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viernes, 26 de febrero de 2016

El Plan Cóndor

La violencia del Estado ha sido un elemento importante en la historia política latinoamericana. A lo largo de los últimos doscientos años, los estados de América Latina no han dudado en recurrir a la fuerza para enfrentar amenazas y enemigos internos. Los sables, los garrotes y las balas han caído sobre estudiantes revoltosos, obreros en huelga, campesinos rebeldes, guerrilleros alzados, etc. 

Si miramos hoy en día, desde una perspectiva histórica, América del Sur hacia finales de los años sesenta y setenta, y luego, se analiza la misma región algunos años después, se llega a una conclusión inapelable: esta franja del continente latinoamericano pasó, en general de una fase de fuerte movilización y politización social, con un incremento de partidos y organizaciones revolucionarias, el advenimiento de gobiernos populistas de izquierda o progresistas que proclaman la ruptura con el capitalismo, a un retroceso generalizado del movimiento obrero, una era de violencia política estatal, la destrucción masiva de todos los espacios de expresión y de participación democráticos, la destrucción física e ideológica sin tregua de los militantes y de los movimientos revolucionarios, el establecimiento de modelos económicos capitalistas intervensionistas y/o neoliberales. 

La doctrina de la seguridad nacional jugó un papel predominante como soporte ideológico de las dictaduras del Cono Sur. Dentro de este marco se adelantó el "Plan Cóndor" que llevó a la múltiple y sistemática violación de los derechos humanos en los países en los que se desarrolló.




El Plan Cóndor, implementado en las décadas de 1970 y 1980 por los regímenes dictatoriales del Sur de América, se constituyó en una organización clandestina internacional para ejercer el terrorismo de Estado contra opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política. Básicamente, era el plan de coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América (Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia; además la operación contó con la cooperación, en mayor o menor medida, de los gobiernos de Perú, Ecuador y Colombia que no habían asistido a la reunión de Santiago en noviembre de 1975) con la CIA de Estados Unidos, en el marco de la “Guerra Fría”, llevada a cabo en las décadas de 1970 y 1980. La operación consistía en lograr el intercambio de información entre los países involucrados sobre supuestos subversivos.

Sus orígenes

Uno de los primeros contactos para iniciar la organización ocurrió a mediados de 1975, cuando viajó a Paraguay el subdirector de la DINA, coronel Mario Jahn, miembro de las Fuerzas Armadas de Chile (FACH). En esa ocasión, invitó al coronel Benito Guanes, jefe del D-2 del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de ese país, a participar en la Primera Reunión de Trabajo de Inteligencia Nacional que se realizó en Santiago de Chile entre el 25 de noviembre y el 1 de diciembre de ese año.

El 25 de noviembre de 1975, fecha oficial de la creación del Plan Cóndor, los líderes de los servicios de inteligencia militar de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay se reunieron, con Manuel Contreras, el jefe de la DINA (policía secreta chilena). En dicha reunión se habrían establecido las bases organizativas, técnicas y financieras del Plan Cóndor. No obstante, un documento desclasificado de la Agencia Central de Información (CIA) de los EE.UU fechado el 23 de junio de 1976, sitúa el surgimiento del Plan Cóndor un año antes: "a principios de 1974, agentes de seguridad de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia se reunieron en Buenos Aires para preparar acciones coordinadas contra objetivos subversivos".

El 22 de diciembre de 1992, un volumen importante de información sobre la Operación Cóndor salió a la luz, estos archivos recibieron el nombre de “archivos del terror”, en ellos se detalla el destino de miles de latinoamericanos secretamente secuestrados, torturados y asesinados por los servicios de seguridad de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Algunos de estos países han utilizado desde entonces algunas partes de este archivo para procesar a ex oficiales del ejército. Los archivos cuentan 50.000 personas asesinadas, 30.000 desaparecidos y encarcelados 400.000.

Sus objetivos

Comenzaba así una estrategia implementada por las dictaduras sudamericanas a partir del golpe de Estado que derrocó en Chile a Salvador Allende hace ahora justamente 40 años. Este Plan constituiría una red clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado con la cooperación de los Estados Unidos, con el fin de eliminar a la oposición política, principalmente de izquierda. A partir de 1976, la DINA chilena y su homóloga argentina, la SIDE, tomaron el control del Plan. Por aquel entonces la CIA enviaba a sus principales embajadas en Sudamérica la siguiente advertencia: 
"La Operación Cóndor es un esfuerzo cooperativo de inteligencia y seguridad entre muchos países del Cono Sur para combatir el terrorismo y la subversión".
Aunque muchos de los gobiernos implicados negaron la existencia del Plan Cóndor, los documentos desclasificados de la CIA indican lo contrario

La intención era reprimir y perseguir a todo el que hacía oposición política a los regímenes dictactoriales del Cono Sur, es decir, eliminar a enemigos políticos para de esta manera instalar políticas neoliberales. El principal objetivo era luchar contra el comunismo y evitar su expansión en la región. 


