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lunes, 21 de septiembre de 2015

21/22 de septiembre de 1792 - en Francia, la Asamblea Legislativa proclama la Primera República.

La República nació en 1792, tras la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Fue creada por el pueblo y para el pueblo. A pesar de diferentes retornos a la monarquía o al imperio a lo largo del siglo XIX, la República triunfó, manteniendo siempre la misma inspiración. La historia republicana de Francia es, antes que nada, una construcción política que reagrupa una comunidad de ciudadanos iguales entre sí más allá de sus orígenes (sociales, étnicos, religiosos, etc.).

La trascendencia del movimiento iniciado en Francia en 1789, y que tuvo su primera revelación violenta con la toma de la Bastilla (14 de julio), está en el contraste de ideas entre los mismos revolucionarios.

Hasta entonces el pueblo había callado, o sus protestas, reducidas a revueltas fácilmente dominables, no llegaron a conmover el trono. El rey había sido siempre algo semidivino. Lo fue aún para muchos en las primeras épocas revolucionarias. Así se explica el hecho curioso de que hasta 1792 no se proclamara la República y que aún entonces se hiciera de un modo indirecto, como si la palabra asustara a los convencionales que abolieron la monarquía.



Los comienzos

Los motines populares se sucedían ya en los últimos años del reinado de Luis XV. A la muerte de este monarca, su nieto, Luis XVI, empuñó el cetro en circunstancias muy poco favorables. La corte vivía plácidamente mientras los humildes súbditos padecían toda clase de penalidades. En 1787 hubieron de convocarse los Estados generales (30 de julio). Desde entonces la agitación era continua en. En el siguiente año el Parlamento declaró: "La libertad no es un privilegio, es un derecho. Ningún ciudadano puede ser condenado sin antes haber sido oído".

A pesar de que tiempo atrás se habían abolido los Estados generales, se reunieron en 1788 unos trescientos diputados, quienes acordaron lanzar un llamamiento aconsejando a otras provincias francesas que no pagasen el impuesto mientras no se convocasen los Estados generales. Y como era necesario allegar recursos al exiguo Tesoro, el ministro de Hacienda cedió de acuerdo con el rey y los Estados se convocaron. Se comenzó entonces a hablar en Francia de revolución.

En 27 de junio de 1789, el tercer Estado (el Estado llano) hubo de asistir junto con la nobleza y el clero a las sesiones, formándose en consecuencia la Asamblea Nacional.


El 14 de julio. Toma de la bastilla

Disgustado Luis XVI por la constitución de la Asamblea y cediendo a presiones de la corte, despidió a sus ministros "reformadores". Al propio tiempo concentraba tropas en Versalles y París. La Asamblea hizo público su disgusto; pero como no disponía de fuerza alguna hubo de limitarse a protestar.

El pueblo parisiense, cada vez más acuciado por las necesidades y las miserias, se alzó en actitud amenazadora. Algunos obreros se sublevaron y las tropas sofocaron la rebelión matando a muchos de ellos. Entonces las turbas tomaron partido por la Asamblea y asaltaron la Bastilla, dando así una prueba concluyente de que la revolución estaba en marcha.

Mientras esto ocurría en París, en las provincias los aldeanos se negaban al pago de los derechos feudales.


Declaración de los derechos del hombre

En 4 de agosto la Asamblea decreta la abolición de los privilegios feudales y lanza la solemne declaración de los Derechos del Hombre. Pero el pueblo parisiense sentía hambre, desconfiaba de todos, y como si creyese que sus miserias se remediarían con la presencia del rey, acude a Versalles y obliga a Luis XVI a presentarse en la capital (6 de octubre de 1789). Desde entonces el monarca estuvo siempre vigilado de cerca por el pueblo. Coaccionado, sin ánimos para hacer frente a la situación, falsa y gravísima, prometió su apoyo y proclamó su adhesión a los principios revolucionarios (4 de febrero de 1790) y hubo de sancionar, bien a pesar suyo, decretos que, como el de la abolición de la nobleza hereditaria, habían de traer por resultado la desbandada de la mayoría de sus defensores, que huyeron a sitios para ellos menos hostiles.


El fracaso de Varennes

Como su situación era insostenible, instigado, según parece, por María Antonieta, Luis XVI intentó abandonar Francia en compañía de su familia, con tan mala fortuna que, descubierto en Varennes (noche del 20 al 21 de junio de 1791), fue detenido y vuelto a París, donde la Asamblea le declaró suspendido en sus funciones, asumiendo ella el Poder. Sin embargo, pocos pugnaban por proclamar la República. El mismo Maximilien Robespierre, uno de los más conspicuos jacobinos, afirmaba en su discurso del 13 de julio que «ni era monárquico ni republicano».

Lo evidente para el pueblo era que el rey esperaba su salvación de los prusianos y los austríacos, y que se unía a ellos contra Francia, optando así entre su pueblo y su corona.


El pacto de Pillnitz

Como la revolución francesa, al minar el trono francés amenzaba con hacer vacilar a tantos otros, algunos monarcas europeos consideraron intentar el exterminio de la nueva ideología. En un principio se limitáron a tolerar que los emigrados se estacionasen en las fronteras, armados y prevenidos para intentar la vuelta al régimen caído para siempre. Después, ante el camino emprendido por la revolución, ayudaron sin disimulo a los realistas. Prusia y Austria, enemigos hasta entonces, pactaron en Pillnitz en 27 de agosto de 1791 para comenzar su ofensiva contra Francia, aunque de momento no le declararon la guerra.

Los franceses comprendieron lo que esto significaba, y algunos de los jefes revolucionarios, conscientes de que en aquellos momentos representaban una potencia mundial hasta entonces desconocida o menospreciada, contestaron altivamente a las provocaciones. Por eso Isnard en 29 de noviembre dijo aquellas célebres palabras a la Asamblea:
"Digamos a Europa que si los Gobiernos comprometen a los reyes en una guerra contra los pueblos, nosotros comprometeremos a los pueblos en una guerra contra los reyes".
Pero en esto no todos los revolucionarios estaban de acuerdo, por cuanto los girondinos estimaban necesaria la guerra inmediata contra los extranjeros y la consideraron como norte de su primordial actividad, mientras que los jacobinos, más atentos a los enemigos de dentro, deseaban estabilizar la situación en Francia para evitar un fracaso. Decía Robespierre en los Jacobinos el 2 de enero de 1792
«La más extravagante idea que puede nacer en la mente de un político es creer que le basta a un pueblo entrar a mano armada en otro país para hacerle adoptar sus leyes y su constitución».
Pronto habían de demostrar los acontecimientos que la guerra era necesaria, puesto que no era ofensiva, sino de defensa contra imposiciones intolerables y que ningún pueblo acepta ni consiente. Los revolucionarios se dieron cuenta de ello y todos, pero especialmente los girondinos, se apresuraron a armar a las turbas de París para mandarlas a la frontera.


La guerra

El imprudente ultimátum enviado a Francia por Francisco II, emperador de Austria, y donde le exigía, bajo amenazas de destrucción, la vuelta al primitivo régimen, indignó a la Asamblea, al Ministerio y al pueblo. Era inaudito que una nación extranjera tratase de imponerles un sistema de gobierno. La guerra fue declarada por acuerdo de 29 de abril de 1792. La revolución empezaba el camino que había de conducirla al éxito definitivo.

