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domingo, 13 de diciembre de 2015

13 de diciembre de 1939 - Batalla del Río de la Plata

1. Su primera misión consiste en alcanzar el Atlántico sin dejarse ver, evitando a tiempo todo buque que pudiera aparecer en el horizonte. Observará usted la misma actitud, incluso después de un posible inicio de hostilidades entre Inglaterra y Alemania, en tanto no reciba usted un telegrama ordenándole que comience sus operaciones.
2. Su misión consistirá, a partir de entonces, en destruir por todos los medios los buques que aseguran el abastecimiento del enemigo. Evitará usted todavía, en la medida de lo posible, entrar en contacto con navíos militares adversarios. Aunque éstos últimos sean inferiores a usted en potencia, no los atacará más que en caso de que sea indispensable para proseguir su misión principal; la destrucción del comercio. 
3. Cambiando frecuentemente de zona de operaciones, sembrará usted la inquietud en el campo enemigo, dificultando, por consiguiente, la navegación, aunque no obtenga ningún resultado directo. Acrecentará usted tal inquietud trasladándose en ciertos momentos a regiones más alejadas…
Orden del Mando naval alemán, Berlín, 1939

El Tratado de Versalles prohibió a Alemania construir buques con más de 10.000 toneladas de registro bruto, además la flota alemana había quedado reducida a una escuadra sin mayor capacidad, que la de vigilar el tráfico marítimo en sus costas.

La necesidad de construir una poderosa flota se hacía evidente, pero en vista de las limitaciones, los ingenieros alemanes estaban obligados a planificar una flota diferente.  Se hacía imperioso diseñar un tipo de nave con las características de un acorazado, pero con las limitaciones que el tratado imponía.

Para ese efecto, utilizaron aleaciones muy ligeras pero de gran resistencia y en especial reemplazaron los remaches, por la soldadura de penetración.  De esa forma, el casco resultaba más liviano que cualquier otro barco de su época, con las mismas dimensiones.  En consecuencia, fue posible equipar a las naves con cañones de gran potencia de fuego, impensable en buques de la época con mayor calado.

Así nacieron los "Acorazados de Bolsillo", barcos con la versatilidad de un crucero, pero con la potencia de fuego de un acorazado.  Se planificaron tres barcos gemelos, el Admiral Scheer, el Deutschland (que luego fuer rebautizado "Lützow" para evitar la posibilidad de que fuera hundido un barco con el nombre del país, lo que sería muy negativo por sus aspectos propagandísticos) y el Graf Spee, puesto en servicio en 1934.


Comienzo de la campaña
El 21 de agosto de 1939, lunes, el acorazado Admiral Graf Spee zarpó del puerto de Wilhelmshaven para dirigirse hacia el Nordeste, al mando de su comandante, Hans Langsdorff (capitán del barco desde octubre de 1938), muy pocos notaron su ausencia y el hecho escapó a la inteligencia británica.

Su misión consistía en actuar como corsario en el Atlántico sur. Apoyado por su buque de abastecimiento, el petrolero Altmark, sus órdenes eran hundir buques mercantes británicos sin entrar en combate con fuerzas enemigas considerables, amenazando de esta forma vitales líneas de suministro aliadas y distrayendo unidades navales británicas de sus bases en otras partes del mundo:

Corsario alemán en acción
Se inició la guerra y se desconocía el paradero del acorazado desaparecido. No se supo de él hasta el 30 de setiembre de 1939, cuando dos botes de salvamento alcanzaron las costas brasileñas en las proximidades de Pernambuco. Sus ocupantes refirieron que su navío, el “Clement”, mercante de 5.051 toneladas, había sido inspeccionado y hundido por “un gran navío de combate alemán”

Más tarde un segundo mercante inglés fue hundido, esta vez en la ruta del Atlántico norte. La incertidumbre creció más cuando se supo que tres buques de carga, el Ashley (4.229 toneladas), el Newton Beach (4.661 toneladas) y el Huntsman (8.300 toneladas) habían desaparecido sin dejar rastro frente a la costa africana, entre El Cabo (Sudáfrica) y Freetown (Liberia).