A través de operativos de inteligencia o de las fuerzas armadas de los distintos países participantes. Se desplazaban libremente en el territorio de los otros, para secuestrar, desaparecer o asesinar a sus conciudadanos.

Sus operaciones

Una de las características más impresionantes de esta operación fue el desarrollo de un nivel de colaboración que no tenía precedente en América Latina. Esta organización funcionaba de manera transnacional y extraterritorial, lo que permitía que agentes de inteligencia de un país operaran libremente dentro de las fronteras de otro. El Plan Cóndor fue, además, una operación multinacional. En los centros clandestinos de detención y tortura —como el tristemente famoso “Automotores Orletti”, en Buenos Aires— no había limitaciones nacionales, pues se interrogaba y torturaba a brasileños, uruguayos, chilenos y/o argentinos. 

El periodista e investigador estadounidense Cristopher Hitchens considera también que el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, fue el ideólogo de esa acción represiva, al permitir que la Agencia Central de Inteligencia (CIA), diera instrucciones al jefe de la DINA y usara la Escuela de las Américas para ello.

El gobierno de Estados Unidos no se limitó a entrenar torturadores, ya que varias agencias y ramas del Estado norteamericano "colaboraron activamente" con el Plan Cóndor. De acuerdo con la autora J. Patrice McSherry, autora del libro Predatory States: Operation Condor and Covert War in Latin America (2005). —que ha sido traducida al castellano como ”Los estados depredadores: la Operación Cóndor y la guerra encubierta en América Latina” (2009, dirigentes políticos estadounidenses de alto nivel —entre ellos Henry Kissinger— consideraron a la mencionada Operación como “un arma eficaz para la cruzada anticomunista en el hemisferio”

Se dice que otros países como Perú, Ecuador y Colombia (con la organización paramilitar colombiana conocida como Alianza Americana Anticomunista), participaron en esta operación, de acuerdo con lo revelado por los archivos del terror.

Según los llamados archivos del terror, descubiertos por el abogado Martín Almada en Paraguay en 1992, el plan Cóndor dejó un saldo de 50 mil muertos, alrededor de 30 mil desaparecidos y 400 mil presos.

A estos resultados se les suma las torturas, el traslado de detenidos a otros países y el constante seguimiento y vigilancia a los enemigos políticos.

El general Alfredo Stroessner llevaba ya una década en el poder en Paraguay,-desde 1954- cuando los militares brasileños derrocaron al gobierno democrático y popular de João Goulart, en 1964. Después de una serie de golpes de Estado en Bolivia llegó al poder el general Hugo Bánzer en 1971 luego de derrocar al socialista Juan José Torres, también con ayuda norteamericana. El 11 de septiembre de 1973, el general Augusto Pinochet y la Junta Militar, con el apoyo y las instrucciones de la CIA estadounidense, derrocaron al presidente Salvador Allende, quien murió en la casa gubernamental bajo bombardeo.

Coincidiendo con el plan general de “ajustar” el Cono Sur, donde crecían movimientos populares de envergadura, también en 1973, se instaló la dictadura cívico-militar en Uruguay y sólo tres años después, el 24 de marzo de 1976, una Junta Militar, presidida por el general Jorge Rafael Videla, tomó el poder en Argentina derrocando a Isabel Martínez de Perón (ver más), bajo cuyo gobierno ya había comenzado a actuar la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) en una coordinación criminal, con la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.

Los opositores huían a los países vecinos creyendo que allí estaban seguros y no era así”, explicó la abogada querellante Alcira Ríos, que trabajó ya en la primera causa por el Plan Cóndor, abierta a finales de los años 90. “Este juicio tiene una importancia fundamental porque demostrará que hubo una asociación ilícita de las dictaduras suramericanas para detener y hacer desaparecer a opositores políticos”, manifestó la jurista.

Un documento desclasificado de la CIA del 23 de junio de 1976 explica el surgimiento de este plan: “a principios de 1974, agentes de seguridad de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia se reunieron en Buenos Aires para preparar acciones coordinadas contra objetivos subversivos”. Luego se integrarían Brasil, Perú y Ecuador.


Argentina fue el epicentro del operativo, y el país donde la represión contra nacionales y extranjeros alcanzó mayores dimensiones, con 30 mil desaparecidos según algunos organismos de derechos humanos. Posteriores gobiernos indemnizaron a los familiares de 16 mil desaparecidos.

En Chile, el ex dictador Augusto Pinochet —quien se jactaba de que no se movía una hoja en Chile sin que él lo supiera— nunca admitió su participación en este plan, aunque colaboradores cercanos reconocieron su responsabilidad política al albergar en Chile en noviembre de 1975 una de las primeras reuniones de coordinación para la ejecución del plan.