Pero mientras el pueblo quería la guerra sintiéndose herido en sus ideales, Luis XVI esperaba de ella la derrota del pueblo y, como consecuencia, la vuelta al omnímodo poder real


Los desórdenes

En 20 de junio, las turbas, sospechando cuanto dentro del palacio se maquinaba, asaltan las Tullerías. El respeto que aún muchos conservaban hacia el rey sufrió con esto un rudo golpe, que preparó los ánimos para lo que después había de ocurrir. Aquel día se obligó a Luis a que se pusiera el gorro del pueblo (frigio) y bebiese vino a la salud de París. Esto era el "principio del fin". El rey había dejado de ser respetable para sus súbditos, y éstos, con una lógica que hoy no nos explicaríamos, intentaban a toda costa hacerle renunciar a sus derechos sin atreverse a negárselos. Es decir, que para el pueblo "el rey era el rey", y sólo dejaría de serlo por su propia voluntad. Poco duró esta inexplicable creencia.

Fue entonces cuando los reyes de Austria y Prusia, más los jefes de pequeños Estados alemanes, hicieron que el duque de Brunswick, generalísimo de los ejércitos aliados, firmase su célebre manifiesto, redactado, según todas las probabilidades, por emigrados franceses, y cuyo origen fue indudablemente el propio palacio de las Tullerías, donde se conspiraba en favor de los extranjeros y en contra de los revolucionarios. Aquel documento, fechado en Coblenza en 25 de julio y conocido en París dos días después (extraña celeridad para aquella época), era de una torpeza y de una osadía sin límites. En él se amenazaba con fusilar a los guardias nacionales, con destruir París y otras calamidades si se causaban "molestias" al rey. Toda aldea que se opusiera a tales designios sería incendiada.

El efecto del manifiesto fue fulminante; con aquella provocación se ponía en claro que Luis XVI, colocado entre el pueblo y su corona, optaba por ir contra aquél con tal de conservar ésta. La indignación popular estalló seguidamente. Éstos son los primeros pasos para la República. Los jacobinos concentraron ya su actividad con un objeto: derribar al rey. Comenzó, pues, una lucha a muerte.


10 de agosto de 1792

El 3 de agosto, las secciones (París se dividía en 48 secciones desde 1790) obligaron al alcalde Petion a que pidiese en su nombre a la Asamblea que Luis XVI fuese depuesto. Aquélla se negó. Desde tal negativa, la masa se preparó contra el palacio y las Tullerías contra la masa. Fue entonces cuando los girondinos y los jacobinos se atacaron ya abiertamente. Esta división trajo más tarde (octubre del mismo año) la expulsión de los girondinos del seno de los jacobinos, donde ya eran grupo aparte.

El choque entre el pueblo y la corte tuvo lugar el 10 de agosto. Los reyes pudieron entonces huir, puesto que la desorganización de sus enemigos hubiera impedido toda persecución eficaz. Pero confiaron en vencer y, desgraciadamente para ellos, se quedaron. La lucha fue terrible. Entre los combates del asalto y los que se desarrollaron en las calles cercanas a las Tullerías hubo más de mil quinientas víctimas. Los guardias suizos defendieron el palacio con heroicidad sin ejemplo y todos sucumbieron en su puesto, según testimonio de muchos asaltantes.

Derrotada la corte, el rey se refugió en la Asamblea, quien lo encerró en el Templo. Luis XVI, virtualmente, había dejado de ser rey.


Toma de Verdún y victoria de Valmy

Entretanto, las tropas francesas, derrotadas por los ejércitos unidos de Austria-Hungría y Alemania, bajo las órdenes de Brunswick, abandonan Verdún. Poco después Dumouriez es nuevamente vencido en el Argona y ha de retirarse precipitadamente viendo casi dispersadas sus divisiones. El sentimiento patriótico de los revolucionarios reacciona de una manera formidable.

A toda prisa se reorganiza el ejército, y en 20 de septiembre, en las cercanías del molino de Valmy, ante su decidida bravura, los aliados se ven obligados a replegarse desordenadamente. La revolución se había salvado.

Batalla de Valmy

Proclamación «indirecta» de la república. 

No faltan autores que afirman que la Convención Nacional, que comenzó sus sesiones el 21 de septiembre, procedió en la forma en que lo hizo bajo la impresión del triunfo obtenido en Valmy. Pero esto es totalmente inexacto, puesto que aún no había llegado a París la noticia de la victoria. La Convención tenía como principales directores a tres hombres cuyo recuerdo vive unido en la Historia, aunque diferían entre sí notablemente: Maximilien Robespierre, orador de formidable cultura clásica, hipocondríaco y atrabiliario con ribetes de loco; Jean-Paul Marat, extremista, sanguinario y en ocasiones repulsivo; Georges-Jacques Danton, orador razonado, patriota de buena fe, enérgico pero justo, riguroso pero noble y que en todo momento intentó mantener unidos a los diversos sectores revolucionarios, sin conseguirlo nunca.

La Convención constaba de setecientos cuarenta y nueve miembros, muchos de ellos pertenecientes a la Asamblea anterior. La Asamblea anterior cedió sus poderes a la nueva por medio del postrer presidente de aquélla, François de Neufchateau. Se aclamó a Petion como presidente y se designaron como secretarios a Condorcet, Lasource, Rabaut, Brissot, Camus y Vergniaud, en su mayoría girondinos.

La nueva Asamblea era casi totalmente republicana; acaso no llegaran a treinta los no partidarios de la abolición de la monarquía. Pero los girondinos parecían no tener prisa en decidirse en este punto.

Collot d’Herbois fue quien lanzó la idea de tal abolición. Opusiéronse tan sólo dos diputados, Quinette y Barreve, siendo lo notable que ambos eran republicanos. "No puede decidirse —dijeron— en asunto de tal gravedad sin conocer cuál es la voluntad del pueblo". En análogos términos se expresó más tarde Bazire. Estas palabras vienen a corroborar lo que al principio dijimos, es decir, que se conservaba aún cierto respeto al trono.

Pero he aquí que Grégoire, desconocido entonces, replicó en tono enérgico y decidido que sobradamente se había exteriorizado la voluntad popular en los últimos sucesos y que si los representantes no decidían seguidamente no cumplirían la misión que se les había confiado. Estas frases, de lógica incontrovertible, pronunciadas por un sacerdote de aldea, eran como una lección a los que presumían ser los más avanzados. Las razones de Grégoire causaron gran sensación, y tanto los representantes como el público prorrumpieron en aclamaciones.

En la sesión memorable del 21 aún dominaba a los convencionales la preocupación de si obraban “demasiado de prisa”. Además, los girondinos temían que los jacobinos intentaran provocar la anarquía para, a favor de la general desorientación, erigirse en dictadores. 

