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miércoles, 31 de agosto de 2016

El Grito

"El Grito" es una témpera de 83,5 por 66 centímetros, pintada en 1893, simboliza la angustia y el drama de la humanidad y es una de las obras más representativas del expresionismo. Existe un diario escrito por Munch en 1892 donde nos detalla su inspiración para este cuadro…
"Caminaba con dos amigos por un camino, el sol se ponía, de pronto el cielo se volvió rojo sangre. Me detuve, sintiéndome agotado, me apoyé en una valla, había sangre y lenguas de fuego encima del fiordo negro azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron caminando y yo me quedé temblando con ansiedad, y sentí un grito infinito atravesando la naturaleza".
Se dice que ese lugar era un mirador donde se inspiraban muchos artistas viendo el paisaje de Kristiania, Oslo, desde la colina de Ekeberg. Aquí existía un camino que estaba a las afueras de la ciudad. Un lugar de numerosos suicidios donde incluso uno de sus amigos actores se quitó la vida. También se podía observar un manicomio, el lugar donde su hermana Laura fue internada y unos mataderos en el alcantarillado. 

De aquel sentimiento que experimentó el autor en aquel mirador parece que quedo inmortalizado en un cuadro llamado La Desesperación, dicha obra fue la primera versión del El Grito:


El origen de este cuadro y de toda la obra de Munch hay que buscarlo dentro de la cabeza del pintor. Un padre excesivamente severo, una infancia enfermiza y el trauma de, siendo un niño,  presenciar la muerte de su madre y una hermana llevan a Munch a sufrir serios problemas mentales que hoy en día se diagnosticarían como un desorden bipolar. El mismo Munch lo explica así:
“La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida”
Sin embargo, no quedando satisfecho con el resultado, decidió pintar otro bajo el mismo título. la segunda obra, con el mismo nombre, se trataba de una composición bastante sencilla similar a la anterior, pero con colores diferentes. Una escena mas sombría, la figura menos contemplativa y mas desesperada, a diferencia de la anterior, el rostro esta de frente. 


Aun así, el pintor seguía sin expresar lo que realmente quería hasta que un día, basándose en una momia peruana que había visto en la exposición universal de París, pintó su primera versión de El Grito de la que hizo hasta cuatro versiones diferentes.

La obra la expuso por primera vez en 1893 y formaba parte de una colección de varias pinturas bajo el título de “El Amor”,donde Munch quería mostrar las diferentes etapas de un romance y donde El Grito era, tras un trágico fin del romance, el último cuadro de la serie.


El extraño gusto de Munch  no gustó al público del momento siendo calificado como un arte demente. Un crítico consideró la obra en general y El Grito en particular, tan perturbador que aconsejaba que no fueran a verlo las mujeres embarazadas.

Posteriormente, y a pesar de que el régimen nazi prohibiera el arte de Munch al que  consideraba un autor degenerado, su obra comenzó a tenerse en la consideración que se merece. Sin embargo, su obra más famosa no encontraría la paz ni siquiera después de la muerte del autor.

Hasta en dos ocasiones ha sido robada y otras tantas han sido recuperada tras varias peripecias. La primera ocurrió en 1994 cuando dos hombres, colándose por una ventana del museo de Oslo, simplemente cortaron el cable que unía el cuadro a la pared y se lo llevaron. Tardaron 50 segundos en hacerlo y además tuvieron el detalle de dejar una nota donde ponía: "Gracias por la falta de seguridad." A los cuatro meses fue recuperado por la policía.

Pal Enger había planeado el robo durante cuatro años, según confesó en 2008 al diario noruego VG. "No fue el dinero lo que me movió a hacerlo, sino el reto y el juego". El popular ladrón escondió el famoso cuadro entre los tableros de la mesa del comedor sobre la que sus tíos y su madre comían tarta y bebían café todas las tardes. Según señaló Enger en su confesión, le divertía mucho saber que su familia merendaba sobre la pintura mientras la policía buscaba el cuadro por todo el país. El cuadro, la versión más famosa de «El Grito», de 1893, fue recuperado tres meses después del robo en un hotel en Aasgardstrand, al sur de Oslo. Enger fue detenido.

Diez años después, era robada a plena luz del día y ante la mirada de los visitantes del Museo Munch de Oslo, otra versión de mayor tamaño de «El Grito» y una «Madonna» del mismo autor. 


El 22 de agosto de 2004 tres encapuchados irrumpieron pistola en mano en el museo en pleno horario de visitas y, tras amenazar de muerte a quien no se tirara al suelo, arrancaron los lienzos y en apenas 30 segundos huyeron con esta parte del patrimonio nacional noruego.


La pinoteca recuperó las obras el 31 de agosto de 2006 gracias al soplo de uno de los ladrones que ofreció a las autoridades su devolución a cambio de reducir su condena tras constatar que los cuadros eran invendibles. Estaban seriamente dañados. Björn Hoen, cerebro del golpe, Petter Tharaldsen y Stians Skjöld fueron condenados a entre 6 y 10 años y medio de cárcel por el Tribunal Supremo noruego. Desde entonces, las cuatro versiones de tan famoso grito están a buen recaudo.

En 2012 "El Grito" saltaba de nuevo a los titulares de los periódicos, aunque esta vez por la venta en subasta de la única de las cuatro composiciones de este tema que aún se encontraba en manos privadas. Fechada en 1895, esta versión del icono de Munch alcanzó los 120 millones de dólares colocándose entre las diez obras de arte más caras del mundo.

¿Qué valor tiene "El Grito" de la Galería Nacional de Noruega o las otras dos versiones que guarda el Museo Munch? Incalculable, según los expertos. Hoy un grueso cristal blindado protege a la versión de 1893 y el museo dedicado al artista se ha convertido en una auténtica fortaleza.

Edvard Munch 

(Loten, Noruega, 1873 - Ekely, cerca de Oslo, id., 1944) Sufrió muy joven la pérdida de sus seres queridos, y el espectro de la muerte, que llenó su niñez, lo acompañaría durante toda su vida, convirtiéndose en uno de los temas recurrentes en sus obras. En 1885 llevó a cabo el primero de sus numerosos viajes a París, donde conoció los movimientos pictóricos más avanzados y se sintió especialmente atraído por el arte de Paul Gauguin y Henri de Toulouse-Lautrec. No tardó en crear un estilo sumamente personal, basado en acentuar la fuerza expresiva de la línea, reducir las formas a su expresión más esquemática y hacer un uso simbólico, no naturalista, del color, y de ahí su clasificación como pintor simbolista.

De 1892 a 1908 vivió en Alemania, sobre todo en Berlín, aunque hizo frecuentes viajes a Noruega y París. En Berlín presentó en 1892 una exposición que tuvo que ser retirada por el escándalo que suscitó y que dio pie a la creación de la Secesión Berlinesa. En Noruega contó pronto entre sus amistades con importantes personalidades políticas y literarias y tuvo particular afinidad con el realismo social de la creación de Henrik Ibsen, para quien realizó los escenarios y el vestuario de la obra Peer Gynt en 1896.
En 1908, Munch, después de una tormentosa relación sentimental y víctima del alcohol, sufrió una grave enfermedad nerviosa, por lo que tuvo que ser recluido en el psiquiátrico del doctor Jacobsen, en Copenhague, del que salió completamente restablecido. En 1908 volvió definitivamente a Noruega, donde recibió algunos encargos oficiales (pinturas del paraninfo de la Universidad de Oslo) y pasó sus últimos años en soledad. Munch legó a la ciudad de Oslo todas las obras que conservó hasta su muerte, acaecida en 1944.

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