La homosexualidad ha estado presente en las sociedades desde tiempos muy antiguos, y se han encontrado casos de homosexualidad bastante bien documentados desde la más temprana antigüedad.
En Grecia y Roma
El lugar del homosexual en la sociedad y la percepción de la homosexualidad cambia muchísimo entre las sociedades y las épocas. En la Grecia antigua, por ejemplo, se consideraba normal que un muchacho (entre la pubertad y el crecimiento de la barba) fuera el amante de un hombre mayor, el cual se ocupaba de la educación política, social, científica y moral del amado; pero se consideraba más extraño que dos hombres adultos mantuviesen una relación amorosa (aunque se ve que era normal en la relación entre Aquiles y Patroclo, o en las parejas de soldados tebanos y hasta en la relación entre Alejandro Magno y Hefestión).
Existen numerosos ejemplos de literatura lírica ensalzando el amor y las relaciones homoeróticas. Los poetas latinos de la época dan por hecho que todos los hombres sienten deseo homosexual en algún que otro momento. Ejemplos de poetas con alguna obra que alaban estas relaciones son Catulo, Horacio, Virgilio u Ovidio. Cabe destacar el hecho de que ser «pasivo» no era bien visto socialmente, pues se consideraba que serlo significaba ser intelectualmente inferior y más inexperto que el que asumía un rol «activo». También es destacable que la homosexualidad femenina no estaba bien vista; la máxima griega era, a este respecto, que «la mujer era para la reproducción, pero el hombre para el placer». Se reconocía que era necesario preservar la estirpe, la especie, pero que solamente se podía encontrar placer en la relación íntima con otro hombre, ya que el hombre se consideraba un ser más perfecto que la mujer y, por lo tanto, la unión entre dos hombres sería más perfecta.
En la antigua Roma, si bien algunos autores como Tácito o Suetonio contemplaban la homosexualidad como un signo de degeneración moral e incluso de decadencia cívica, era relativamente frecuente que un hombre penetrara a un esclavo o a un joven, mientras que lo contrario era considerado una desgracia. De Julio César, el gran genio militar, creador del Imperio, se decía que era vir omnium mulierum et mulier omnium virorum, esto es, ‘el marido de todas las mujeres y la mujer de todos los maridos’. Famoso por sus amoríos con las mujeres de la nobleza romana, los rumores sobre su homosexualidad tienen su origen en el 80 A.C., cuando el joven Julio César fue enviado como embajador a la corte de Nicomedes. Al parecer, el rey asiático quedó tan deslumbrado con la belleza del joven mensajero romano que lo invitó a descansar en su habitación y a participar en un festín donde sirvió de copero real durante el banquete. Su estancia en Bitinia generó fuertes rumores de que ambos —Julio César y Nicomedes— fueron amantes, lo cual motivó a los adversarios políticos de Julio César a llamarle «reina de Bitinia». Tanto a Marco Antonio como a Octavio (este último conocido después como César Augusto) se les señaló que tenían amantes masculinos. De nuevo Suetonio consigna que el emperador Nerón, tomando el rol pasivo con el liberto Doryphorus, imitaba los gritos y gemidos de una mujer joven. También el emperador Galba se sentía atraído por hombres fuertes y experimentados y en varias ocasiones se informa que los soldados eran asaltados sexualmente por sus oficiales superiores.
En otras latitudes
Una rápida mirada a la historia muestra que la homosexualidad ha existido en todas las civilizaciones tanto en Oriente como Occidente o en el Norte o en el Sur. Existió entre los chinos y los japoneses. Entre los mochicas y los quechuas, los aztecas, narrado en las crónicas. Los griegos y los romanos glorificaron la homosexualidad y se sabe bien de de la importancia que se le da en los poemas de La Ilíada. Hay muchos casos documentados de relaciones entre el mismo sexo en especies animales.
La Inquisición
La persecución de la homosexualidad por la Iglesia Católica fue constante a lo largo de la Edad Media, si bien la sodomía era una acusación útil que a veces se unía, y no siempre se distinguía, de la de herejía, lo que hace francamente difícil cualquier análisis. Los procesos más sonados, como el ataque contra los templarios, acusados de entregarse a prácticas homosexuales y heréticas, son todos sospechosos y promovidos por razones políticas. En circunstancias normales los nobles y privilegiados rara vez eran acusados de esta clase de delitos, que recaían casi enteramente sobre personas poco importantes y de las que se tienen pocos datos.