Finalmente, la Convención acordó declarar: 
  1. No puede haber Constitución si no es aceptada por el pueblo. 
  2. La seguridad de las personas y de las propiedades debe ponerse bajo la salvaguardia de la nación.
  3. La monarquía queda abolida.
Simplemente se abolió la monarquía… sin que expresamente se proclamara la República. Por eso dice bien el historiador A. Métin cuando escribe:
"El día 21 de septiembre la Convención declaró la monarquía abolida en Francia. El 22 resolvió que los documentos se fechasen en el año I de la República… Ésta fue, por tanto, establecida de una manera indirecta".

domingo, 20 de septiembre de 2015

Cine e Historia - "Enemigo a las Puertas"

Título original: Enemy at the Gates (“Enemigo a las puertas” en España, “Enemigo al acecho” en Hispanoamérica)
Año: 2001
Duración: 126 min.
Coproducción: Alemania - EE.UU. - Reino Unido - Irlanda
Director: Jean-Jacques Annaud
Guión: Alain Godard & Jean-Jacques Annaud
Música: James Horner
Fotografía: Robert Fraisse
Reparto: Jude Law, Joseph Fiennes, Rachel Weisz, Ed Harris, Bob Hoskins, Ron Perlman, Eva Mattes, Gabriel Thomson, Matthias Habich, Sophie Rois, Ivan Shvedoff, Hans Martin Stier, Clemens Schick, Mikhail Matveyev, Alexander Schwan



Sinopsis

Año 1942. Stalingrado. En el medio de las ruinas de la ciudad dos potencias, la Unión Soviética y Alemania, miden sus fuerzas en una batalla que se antoja crucial para el devenir de los posteriores acontecimientos y que acabará siendo una de las más duras de la Historia. En medio de dicha confrontación un hombre empieza a despuntar como francotirador: Vassili Zaitsev (Jude Law). Tras conseguir rescatar al comisario político Danilov (Joseph Fiennes) de posiciones alemanas, ambos catapultan sus destinos y se convierten en emblemas de la lucha soviética contra los nazis a través de las muertes causadas por la puntería de Vassili Zaitsev y la labor propagandística de Danilov. Sin embargo, todo cambia cuando irrumpen en la escena dos personajes: Tania, una soldado del Ejército Rojo, de la que ambos se enamoran, y el mayor König (un genial Ed Harris), un oficial alemán y notable francotirador enviado expresamente para acabar con el tirador ruso que tanto daño les ha causado. El prometedor destino de Zaitsev, parece estar en dificultades.


Los hechos

El 20 de septiembre de 1942, Zaitsev fue a Stalingrado con la 28ª División de Rifles. Gracias a sus hazañas que lo hicieron un héroe nacional, su fama cruzó las fronteras e hizo que los alemanes le tomaran un interés excesivo. Se dice que El SS-Standarteführer Heinz Thorvald fue asignado por el propio SS-Reichsführer Heinrich Himmler para matar al francotirador soviético Vasili Záitsev que había causado más de ciento cincuenta bajas entre las filas alemanas, la mayor parte de ellas de oficiales de alto rango. Según la propaganda soviética el supuesto "mayor König" cayó en acto de combate contra Zaitsev en Stalingrado en el año 1942, del que conocían de su presencia tras enterarse de la misión de König gracias a la interrogación de un prisionero alemán.

El francotirador fue la llave para acosar y desmoralizar el ataque de las fuerzas alemanas. Los francotiradores implicados se convirtieron en héroes soviéticos. Uno de ellos era Vassili Zaitsev. Se volvió famoso después de que la prensa descubriera que logró 40 muertos en un período de diez días.

Él usaba una ronda de tiros simples cuando elegía sus blancos. Esta habilidad que él tenia la aprendido mientras cazaba ciervos en los bosques cercanos a Elininski, su hogar en las colinas de las montañas de Ural.

Zaitsev en Stalingrado - 1942
La historia de Vassili Zaitsev siempre ha sido creída como un completo hecho histórico. Sin embargo, no hay ninguna prueba documentada del legendario duelo entre los francotiradores Zaitsev y Konig. Se cree que el comando soviético inventó esta historia para inspirar a sus tropas cercadas en Stalingrado en sus horas más oscuras de luchar contra el ejército alemán.

Luego de ser abatidos dos francotiradores soviéticos, Zaitsev comenzó a perseguir a Konig. El duelo duró por varios días. Durante este tiempo König mató a un Oficial de Relaciones Públicas llamado Danilov, que era el encargado en duelo de la propaganda soviética (Danilov acompañaba Zaitsev y en un acto desesperado y estúpido reveló su posición para que acabara con el alemán). En realidad, quien acompañaba a Zaitzev era otro tirador de apellido Koulikov, pero en la película es el Oficial de Relaciones Publicas Danilov, quién ayuda a Zaitsev a matar a Konig. Esto se hizo con el fin de adaptar el guión para la película. Finalmente, König comete el fatal error de exponerse para confirmar la muerte, y Zaitsev le dio el tiro que lo mató.

Sin duda hubieron muchos duelos que ocurrieron entre francotiradores. Sin embargo, cuesta creer que el alto comando alemán enviara a buscar al principal instructor de su escuela de francotiradores, solo para encontrar y matar a un francotirador soviético. 

El problema de base de “Enemigo a las puertas” reside en la simple circunstancia de que está basada en la versión soviética de los acontecimientos. Así, el principal de los factores que hay que considerar gira sobre el núcleo principal de la cinta, esto es, el duelo entre Vassili Zaitsev y König, el francotirador alemán. 

Resulta evidente que el primero es un personaje real pero de circunstancias personales exageradas por la Unión Soviética hasta elevarlo a la categoría de mito; y el segundo es, directamente, un personaje fruto de la invención propagandística y creado con el único propósito de engrandecer la figura del primero. Y ello es evidente desde el mismo momento en que en el enfrentamiento de los dos francotiradores uno puede ver, y no es casual, el modelo de lucha que en el utopismo comunista se le presentaba a los soldados pero que no se cohonestaba con la realidad: el pobre y humilde pastor llegado desde los Urales para luchar por su madre Patria y el socialismo contra el noble aristócrata prusiano y fascista.


Es cierto, yendo a las circunstancias personales de cada uno de ellos, que Zaitsev era un pastor llegado desde los Urales para luchar contra los alemanes, pero ahí termina la realidad de lo que se nos presenta dado que lo más probable es que llegase al frente, como muchos otros jóvenes rusos de su tiempo, forzado por los comisarios políticos y la NKVD. Resulta acorde con la realidad el situar a Vassili en la película como un buen tirador, pero en la película podemos ver como sus cifras medran a costa de los alemanes a los que ponía en su punto de mira cuando, en la realidad, fueron infladas gratuitamente para crear el mito propagandístico de Vassili Zaitsev; justo lo mismo que otros supuestos héroes y heroínas que en realidad no lo fueron más que por acción de la propaganda como la francotiradora Roza Shanina, a quen se le atribuyeron 54 muertes.

En tan hábil como mendaz concordancia, el rival de Zaitsev tenía que ostentar ciertas condiciones para ser la mejor expresión de la lucha de clases que vendía el régimen soviético: y así fue como surgió este oficial alemán francotirador trasladado a Stalingrado para acabar por el propio Zaitsev. Sin embargo, cuando uno entra a analizar las circunstancias del susodicho personaje el oscurantismo en lo que a este respecta y las sombras sobre sus circunstancias son tanto mayores cuanto más se profundiza en él. Y es evidente que dicha figura no se vendió como lo que fue sino que los propagandistas soviéticos pudieron moldear al enemigo a su gusto. Así, no tenemos a un humilde soldado raso sino a un oficial de la escuela prusiana y de noble familia. El problema es que ni los propagandistas soviéticos se pusieron de acuerdo en su rango y esta enigmática figura varía, dependiendo de la fuente, desde el grado de mayor hasta el de coronel. Tampoco su nombre es una cuestión clara ya que se apunta por un lado que se trata de un tal Heinz Thorvald y por otros de König, Se dice que el mayor Thorvald adoptó el seudónimo de Erwin König, con objeto de evitar ser utilizado por la propaganda soviética si caía en combate.