Fue necesario destacar una escuadra de vigilancia en desmedro de la flota inglesa. En total se movilizaron para esta tarea no menos de 23 navíos: cuatro acorazados, catorce cruceros y cinco portaaviones.

En noviembre de 1939 el Admiral Graf Spee apareció en el Océano Índico, hundiendo un pequeño petrolero frente a la costa de África oriental y retornó al Atlántico sur por el Cabo de Buena Esperanza. En la ruta de El Cabo a Freetown, hundió tres buques en muy poco tiempo. Pero la buena estrella del corsario alemán se torció cuando el Doric Star siguió transmitiendo, pese a las amenazas, y comunicó las coordenadas del encuentro. El día 4 de diciembre se encontró con su buque de abastecimiento, el Altmark. Desde el 3 de septiembre, el Graf Spee había causado pérdidas al transporte británico por más de 50.000 toneladas. Como estuvo navegando desde el 21 de agosto y las máquinas no habían cesado de funcionar, el comandante Hans Langsdorff pensó en el retorno a Alemania para poner a punto sus máquinas.

Entre septiembre y diciembre de 1939, el Admiral Graf Spee había hundido nueve buques mercantes en el Atlántico sur y el océano Índico. El capitán del Admiral Graf Spee se adhirió estrictamente a las reglas militares relativas al ataque a mercantes, poniendo a salvo a la totalidad de la tripulación de los barcos atacados. No se perdió ninguna vida en ninguno de los hundimientos. La mayor parte de las tripulaciones de los barcos fueron transferidas a su buque de apoyo, el petrolero Altmark.


La cacería
Como resultado de la transmisión del mensaje del Doric Star, cayeron sobre el punto donde fue atacado dos de las nueve escuadras británicas: el Grupo H, formado por los cruceros pesados Sussex y Shropshire, y, sobre todo, el Grupo K con el crucero de batalla Renown y el portaaviones Ark Royal. Por fortuna para él, el Admiral Graf Spee había abandonado la zona del ataque. 

Recorrido hecho por el Graf Spee
La Fuerza G británica
El día 13 de Diciembre de 1939, el Graf Spee entraba en las aguas donde operaba la Fuerza G, al mando del Comodoro Henry Hardwood, cuya misión era asegurar la ruta Montevideo-Rio de Janeiro, con base en las Islas Malvinas. La flotilla de Hardwood estaba compuesta por los cruceros pesados Cumberland y Exeter, acompañados de los Cruceros ligeros Ajax y Achilles. De acuerdo a los informes de inteligencia, Hardwood sabía que tarde o temprano, el acorazado de bolsillo entraría en aguas del Atlántico Sur y que le tocaría a él enfrentarlo. La inteligencia había detectado también que, en Montevideo y Río de Janeiro, se realizaban grandes movimientos de víveres, bajo el control del agregado naval alemán y que no podían ser para otro, que para el Graf Spee.

Exeter
Achilles
Ajax

El olfato de Hardwood
Viendo el mapa, Harwood sabía que el buque alemán tenía tres posibilidades, llegar el día 12 cerca a Río de Janeiro, aproximarse a Montevideo el día 13, o moverse por los alrededores de las Malvinas el día 14. Hardwood se decidió por concentrar sus fuerzas frente al Río de la Plata desde el día 10.

La víspera del 13 de diciembre, el Admiral Graf Spee se aproximó a 150 millas de la costa brasileña, poniendo a continuación proa al sudoeste para alejarse de ella a velocidad de crucero. Se proponía cortar la ruta de los buques comerciales que alcanzaban Buenos Aires y Montevideo desde el nordeste y el este. Hacía media hora que había amanecido cuando el vigía del acorazado alemán alertó: "¡Remates de mástiles a proa!".


Batalla del Río de La Plata
En la mañana de aquel día de diciembre de 1939, el Graf Spee estaba a unos cientos de kilómetros de la costa frente al estuario del Río de La Plata. Los vigías oteaban el horizonte desde la amanecida y uno de ellos dio alarma de mástiles en el horizonte. El Graf Spee estaba camuflado con ondas blancas en sus líneas de aguas y un esquema de camuflaje para simularse como un crucero inglés.

