La batalla de Bailén se libró durante la Guerra de la Independencia Española y supuso la primera derrota en campo abierto de la historia del ejército napoleónico. Tuvo lugar el 19 de julio de 1808 junto a la ciudad jienense de Bailén. Enfrentó a un ejército francés de unos 21.000 soldados al mando del general Pierre-Antoine Dupont con otro español más numeroso (unos 27.000) a las órdenes del general Castaños.
Las Juntas de gobierno de Sevilla (Junta Suprema de España e Indias) y Granada comenzaron el reclutamiento de dos ejércitos, que debían cortar el camino a través de Sierra Morena a los franceses. El germen del Ejército de Andalucía lo formaban las tropas regulares del Campo de Gibraltar, 16 regimientos de infantería y tres de caballería al mando del general Francisco Javier Castaños. Por su parte, Teodoro Reding comenzó el reclutamiento de un segundo ejército, donde se encontraba su Regimiento Suizo de Reding nº 3, en la provincia de Granada. El reclutamiento fue masivo, destacando el número de voluntarios, que formaban más de la mitad del Ejército de Andalucía (unos 17.000 hombres).
A comienzos de junio, Pierre Dupont partió de Madrid para someter Andalucía y rescatar a la escuadra francesa de Rosily, que permanecía en Cádiz. La dureza de la ruta, donde fueron acosados continuamente por bandoleros y cruzaron poblaciones hostiles como Valdepeñas, que se levantó en armas el día 6, haciendo retroceder hasta Toledo a buena parte de su tropa (contienda de Valdepeñas), le llevó a saquear Córdoba el 8 de junio. Cuando recibió la doble noticia de que la flota francesa en Cádiz se había rendido y que se estaba organizando un ejército para cortarle el paso, abandonó la ciudad y se recogió al amparo de Andújar, donde estableció su cuartel general el 18 de junio. El 26, recibe a la segunda división, al mando de Dominique Honoré Antoine Marie Vedel, que había derrotado a un contingente de voluntarios españoles en Despeñaperros, y había dejado un regimiento en La Carolina para proteger las comunicaciones con el centro de la Península.
El «plan de Porcuna»
Por su parte, Francisco Javier Castaños se reunió con los mandos españoles en Porcuna para decidir la estrategia a seguir. Dos divisiones, una regular al mando de Félix Jones y la de reserva al mando de Manuel de la Peña, que formaban las tropas de Castaños (unos 12.000 hombres) debían atacar Andújar, clavando a las fuerzas de Dupont. Una tercera división, formada por 8000 hombres al mando del marqués de Coupigny, cruzaría el Guadalquivir más al este, a la altura de Villanueva de la Reina. Por último, Reding dirigiría al ejército de Granada (10.000 hombres) a través de Mengíbar.
El 13 de julio, Reding se apresta a cruzar el Guadalquivir en Mengíbar. Esta población estaba defendida por unos 2.000 hombres al mando del general Ligier-Belair. En la madrugada del 14, el primer escuadrón de dragones de Numancia y el de cazadores de Olivenza, al mando del general Francisco Xavier Venegas, hacen huir a la caballería francesa al otro lado del río. Ante la amenaza de nuevos ataques, Ligier-Belair evacua la población y solicita ayuda a Vedel.
Reding, por su parte, comienza el ataque el día 15 de julio muy temprano. Ante la llegada de Vedel a media mañana, interrumpe el ataque. Vedel abandonaría la posición posteriormente, ante la petición de refuerzos por parte de Dupont, y marcharía hacia Andújar. Al día siguiente, Reding dispone todas sus fuerzas, más refuerzos de Coupigny.
Castaños se dirigió a Sierra Morena desde su cuartel general en Utrera. El general, en una serie de osadas maniobras, desplazó su ejército de día y de noche, cambiando constantemente de dirección, de manera que las tropas francesas no pudiesen estar seguras de sus intenciones, mientras él se mantenía perfectamente al corriente de los movimientos franceses gracias a los paisanos. Ante ello, el general Dupont envió una parte importante de sus fuerzas a La Carolina, con la intención de proteger el paso hacia Madrid de un posible ataque de Castaños, lo que le hubiese supuesto la incomunicación que tanto temía.
Dupont, desde Andújar, no se atrevió a plantear una batalla a las fuerzas de Castaños, y prefirió retroceder, buscando enlazar con las otras tropas francesas mandadas por los generales Vedel y Dufour, que venían en su ayuda y que estaban ya casi en el límite de la provincia. Al dirigirse con esa intención a Bailén, se encontró con las tropas de Castaños que en esos momentos salían de la ciudad, y allí mismo se entabló la batalla.
Los movimientos de choque comienzan el 14 de Julio, los españoles cruzan el río Guadalquivir y dominan las alturas de las cercanías de Andújar, Vedel sale de Bailén hacia Andújar donde se reúne con Dupont que le ordena regresar a Bailén ya que el general Gobert ha caído en combate con los españoles, ya que la caballería andaluza, al mando del conde de Valdecañas batían el terreno interceptando las comunicaciones y aumentando las dificultades del enemigo.
