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jueves, 4 de junio de 2015

La Masacre de Tiananmen

El 5 de junio de 1989 (el día después de la masacre de Tiananmen) Jeff Widener, reportero de la Asociated Press continuaba cubriendo los disturbios desde el piso 6 del Beijin Hotel que enfrentaba la plaza, al que se había infiltrado. Cuando estaba fotografiando la columna de tanques que ingresaban a poner punto final a la situación, una persona captó su atención...


Un hombre joven, vestido de remera blanca y cargando unas bolsas del mercado, se paró frente a los tanques militares y obligó a que la columna detuviera su marcha. Durante varios minutos, este ser anónimo apodado posteriormente como "El hombre del Tanque" suspendió sin un solo acto de violencia la marcha de esas poderosas máquinas de la muerte.

La fotografía de El hombre del tanque fue publicada al día siguiente en las portadas de todos los diarios del mundo y ganó el World Press Photo de 1989. Pero a pesar de lo importancia de la imagen y el accionar del protagonista, aún hoy, más de un cuarto de siglo después, se desconoce su identidad.

Lo cierto es que nunca se comprobó que fue de El Hombre del Tanque (también llamado El Rebelde Desconocido) luego de que dos personas vestidas de azul lo retiraran a la fuerza del paso del ejército. Tampoco se sabe si esas personas eran agentes de civil o ciudadanos que salvaron su vida.

En 1990 el Sunday Express lo identificó como un estudiante de 19 años de edad llamado Wang Weilin, citando a sus amigos quienes creían que había sido ejecutado. Sin embargo, el gobierno negó haber detenido a alguien de ese nombre, y años mas tarde el líder chino Jiang Zemin declaró "creo que no fue asesinado". Incluso la policía dijo haber intentado dar con esta persona luego del incidente, pero que al haber sido arrastrada dentro de la multitud fue inútil.

Por otra parte, Bruce Herschensohn, ex asesor de Richard Nixon, relató en 1999 que El hombre del tanque fue ejecutado 14 días después de que la fotografía fuera tomada. Otras versiones indican que era un arqueólogo que logró refugiarse en la China continental, o que incluso logró escapar hacia Taiwan.

La famosa foto de un hombre enfrentándose a una fila de tanques se ha convertido en el símbolo de las manifestaciones estudiantiles en Occidente. Sin duda, la imagen tiene la fuerza de condensar en un instante la lucha de las palabras contra las armas, el pueblo contra el ejército. Sin embargo, viendo el vídeo completo, lo cierto es que lo que pasó con este hombre fue una excepción: al contrario de lo que había sucedido la noche anterior, el tanque esquiva a este ciudadano, gira hacia la derecha y se detiene. La propaganda china la utilizó precisamente para mostrar lo bien que se había comportado su ejército. En esa escena, los soldados muestran un respeto por la vida de los civiles que en general no tuvieron durante el 3 y el 4 de junio. 

La masacre de Tiananmen

56 años atrás, el Ejército Popular de Liberación de China iniciaba su masacre en contra de los civiles que protestaban en la plaza Tianamen de Pekín. La manifestación, liderada por estudiantes, denunciaba la corrupción que asolaba el gobierno comunista de Deng Xiaoping junto al descontento generalizado producido por la inflación y el desempleo.

Las protestas de la Plaza de Tiananmen de 1989 consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes en la República Popular China, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La protesta recibe el nombre del lugar en que el Ejército Popular de Liberación suprimió la movilización: la plaza de Tiananmen, en Pekín.


Los manifestantes provenían de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el gobierno del Partido Comunista era demasiado represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China habían ido demasiado lejos y que la inflación y el desempleo estaban amenazando sus formas de vida.

Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones.

El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tiananmen para disolver la protesta. Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 7.000 y 10.000. Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La cruel represión de la protesta de la plaza de Tiananmen causó la condena internacional de la actuación del gobierno de la República Popular China.

En Occidente, todo el mundo conoce las manifestaciones estudiantiles y su desenlace bajo el nombre de “la Masacre de Tiananmen”. Pocos dudan de que existió una masacre indiscriminada que comenzó en la noche del 3 de junio: los tanques entraron en Pekín arrasando con todo y disparando contra las multitudes que se interponían en su camino.


Vehículos militares incendiados por los manifestantes

Uno de los soldados asesinados por los manifestantes

En su libro Red China Blues, Jan Wong describe como varias personas murieron en el interior de sus casas debido a balas perdidas, lo que muestra un despliegue militar sin contemplaciones con la población civil. La matanza continuó al día siguiente en los alrededores de Tiananmen, a plena luz del día. Jan Wong, desde la ventana de su hotel, hablaba de ráfagas de metralleta hasta bien entrada la tarde del 4 de junio, donde eran asesinados niños, jóvenes en bicicleta y cualquiera que pasara por allí.