El comandante de guardia, sorprendido de ver mástiles y no humo, ordenó despertar al capitán. El vigía creyó avistar un crucero y dos destructores. El comandante Langsdorff ordenó zafarrancho de combate y a cubrir puestos de combate; creía tener a la vista la avanzada de protección de un convoy. Como el Graf Spee era superior a esas naves y el objetivo estaba acorde con las directivas dadas, decidió combatir, para luego hundir el convoy. Pronto Langsdorff descubrió su error: el pretendido crucero era un buque de 10.000 toneladas, inferior al acorazado alemán únicamente en el calibre de su artillería: seis piezas de 203 mm contra otras tantas de 280 mm. Los otros dos navíos, que habían sido tomados por destructores, eran cruceros ligeros que disponían entre ambos de dieciséis cañones de 152 mm. Los tres buques eran los cruceros Exeter, Ajax y Achilles. Quienes dividieron sus fuerzas para atacar al acorazado alemán desde diversos puntos y dispersar los fuegos del mismo.

Langsdorff decidió aplastar a sus adversarios uno a uno y concentró sus fuegos sobre el más poderoso y peligroso de ellos: el crucero pesado Exeter. A las 06:16 fueron disparados los primeros fuegos desde los montajes triples de 280 mm del Admiral Graf Spee, y tres minutos después fueron contestados por el Exeter. La distancia se había acortado sensiblemente y no rebasaba los 15.000 metros. Las dos naves intercambiaban un rápido y nutrido fuego. El Exeter fue tocado, lo cual fue advertido por el Admiral Graf Spee gracias a las llamas y la densa humareda que salía de él. Algunos proyectiles del Exeter también habían tocado al acorazado alemán. El primero destruyó completamente la cocina, así como la red de agua potable de la nave. Otros dieron en el compartimiento de torpedos, averiaron el puesto de dirección de tiro antiaéreo y demolieron algunos camarotes. Hubo muertos y heridos. Pero los daños en el Admiral Graf Spee eran mínimos comparados con el infierno desencadenado en el Exeter. En menos de una hora recibió más de cien proyectiles. Cinco de sus seis piezas fueron silenciadas.

El comodoro Harwood, que había efectuado una vasta maniobra con el Ajax y el Achilles, se acercó a toda velocidad para participar en el combate y socorrer a su buque en peligro. La primera salva que realizó impactó en el Admiral Graf Spee, destruyendo una pieza de 150 mm y matando a todos sus servidores. A pesar de la superioridad de fuego del acorazado alemán, los dos cruceros ligeros ingleses acribillaron al acorazado. Langsdorff decidió concentrar su fuego sobre los cruceros ligeros Ajax y Achilles, que no se encontraban a más de 8.000 metros. Otro disparo del acorazado dio de lleno en las dos torres de popa del Achilles; las cuatro piezas de 152 mm fueron silenciadas. Finalmente, los cruceros británicos se apartaron. En este instante, Langsdorff tenía el combate en sus manos, pero debido a falta de información efectiva sobre sus resultados, la cantidad de bajas y pensando que estas unidades eran una avanzada de otras mayores, decidió no acabar con los sobrevivientes y se envolvió en humo y se alejó a toda máquina hacía la costa. Luego de salir del alcance de los poderosos cañones de 280 mm del acorazado, el comodoro Harwood decidió seguir al acorazado, tratando de no perderlo de vista.


La trampa de Montevideo
Los resultados del combate para el Graf Spee fueron 56 muertos y 20 impactos; los daños eran relativamente menores, pero habían mermado su provisión de municiones. Fue entonces cuando el acorazado alemán se dirigió hacia el Río de la Plata y entró al Puerto de Montevideo (Uruguay). El gobierno uruguayo ofreció una estadía de 72 horas, que debía emplear para la reparación de la nave con sus propios medios o la internación al término de la misma.