El 16 por la mañana la división de Reding cruza el río por Mengíbar derrotando a Ligier-Belair, y tras aproximarse a Bailén y enfrentarse a Gobert se repliega al río. Vedel y sus cansadas tropas se retiran entonces hacia Guarromán quedándose Dupont en Andújar y un peligrosísimo vacío en Bailén. Al amanecer del 18 la división española del general Coupigny cruza el río por Villanueva (entre Andújar y Mengíbar) y entra en Bailén sin disparar un tiro, quedando así los dos núcleos franceses irremediablemente divididos. Reding se une poco después a Coupingny en Bailén preparándose para la gran batalla.
A las 8 de la tarde del día 18, Dupont, cargado de heridos y de enfermos, emprende una penosa marcha desde Andújar hacia Bailén, tardando unas diez horas en recorrer los veinte kilómetros que separan Andújar del río Rumblar. Sus tropas ascienden a 9.000 hombres, teniendo en frente a Coupigny y Reding en Bailén al otro lado del Rumblar, hacia las 6 de la mañana del 19 y sin esperar la reorganización de toda su columna ataca con unos 4.500 hombres a los españoles que le doblan en número, para las 8,30 su ataque ya ha fracasado en buena parte por la metralla de la artillería española y los ataques de los garrochistas andaluces. Inexplicablemente, el general francés Vedel, que no tiene enemigos en la sierra, vuelve lentamente desde Guarromán hacia Andújar sin forzar la marcha pese a escuchar el fragor de la batalla, Reding intenta sin éxito envolver el flanco derecho de Vedel pues Dupont se lo impide, pero el ejército francés está ya muy agotado, los españoles reciben el avituallamiento los habitantes de los pueblos, que como María Bellido, derrocharían valor para aliviar a las tropas españolas.
Al mediodía Dupont fracasa en un asalto dirigido al centro del ejército español, y teme la llegada inminente de Castaños desde Andújar antes que la de su general Vedel, en un heroíco avance, el general Dupont es herido de un balazo en la cadera, la caballería andaluza que aseguraba de lejos el flanco derecho, desciende sobre la retaguardia francesa provocando la desbandada, los franceses buscan lugares de sombra para descansar mientras los suizos del ejército francés se entregan uniéndose a los suizos de Reding, cuando la vanguardia de Castaños llega al río Rumblar Dupont pide parlamento para capitular.
Tras atacar por 5 veces de forma infructuosa a las divisiones españolas, y ante la oportuna llegada de la Reserva mandada por el General La Peña, se vio Dupont obligado a pedir el cese de las hostilidades e iniciar conversaciones a fin de conseguir para sus tropas una capitulación lo más honrosa posible. En la misma y por imposición de los vencedores deberían quedar igualmente incluidas las tropas mandadas por el General Domingo Honorio Antonio Vedel que, pese a no haberse hallado presentes en la batalla, constituían con las tropas de Dupont el total del Ejército francés presente en Andalucía. Vedel - desconocedor del cese de hostilidades- llegó a Bailén a las cinco de la tarde, en pleno armisticio, cojiendo por sorpresa a los españoles que festejaban la victoria, cuando se dispone a marchar sobre otro batallón español, Dupont ya prisionero, le ordena pararse e incorporarse a las negociaciones que se celebran en Andújar el día 20.
Las capitulaciones de Andujar
Las conversaciones se reanudaron inmediatamente, para finalizar el viernes 22 con la firma de las Capitulaciones de Andujar, en cumplimiento de las cuales el día 23 las tropas de Dupont en número de 8.242 hombres, rindieron sus armas, águilas y banderas, quedando prisioneras de guerra. Las condiciones de la rendición fueron clementes e incluían que las tropas francesas fueran repatriadas a Francia. La Junta de Sevilla (gobierno provisional español), no vio con buenos ojos el acuerdo ya que no querían tantos miramientos con los enemigos Estas condiciones no fueron cumplidas nunca: aunque Dupont y sus oficiales fueron liberados y trasladados a Francia, finalmente y tras infinitas vejaciones los franceses acaban confinados en la pequeña isla de Cabrera (al sur de la isla de Mallorca), sin agua ni comida suficiente en otro capítulo terrible de la Guerra de la Independencia ya que muchos morirán de inanición y enfermedades y otros recurrirán al canibalismo para sobrevivir. Este cautiverio terminó en 1814 al firmarse la paz. Debido a la escasez de recursos de la isla y la falta de suministros por parte de las autoridades de la Junta de Defensa de Mallorca, no más de la mitad seguían vivos al finalizar la guerra, y en recuerdo de los muertos (enterrados en el Cementerio Francés) se erigió un monolito en la isla.
La Batalla de Bailén, victoria del ejército español sobre el francés durante la Guerra de la Independencia (julio de 1808), fue más importante por el eco que produjo en toda Europa que por una victoria militar efectiva sobre los franceses, que lograron una inicial y ventajosa capitulación del general Castaños. Las consecuencias de la batalla de Bailén serán múltiples, antes de que acabe julio el rey José debe huir de Madrid, toda Europa conoce entonces que los franceses no son invencibles, y lo verán nuevamente pues los franceses capitulan otra vez, ahora en Portugal, los ingleses desembarcan en la península al mando de Wellington y vencen en Vimiero el 21 de agosto, capitulando en Sintra el mariscal Junot el 30 de agosto, incluso un ejército español que estaba destinado en Dinamarca consigue abandonar el país y regresar a España, la guerra parece que empieza bien para los españoles pero es sólo un espejismo. El mismísimo Napoleón debe acudir al frente de sus tropas y pronto ocuparán toda la península excepto Cádiz
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