En cualquier caso los propagandistas soviéticos pecaron de un error de considerable importancia dado que si el mencionado francotirador alemán tenía origen en la nobleza germana seguramente habría de guardar la partícula nominal “von” característica de los miembros de las grandes familias prusianas (criterio este utilizado en la posguerra para procurar los más altos castigos a los prisioneros alemanes con esa distinción puramente nominal). Tampoco está claro a qué escuela de francotiradores pertenecía, algo que habría de ser fácil de concretar dada la escasez de estas en Alemania por las circunstancias arriba indicadas. Por supuesto, este sujeto tendría que tener una condecoración impuesta por el propio Hitler, pero no de las más bajas, sino nada menos que la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes, ni más ni menos que la más alta distinción dentro del Ejército alemán. Sin embargo esta condecoración fue entregada a muy pocos hombres y dichas imposiciones están perfectamente documentadas y, sin embargo, no aparece este sujeto en ninguna fuente. La incongruencia es mayor cuando los soviéticos afirmaban de este francotirador alemán que había abatido a 400 soldados del Ejército Rojo, extremo harto imposible dado que ese habría sido motivo sobradamente suficiente para que la propaganda nazi lo erigiese en emblema de su causa y, casualmente, no aparece como tal; además, el francotirador alemán que alcanzó mayor renombre fue Mätthias Hetzenauer, con más de 300 blancos confirmados. 

Hay que añadir que la labor del francotirador no es acorde con la tradición prusiana en la que se coloca al oficial alemán; la explicación es simple: el férreo tradicionalismo prusiano era apegado a la idea de que las guerras se ganaban en la línea de batalla y no en una lucha en la distancia y sin ofrecer al enemigo la posibilidad de presentar combate. A esta serie de argumentos hay que sumar que el esfuerzo para aumentar los méritos del alemán en pro de Zaitsev llevó en su día a exhibir una mira telescópica de un Mauser K-98k alemán en el Museo de Guerra de Moscú, visible hoy en día, cuyo cartel reza: “Mayor König, responsable de la Escuela de Francotiradores de Berlín y campeón de tiro olímpico en 1936”. Esta falacia propagandista insistía en la idea de que este oficial alemán había conseguido la medalla de oro de tiro al plato en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, pero en ninguna de las tres categorías de esta disciplina disputada en aquellos juegos (tiro con pistola a 25 metros, tiro con pistola a 50 metros y tiro con rifle a 25 metros) aparece ningún ganador, ni siquiera medallista, con el nombre de Thorvald ni König. Si a todos estos datos sumamos que la única fuente directa de conocimiento del francotirador alemán es la autobiografía de Vassili Zaitsev la conclusión es sencilla: el referido oficial, König o Thorvald, nunca existió.

Además, se observa la presencia de otros errores menores como el propio cruce del río Volga en barcas, el cual en la cinta se muestra como realizado a plena luz del día. Es obvio que estas embarcaciones realizaron el trayecto de traslado de tropas de una rivera a otra del cauce fluvial bajo la oscuridad de la noche no sólo para limitar los efectos de los ataques aéreos alemanes sino también para evitar que los alemanes presionaran allí donde las embarcaciones iban a arribar.

Otro error de tinte histórico es el hecho de que, al margen de la familia del joven Sasha, no aparecen civiles en la ciudad cuando una orden expresa de Stalin, como se ha indicado más arriba, había impuesto a la población de la ciudad la orden de permanecer en Stalingrado.

También puede señalarse como error el aspecto con el que se caracteriza a Nikita Kruschev, el cual aparece con el aspecto que tendría en los años 60, y no con el semblante más joven que tendría en 1942.

Lápida de la tumba de Vasili Záitsev en la colina Mamáyev Kurgán en Volgogrado.

viernes, 18 de septiembre de 2015

18 de septiembre de 1898 - El Incidente de Fachoda

El Incidente de Fachoda o Batalla de Fachoda es el nombre que recibió el enfrentamiento militar entre los Imperios Francés e Inglés en 1898 debido al cruce de sus proyectos respectivos para establecer líneas de comunicación entre sus colonias africanas, este incidente fue un antecedente de la Primera Guerra Mundial.

Francia ansiaba conectar sus colonias por una línea terrestre continua a lo largo de África del Norte, cruzando el Sáhara y uniendo el puerto de Yibuti (a orillas del Océano Índico) con los puertos de Brazaville y Duala, posesiones francesas a orillas del Atlántico. No obstante, el gobierno francés comprendía que tras los acuerdos de la Conferencia de Berlín de 1884 era preciso asegurar primero una ocupación militar de los territorios a reclamar, y así imponer "derechos" en una región de África antes que otras potencias europeas.

A pesar de que entre 1871 y 1914 las relaciones internacionales vivieron unos momentos de relativa calma, sin embargo, sí surgieron conflictos a causa de las rivalidades imperialistas entre Francia e Inglaterra. El escenario más destacado de las tensiones o conflictos coloniales fue África y el motivo principal fue el de frenar que se crearan imperios continuos. Esto causó importantes crisis, como la luso-británica (1890), que impidió la unión de Angola y Mozambique en beneficio de Inglaterra, que creó las colonias de Zambia y Rodesia mediante la actuación de Cecil Rhodes: o el más conocido incidente de Fachoda, en el que Francia e Inglaterra se enfrentaron para controlar el Alto Nilo, que finalmente pasó a ser controlado por el imperio británico.

Francia ansiaba conectar sus colonias por una línea terrestre continua a lo largo de África del Norte, cruzando el Desierto del Sahara y uniendo el puerto de Yibuti (posesión de Francia a orillas del Océano Índico) con los puertos de Brazaville y Duala, posesiones francesas a orillas del Océano Atlántico. Por su parte, Gran Bretaña deseaba realizar el proyecto de Cecil Rhodes y construir una línea continua de posesiones coloniales británicas desde Egipto hasta Sudáfrica, o "De El Cabo hasta El Cairo" como se comentaba en los círculos británicos más expansionistas. Gran Bretaña había convertido a Egipto en un protectorado de facto desde 1881 y aspiraba a disfrutar de los mismos derechos de soberanía que el gobierno egipcio poseía sobre Sudán, aunque era débil la autoridad efectiva ejercida por Egipto sobre esos territorios y esto obligaba a la presencia militar británica.

La pequeña ciudad de Fachoda, a orillas del Nilo, situada en la intersección de dos líneas de expansión imperialista, se convierte así en el escenario de la confrontación anglofrancesa. Una tropa francesa de 180 tirailleurs o fusileros africanos, con unas tres docenas de oficiales europeos, partió de Brazzaville, en la cuenca del río Congo en mayo de 1897 al mando del mayor Jean-Baptiste Marchand con orden de establecerse en el área de Fachoda y declararlo protectorado de Francia. Una vez allí, los oficiales franceses deberían esperar a dos expediciones militares bajo mando francés, que serían enviadas como refuerzo desde Yibuti, cruzando Etiopía.