El Almirantazgo británico se convenció de que la fuerza de Harwood no podría impedir que el acorazado se abriera paso hacia el océano y decidió reemplazar al Exeter por el pesado Cumberland. Sin embargo, como se hallaba en las Islas Malvinas, aunque navegase a toda velocidad no podría ganar la embocadura del río de la Plata antes del día 17 de diciembre, es decir, tres días más tarde. La fuerza compuesta por el Renown y el Ark Royal, muy superior al Admiral Graf Spee, se encontraba a la altura de Pernambuco, 2.500 millas al norte, y antes de llegar a la desembocadura del Río de la Plata tenía que reabastecerse de combustible, por lo que su intervención antes de una semana, estaba descartada.

El Exeter, incapacitado para abrir fuego, pone proa a las Malvinas y el Ajax que se encuentra en muy mal estado, junto al Achilles siguen al barco alemán que se dirige al puerto de Montevideo.  Segundo error del capitán alemán.   Langdorff pretende entrar a puerto a realizar reparaciones y dejar heridos, pero también está consciente de que está muy corto de municiones para forzar una posterior salida. ¿Por qué eligió Montevideo y no Buenos Aires, donde habría podido recibir mejor apoyo?  Posiblemente, por desconocimiento de la situación política del momento.

Por tanto, la diplomacia y los servicios secretos ingleses entraron a conjugar un sesudo plan para engañar a los alemanes respecto de su situación.

El Graf Spee frente a Montevideo

Las maniobras diplomáticas
La delegación diplomática británica en Montevideo realizó una compleja y consistente labor de desinformación respecto de las fuerzas navales británicas apostadas en la salida del Estuario del Río de La Plata e hizo circular falsos rumores, amenazas e intimidaciones, de modo tal, se realizaron falsos comunicados entre fuerzas inglesas inexistentes a la salida del estuario, que llevaron a Langsdorff a tomar decisiones. En el puerto de Montevideo, por otro lado, las reparaciones del Admiral Graf Spee fueron saboteadas, retrasando ex profeso las mismas, con el fin de retener en puerto a la nave de guerra alemana el mayor tiempo posible, hasta la llegada de las naves británicas que ya estaban en camino, o incluso logrando su internamiento al cumplirse el plazo dado por el gobierno uruguayo.

De acuerdo a las leyes internacionales, el buque tenía 72 horas para realizar reparaciones antes de salir del puerto.  Las diligencias diplomáticas alemanas para extender el plazo no fueron más eficaces que las que realizaban los británicos para que se cumplieran con las leyes internacionales.   Bajo esas circunstancias, desde Alemania, Langdorff recibe las instrucciones de salir peleando o hundir el buque.  Específicamente recibe la orden de no permitir el internamiento del buque en Uruguay. Langdorff sabe también que no tiene suficientes municiones para intentar una salida, en especial si hay más barcos esperándole.

El día 15 de Diciembre, 320 oficiales y tripulantes, incluyendo al Capitán Langdorff, bajan a tierra para enterrar a los miembros de la tripulación muertos en el cementerio de Montevideo. Los prisioneros de guerra británicos desembarcados del Graf Spee acompañaron voluntariamente a los caídos en el cortejo fúnebre hacia el cementerio.