Por los archivos desclasificados de la CIA, se supo que Manuel Contreras, jefe de la DINA en Chile, fue invitado en 1975 al cuartel General de la CIA en Langley Virginia, por 15 días. Después de esa visita, Contreras aparece como "creador" de la Operación Cóndor. El periodista e investigador Cristopher Hitchens vincula a Henry Kissinger como el ideólogo de dicha operación. El asesinato del general chileno Carlos Prats en Argentina y del ex ministro del gobierno de Salvador Allende, Orlando Letelier en Estados Unidos (Ver más), fueron partes de la operación mientras que Bernardo Leighton escapó justo de una tentativa de asesinato en Roma, organizada por el terrorista italiano Stefano Delle Chiaie, quien era un miembro de la Operación Gladio. Quien accionó la ametralladora que hirió gravemente a Bernardo Leighton y a su esposa, fue el terrorista de origen cubano Orlando Bosch Ávila, implicado con Luis Posada Carriles en el sabotaje con una bomba de C4 de un avión de la Cubana de Aviación, que estalló frente a las costas de Barbados en 1976 (murieron 73 personas). Los agentes de la Operación Cóndor actuaron tanto en países de América Latina como en Estados Unidos y Europa. En Madrid intentaron secuestrar a líderes del MIR chileno mientras que en Roma operaron contra disidente políticos argentinos.

En Bolivia, el ex general Hugo Banzer, presidente de facto entre 1971-1978, fue sindicado de haber coordinado la lucha antiizquierdista, principalmente con sus pares de Chile y Argentina, aunque él oficialmente negó cualquier relación o vinculación.

En Paraguay, los “Archivos del terror” encontrados cerca de Asunción en 1992 muestran la participación de la dictadura paraguaya en el plan. “Brasil tuvo un papel poco conocido, pero activo, en la Operación Cóndor”, según la Comisión de la Verdad instalada en 2012 para investigar las denuncias por la presidenta Dilma Rousseff, una exguerrillera detenida y torturada por la dictadura militar (1964-85).

En Uruguay, coincidentemente a la década de los 70, de acuerdo a los procedimientos habituales de las dictaduras del Cono Sur en su declaración de gobernantes de facto, Juan María Bordaberry se autonomino dictador prohibiendo al resto de los partidos políticos su existencia. En este país el golpe de estado se dio en el año 1973 y perduró hasta 1985, período en el que se asesinó, torturó, encarceló, secuestró y desapareció a una gran cantidad de personas, bajo el argumento de la lucha contra la "subversión". Previo a 1973, ya existían agentes de la CIA asesorando a las fuerzas de seguridad uruguayas, cuyo ejemplo más conocido fue Dan Mitrione, (asesinado por la guerrilla tupamara en 1972) quien también enseñó métodos de tortura para los comandantes militares sudamericanos en la "Escuela de las Américas" situada en Panamá. (Por más información sobre este aspecto ver el film Estado de sitio del director griego Costa-Gavras). En relación a su población, Uruguay fue el país que tuvo mayor número de presos políticos durante la Operación Cóndor. La CNT del Uruguay (Central Nacional de Trabajadores) mantuvo una huelga general por varias semanas a raíz del golpe de Estado. En este país, en ninguno de los juicios por violaciones de los derechos humanos en la última dictadura hubo procesados por haber participado en el Plan Cóndor, aunque sí hay condenados por asesinatos ejecutados en el marco del plan. Durante la dictadura uruguaya desaparecieron unos 200 opositores, en su mayoría en Argentina, en el marco del Plan Cóndor.


Un informe estadounidense, en el que se basa la acusación en el caso del fiscal italiano Giancarlo Capaldo, precisa que Perú y Ecuador se convirtieron también en miembros de este plan. Los imputados son 32 antiguos miembros de juntas militares de Latinoamérica. Entre ellos hay uno de Bolivia, cuatro de Perú, 11 de Chile y 16 de Uruguay, quienes se han negado a participar, a excepción del uruguayo Jorge Néstor Troccoli. Cuatro décadas después de los atropellos, la justicia italiana inició un proceso contra integrantes de las dictaduras latinoamericanas por la muerte de unos 20 italianos víctimas de la llamada Operación Cóndor

Ecuador comenzó a participar en el Plan Cóndor a partir de 1978, según este informe entregado por el Archivo de Seguridad Nacional de EE.UU. al juez Baltasar Garzón en agosto de 1999, consta que Ecuador "aceptó participar en la Operación Cóndor". La responsabilidad de tales actividades descansaba en el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Ecuador, el que distribuía tareas de información, telecomunicaciones y guerra psicológica entre las diferentes ramas del Ejército. El documento señala también la oferta de entrenamiento que el Ejército de Chile había sugerido al ecuatoriano. El ex Comandante General del Ejército, José Gallardo Román, siempre ha asegurado que Ecuador nunca formó parte de esa estrategia. Para el ex ministro de Defensa jamás se siguieron las directrices del Plan: "Los hechos hablan solos, en nuestros gobiernos militares no hubo la represión de otros países".