Tras 14 meses de sacrificada marcha cruzando selvas, ciénagas, y desiertos, en el mismo centro de África, la expedición de Marchand llegó a Fachoda, a orillas del Nilo, el 10 de julio de 1898, pero no hallaron a la expedición francesa que había partido desde Yibuti. Dicha columna, la "Expedición Bonchamps", no llego a su destino pues los clanes de Etiopía se negaron a dejarlos cruzar su territorio. Ignorando esa situación, Marchand y sus hombres establecieron un pequeño campamento en Fachoda a la espera de una expedición que nunca llegaría.


El 18 de septiembre de 1898 Marchand y sus hombres avistaron una flotilla bien armada de cañoneros británicos que llegaban también a Fachoda, liderados por el comandante Horatio Kitchener. Un ejército conjunto de británicos y egipcios acababan de derrotar las tropas del líder sudanés Abdallah Ibn Muhammad en la Batalla de Omdurmán y por tanto los británicos se habían dedicado en esos meses a reasegurar su dominio sobre Sudán, lo cual comunicó Kitchener a los oficiales franceses, solicitando cortésmente que la expedición de Marchand se retire. Ambos bandos se atrincheraron en sus posiciones y construyeron sendos campamentos, pues ninguno aceptaba abandonar el terreno. Con ello, las tropas francesas bajo orden de Marchand abrieron fuego contra el campamento británico en una escaramuza nocturna.

Tras tres días de atrincheramiento los franceses ganaron terreno hasta que se produjo una retirada en los navíos británicos de todo el restante de tropas británicas, abriendo el fuego contra los franceses. La situación bélica en el plano naval era favorable por completo para el Reino Unido, que contaba con la marina de guerra mejor armada del mundo mientras la flota de guerra francesa tenía una deficiente organización y una menor potencia en sus barcos. Ciertamente el ejército francés era entonces más numeroso y mejor armado que el británico, pero este factor era de escasa importancia en caso de una guerra colonial lejos de la metrópoli, donde era indispensable contar con gran apoyo naval.


La superioridad naval británica fue considerada por los políticos franceses como un elemento disuasivo muy importante, lo cual generó que el gobierno francés ordenase a sus tropas la retirada el 3 de noviembre de 1898, dando fin al incidente. Además, el Caso Dreyfus generaba más pasiones políticas en la prensa de Francia que una lejana pugna contra los británicos en Sudán; junto con ello, diversos políticos franceses como el ministro de asuntos exteriores Theopilé Delcassé, habían considerado que para los intereses de Francia era más conveniente contar con apoyo de Gran Bretaña en caso de guerra con Alemania, y no deseaban dañar una posible alianza sólo por causa de un remoto rincón de África donde Francia había llegado demasiado tarde.

Algunos historiadores consideran que la solución de este incidente y el aumento de la influencia de Alemania en la zona fueron los precursores de la firma de la Entente Cordiale (1904), en virtud de la cual Francia reconocía el dominio británico en Egipto (la cuenca del Nilo) a cambio de actuar libremente en Marruecos y un condominio anglo-egipcio sobre el Sudán.


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jueves, 17 de septiembre de 2015

Fuego amigo

La “Batalla de Barking Creek” 

Gran Bretaña obtendría su primer derribo de la Segunda Guerra Mundial al tercer día de estar dentro del conflicto. Sin embargo no fue un instante para celebrarlo, ya que el avión abatido no era enemigo, sino británico tras haber sido atacado por error en una acción de fuego amigo.

Sobre las 6:15 horas de la mañana del 6 de Septiembre de 1939, tres días después de que Inglaterra entrase en la Segunda Guerra Mundial, unos observadores situados en medio de la Isla de Mersea del Río Támesis, creyeron avistar a un grupo de aviones enemigos sobre el condado de Essex, próximo a Londres. Inmediatamente se lo comunicaron a los mandos correspondientes de la Real Fuerza Aérea Británica (Royal Air Force o RAF). Media hora más tarde, a las 6:45, despegaron un grupo de cazas Spitfire del 74º Escuadrón desde Hornchurch y otro grupo de cazas Hurricane del 56º Escuadrón desde North Weald.

Spitfire contra Hurricane. Los ataques por error fueron comunes.
Cuando los aviones se dirigían al punto donde pensaban se encontraban los alemanes desde dos procedencias distintas, los Spitfire confundieron a los 6 Hurricane que volaban a 300 metros por debajo de ellos y oscurecidos por la noche con aparatos enemigos. Inmediatamente el comandante Adolph Malan ordenó proceder al ataque y los Spitfire descendieron vomitando fuego de sus ametralladoras. Uno de los Hurricane al mando del oficial Frank Rose resultó dañado por el Spitfire de Vincent Byrne y se vió obligado a aterrizar forzosamente en un campo de hortalizas. Menos suerte tuvo el Hurricane de Montague Hulton-Harrop, ya que el Spitfire del oficial John Freeborn lo alcanzó, derribó y destruyó, perdiendo la vida su piloto. Este pequeño duelo entre aviones ingleses fue conocido como la “Batalla de Barking Creek” en honor al lugar que sobrevolaban.


Un verdadero As.

Louis Curdes fue un as de la USAF. A comienzos de 1943 obtuvo su primer destino de combate en la 12ª Fuerza Aérea, en el norte de África. El 7 de febrero de 1945, volando unas treinta millas al suroeste de Formosa, se encontró con un bimotor de reconocimiento japonés Mitsubishi Ki-46. Al derribarlo se convirtió en el primer piloto estadounidense en lograr victorias contra aviones de las tres potencias del Eje.

Bajo la carlinga están pintadas las marcas de sus victorias aéreas, en orden cronológico. Se pueden ver siete esvásticas, un fascio, una bandera del Sol Naciente y ¿una bandera estadounidense?
El 10 de febrero de 1945 Lou Curdes participó en una incursión contra un campo de aviación japonés en Batán, al oeste de la isla filipina de Luzón. Durante el ataque su compañero de ala, el teniente La Croix, fue alcanzado por el fuego antiaéreo y cayó al mar. Esperando que un hidroavión de rescate Catalina llegase antes de la noche, Curdes se mantuvo volando en círculos sobre el pequeño bote de goma en el que permanecía su compañero. Entonces vio un avión de transporte norteamericano C-47 dirigiéndose al aeródromo enemigo, aparentemente con la intención de aterrizar en él. Trató de comunicarse por radio con el piloto utilizando diversas frecuencias, pero no obtuvo respuesta. Se aproximó y le hizo señas, e incluso disparó unas ráfagas delante del morro del otro avión, pero todo fue inútil: el piloto parecía decidido a tomar tierra a toda costa. Al final, lo único que se le ocurrió para evitar que fuese capturado fue abrir fuego sobre el C-47 y obligarle a amerizar cerca de donde La Croix esperaba su rescate. Curdes disparó contra los dos motores del transporte, inutilizándolos y haciendo que el avión cayese al mar. Cuando vio que todos los tripulantes abandonaban el aparato y se subían a dos balsas, regresó a su posición inicial, sobrevolando la zona para protegerles. Al caer la noche aún no había llegado la ayuda, y Curdes tuvo que volver a su base. Al amanecer regresó y se mantuvo patrullando sobre los náufragos hasta que fueron recogidos por un Catalina. Los doce tripulantes del C-47 estaban sanos y salvos. Y libres, gracias a Curdes. El piloto había perdido el rumbo durante el vuelo y había confundido la base aérea japonesa con una estadounidense. Agobiado porque se estaba quedando sin combustible, se disponía a aterrizar en el aeródromo enemigo cuando Curdes se lo impidió.