El hundimiento
El Alto Mando Naval alemán, a cargo del gran almirante Erich Raeder, evaluaba la situación de Montevideo a la luz de los informes del capitán Hans Langsdorff y los informes de inteligencia. Langsdorff envió un telegrama, en donde concluía:
Me propongo avanzar hasta el límite de las aguas jurisdiccionales. Si es posible abrirme paso hacia Buenos Aires, librar combate con el resto de mis municiones. Para el caso de que tal tentativa condujera a la destrucción cierta del Graf Spee sin proporcionarle la oportunidad de causar daños al enemigo, pregunto si ha de hundirse el navío en el estuario del Plata, aunque los fondos en él son insuficientes, o bien debe permitirse su internamiento, 
Comandante Graf Spee.
La respuesta del almirante Raeder dejaba prácticamente en completa libertad de acción al comandante del Admiral Graf Spee, salvo en lo referente a la internación en Montevideo. La última frase decía:
Procure que la destrucción sea total si se ve usted obligado a hundir su barco.  
Raeder
El 17 de diciembre, incapaz de dirigirse al puerto de Buenos Aires, el Admiral Graf Spee zarpó poco después de las 18:00, apenas dos horas antes de que expirase el plazo acordado por el gobierno del Uruguay. El buque avanzó lentamente por el estrecho canal en dirección a alta mar. Ahí le aguardaban las naves británicas. Los espectadores del muelle de Montevideo esperaban asistir al raro espectáculo de un combate naval. Tras la estela del acorazado marchaba el transporte alemán Tacoma, refugiado en el puerto uruguayo desde el comienzo de las hostilidades. Ambas naves pararon máquinas a unas cinco millas de la costa.

Aparecieron dos remolcadores que provenían de Buenos Aires y una serie de embarcaciones menores que iban y venían del acorazado al transporte, transportando a la tripulación, de más de 1.000 hombres. Más de medio millar de tripulantes fueron trasladados a Buenos Aires y parte a Montevideo.

Luego, a las 19:55, una enorme columna de llamas brotó repentinamente del Admiral Graf Spee. Al cabo de unos instantes se escuchó una fuerte explosión. El Graf Spee había explotado: los alemanes habían hundido su buque.


Langdorff se suicida
Langdorff y la tripulación, regresan a tierra. El día 19, en su habitación en el Arsenal Naval de Buenos Aires, se suicida de un disparo en la cabeza. El día 20 encuentran el cuerpo del marino, envuelto en la bandera del buque y una carta para el embajador alemán donde explicaba el por qué de su trágica decisión. 
“Excelencia:
Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee a fin de que no caiga en manos del enemigo. Estoy convencido de que, en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la “trampa” de Montevideo. En efecto, toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que me quedaban. Una vez agotadas esas municiones, sólo en aguas profundas podía hundir el buque a fin de impedir que el enemigo se apoderara de él. Antes de exponer mi navío a caer parcial o totalmente en manos del enemigo, después de haberse batido bravamente, he decidido no combatir, sino destruir su material y hundirlo… Desde un principio he aceptado sufrir las consecuencias que implicaba mi resolución. Para un comandante que tiene sentido del honor, se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío… Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fe intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Führer.
Dirijo esta carta a Vuestra Excelencia en la calma de la tarde, después de haber reflexionado tranquilamente, para que usted pueda informar a mis superiores y, si es necesario, desmentir los rumores públicos.
Capitán de navío Hans Wilhelm Langsdorff, Comandante del acorazado Admiral Graf Spee”.
 Sus restos fueron sepultados en el Cementerio del Norte, de Buenos Aires.


Funeral de Langdorff en Buenos Aires
El Águila del Graf Spee
La Suprema Corte abrió el camino a la subasta del águila del acorazado alemán Graf Spee, hundido en aguas uruguayas en 1939 tras una batalla naval, al determinar que la preciada pieza nazi es propiedad del Estado uruguayo.

"El juicio tuvo distintas etapas y ha culminado favorablemente para el Estado uruguayo. Ahora el Ministerio de Defensa deberá decidir el destino" de la pieza, señaló el prosecretario de la Presidencia Diego Cánepa.

La pieza en cuestión es una imponente águila de bronce de 2,8 metros de largo por 2 de alto y 350 kilos de peso que sostiene entre sus garras una esvástica y adornaba la popa del acorazado alemán de bolsillo "Admiral von Graf Spee".

El águila fue rescatada en 2006 del fondo de la costa uruguaya, pero el gobierno frenó en 2010 las intenciones de los rescatistas de venderla y desde entonces ha estado enfrentado con ellos en la justicia.


Según Carlos Rodríguez, abogado de los empresarios Alfredo y Felipe Etchegaray, dueños de los permisos para rescatar los restos del buque alemán, éstos reclamaban la propiedad para poder decidir cómo y cuándo vender el águila, lo que ahora dependerá del gobierno.