Sin embargo, la presencia en Ecuador del ex General argentino Guillermo Suárez Mason en misiones de la CIA, evidencian los lazos entre las diferentes dictaduras y la incorporación del país al Plan Cóndor. Suárez Mason fue una importante figura de la dictadura argentina, de la Liga Anticomunista Mundial y un agente privilegiado de la CIA, convirtiéndose en uno de los mayores criminales de su país y de la región. Nunca tuvo un solo gesto de arrepentimiento y admitió firmar "entre 50 y 100 sentencias de muerte por día durante mucho tiempo", según consta en archivos desclasificados por el gobierno de EE.UU. Para Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, no existe ningún tipo de dudas.

Francisco Morales Bermúdez, presidente del Perú entre 1975 y 1980 incluido en el proceso, niega su apoyo al plan, pero casos como el secuestro y desaparición en Lima de tres argentinos del Movimiento Peronista Montonero parecen indicar lo contrario.

En una nota firmada por Morales Bermúdez publicada en “El Comercio” el 28 de agosto de 2015 expresa que:
“Como gobernante del Perú de 1975 a 1980, debo exponer que nuestro país no formó parte de la denominada Operación Cóndor. Países como Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil la conformaron en las décadas de 1970 y 1980 con la finalidad de eliminar elementos subversivos que buscaban sacar del poder a los gobiernos militares. El Plan Cóndor fue una realidad que la historia muestra con crudeza, pues se cometieron, de forma sistemática, delitos como desapariciones forzadas, torturas y asesinatos, para asegurar la permanencia en el poder de mandos militares. En cambio, las características del gobierno militar del Perú eran muy distintas a las de los gobiernos cuyos países pertenecieron a dicho plan. La Segunda Fase del gobierno militar peruano se caracterizó, con errores, omisiones y rectificaciones, por orientarse decididamente y de manera programática a volver a la democracia. Por ello, existió una distancia diametralmente opuesta entre el Gobierno del Perú y aquellos mencionados regímenes del cono sur.”
Entre los elementos que probarían que Perú no participó de la operación cita, por ejemplo, la sentencia “Caso Gelman versus Uruguay”, emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en febrero del 2011 refiere la detención ilegal y arbitraria, tortura y desaparición forzada cometida por agentes estatales paraguayos a partir de 1973. En la página 23 de la sentencia se menciona que la Operación Cóndor fue formada por las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil. No incluye al Perú dentro del plan.

También menciona la última sentencia dictada contra Rafael Videla en Argentina, se recuerda a los integrantes del Plan Cóndor, entre los que destacan Argentina, Uruguay y Chile. No se hace referencia al Perú, ni a su gobierno.


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Fuentes:
laprensa.peru.com
rpp.pe
telesurtv.net
elcomercio.pe
lavanguardia.com
la-razon.com
memoriaabierta.org.ar
rebelion.org
ecured.cu
caio.uy.over-blog.com
revistas.pucp.edu.pe


lunes, 22 de febrero de 2016

Cine e historia - "El hundimiento del Laconia"



Título original: The Sinking of the Laconia (TV)
Año: 2011
Duración: 175 min.
País: GB. - Alemania
Director: Uwe Janson
Guión: Alan Bleasdale
Productora: Coproducción Reino Unido-Alemania; Talkback Thames / Teamworx / Two Oceans Production 
Reparto: Andrew Buchan, Brian Cox, Ken Duken, Lindsay Duncan, Thomas Kretschmann, Franka Potente, Morven Christie, Jodi Balfour, Nicholas Burns, Ciarán McMenamin, Lenny Wood, Ben Crompton 

El 12 de Septiembre de 1942, el Laconia, un crucero inglés reconvertido en transporte para las tropas, fue torpedeado y hundido por el submarino alemán U-156, comandado por Werner Hartenstein. El barco transportaba en su mayor parte mujeres, niños, soldados heridos y prisioneros de guerra italianos. Tras el hundimiento, Hartenstein, en lugar de abandonar a su suerte a los supervivientes, decidió salvar el mayor número de vidas posible. Una historia real de insólita humanidad en medio de la crueldad de la guerra.

Es casi una película revisionista, lejos ya de aquellas vistas en las que, siempre, los alemanes eran los más malos y los más tontos. En este caso, los alemanes quedan muy bien -incluso el almirante Doenitz-, los ingleses quedan bien, los americanos quedan mal y los polacos quedan muy mal.

La historia

El 12 de Septiembre de 1942, el U-156, un submarino Clase IX "C" bajo el mando del Korvettenkapitan Werner Hartenstein, se vio envuelto en un incidente que tendría graves repercusiones para el desarrollo de la guerra submarina.

Había zarpado de Lorient el 20 de Agosto de 1942 para operar en el Atlántico Sur junto al U-68, el U-172 y U-504 formando el Grupo Eisbär. 