Unas semanas más tarde Louis Curdes recibió la Cruz de Vuelo Distinguido por aquella acción. Casi con toda seguridad, es el único piloto de la historia condecorado por el derribo de un avión propio.

Es muy probable que los detalles de este episodio fuesen producto de la propaganda estadounidense. Es posible que Curdes ametrallase el C-47 por un error de identificación. No olvidemos que Curdes, era un as y un héroe de guerra. Después de todo, si no se podía ocultar el incidente, qué mejor que convertirlo en una acción heroica.


Malvinas, 1982

A las 6 de la tarde del 1º de mayo, durante el conflicto del Atlántico Sur, en el estrecho de San Carlos tres aviones atacaron al buque mercante argentino “Formosa”. 

Dos bombas cayeron al agua y reventaron en el mar, una tercera pegó en un palo, pero explotó también en el agua. Y mientras el barco se detenía, otro avión apareció ametrallándolos desde atrás. Después de tirar, hizo todavía una última pasada de proa hacia popa. 

El Formosa comenzó a navegar en círculos para no ser un blanco inmóvil, el capitán Juan Cristóbal Gregorio permaneció arriba en el puente presenciando los hechos.  
"Zielinsky, el jefe de cubierta, salió valientemente a preparar los botes salvavidas, lo cual es un trabajo enorme para un solo hombre, y quería dispararle a los aviones con un revólver reglamentario que llevaban en el barco. El cocinero, sentado en una escalera, se agarraba la cabeza y gritaba desesperado que saquen la Bandera argentina y que muestren una bandera blanca. A partir de allí le metimos a toda máquina hacia adelante. Yo esperaba que viniera una noche negra, cerrada, con mucha bruma y en cambio había una luna enorme que nos iluminaba por completo".
A las 5 de la mañana llegaron a la zona de exclusión y recién allí volvieron a respirar. Isla de los Estados estaba muy cerca y desde ese punto ya se veía el Faro del Fin del Mundo. 

Pero, al llegar por fin a la costa argentina, se encontraron con una cuarta bomba de 500 kilos en el entrepuente. Esta última sí había entrado al barco. Agujereó la escotilla, cayó en una bodega, pero nunca explotó. En la bahía San Sebastián, técnicos de la Fuerza Aérea los esperaban, junto a 10 ambulancias de la Prefectura , para revisar la bomba. 

No había heridos ni grandes daños. El susto estaba superado pero la sorpresa no, más aún cuando el técnico de aviación que revisaba la bomba dijo: 
"Qué raro, es tan parecida a las bombas españolas que usamos en nuestros aviones. Pero vaya tranquilo, capitán, puede llegar hasta Buenos Aires. Mientras no reciba calor, esto no va a explotar". .
Unas cuantas bolsas de aserrín bastaron para asegurarla. 

Llegada triunfal al puerto de Buenos Aires: prensa, autoridades, familiares, curiosos. y los especialistas de la Armada que venían a desarmar el incógnito explosivo. A la hora de la verdad, cuando la bomba fue girada, apareció enorme la leyenda: "Fuerza Aérea Argentina".

El capitán Gregorio sonríe, junto a la foto del “Formosa” y las medallas que le valieron su aventura.


La “Batalla de Los Angeles”

Siete submarinos japoneses habían empezado a patrullar la costa pacífica de Norteamérica tras el bombardeo de Pearl Harbor, del 7 de diciembre de 1941, que metió a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. A última hora de la tarde del 23 de febrero de 1942, uno de ellos cañoneó el campo petrolífero de Ellwood, cerca de Santa Bárbara (California). Este ataque, protagonizado por el sumergible I-17 del comandante Kozo Nishino, y la batalla de Los Ángeles sirvieron de inspiración a Steven Spielberg para su comedia “1941” (1979), en la cual John Belushi interpreta a un piloto de caza que persigue aviones japoneses por todos lados.

El bombardeo de Ellwood se saldó con la destrucción de una torre de perforación, una sala de bombas y una pasarela. Fue un incidente menor. Sin embargo, sirvió de pretexto para el internamiento de los estadounidenses de origen japonés, puso en alerta a los militares y llevó a la costa occidental de EE.UU. el miedo a un inminente ataque que acabaría provocando, a la noche siguiente, la ”Batalla de Los Ángeles”.

Dos meses y medio después del bombardeo de Pearl Harbor, a las 2.15 horas del 25 de febrero de 1942, los radares militares de Los Ángeles detectaron un tráfico no identificado sobre el Pacífico a unos 220 kilómetros al oeste de la ciudad. La inteligencia naval había avisado del riesgo de un inminente ataque japonés, así que se alertó a las baterías antiaéreas y a los pilotos del 4º Comando de Interceptores -ningún avión llegó a despegar-, mientras los radares seguían al objeto, que volaba hacia Los Ángeles.

Cuando, seis minutos después del primer contacto, el intruso se encontraba a pocos kilómetros de la costa, las autoridades militares ordenaron un apagón en la ciudad y sus alrededores. Y, a las 3.16 horas, los cañones de la 37ª Brigada de Artillería Costera abrieron fuego contra el objeto no identificado. En total, dispararon 1.400 proyectiles durante una hora. Ninguno dio en el blanco. A las 7.21 horas, se levantó la alerta con varios edificios dañados por el fuego de la artillería antiaérea, tres muertos en accidentes de tráfico y otros tres de ataque al corazón.


La batalla más absurda de la historia

Ocurrió durante la guerra Ruso-Turca de 1787-1792, donde el ejército austriaco, compuesto de 100.000 hombres, se enzarzó contra sí mismo en un enfrentamiento en el que se produjo 10.000 muertos y heridos. Esta es su historia.

El emperador José II de Austria, que era aliado de la Zarina de Rusia, se dirigió con un ejército de 100.000 hombres a la frontera turca en las proximidades de la ciudad de Karansebes, en Rumanía, con esperanzas de forzar un encuentro con las tropas turcas del Gran Visir que se dirigían a su encuentro y que se creían ya próximas al ejército austriaco.

Anochecía la tarde del 17 de septiembre de 1788. El emperador José II se durmió rápidamente en su tienda mientras en el campamento su ejército hacía preparativos para el combate. La caballería austríaca (húsares) cruzó el río para explorar la llegada del ejército turco. Pero en vez de otomanos, encontraron a un grupo de gitanos y un cargamento de licor.

Los soldados saludaron a este grupo de gitanos titiriteros de Valaquia comerciantes de barriles de licor. Los austriacos se miraron unos a otros, se encogieron de hombros y allí se quedaron. Mientras, en el campamento, los oficiales se preguntaban por qué tardaban tanto sus hombres. Temiendo que hubieran sido capturados, o algo peor, enviaron a otra columna a averiguar qué estaba pasando.

Cuando el segundo destacamento divisó al primer contingente de exploradores y se dispuso en formación de combate para afrontar lo posible amenaza, se encuentra a sus compatriotas de fiesta con los gitanos entre los barriles de licor. Por supuesto, ni que decir tiene, que esta segunda columna desmontó y se unió a la farándula…


Poco a poco fueron llegando también refuerzos en forma de unidades de infantería, topándose con los húsares borrachos. Viendo lo que se estaban perdiendo, solicitaron unirse a la fiesta, y así poco a poco, con la llegada de más y más soldados, las provisiones de alcohol comenzaron a evaporarse. 