Según la resolución judicial, el Estado es el propietario, aunque ratificó que los rescatistas tienen derecho al 50% de lo que se obtenga por la venta de la pieza.

"Ahora vamos a hacer una nueva y última gestión política ante el Estado para que se proceda rápidamente a vender", dijo Rodríguez a la AFP. "Y si no, iniciaremos rápidamente las acciones jurídicas tendientes a forzar el cumplimiento del contrato" firmado entre los empresarios y el Estado para sacar los restos del fondo del Río de la Plata.

El abogado aseguró que "el Estado puede hacer lo que quiere" con los restos "pero tiene una obligación contractual de vender los objetos rescatados para indemnizar y pagar de esa manera a los rescatistas el precio convenido, que fue el 50% de lo que se obtenga" por la comercialización.

Según Alfredo Etchegaray, cuando el águila fue encontrada "la prensa inglesa llegó a hablar de que valía hasta 50 millones de dólares".

"Pero solo una subasta pública puede decir cuánto vale. No importa cuánto vale. El tema es que hace 40 años que estoy invirtiendo tiempo y mucho dinero en estos temas (búsqueda de naufragios) y queremos cobrar por el trabajo", indicó.

Actualización 12 de noviembre de 2017 
(nota del diario "El Observador" de Montevideo)
A través del Ministerio de Defensa, el gobierno ha buscado un destino para ese símbolo del poder nazi que fue rescatado del fondo del mar en 2006. Desde entonces, hubo presiones de todo tipo, intereses cruzados, cifras que prometen ser millonarias e intentos por evitar que el águila sea utilizado por algunos para reivindicar las ideas del Tercer Reich. La iniciativa más radical (y simbólica) de algunos miembros de la colectividad judía fue que el águila sea fundida.
El ministro de Defensa, Jorge Menéndez, convocó en agosto a los partidos políticos en busca de consensuar posiciones. Más adelante, conversó con el embajador alemán en Montevideo, Ingo von Voß, según informaron a El Observador fuentes oficiales.
En un encuentro realizado en la sede de la cartera, el jerarca lanzó la propuesta de Defensa al gobierno alemán: que el águila sea exhibida en Uruguay en un lugar a determinar. Una de las ideas es que sea en el Museo Naval, pero incluso está sobre la mesa la posibilidad de construir un sitio específico para rememorar esos hechos históricos. Otra alternativa es utilizar el espacio del museo sobre el Graf Spee que hay en el departamento de Durazno. 
El águila del Graf Spee pesa 350 kilos. La pieza mide 2 metros de alto y 2,8 metros de largo. Fue extraída del mar el 10 de febrero de 2006, 67 años después del hundimiento del barco.
Parte de la iniciativa es que sea el gobierno alemán quien se encargue de pagar el dinero que les corresponde a los hermanos Alfredo y Felipe Echegaray. Ellos fueron quienes idearon un plan para sacar esa imponente pieza de bronce del Río de la Plata. Aún resta definir qué cifra les correspondería, porque hay muchas versiones sobre el valor del águila. Algunas hablan de US$ 4 millones, mientras que otras estiman que en el mercado internacional podría llegar a costar US$ 50 millones. El ministro de Defensa hizo la propuesta y ahora está a la espera de la respuesta alemana. El jerarca estuvo acompañado en el encuentro por funcionarios de la cancillería uruguaya.
La oposición está a la espera de noticias del gobierno. El diputado nacionalista Jorge Gandini anunció que llamará a Menéndez para conocer en qué están las gestiones. El legislador propuso vender la pieza. "El águila guardada en una caja es un problema para algún día. Hay que subastarla y que los recursos ayuden a mejorar el equipamiento de la Armada ante un espacio marítimo cada vez más amplio y complejo", dijo a El Observador.
Ernesto Kreimerman, quien era presidente del Comité Central Israelita cuando el águila fue rescatada, propuso en aquel entonces fundirla, una medida cargada de simbolismo. Se lo propuso en varias oportunidades al exministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro. 