Nadie puede dar una cifra fiable de cuantas personas perdieron la vida durante esa noche y los días siguientes (además, a pesar de que hubo víctima en otras ciudades chinas, los números suelen hablar sólo de Pekín). Nicholas D. Krystof, del “New York Times”, realizó una investigación en unos veinte hospitales de la ciudad y ofreció a los pocos días la cifra de entre 400 y 800 víctimas y 8.000 heridos (recibió numerosas críticas ya que muchos hablaban de 10.000 en esos momentos). La desclasificación de informes soviéticos habla de 3.000 fallecidos.

Sin embargo, la masacre NO sucedió en la Plaza de Tiananmen. La sangre llenó las calles en la entrada del ejército a la ciudad (sobre todo el puente Muxidi), la avenida de Chang´An y otras zonas aledañas a la plaza. Cuando el ejército llegó hasta la Plaza, donde unos 2000 manifestantes seguían atrincherados, se produjo una breve negociación con Hou Dejian, un cantante taiwanés que había apoyado a los estudiantes. Tras una votación improvisada, los manifestantes abandonaron la plaza pacíficamente.

Juan Restrepo, el enviado especial de TVE (la única cadena de televisión que estuvo en la plaza hasta el final) describió así la escena:

“Fui testigo de un desalojo casi ordenado, con menos violencia de la que se ha dicho en repetidas ocasiones. Hubo violencia, desde luego aquella noche, y murió mucha gente, pero fuera de la plaza”.

Por muchas de las noticias que uno puede leer en la prensa y por el énfasis en el 4 de junio, más de uno podría pensar que la represión militar sucedió de la noche a la mañana. Lo cierto es que las manifestaciones estudiantiles fueron un fenómeno social complejo, que tuvo muchas direcciones y vertientes durante los 50 días que duró. Sus antecedentes pueden remontarse a finales de 1986 y principios de 1987, cuando manifestaciones estudiantiles ya se habían producido por todo el país.

Las manifestaciones de 1989 comenzaron el 15 de abril, siete días después de la muerte de Hu Yaobang, un político reformista que había sido apartado del Gobierno en 1987 por sus ideas liberales y democratizadoras.

Las manifestaciones comenzaron pidiendo la rehabilitación de Hu Yaobang, acabar con la corrupción y dar más libertades a los ciudadanos (entre ellas poder elegir a sus propios representantes en la universidad). Otras de las quejas principales era sobre la situación económica del país, con una inflación disparada y el desmantelamiento del sistema socialista. Todo esto se mezclaba con los abusos de poder por parte de los líderes políticos y por las diferencias entre ricos y pobres.

Sobre todo durante las primeras semanas, los estudiantes se mantuvieron dentro de las líneas del Partido y de lo admisible por el Gobierno. Se hablaba de reformas (más becas para los estudiantes, hacer públicos los ingresos de los políticos, permitir sindicatos libres), pero no había críticas directas contra el sistema. La banda sonora de las manifestaciones en las primeras semanas (y hasta el final) fue “La Internacional”.

Con el tiempo, sobre todo tras el editorial del 26 de abril calificando las manifestaciones de “disturbios” y tras la indiferencia del Gobierno ante las huelgas de hambre, los estudiantes se fueron radicalizando. Al final, una parte de las manifestaciones se convirtieron claramente en un movimiento contra el Partido Comunista.

El componente democrático fue importante desde el principio hasta el final, aunque muchos en China lo intenten minimizar y casi todos en Occidente lo conviertan en el único factor a tener en cuenta (olvidándose de todo lo demás). Desde el principio del movimiento, los estudiantes reivindicaron poder tener un sindicato universitario propio e independiente y hablaban de “democratizar la universidad”. Algunas de las primeras pancartas ya defendían  “una prensa libre” y “respeto a los derechos humanos”. En los primeros días, un manifestante expresaba en el centro de la Plaza de Tiananmen los motivos que le habían llevado hasta allí y la conexión con Hu:
"El camarada Hu Yaobang ha fallecido. Fue un gobernante incorruptible. No tenía cuentas de banco en el extranjero. Sus hijos no ascendieron posiciones porque su padre fuera el Jefe del Partido Comunista. Ayer hablábamos sobre minzhu, democracia. ¿Qué es minzhu? Min significa “pueblo”. Zhu significa “estar al cargo”, “mandar”. Nosotros queremos mandar”.
Los manifestantes entendían la democracia de esta forma (básicamente querían hablar, querían reformas, querían más libertad), aunque nadie planteó directamente una democracia parlamentaria al estilo occidental.