Los gitanos ya no tenían más licor en sus carros, y los barriles comprados por los húsares se estaban agotando. La cosa empezó a subirse de tono entre caballería e infantería. Los jinetes bastante soplados ya, decidieron defender la poca provisión que iba quedando de los soldados que continuaban llegando y pidiendo su ración. De repente los húsares, borrachos, deciden establecer una barricada defensiva para proteger su licor.

Entonces estalla el conflicto, en el que empiezan a usarse incluso armas de fuego. Al otro lado del río, un muchacho oyó los disparos y se pensó lo peor: ya vienen los turcos. Mientras los infantes tiraban de espadas y mosquetes para hacer frente a los húsares, un avispado súbdito del emperador trató de engañarlos con una triquiñuela: “los turcos, los turcos”. Quizá de esta manera, los jinetes abandonaran los barriles para defender su retaguardia y así poder apoderarse de ellos los infantes.

Los húsares pensaron, borrachos y todo, que enfrentarse a una oleada de furiosos turcos no era una idea razonable, así que abandonaron su preciado botín, saltaron como pudieron sobre sus caballos y huyeron al campamento austríaco. Los soldados de infantería que no habían estado atentos al engaño entraron en pánico al ver huir a los húsares y comenzaron también a huir desordenadamente hacia la seguridad del campamento.

Un coronel austriaco hizo el ademán de bloquear el paso e intentó restaurar el orden, dando instrucciones a los beodos de que se detuvieran y formaran. No dejaba de gritar Halt! Halt! Pero hay que tener en cuenta que el ejército estaba formado por unidades procedentes de todos los rincones del imperio, alemanes, austriacos, italianos, bohemios, croatas, húngaros etc, muchos de los cuales no entendían el alemán. Entonces, en mitad de toda la confusión algunos interpretaron los gritos del coronel como Alá! Alá!, lo que hizo pensar a los ebrios y asustados soldados que estaban rodeados.


A medida que se expandió la noticia producida por el error de apreciación, todo el ejército austriaco que permanecía acuartelado en el campamento, despertó con el sonido de los alaridos y disparos que sonaban en las sombras junto al río, lo que solo podía significar una cosa para estos soldados, que a diferencia de los otros, estaban sobrios: “¡Los turcos nos están atacando!” Para añadir más leña al fuego, el ganado y los caballos, asustados por tanto alboroto rompieron las vallas que los guardaban y corrieron en estampida por el campamento, produciendo el sonido típico de una carga de caballería.

Un brigadier, teniendo por segura la carga turca mandó preparar los cañones, apuntar a bulto a las sombras que se aproximaban y abrir fuego…. sobre sus propios soldados. Éstos, asustados y viendo que los atacaban, devolvieron el fuego, formándose en la oscuridad del anochecer un caos de grandes proporciones. 

El emperador José II, sacado de su plácido sueño asomó fuera de su tienda, contemplando todo el jaleo. Trató de montarse en su caballo con ayuda de sus criados para huir de la turba que corría hacia él. Su guardia trató de protegerlo de los soldados, beodos y sobrios por igual, pero éstos agarraron al emperador y lo tiraron al río. Empapado, el emperador nadó hasta la orilla y allí, calado hasta los huesos contempló como su ejército se autodestruía mientras el sol se ponía en el horizonte.

Dos días después, el Gran Visir llegó por fin al lugar donde debía enfrentarse al ejército austriaco, y donde había estado su campamento, imaginen su sorpresa al encontrar cerca de 10.000 hombres muertos. Poco después, los turcos tomaban la ciudad de Karansebes. La llamada “Batalla de Karansebes” se conoce en la historia como la mayor derrota autoinfligida de la Historia. El emperador José II, que moriría un par de años después, mandó poner en su epitafio: “Aquí yace José II, que fracasó en todo lo que emprendió”.

En los últimos tiempos se ha venido poniendo en duda el detalle literal de estos acontecimientos, pese a estar recogidos en las obras de Geoffrey Reagan [The Brassey’s Book of Military Blunders (2000)] y de Erik Durschmied [The Hinge Factor: How Chance and Stupidity Have Changed History, Arcade Publishing (2000)]. Según la fuente más antigua, "History of the eighteenth century and of the nineteenth till the overthrow of the French empire, with particular reference to mental cultivation and progress" (1843), dice en su página 162:
“El emperador acampó entre Salota y Slatina, pero esta posición se volvió pronto insostenible, y a principios del otoño el ejército abandonó el campamento con el propósito de establecer otra posición en Karánsebes. Durante la marcha hacia allá, el ejército fue presa de un pánico inenarrable, creyendo que estaban siendo amenazados por el enemigo, se desordenaron y tomaron a sus propias tropas de las fronteras de Sclavonia por enemigos. Los regimientos se dispararon unos a otros, buscando enemigos donde en realidad no había ninguno, y todos los intentos por parte del emperador en persona para detener la refriega y poner fin a la confusión fueron en vano. […] Un relato detallado de la singular historia de esta marcha nocturna y de sus consecuencias no nos parece que deba incluirse en una historia general, pero podrá consultarse una narración completa y auténtica en el “Magazine Militar Austríaco de 1831”

También en Facebook en https://www.facebook.com/elkronoscopio/posts/1892053977687079


Fuentes
http://magonia.com/
http://laperlaaustral.com.ar/
http://nonsei2gm.blogspot.com.ar/
http://www.gehm.es/
La Segunda Guerra Mundial, - Ediciones Iberoaméricanas Quorum -1986



miércoles, 16 de septiembre de 2015

Programa espacial soviético: Las misiones "Luna" (parte IV)


Luna 16

El Luna 16 fue la primera sonda robótica que alunizó y regresó a la Tierra con muestras de nuestro satélite natural. Se convirtió en la primera misión soviética en lograrlo y la tercera a nivel mundial (antes lo hicieron las misiones Apolo 11 y 12 de los Estados Unidos de Norteamérica).

La estación automática Luna 16 fue lanzada rumbo a la Luna desde una órbita preliminar terrestre y después de una corrección de curso a mitad de camino, el 13 de Setiembre de 1970 logró ingresar en una órbita circular alrededor de la luna a una altura de 111 km de la superficie lunar. Desde esta distancia se realizó un estudio de la gravedad lunar y posteriormente la nave y posteriormente alunizó en el Mar de la Fertilidad el 20 de Setiembre de 1970, convirtiéndose de esta manera en la primera sonda en lograr un alunizaje en la Luna a oscuras.


Apenas alunizó se inició la tarea de recolección de muestras perforando con un taladro a 35 cm obteniendo una muestra tubular de dicho largo la cual fue colocada en el contenedor de muestras. Luego de 26 horas y 25 minutos de recolección de muestras el contenedor de muestras, herméticamente cerrado, despegó de la Luna llevando 101 gramos de muestras el 21 de Setiembre de 1970. El análisis del material de basalto oscuro indica una estrecha semejanza con el suelo recuperado por la misión Apolo 12.