El día 25 el U-214 divisó al convoy SL119 al Este de las Azores. Los submarinos del Grupo Eisbär se dirigieron a su encuentro. El convoy cambió de rumbo pero el Grupo Eisbär continuó rumbo Sur. El U-156 hundiría a un mercante que navegaba en solitario, el SS. Clan MacWhirter (británico 5.941tn) al Noroeste de Madeira el día 27 de Agosto.

Por la tarde de aquel día, el U-156 encontró al Laconia, un barco de pasajeros de 20.000 toneladas perteneciente a la Cunard, que había partido de Inglaterra el día 1 de Septiembre con destino Ciudad del Cabo, navegando en solitario a unos 400 kms al noreste de la Isla Ascensión. El barco era una presa perfectamente legal, ya que era empleado como transporte de tropas y estaba armado con dos cañones de 4,7", seis cañones antiaéreos de 1,5" y cuatro antiaéreos Bofors. Por si había alguna duda, el Laconia estaba oficialmente registrado como un Crucero Mercante Armado. Este buque transportaba a 2.732 personas, entre ellas a 1.800 prisioneros Italianos. 

El "Laconia"
Los comandantes alemanes tenían instrucciones, cuando fuera posible, de intentar identificar al capitán u otro oficial responsable de los barcos atacados, con el fin de al menos identificar de forma correcta al barco. El capitán Haternstein puso proa hacia la nave que se hundía, y quedó impresionado al darse cuenta del gran número de aliados italianos que había entre los supervivientes, pero aún se asombró más al comprobar que entre ellos también había mujeres y niños. 

Al darse cuenta de la situación y arriesgando la nave, se iniciaron las operaciones de rescate. Radió la posición del hundimiento y pidió que no atacaran a los buques de rescate. 

Haternstein era consciente del peligro que corrían tanto su tripulación como su barco, permaneciendo en esas aguas en las que pronto podían aparecer barcos o aviones enemigos que hubieran recibido la transmisión del Laconia. Pero por otra parte, no podía abandonar a su suerte a todas aquellas personas. En cuanto comenzaron a recoger supervivientes y a acomodarlos en la cubierta del submarino, Haternstein informó lo sucedido al Alto Mando de Submarinos cuando ya había rescatado a varias decenas de sobrevivientes y solicitó instrucciones.

Doenitz respondió ordenando al U-156 permanecer en el lugar y continuar con la asistencia a los supervivientes, a la vez que ordenaba al U-506 y al U-507 que abandonaran sus patrullas para unirse al rescate. También se unieron a la operación varios barcos de la Francia de Vichy desde el puerto de Dakar. Hartenstein, envió un nuevo mensaje, esta vez en inglés y sin codificar:
"No atacaré a ningún barco que quiere rescatar a la tripulación del hundido Laconia, contando con que yo tampoco seré atacado por barcos o aviones. He recogido a 193 hombres. 4º 52’ Sur, 11º 26’ Oeste. Submarino alemán."
Veamos que nos dice Doenitz al respecto en sus memorias:
“Al recibir esta comunicación tome una decisión que contradecía las normas fundamentales de la guerra marítima en todas las naciones, en las cuales los objetivos bélicos se anteponen siempre a los de salvamento, solo debe realizarse este si la misión bélica de una barco de guerra no se ve limitada por la presencia de náufragos...
En este caso decidí, sin embargo, proceder de otra forma”
El barco transportaba en su mayor parte mujeres, niños, soldados heridos y prisioneros de guerra italianos. Tras el hundimiento, Hartenstein, en lugar de abandonar a su suerte a los supervivientes, decidió salvar el mayor número de vidas posible. Le pidió al sumergible Italiano Capellini, que se encontraba cerca de Freetown, que se uniera a las operaciones de rescate. Dönitz también preguntó si se podían sumar a la operación buques de Guerra franceses del gobierno de Vichy que se encontraban en Dakar.

el U156 Abarrotado de sobrevivientes del Laconia
La noche del 14 al 15 de Septiembre el U-506 llegó a la zona. Entonces a bordo del U-156 se encontraban 263 supervivientes y el U-506 embarcó a 132 italianos que se encontraban en el U-156. El día 16 por la mañana en el U-506 se encontraban más de 200 supervivientes. De camino a la zona del hundimiento del Laconia el U-507 se encontró la tarde del día 15 a cuatro de los botes salvavidas del buque. Las mujeres fueron acomodadas en el sumergible y remolcó a los botes salvavidas con el resto de los supervivientes.

Hartenstein había instalado una gran bandera blanca con una cruz roja realizada con sábanas. El 16 de Septiembre apareció un bombardero B24 procedente de la base de la Isla Ascensión, que sobrevoló en círculos al U-156, comprobando que remolcaba dos lanchas salvavidas, cada una con unos 100 supervivientes, además de los hombres apiñados en la cubierta, y ondeaba una gran bandera de la Cruz Roja en la torre. 

