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viernes, 27 de mayo de 2016

27 de mayo de 1905 - La armada japonesa derrota completamente a la flota rusa en la batalla de Tsushima

El 27 de mayo de 1905 se libró en aguas del estrecho de Tsushima una de las batallas navales más trascendentes de la historia universal (también conocida como "La Trafalgar del Pacífico"), cuya importancia radica no sólo en la cuantía de las fuerzas enfrentadas, sino en la contundencia de su resultado: la aniquilación total de la flota rusa y las consecuencias decisivas derivadas de tal desenlace


Antecedentes

Recordemos que Japón se había abierto a Occidente recién en 1853, conminado a ello por una modesta fuerza naval de los Estados Unidos, potencia emergente que buscaba expandir su influencia al Asia Pacífico. Los japoneses, hábiles y pragmáticos, supieron sacar provecho de esta coyuntura y emprendieron la modernización del país, que en menos de cincuenta años pasó desde la Edad Media a la era industrial mediante la formación de ingenieros y técnicos en universidades, institutos y grandes empresas norteamericanas y europeas.

A fines de siglo, Japón ya era una mediana potencia industrial, militar y naval en el Asia Oriental, y aspiraba a consolidar su hegemonía en Corea en contra de los intereses del Imperio Chino, lo que provocó la guerra de 1894-1895 entre ambos imperios. La victoria japonesa chocó entonces con las ambiciones de Rusia, que aprovechando la debilidad china ya extendía su presencia en Manchuria. Gracias a un hábil manejo diplomático, explotando la comunidad de intereses con Francia y Alemania que apetecían enclaves en las costas del Mar Amarillo, Rusia privó a Japón de posesionarse de la península de Liaodong, que separa los golfos de Corea y de Bo Hai (entonces conocido como Petchili), y mediante otro manejo, en 1901 se apoderó de dicha península, en cuyo extremo sur oriental se ubica el puerto de Lüshun conocido por las potencias europeas como Port Arthur.

Dicho puerto, convertido en base naval, podía satisfacer el imperativo ruso de mejorar la posición estratégica de su flota de Oriente, hasta entonces encerrada en los mares de Japón y de Ojotsk, muy lejos del área de proyección internacional anhelada por el gobierno del zar y estorbada por los hielos invernales.

Ahora en el Mar Amarillo, podría gravitar hacia el Mar de la China. Indudablemente Japón se sintió amenazado, y vitalmente.

Mientras los europeos se festinaban a costa del antiguo Celeste Imperio, los verdaderos vencedores de aquel veían bloqueadas sus pretensiones hacia Manchuria. Vemos aquí la contraposición de objetivos políticos de Rusia y Japón materializados en la disputa de un área geográfica en el continente asiático. En 1903, en circunstancias que Rusia desplegaba en Manchuria un cuerpo de ejército, so pretexto de proteger la línea férrea del Transiberiano contra el bandidaje chino, se fue agudizando la tensión entre los gobiernos de Tokio y San Petersburgo. Las gestiones diplomáticas japonesas se estrellaron contra la insensatez rusa, convencida de su mayor poder nacional, que descansaba en una pretendida supremacía militar y específicamente en la de su poder naval. 

Viendo el fracaso de la vía diplomática para conseguir el retiro de la fuerza militar rusa en Manchuria, Japón consideró que el conflicto debía resolverse por las armas. En el campo diplomático Japón contaba con la garantía del Reino Unido, al cual lo ligaba un tratado de amistad desde 1902. Alemania y especialmente Francia se configuraban como más proclives a Rusia, sin que esto llegara a atentar al delicado equilibrio europeo de la reinante Paz Armada.

A comienzos de febrero de 1904 las relaciones entre Rusia y Japón estaban en extremo tirantes. Sin embargo el gobierno del Zar no percibía peligro alguno; dilatando una definición ante la exigencia nipona de retirar sus tropas de Manchuria, ignoró una poco velada amenaza de ataque armado. Ni siquiera se alertó a Port Arthur y allí el Virrey desoyó todos los consejos de adoptar medidas de precaución ante una agresión que se respiraba en el aire.