Según el Observatorio de Bochum en Alemania imágenes de televisión fuertes y de buena calidad fueron devueltos por la nave espacial. El Luna 16 fue un éxito histórico para los soviéticos en su programa de exploración del espacio profundo, la misión fue la primera recuperación totalmente automática de muestras de suelo de la superficie de un cuerpo extraterrestre. Parte del Luna 16 se quedó sobre superficie lunar y continuó transmitiendo información de la temperatura y radiación lunar. La cápsula del Luna 16 conteniendo las muestras regresó a la Tierra sin ninguna corrección de curso en una trayectoria balística aterrizando a aproximadamente 80 km al SE de la ciudad de Dzhezkazgan en Kazajztan el 24 de septiembre.


Luna 17

El Luna 17 fue lanzado desde el cosmódromo de Baikonur en Tyuratam, Unión Soviética (Hoy en territorio de Kazajstan), el 10 de Noviembre de 1970. Ingresó en órbita lunar el 15 de Noviembre de 1970. Luego de un suave alunizaje, la sonda logró posarse sobre el Mar de las lluvias el día 17 e inmediatamente desplegó una rampa doble por la cual descendió a suelo lunar el vehículo Lunokhod 1. Este vehículo contaba con 8 ruedas de tracción independiente, una poderosa antena de forma cónica como la que se aprecia en la figura, una antena direccional, cuatro cámaras de televisión, así como equipos especiales para realizar pruebas geotécnicas y geomecánicas en el suelo lunar. Un espectrómetro de rayos x, un telescopio de rayos x, detectores de rayos cósmicos, y un dispositivo de láser también fueron incluidos. El vehículo fue impulsado por un conjunto de células solares montados en la parte inferior de la tapa


El Lunokhod 1 operó hasta el 04 de Octubre de 1971, fecha en la que cesó operaciones coincidiendo con el aniversario del lanzamento del Sputnik 1. El Lunokhod 1 completó un recorrido de 10,54 km y logró transmitir a la Tierra más de 20,000 imágenes televisivas y más de 200 vistas panorámicas logrando realizar más de 500 pruebas de suelo lunar.


Luna 18

Luna 18 entró en órbita lunar el 7 de septiembre de 1971. La nave completó 85 sesiones de comunicaciones y 54 órbitas lunares antes de que fuera enviado a la superficie lunar por el uso de cohetes de frenado. Impactó la Luna el 11 de septiembre de 1971, a los 3 grados 34 minutos N, 56 grados 30 minutos En un terreno montañoso accidentado. Las señales cesaron en el momento del impacto.


Luna 19

El Luna 19 fue lanzado al espacio, al igual que sus 18 predecesores, desde el cosmódromo de Baikonur el 28 de Setiembre de 1971, desde allí llegó a una órbita terrestre intermedia desde la cual fue lanzado hacia la Luna.


Obtuvo fotografías de la superficie lunar y realizó otras pruebas adicionales. Fue colocado en una órbita lunar el 3 de octubre de 1971. Su misión consistió en orbitar la Luna y realizar estudios sistemáticos de los campos gravitacionales lunares y ubicación de mascons (concentraciones de masas). Estudió también el comportamiento de la radiación en el ambiente lunar y el viento solar. Obtuvo cobertura fotográfica a través de un sistema de televisión. Cumplió 54 órbitas lunares antes de que fuera enviado a la superficie lunar mediante cohetes de frenado. Impactó la Luna el 11 de septiembre de 1971, a los 3 grados 34 minutos N, 56 grados 30 minutos E en un terreno montañoso accidentado. Señales cesaron en el momento del impacto.


Luna 20

El Luna 20 salió hacia el espacio desde el Cosmódromo de Baikonur, en lo que hoy es Kazajztan, el 14 de Febrero de 1972, cuatro días después entró en órbita lunar y el 21 de Febrero de ese año logró alunizar sobre la zona denominada de las montañas Apolonias cerca al Mar de la Fertilidad, a sólo 120 km de la zona en la que alunizó el Luna 16.

La sonda estuvo durante dos días recogiendo muestras y captando imágenes de la superficie lunar, el 22 de Febrero de 1972 se enviaron hacia la Tierra 30 gramos de muestras de suelo lunar para su análisis e investigación dentro de una cápsula sellada. El 25 de Febrero de 1972 la cápsula con las muestras aterrizaron sobre la entonces Unión Soviética.


Luna 21

El Luna 21 fue lanzado desde Baikonur alcanzando ingresar a órbita lunar el 12 de Enero de 1973, luego de dar 40 vueltas a la Luna inició su descenso el cual consistió de tres etapas, la primera de una caída libre desde 16 km de altura sobre superficie lunar, la segunda consistió en el encendido de los retro cohetes a una altura de 750 metros para desacelerar la caída hasta una altura de 22 metros y la última en la que se activaron los retrocohetes secundarios hasta llegar a una altura de 1.5 metros sobre superficie lunar altura en la que dichos retrocohetes se apagaron logrando alunizar sin mayores complicaciones.

Luego del alunizaje el Lunokhod 2 realizó varias tomas panorámicas de la zona de descenso, el 16 de Enero de 1973 desplegó la rampa doble que le permitió salir a la superficie lunar la cual cubrió en un recorrido de 37 km en el lapso de cuatro meses aprpximadamente, el explorador robótico sólo se detuvo ocasionalmente para recargar sus baterias con el panel de celdas solares que poseía. Cuando se encontraba en plena oscuridad y las celdas se descargaban, descansaba hasta que las celdas se volvieran a cargar. Se realizaron infinidad de pruebas sobre suelo lunar, radiación, entre otras y se enviaron a la Tierra 86 vistas panorámicas y más de 80,000 imágenes televisivas.

El 04 de Junio de 1973 las autoridades soviéticas anunciaron la finalización de la misión del Luna 21 y el Lunokhod 2, se especula que se debió principalmente a que el Lunokhod 2 sufrió desperfectos que cortaron toda comunicación con la Tierra aproximadamente a mediados de Mayo.


Luna 22

El Luna 22 ingresó a órbita lunar el 2 de Junio de 1974 y realizó estudios del campo magnético lunar, emisiones de rayos gamma y composión de la superficie lunar, campo gravitatorio, así como micro meteoritos y rayos cósmicos.

Esta sonda logró estar a una altura sobre superficie lunar de 25 km y realizó una serie de correcciones para estar en las diferentes órbitas requeridas por las pruebas científicas, la sonda trabajó durante 18 meses ininterrumpidos enviando información y datos a la Tierra.


Luna 23

El Luna 23 fue una misión de alunizaje lanzada al espacio desde el cosmódromo de Baikonur, logró ingresar a la órbita lunar cuatro días después. La misión se vio opacada en la etapa de alunizaje sobre el Mar de las Crisis, cuando la nave no logró alunizar correctamente e impactó dañando la cápsula sellada que debía traer a la Tierra las muestras a recolectar en la Luna.

La nave siguió transmitiendo a la Tierra durante los tres días posteriores al accidentado alunizaje luego de lo cual cesó en dicha labor. La sonda Luna 24 se encargaría unos meses después en recoger las muestras y traerlas de vuelta a la Tierra.


Luna 24

La misión del Luna 24 fue la última misión del programa Luna, esta sonda realizó un alunizaje sin problemas, fue la tercera misión soviética en traer muestras de la Luna (las primeras fueron el Luna 16 y el Luna 20).


Esta misión recogió sus propias muestras y a la vez recuperó las muestras del Luna 23 que sufrió daños en la cápsula recolectora de muestras durante su alunizaje, llegó a la Tierra el 22 de Agosto de 1976.

Fuentes