El U-156 (del film) con su bandera de la Cruz Roja 
En total, el U-156 por si solo transporta a cerca de 400 supervivientes. Durante las pasadas del avión, tanto la tripulación del U-156 como un oficial de la RAF que se encontraba entre los supervivientes, hicieron señales al bombardero indicando que el submarino había rescatado personal aliado, y que entre el mismo se encontraban mujeres y niños. El piloto del B24 informó a su base y solicitó órdenes al respecto, que no fueron otras sino las de atacar al submarino alemán. El bombardero realizó dos pasadas a baja altura arrojando dos bombas en cada una de ellas, que no alcanzaron al U-156 pero sí a una de las lanchas y provocaron el vuelco de la segunda. Algunos de los supervivientes situados en la cubierta del submarino cayeron al agua, pero Hartenstein ya no podía hacer nada más, viéndose obligado a sumergirse y a abandonar la zona en previsión de nuevos ataques, poniendo rumbo de regreso a su base. Más tarde se supo que el piloto del B-24 ignoró las señales del U-156, y se limitó a cumplir las órdenes recibidas considerando que el submarino enemigo era una amenaza potencial, y sin considerar el efecto del ataque sobre los náufragos rescatados.


El U-156 se acercó a los botes salvavidas desembarcó a los 55 británicos y a 55 Italianos que se encontraban a bordo del U-156 para que pudieran efectuarse algunas reparaciones en el sumergible. El U-156 se dirigió al Oeste y no siguió participando en las operaciones de rescate. Muchos de los supervivientes del  Laconia que habían estado en el U-156 murieron. 

El 17 de septiembre por la mañana al fin aparecieron las naves francesas, el crucero Gloire y el destructor Annamite ,a donde se empiezan a trasladar los supervivientes del naufragio que se hallaban en el U-506, U-507 y en el sumergible Italiano Capellini. En total se rescataron a 1.111 personas, algunos de los rescatados murieron más tarde a causa de las heridas. Entre los rescatados se encontraban 450 Italianos y 73 Polacos. 

El mismo día, un poco más tarde, el B24 reapareció, atacando esta vez al U-506, que se sumergió y escapó teniendo que abandonar al resto de supervivientes que no pudo alojar en su interior. Del resto de náufragos, un bote salvavidas pudo llegar a la costa de África el 9 de Octubre, y un segundo bote salvavidas del Laconia fue recogido por un convoy británico el 21 de Octubre con 4 supervivientes de los 21 que inicialmente se encontraban a bordo. Irónicamente, la tripulación del B24 fue condecorada por el hundimiento de dos submarinos enemigos, cuando las únicas víctimas de sus ataques fueron los náufragos del Laconia.


Las consecuencias

Así terminó uno de los episodios más notables de la campaña de submarinos de la Segunda Guerra Mundial. La cuenta final de supervivientes fue de 450 de 1.800 italianos, 588 de 829 británicos, 73 de 103 polacos. De los submarinos que formaron parte en el rescate, todos fueron hundidos en misiones posteriores. Años después se descubrió que el piloto americano había interpretado correctamente la escena de rescate alrededor del U-156, pero la base antisubmarina de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en la isla Ascensión le había ordenado de todas formas llevar a cabo el ataque, en razón de que el submarino seguía siendo un peligro para los barcos de la zona. Quedaba muy claro que el humanitarismo ya no era posible en la guerra de submarinos. Como resultado del ataque del Liberator contra el U-156  y del evidente desprecio de las acciones humanitarias llevadas a cabo por los submarinos alemanes, Doenitz emitió la Orden 154, que sería conocida como "La Orden del Laconia" y que decía así:
  1. No se llevará a cabo ningún intento de rescate de miembros de las tripulaciones de los barcos enemigos hundidos, ya se encuentren en botes salvavidas o en el agua. El rescate va en contra de las exigencias básicas de la guerra para la destrucción de los barcos enemigos y sus tripulaciones.
  2. Se mantienen las órdenes de captura sobre los capitanes u oficiales de los barcos enemigos.
  3. Los supervivientes de los naufragios sólo serán rescatados si poseen información importante para el submarino.
  4. Sean duros. Recuerden que el enemigo no tiene ninguna consideración hacia las mujeres y niños alemanes de las ciudades bombardeadas.
Esta orden se utilizó como excusa para la polémica condena de Doenitz por crímenes de guerra en Nuremberg en 1946. La mayoría de las personas sensatas estuvieron de acuerdo en que los submarinos alemanes lucharon duro, pero de manera razonable teniendo en cuenta la situación y la fuerza de submarinos de Estados Unidos luchado con la misma agresividad  (y en todo caso los submarinos estadounidenses eran más implacables). Por lo tanto muchos dicen que Doenitz fue castigado simplemente por ser demasiado eficiente en su trabajo,  sus submarinos fueron una gran amenaza para la navegación aliada y el resultado de la guerra. 

