En los últimos 200 años ha existido la oportunidad de enseñar y aprender libremente lo que no había existido por más de 1800 años en el mundo occidental. Se puede decir que el último siglo ha puesto el conocimiento al alcance de todos que lo deseen. Por esto no es de extrañar que la gente este descubriendo que no hay nada nuevo u original en la religión cristiana. La historia nos demuestra que el cristianismo es una creación del siglo I de nuestra era que acumuló y adaptó para sí las creencias paganas del mundo antiguo, hecho que ha estado negando por mas de 2000 años.
Hasta el siglo III de esta era, los cristianos no se podían poner de acuerdo ni en la fecha de nacimiento de su salvador.
Todos sabemos que el 25 de diciembre se conmemora el nacimiento de Jesús de Nazaret, pero la verdad es que se desconoce la fecha exacta de este hecho histórico. El análisis de ciertos fragmentos de los evangelios así como de otros documentos de aquella época han permitido a los historiadores realizar diferentes hipótesis sobre el nacimiento de Jesucristo. Algunos hablan de abril o mayo, mientras que otros concluyen que fue en Septiembre u Octubre.
El 25 de diciembre fue finalmente elegido por el ortodoxo Julio I (337-352), quien proclama una bula papal en el año 350 sancionando ese día como la fecha oficial del nacimiento de Cristo.
El estudio de la historia nos demuestra que Julio no eligió ese día basado en hechos históricos de la vida de su ídolo sino en las tradiciones paganas.
Aunque la Navidad es actualmente época de regalos, de celebraciones y reuniones familiares, lo cierto es que su origen responde en realidad a otros factores históricos que involucran al poderoso Imperio Romano, a ritos paganos y poco tienen que ver con el hecho histórico que conmemoran: el nacimiento del niño Jesús.
¿Por qué entonces se celebra el 25 de diciembre? La explicación más consistente de los historiadores es que el origen de la Navidad estuvo relacionado con una serie de decisiones tomadas por los altos mandos de la iglesia cristiana en los siglos III y IV. Entre ellas, se considera como la más determinante a la moción del Papa Julio I en 350 para establecer la navidad el 25 de diciembre.
La noche del 25 de diciembre era la noche del nacimiento de los dioses solares, entre ellos Mitra, el dios solar persa, tan popular en Roma en esa época.
La encarnación de la luz eterna ocurría durante el equinoccio de invierno, tradicionalmente festejado el día 25 de diciembre en el imperio. Todos sabemos que la luz solar comienza a incrementar en el hemisferio norte después del equinoccio invernal.
El porqué de la elección de esta fecha se relaciona con la necesidad de la recientemente oficializada religión cristiana de imponerse sobre los tradicionales cultos paganos romanos. En diciembre se celebraba -en el gran espacio ocupado por el Imperio Romano- el culto a Saturno, dios de la agricultura (principal sustento y actividad económica de estos pueblos). Las Saturnales se realizaban del 17 al 23 de diciembre, los días más cortos del año, y luego el 25 de diciembre se consideraba en nacimiento del nuevo sol.
La iglesia cristiana eligió entonces el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesús como estrategia en su proceso de expansión, en el que sistemáticamente buscó absorber y fusionar sus celebraciones con los ritos paganos de los diversos pueblos convertidos.
El ritual de la navidad fue evolucionando con los siglos, lo que festejamos hoy día es muy distante de estas primeras navidades, y responde principalmente a costumbres originarias del siglo XIX y a la influencia de la sociedad de consumo. Debe entenderse que es la conjunción de costumbres y tradiciones heredadas. Las costumbres, mitos y leyendas se han ido agregando con posterioridad a lo largo de los siglos provienen de muchos países diferentes, hasta llegar a la actual celebración de la Navidad.
De todos modos, la verdadera historia del origen de la navidad no debe distanciarnos de nuestras creencias personales y familiares. Puesto que la esencia de estas fiestas trasciende lo histórico, y reside en lo espiritual, y está muy bien que así sea.
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