En un acontecimiento de estas características, muchos periodistas occidentales se dejaron llevar por la emoción del momento. Para los medios occidentales la historia era perfecta: un grupo de estudiantes universitarios (sin ninguna organización detrás) se lanzaba en una batalla a favor de la democracia y contra el Partido Comunista. Esto llevó a cierta idealización de los estudiantes que en ocasiones no permite comprender toda la historia.

Dentro de los principales líderes, muchos de ellos (como Wang Dan o Wu´er Kaixin), eran personas con dos dedos de frente que estaban dispuestos a volver a la universidad si el Gobierno cumplía parte de sus promesas. Intentaron organizar las masas incontrolables de la mejor forma posible, calmando los ánimos cuando era necesario.

Los estudiantes no siempre predicaron con el ejemplo y algunos de ellos convirtieron la Plaza de Tiananmen en una nueva dictadura en la que ellos eran los nuevos Mao. Sin embargo, los conflictos e incoherencias fueron comunes entre los manifestantes. John Promphet, un periodista que trabajaba para Associated Press, escribía que “el sindicato de estudiantes estaba organizado de una forma deprimentemente parecida a la del Partido Comunista, configurado bajo líneas leninistas con un Politburó y un Comité Central”.

De entre todos los casos destaca el de Chai Ling, la más radical y exaltada de todos los líderes estudiantiles. Fue siempre la más reacia a negociar con el Gobierno, la que afirmó que en caso necesario habría que quemarse vivos en la plaza y quien dijo en declaraciones al periodista estadounidense Philip Cunningham que “lo que de verdad estaban buscando era un baño de sangre”. Esta chica, que conseguía influir en las multitudes micrófono en mano, se encargó siempre de arrastrar al grupo hacia posiciones extremistas que casi siempre perjudicaron a los estudiantes.

Chai Ling
En su libro Made in China, Manel Ollé cita investigaciones internas para ofrecer los siguientes datos:
“En las manifestaciones y demostraciones producidas entre el 4 y el 19 de mayo participaron más de un millón y medio de personas. Más de 10.000 eran cuadros del Partido”.
Muchos periodistas de los medios de comunicación estatales se presentaban después del trabajo en las concentraciones de la Plaza de Tiananmen, todavía con sus insignias de la agencia Xinhua. Éstos son sólo dos ejemplos de cómo muchos dentro del Partido apoyaban las reivindicaciones de los manifestantes.

Dentro del Gobierno, los estudiantes contaron con el apoyo de Zhao Ziyang, Hu Qili, Li Ruihuan, Qiao Shi o Wen Jiabao (el actual Primer Ministro), que maniobraban para buscar una solución dialogada al conflicto. En el Gobierno se estaba librando una batalla entre aquellos dispuestos a más reformas y aquellos inmovilistas (encabezados por Li Peng), quienes defendían acabar a toda costa con las manifestaciones. Éste fue también el motivo de que durante esos 50 días el Gobierno mandara mensajes contradictorios de diálogo y de repulsa. Al final, el que decidió la batalla entre reformistas y conservadores fue Deng Xiaoping.

Al principio de las manifestaciones, tanto en el lado del Gobierno como en el de los estudiantes existía cierta moderación. Con el paso de las semanas, en los dos bandos se impusieron los más radicales.

Los universitarios se convirtieron en los portavoces del descontento de muchos otros sectores de la sociedad urbana: trabajadores, periodistas, intelectuales (el astrofísico Fang Lizhi, la escritora Dai Qing, el cantante Hou Dejian, entre otros), e incluso miembros del Partido. El 17 y el 18 de mayo, los manifestantes llegaban al millón de personas. Una gran parte de la ciudad se volcó con los estudiantes, que recibían donaciones (muchas de ellas desde Hong-Kong y Taiwán), comida y apoyo por parte de los ciudadanos. El movimiento se extendió a varias decenas de ciudades chinas y a cientos de universidades y centros de trabajo. Todos los días, miles de personas acudían desde todo el país hasta la capital china para unirse al movimiento.

La actitud de los estudiantes incluso conmocionó a los soldados del ejército, que durante varios días fueron incapaces de entrar en Pekín debido a las masas que se imponían en su camino y a su simpatía por los manifestantes. Muchos de los soldados que entraron el 3 de junio por la noche en la ciudad habían sido movilizados desde otras provincias para asegurarse de que no habría ninguna condescendencia con los manifestantes.

Las manifestaciones, sin embargo, no consiguieron prender en el campo (por aquel entonces un 75% de la población), donde muchos estaban más conformes con la situación económica y veían con escepticismo las demandas de los universitarios. Fue un movimiento básicamente urbano.

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