Durante los siglos V al XVIII, la tortura y la pena capital, generalmente en la hoguera, eran los suplicios a los que se condenaba en la mayor parte de Europa a los homosexuales. La Santa Inquisición de la Iglesia Católica no se diferencia mucho, en su persecución de la homosexualidad, de lo que era corriente en casi todas partes, y es culpable de la tortura y muerte de innumerables personas acusadas del denominado pecado nefando.
Persecución nazi de los homosexuales
Durante la época nazi, se consideró a la homosexualidad una inferioridad y un defecto genético, por lo que se aplicó un artículo de una ley del código penal alemán de 1871. Se trataba del párrafo 175 que decía: "Un acto sexual antinatural cometido entre personas de sexo masculino o de humanos con animales es punible con prisión. También se puede disponer la pérdida de sus derechos civiles."
Durante la República de Weimar ‒entre el final de la primera guerra mundial y el ascenso de Hitler‒ esta ley pocas veces se puso en práctica, por lo que el Berlín de la década de 1920 era considerado un lugar de gran vida homosexual. Con la llegada del nazismo, los alemanes considerados homosexuales fueron apresados o internados en campos de concentración, donde muchos fueron asesinados. De acuerdo al historiador alemán Klaus Müller, se calcula que aproximadamente 100.000 hombres fueron arrestados bajo el mencionado artículo penal entre 1933 y 1945. Aproximadamente la mitad fueron sentenciados a prisión; de ellos, entre 15.000 y 10.000 fueron enviados a campos de concentración, de los cuales sobrevivieron unos 4.000 al finalizar la guerra.
Los prisioneros considerados homosexuales dentro de los campos de concentración eran identificados con un triángulo invertido de color rosa. A aquellos homosexuales que además eran judíos se les obligaba a usar una estrella de David cuyo triángulo invertido era rosa. Este símbolo, en memoria del exterminio en los campos de concentración, es usado en la actualidad por asociaciones que luchan contra la discriminación por motivos de orientación sexual.
Después de la guerra, el citado párrafo siguió siendo ley en ambas Alemanias hasta finales de la década de 1960. De ese modo, algunos homosexuales que habían sobrevivido a los campos de concentración nazis fueron arrestados nuevamente bajo esa ley. Todavía en 1998 el parlamento alemán aprobó una ley para anular sentencias injustas impuestas durante la administración de la justicia penal nazi. Dos grupos fueron excluidos de la anulación integral de las sentencias nazis injustas: los desertores del ejército y las personas homosexuales. De ese modo se les impedía a los sobrevivientes homosexuales los procedimientos destinados a limpiar su estigma legal y a percibir las compensaciones por las injusticias sufridas, como sí ocurre con otras víctimas. No fue sino hasta el año 2002 cuando dicha ley se modificó, para incluir a los homosexuales.
Los homosexuales se encontraban entre los grupos que fueron exterminados en el Holocausto nazi, aunque no hubo ningún esfuerzo sistemático para eliminar a todos los homosexuales (como sí se hizo, en cambio, con los judíos o con los gitanos). A los homosexuales que fueron enviados a morir en los campos de concentración se les seleccionó a menudo para acoso, tortura y asesinato especial, tanto por los otros encarcelados como por los guardias.
Opiniones divididas
La comunidad psicoanalítica mostró opiniones divididas en torno al tema. En discordancia con Sigmund Freud, quien rechazaba estigmatizar la homosexualidad como ‘degeneración’, psicólogos como Carl Gustav Jung se pronunciaron de manera rotunda considerando la heterosexualidad como la norma y la homosexualidad como una desviación. Por ende, comenzó a investigarse sobre una posible ‘cura’.
Para ello, algunos psiquiatras aplicaron la terapia reparativa. Durante los cuarenta, el psicoanalista húngaro Sándor Rado afirmaba que la homosexualidad era un trastorno fóbico hacia las personas del sexo opuesto; por ello, era susceptible de ser tratada como otras fobias.
Durante la década de 1960, Irving Bieber y otros psiquiatras afirmaban que la homosexualidad era un trastorno psicológico derivado de relaciones familiares patológicas durante el periodo edípico, el cual consiste según Freud en el deseo inconsciente de mantener una relación sexual incestuosa con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo.