Kreimerman mantiene la misma propuesta hasta el día de hoy. "En ningún lado se conserva ningún símbolo del poder nazi en estado completo. Se destruyó hasta el búnker en Berlín", dijo. Según él, esa postura fue mantenida por el comité en los tiempos en que estaba liderado por Sergio Gorzy. Sin embargo, el actual presidente de la agrupación, Israel Buszkaniec, se distanció de esa posición. El titular del comité dijo que la intención del colectivo es evitar que el águila sea expuesta públicamente y el sitio se convierta en un lugar de peregrinación para los nazis de la región. "Podrían juntarse grupos nazis que hay en Uruguay, Argentina, Chile, Brasil", dijo.
Mientras tanto, una pieza histórica de la segunda guerra mundial lleva años tirada en un galpón.
Actualización 12 de diciembre de 2019 
(nota publicada en "Montevideo Portal")
(...) En junio, un fallo judicial en primera instancia condenó al Ministerio de Defensa Nacional y a la Prefectura Nacional Naval a "disponer y realizar la venta onerosa del águila y del telémetro del Graf Spee dentro de un plazo de 90 días (contados desde que quede ejecutoriada la sentencia) y a compartir el 50% de lo producido con los permisarios".
A pesar de que el Ministerio de Defensa anunció que apelaría el fallo (como parte de su estrategia en una batalla legal que lleva ya casi quince años), finalmente no lo hizo, tras negociaciones con el principal permisario e impulsor de esta aventura, el relacionista público Alfredo Etchegaray.
Originalmente, el gobierno tenía tres meses para realizar la subasta del águila, pero en las negociaciones se acordó prorrogar este plazo. La resistencia por parte del Ministerio de Defensa, influida también por las preocupaciones del gobierno alemán, tenía que ver con el destino de la pieza y el posible mal uso que podría darse a este símbolo hitleriano.
Ahora, los obstáculos parecen haberse salvado, dijo Etchegaray a Montevideo Portal. "En este momento el tema está en manos del presidente de la República, quien es quien tiene que emitir el decreto final", dijo el relacionista.
Ya se redactó un memorándum de acuerdo con el Ministerio de Defensa, "un preacuerdo ratificado por el equipo de asesores legales de la cartera". Ahora, el último paso corresponde a Presidencia.
El preacuerdo prevé la realización de una subasta pública internacional, cuyo resultado económico se dividirá entre permisarios y el Gobierno, que podrá usar ese dinero según estime conveniente. Además, se garantiza que los oferentes estarán calificados, lo que evitará que "cualquier loco pueda levantar la mano", dijo Etchegaray. "Y encima, Uruguay cumple con un contrato, que no es un detalle menor", afirmó.
El destino debe ser de perfil académico, lo que asegura que el águila nazi no termine en una colección privada, por ejemplo, una de las preocupaciones de quienes se oponían a la venta. "Puede ser un gobierno, una fundación o un museo", dijo Etchegaray, a modo de ejemplos.
El relacionista acotó que varios museos disponen de dinero para comprar el águila y recordó que este tipo de polémicas (como la ocurrida con el busto de Tutankamón vendido recientemente en seis millones de dólares) "son vendedoras de entradas".
El permisario también señaló que no es cierto que exista la posibilidad de que neonazis estén interesados en adquirir esta pieza o haya riesgos con el tráfico ilícito internacional (lo que además, con el actual acuerdo, no es una posibilidad, al dejar por fuera a particulares). "El propio Manuel Esmoris, de la Comisión de Patrimonio, me reconoció que eso es un bolazo. Los que sí se mostraron interesados son representantes de museos de Washington e Israel", dijo.
"Esta operación la financié solamente yo, vendiendo mis terrenitos y con los ahorros de toda una vida, con lo obtenido por mi trabajo desde que tengo 15 años", dijo Etchegaray, que ahora ve mucho más cerca la consumación de casi 40 años de trabajo detrás del águila del Graf Spee.

Monumento en Montevideo - "que perduren los ideales que hoy juntos defendimos"

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