Debido al riesgo creciente para los submarinos alemanes en superficie, dado el cada vez mayor uso del radar por el enemigo y su cada vez más presente poder aéreo, las órdenes de Doenitz a sus tripulaciones de no correr riesgos rescatando supervivientes, máxime con el precedente del Laconia, son perfectamente razonables a la vez que severas. Desafortunadamente para él, la acusación durante los Juicios de Nuremberg interpretó sus órdenes como instrucciones deliberadas a sus submarinos de acabar con los supervivientes de los barcos hundidos, debiendo enfrentarse a cargos de crímenes de guerra y contra la paz. Sin embargo, dicha acusación no pudo prosperar, ya que muchos altos mandos navales aliados admitieron haber puesto en práctica políticas similares en muchos casos, y en algunas ocasiones haberse producido incidentes de disparos contra los supervivientes de barcos enemigos hundidos. Finalmente, Doenitz fue declarado culpable de algunos de los cargos, pasando en prisión 11 años y seis meses.

El U-156 continuó su patrulla y el día 17 de Septiembre fue reabastecido por otro submarino. El día 19 hundiría al SS .Quebec City (británico, 4.745tn) al Noroeste de Ascensión. Más tarde el U-156 patrulló al Suroeste y al Oeste de Freetown, a mediados de Octubre el U-156 resultó dañado e inició el regreso a la base de Lorient, arribando el 16 de Noviembre de 1942.

Werner Hartenstein
El día 8 de marzo de 1943 el U-156 fue localizado por un avión Catalina del VP-53 (Lt. E.Dryden) a unas 330 millas al Este de Barbados. Saliendo de entre las nubes el avión sorprendió a la tripulación que se encontraba tomando el sol en la cubierta. El avión lanzó 4 bombas que partieron al submarino en tres partes. El U156 se hundiría de inmediato. El avión lanzó un bote salvavidas y comida, al menos cinco supervivientes alcanzaron el bote. La posterior búsqueda no logró encontrarlos. Sus 53 tripulantes perdieron la vida. Un triste e inmerecido final para una noble tripulación.

jueves, 18 de febrero de 2016

La Rosa Blanca

En mayo de 1942 las tropas alemanas se encontraban en los campos de batalla de Rusia y del Norte de África, mientras que unos estudiantes de la Universidad de Munich asistían a clases en las que compartían su amor por la medicina, la teología y la filosofía, así como su aversión hacia el régimen nazi.

Hans Scholl, Alexander Schmorell y Sophie Scholl formaban el núcleo de este grupo de amigos. A pesar de que Hans intentó en un primer momento mantener a su hermana alejada del movimiento, Sophie le convenció de que su presencia, una muchacha inocente y sin aparente interés para las SS, podría serle de gran utilidad. 

Dentro de la misma universidad se contaban dos estudiantes de medicina, Willi Graf y Jurgen Wittgenstein, quienes habían prestado servicios en un hospital militar en 1939, conjuntamente con Hans, el hermano mayor de Sophie, y Christoph Probst, un soldado casado y padre de tres niños, quienes se unieron a La Rosa Blanca, uno de los pocos grupos alemanes que denunció las políticas del genocidio nazi.

Cuando en 1942 comenzó la deportación masiva de judíos, Sophie, Hans, Alexander y Jurgen se dieron cuenta de que había llegado el momento de la acción. Compraron una máquina de escribir y una copiadora. Hans y Alex escribieron el primer panfleto con el encabezamiento: ”Panfletos de La Rosa Blanca”, mientras que su texto decía que 
”nada es tan indigno de una nación como el permitir que sea gobernada sin oposición por una casta que ha cedido a los bajos instintos… La civilización occidental debe defenderse contra el fascismo y ofrecer una resistencia pasiva antes de que el último joven de la nación haya derramado su sangre en algún campo de batalla”.
La tiranía nazi y la apatía de los ciudadanos alemanes frente a los “crímenes abominables” del régimen enfurecieron a los miembros idealistas de la “Rosa Blanca”. Muchos de ellos habían escuchado del asesinato masivo de los judíos polacos; Hans Scholl, cuando era soldado en el frente oriental, había visto de primera mano el maltrato de los judíos haciendo trabajos forzados y escuchó de la deportación de números grandes de polacos a los campos de concentración.


Willi Graf


Alexander Schmorell


Christoph Probst


Kurt Huber

Los miembros de La Rosa Blanca trabajaron día y noche en secreto, produciendo miles de panfletos que eran despachados a estudiosos y médicos desde sitios no detectables dentro de Alemania. Sophie compraba papel y estampillas de correo en sitios diferentes para que sus actividades no llamaran la atención. El grupo se amplió a una organización de estudiantes en Hamburgo, Freiburg, Berlín, y Viena. Bajo gran riesgo los miembros de la “Rosa Blanca” transportaron y enviaron por correo folletos mimeografiados que denunciaban el régimen. En su intento de parar la guerra, abogaron por el sabotaje de la industria de armamentos. “No nos quedaremos silenciosos,” escribieron a sus compañeros. “Somos tu remordimiento de conciencia. La Rosa Blanca no les dejará tranquilos!” Los estudiantes sabían que solamente la fuerza militar podía parar a los nazis y limitaron sus objetivos a conseguir “una renovación desde dentro del espíritu alemán severamente herido.”