Para apoderarse de la península de Liaodong y emprender la conquista de Manchuria, Japón debía transportar fuerzas de ejército desde el archipiélago nipón hacia el continente, y esto forzosamente por mar; recordemos que Corea estaba bajo el influjo de Japón, pero el resguardo de esa península le amarraba fuerzas, las que dependían también de la vía marítima para su apoyo logístico.

Por lo tanto, el imperio del Sol Naciente necesitaba contar con libertad de uso del océano, fundamentalmente del Mar Amarillo. Su posición geográfica se lo propiciaba, al tener acceso directo a él desde la costa occidental y sur de Corea y, principalmente, desde la isla de Kiushu –la más austral del grupo insular principal- con su base naval de Sasebo y otros puertos importantes. La herramienta esencial era su fuerza naval, a la cual debería oponerse la flota rusa de Oriente, basada en Port Arthur y con una fracción de ésta en Vladivostok, en el Mar de Japón.

Por su parte, para defender el enclave asiático como también para apoyar su presencia en Manchuria, al imperio ruso le era esencial controlar el Mar Amarillo, por donde transcurría la línea de comunicaciones japonesa. Port Arthu, aunque bien ubicado como posición estratégica, reunía numerosas deficiencias como base naval; la escasa profundidad de la bahía obligaba a esperar marea para el zarpe de los buques; a la fecha no contaba con diques con capacidad de levante para los acorazados y por último, la población china, adversa a los extranjeros, era un grave riesgo para la seguridad.

Por lo visto, el logro de resultados decisivos a breve plazo dependía fundamentalmente de las operaciones en el Asia – Pacífico y ellas, vitalmente del control del Mar Amarillo. La campaña naval debía ser pues, decisiva.

JAPÓN 

Togo
La Armada Imperial japonesa (“Teikoku Kaigun”) contaba con seis acorazados (Mikasa, Shikishima, Asahi, Fuji, Hatsuse, Yasuma) y seis cruceros protegidos (Itzumi, Iwate, Adzumo, Asama, Tokiwa, Yakumo). Varias flotillas de torpederos y de minadores completaban el elenco de buques combatientes. 

Su Comandante en Jefe era el Almirante Heihachiro Togo, experimentado marino formado en Gran Bretaña, veterano de la guerra contra China, quien ejercía el mando de la flota desde hacía dos años, habiéndola adiestrado en largos períodos de ejercicios en la mar. Le secundaban como jefes de Escuadras y Divisiones otros fogueados oficiales generales, como los Vicealmirantes Kamimura y Kataoka. Sus oficiales y tripulantes se encontraban en un óptimo nivel de eficiencia operativa.

RUSIA

Su Marina de Guerra estaba –como hasta hoy en día- fatalmente dividida en cuatro flotas geográficamente separadas: la del Báltico, la del Mar Negro, la del Ártico y la del Pacífico. 

Stark
Esta última era la fuerza naval en presencia en el teatro de operaciones y contaba con las siguientes unidades principales basadas en Port Arthur: siete acorazados (Petropávlovsk, Poltava, Peresviet, Pobieda, Retvisan, Sebastópol, Tsarévich), seis cruceros protegidos (Askold, Bayan, Boyarin, Diana, Novik, Pallada), dos ligeros, y dos grandes minadores. Además disponía de tres Cruceros Acorazados (Gromoboi, Rossiia, Rurik) y uno ligero (Bogatyr). En Vladivostok. Tenía además no menos de una docena de torpederos.

El Comandante en Jefe de la Escuadra desplegada en el Mar Amarillo era el Vicealmirante Oskar Victorovich Stark, subordinado al comandante supremo de las fuerzas armadas en el Oriente, Almirante Alexéiev, quien gobernaba el territorio con el título de Virrey. Este personaje carecía de prestigio, habiendo llegado a ese sitial merced a influencias palaciegas, que en la marina rusa eran por entonces el principal requisito para hacer carrera. 