Por el contrario, el psiquiatra estadounidense Charles Socarides defendía que la homosexualidad se originaba antes, en una época pre-edípica. Entonces, resultaba más patológica de lo que se pensaba.
La homosexualidad no es una enfermedad
La Organización Mundial de la Salud (OMS) el 17 de mayo de 1990, retiró a la homosexualidad del listado de enfermedades. Anterior a este hecho la Asociación Americana de Psicología (APA) se había pronunciado en 1973, contraria a las terapias correctivas que hablaran de poder corregir la homosexualidad y considerarla como patología, pero en su Manual de diagnóstico, planteó la diferencia entre homosexualidad egodistónica, donde la persona experimenta conflictos con su tendencia homosexual, y la homosexualidad egosintónica, donde no se padece la situación, sino que se siente como una elección disfrutable.
Así es como fue confirmada por la Asociación Americana de Psiquiatría, retirando en 1973 del Manual de Clasificación de Enfermedades Mentales la homosexualidad, considerando solo como un problema psicológico los casos de homosexualidad egodistónica. Esto quiere decir que se considera necesaria ayuda terapéutica para las personas homosexuales cuando su orientación es vivenciada en forma egodistonica, es decir, sus fantasías, su estado, sus deseos chocan con sus valores, sus creencias, principios y consecuencias sociales. La persona sufre a causa de no poder aceptar y vivir su preferencia sexual.
La homosexualidad es una de las formas de la sexualidad humana, y como tal puede acarrear problemas que pueden ser aliviados con ayuda psicológica. Estudios comparativos realizados en el año 1965, concluyeron que la homosexualidad es una condición en sí misma solo con efectos menores sobre el desarrollo de la personalidad. Pero las actitudes, no del homosexual, sino de las personas hacia esta condición, crean una situación que puede tener un efecto profundo en el desarrollo de la personalidad y puede conducir a un deterioro del carácter de un género que impide la integración efectiva en la comunidad. Es por esto que muchos de los problemas que abruman al homosexual son creados por la hostilidad de la sociedad hacia ellos.
Discriminación y violencia
El acto sexual consensuado entre adultos del mismo sexo es ilegal en 79 países, incluyendo 7 en donde se aplica la pena de muerte:
- Arabia Saudí
- Brunei
- Emiratos Árabes
- Irán
- Mauritania
- Somalia
- Sudán del Sur
- Yemen
- Afganistán
- Argelia
- Baréin
- Bangladesh
- Bhután
- Botsuana
- Burundi
- Camerún
- Comoras
- Corea del Norte
- Eritrea
- Etiopía
- Gambia
- Guinea
- Indonesia
- Islas Salomón
- Kuwait
- Líbano
- Libia
- Malasia
- Maldivas
- Marruecos
- Mauricio
- Myanmar
- Namibia
- Nigeria
- Omán
- Pakistán
- Papúa Nueva Guinea
- Qatar
- Samoa
- Santo Tomás y Príncipe
- Senegal
- Siria
- Sri Lanka
- Tanzania
- Togo
- Túnez
- Uganda
- Yibuti
- Angola
- Antigua y Barbuda
- Barbados
- Dominica
- Liberia
- Belice
- Ghana
- Granada
- Guyana
- Islas Cook
- Jamaica
- Kenia
- Kiribati
- Lesoto
- Malaui
- Nauru
- Palaos
- San Cristóbal y Nieves
- Santa Lucía
- San Vicente y las Granadinas
- Sierra Leona
- Seychelles
- Singapur
- Suazilandia
- Tonga
- Trinidad y Tobago
- Turkmenistán
- Tuvalu
- Uzbekistán
- Zambia
- Zimbabue
En otras partes del mundo, al contrario, la justicia castiga los actos de intolerancia u homofobia, como en los casos de Argentina, Bélgica, Holanda y Noruega.
Países donde el matrimonio homosexual y la adopción de niños por parte de ellos es legal:
- Andorra
- Argentina
- Brasil
- Bélgica
- Canadá
- Dinamarca
- España
- Francia
- Holanda
- Islandia
- Luxemburgo
- Malta
- Noruega
- Nueva Zelandia
- Portugal
- Reino Unido
- Sudáfrica
- Suecia
- Uruguay
- y en algunas partes de México y Estados Unidos
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