorbachov dio un paso adelante en su perestroika renunciando al monopolio político del PCUS y convocando elecciones parcialmente pluralistas, se encontró con que en Lituania, Letonia, Estonia y Moldavia ganaban las fuerzas políticas independentistas. Lituania declaró inmediatamente su independencia, sentando un precedente para las demás repúblicas que constituían la URSS.
La desintegración de la URSS no vino, sin embargo, motivada por las reivindicaciones de los pequeños pueblos bálticos. El movimiento que definitivamente derrumbó la URSS vino... de Rusia, la nación que había construido el imperio zarista, antecesor del estado soviético. En mayo de 1990, Borís Yeltsin, quien había sido expulsado del PCUS en 1987, fue elegido presidente del Parlamento ruso. Desde esa posición de poder, Yeltsin impulsó medidas que precipitaron el fin de la Unión Soviética.
En julio de 1990, el XXVIII Congreso del PCUS constató la acelerada decadencia del partido que había aglutinado al estado soviética durante décadas. El propio ministro de asuntos exteriores Eduard Shevarnadze dimitió en diciembre de 1990 en protesta por lo que él veía como un inminente golpe de estado que devolvería al país a la época de Breznev.
Acorralado entre las fuerzas comunistas conservadoras que buscaban una vuelta atrás en el proceso de reformas y las fuerzas reformistas y nacionalistas, Gorbachov trató de negociar un nuevo Tratado de la Unión que reconstruyera sobre nuevas bases de mayor libertad nacional la antigua URSS. Sin embargo, los comunistas ortodoxos trataron de imponer una solución de fuerza, el 19 de agosto de 1991, Gorbachov era secuestrado en su residencia de veraneo en el Mar Negro y un grupo de comunistas de la línea dura se ponían al frente de un golpe militar. La falta de unidad en el ejército y las acciones de protesta popular en Moscú hicieron fracasar el golpe. Fue el momento de Borís Yeltsin, quién se puso al frente de la protesta contra el golpe en la capital del país.
El golpe militar frustrado fue como la señal de alarma que precipitó la huida precipitada de todas las repúblicas de una Unión Soviética que a nadie ya interesaba. Mientras el PCUS, el instrumento político que había aglutinado a la URSS, era prohibido.
El 1 de diciembre de 1991, el 90.3 % de los ucranianos votaron por la independencia. El 8 de ese mes, en una solución improvisada sobre la marcha, los líderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkevich, se encontraron cerca de Brest-Litovsk y acordaron la denominada Declaración de Belovezhskaya Pusha: las tres repúblicas eslavas abandonaban la URSS y formaban una así llamada Confederación de Estados Independientes. El 21 de diciembre, en un encuentro celebrado Almá Atá, ocho de los doce repúblicas restantes de la URSS (Estonia, Letonia, Lituania y Moldavia habían optado por la independencia pura y simple) siguieron el ejemplo de Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Impotente y abandonado por casi todos, Gorbachov dimitió como Presidente de la URSS el día 25 de diciembre de 1991. La bandera roja soviética era arriada en el Kremlin de Moscú. La bandera rusa la sustituía. Rusia tomaba el relevo de la URSS en la escena internacional: las embajadas, el puesto permanente en el Consejo de Seguridad, el control del armamento nuclear soviético... Sin embargo, el mundo bipolar de la guerra fría había tocado a su fin. Anunciado por el presidente Bush a principios de 1991, nacía un "nuevo orden mundial".
Fuentes
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