Para evitar riesgos y economizar combustible, los buques navegaban raramente y la escuadra no había efectuado ejercicios en conjunto en los últimos dos años. El nivel de entrenamiento de las dotaciones, salvo el de las unidades ligeras, era bajísimo y la moral combativa, peor.

Podemos ver que la superioridad numérica rusa era bastante marginal y que los factores geográficos y morales favorecían a Japón para emprender una típica guerra de objetivo limitado, siéndole preciso al efecto ganar de partida el control del mar. Para ello ideó una audaz operación ofensiva destinada a mermar significativamente la fuerza naval contraria. 

Comienzo de las hostilidades

En la helada noche invernal del 8 al 9 de febrero de 1904 la oficialidad en Port Arthur celebraba el cumpleaños de la esposa del Almirante Stark. Hacia medianoche, ruidos de cañonazos arruinaron la fiesta: tres divisiones de destructores japoneses habían irrumpido en la bahía, eludiendo una ronda casual de destructores rusos y descargado sus torpedos sobre los buques mayores. Éstos y las baterías costeras rompieron fuego, pero ya era tarde: dos acorazados y un crucero estaban fuera de acción, además de otros buques averiados. En una operación paralela, los japoneses dieron cuenta de otro crucero y un cañonero en el puerto coreano de Chemulpo (actual Inchon). El golpe inicial inclinaba la balanza favorablemente a los japoneses.

Togo había anticipado el éxito rotundo de este ataque sorpresivo. Treinta y siete años después sus herederos habrían de repetir la receta, con medios más avanzados, sobre la flota norteamericana en Pearl Harbor. Conocedor de la mentalidad de su adversario y de su deplorable estado de alistamiento, el almirante japonés contaba con la pasividad rusa.

Por esos días fructificó en San Petersburgo el plan de destacar otra fuerza naval para salvar a Puerto Arturo. Tal fuerza debía ser conformada por unidades de las flotas del Mar Negro o del Báltico, ambas a un hemisferio de distancia y situadas en mares interiores cuyos accesos oceánicos estaban controlados por terceras potencias. Fácilmente se descartó la del Mar Negro, destinada a mantener a raya a Turquía, e impedida de salir de ese mar conforme a un tratado internacional. Quedaba así retenida la opción del Báltico, donde las implicancias internacionales eran menores y donde se podría contar con cuatro acorazados de reciente construcción.

El alistamiento de dicha Flota se produjo en medio de discusiones públicas, presiones y manejos irregulares de diversos personajes, incluidos ciertos oficiales navales con influencias. Durante el verano de 1904 se trabajó intensamente en la base naval de Kronstadt y en los astilleros del Neva para completar los nuevos acorazados y acondicionar las otras naves. 

Rozhestvensky
Para comandar esta flota se designó al Vicealmirante Zinovei P. Rozhestvensky. Este era un distinguido oficial, veterano de la guerra ruso – turca, había desempeñado importantes puestos en su carrera y había mandado la flota del Pacífico durante la guerra chino – japonesa; era posiblemente el almirante profesionalmente más idóneo.

Rozhestvensky tendría el enorme desafío de conducir a toda una flota de guerra desde el Báltico al lejano Mar Amarillo, lo que implicaba surcar tres océanos. La ruta más expedita para pasar del Atlántico al Índico, aunque mucho más larga que la del Mediterráneo y el canal de Suez, era la circunnavegación. del África. El problema más grave para esta larga travesía sería la carencia de posiciones para el apoyo logístico de la fuerza, lo que fue paliado organizando un enorme convoy de barcos auxiliares que la acompañaría

Para el reabastecimiento de combustible se recurriría a los carboneros de la flota y se firmó además un contrato con la “Hamburg Amerika Linie”, que proveería carbón en puntos convenidos en la ruta.

El cuerpo principal de la fuerza quedó compuesto de siete acorazados: cuatro nuevos (Kniaz Suvarov –insignia- Aleksandr III, Orel, Borodino) y tres más antiguos (Ossliabia, Navarin, Sissoi Veliki), más dos cruceros acorazados (Admiral Najímov, Dmitri Donskoi). Completaban la lista de combatientes cuatro cruceros y siete destructores.

Después de múltiples dificultades, el apresto de la Segunda Flota se dio por completado a comienzos de octubre, aunque sin las pruebas finales de los acorazados y con escasa ejercitación de las dotaciones. Por fin, previa despedida por el propio Zar, la flota zarpó de Libau (actual Liepaja, en Letonia) el 15 de octubre de 1904.


La batalla

Al amanecer del 27 de mayo de 905 el tiempo estaba brumoso en las proximidades del estrecho en la retaguardia de la formación; a las 7 A.M., un crucero avistó al ala derecha de la disposición rusa, donde formaban los acorazados. La alerta estaba dada.
Acorazado Mikasa, buque insignia del Almirante Togo

Desde las 8 A.M. cruceros japoneses mantuvieron contacto con los buques de combate rusos, que navegaban en dos columnas con rumbo general norte; a las 10 pasaron a una sola columna y cañonearon a los cruceros, sin lograr impactos. Sólo a la 1.45 P.M. entraron en contacto visual las fuerzas principales.

La línea de batalla japonesa acortó distancia, y cayendo hacia el este trató de “cruzar la T” a la columna rusa, pero Rozhestvensky hizo una conversión a estribor y abrió fuego con regular puntería, aunque fallando sus granadas. Togo, en cambio, contestó con salvas demoledoras de granadas explosivas cargadas con “chimose”; veinte minutos después salían de formación, incendiándose, los tres acorazados de la cabecera rusa, entre ellos el buque insignia.

Desde las 2.30 los buques capitales rusos fueron quedando rápidamente fuera de combate. A las 5 P.M. la flota rusa era un conglomerado confuso, atacado desde el este por los acorazados de Togo y desde el sur por los cruceros. El Kniaz Suvarov yacía inutilizado e incendiándose; su comandante había muerto y el almirante herido e inconsciente. Un destructor atracó a su costado y rescató a Rozhestvensky y a su Estado Mayor.

Los buques sobrevivientes trataron de escapar hacia el norte, pero fueron perseguidos y alcanzados por los nipones, que concentraron sus fuegos sobre ellos.

A las 7.15 ya habían desaparecido tres de los acorazados anteriormente heridos.

Al obscurecer entraron en acción los destructores japoneses para rematar a los averiados. Al día siguiente, cerca de las 10.30, se rindió Nebogatov con cuatro buques que quedaban. El destructor que llevaba a Rozhestvensky fue interceptado, quedando el almirante prisionero.

El Almirante Togo, vencedor de Tsushima, visita a su adversario derrotado,
el Almirante ruso Rozhestvensky, herido y prisionero.
Así, de la gran flota rusa, sólo llegaron a su destino el crucero ligero Almaz y dos destructores. Tres cruceros escaparon a Filipinas, mientras otros veintidós buques sucumbieron y el resto fue capturado.

Los rusos tuvieron más de 6000 muertos. En cambio, Togo sólo perdió seis buques ligeros y todos los averiados pudieron ser reparados

Consecuencias

Poco después sería derrotado también el ejército zarista en Manchuria quedando abortadas las ansias expansionistas rusas en el Extremo Oriente. El tratado de paz consagró las pérdidas territoriales de Rusia, incluida desde luego Liaodong, y erigió a Japón como la gran potencia asiática, abonando de paso el impulso imperialista de éste.

La derrota provocó una gran amargura y frustración en Rusia. Ese año hubo graves convulsiones internas que prepararían el camino al colapso del imperio de los Romanov, que se consumó en 1917.

En 1958, el Almirante de la Flota Chester Nimitz, admirador del Marqués Almirante Togo, ayudó a financiar la restauración del Mikasa, el buque insignia del Almirante Togo durante la guerra ruso-japonesa. A cambio, los artesanos japoneses reunieron un "Jardín de la Paz", una réplica japonesa del jardín de Mariscal-Almirante Togo, en el Museo Nacional de la Guerra del Pacífico (anteriormente conocido como el Museo Nimitz) en Fredericksburg , Texas.