El segundo panfleto de La Rosa Blanca leía: 
”Desde la conquista de Polonia 300.000 judíos han sido asesinados, un crimen contra la dignidad humana… Los alemanes alientan a los criminales fascistas cuando carecen de un sentimiento que clame a la vista de semejantes acciones. Es preferible el fin del terror antes que un terror sin fin”.
Hans, el hermano de Sophie, sirvió dos años en el ejército y estudió medicina en la Universidad de Munich. Luego en 1942 se desempeñó como médico en el frente oriental con Alex, Willi y Jurgen. Jurgen transportó montones de panfletos a Berlín. El viaje era peligroso. ”Los trenes estaban repletos de policía militar. Si uno era un civil y no podía probar que había logrado una prórroga, se lo llevaban de inmediato”. El partido controlaba las noticias, la policía, las fuerzas armadas, el sistema judicial, las comunicaciones, la educación, las instituciones tanto culturales como religiosas.

El tercer panfleto pedía: 
”Sabotaje en las fábricas de armamento, periódicos, ceremonias públicas y del Partido Nacional Socialista… Convencer a las clases más bajas de lo insensato que es continuar la guerra, donde confrontamos la esclavitud espiritual a manos de los nacional-socialistas”.
Las leyes de Nuremberg de 1935 exigían la expulsión de cualquiera que no fuera ario, declarándose a los judíos como no-ciudadanos. La prensa internacional había comenzado a informar sobre castigos corporales en las calles, por lo que Hitler trasladó los actos de crueldad de las ciudades a los campos de concentración.

El 9 de noviembre de 1938 se arrestó y golpeó a 30.000 judíos, y las Fuerzas de Asalto quemaron 191 sinagogas durante la ”Noche de los Cristales Rotos” (Kristallnacht), lo que provocó el éxodo de 200.000 judíos hacia el campo.

Cuando a Alexander Schmorell se le pidió que hiciera un juramento a Hitler pidió que se lo diera de baja en el Ejército. Willi Graf se pasó a la resistencia pasiva, al igual que el resto, luego de servir como asistente médico en Yugoslavia. Fue asignado a la Segunda Compañía de Estudiantes en Munich, donde conoció a Sophie, Hans, Alexander, Christoph y Jurgen. Christoph Probst era el único miembro de La Rosa Blanca que estaba casado y tenía hijos, de modo que los demás trataron de protegerlo.

En el cuarto folleto escribieron: 
”Le pregunto a usted como cristiano si duda en la esperanza de que algún otro levante su brazo para defenderlo… Para Hitler y sus seguidores ningún castigo guarda relación con la magnitud de sus crímenes”.
Luego de la derrota de los alemanes en Stalingrado en 1943 y la exigencia de Roosevelt de que las fuerzas del Eje se rindieran incondicionalmente, la invasión aliada estaba ya muy próxima.

Esa noche Hans, Willi y Alexander escribieron ”Libertad” y ”Abajo Hitler” y dibujaron cruces swásticas tachadas en algunos edificios de Munich.

Su profesor de filosofía, Kurt Huber, se mostró shockeado cuando se enteró de las atrocidades cometidas por el Estado en Alemania, y trabajó en la edición de los últimos panfletos de La Rosa Blanca. También se sintió motivado para dar conferencias sobre temas prohibidos, tales como los escritos del filósofo judío Spinoza.

Cada folleto era más crítico de Hitler y el pueblo alemán que el anterior. El quinto decía que ”Hitler está llevando al pueblo alemán hacia el abismo. Siguen ciegamente a sus seductores hacia la ruina… ¿Hemos de ser para siempre una nación odiada y rechazada por toda la humanidad?

La Gestapo había estado buscando a los autores de los panfletos desde que apareciera el primero. A medida que el lenguaje de los folletos se hacía más vehemente, redoblaron sus esfuerzos. Arrestaron a personas ante la menor sombra de sospecha.

Después de la derrota del ejército alemán en Stalingrado a fines de enero de 1943, los Scholl distribuyeron folletos exhortando a los estudiantes de Munich a la rebelión. Pero cuando el 18 de febrero de 1943 la universidad de Munich se levantó en pleno para protestar abiertamente contra los nazis, el grupo de Scholl bajó la guardia. Un conserje en la universidad que los vio con los folletos los denunció a la Gestapo (la policía secreta estatal).

Jakob Schmidt, un empleado de maestranza de la Universidad y miembro del Partido Nazi, vio a Sophie y a Hans con los folletos y los denunció. Fueron llevados bajo arresto a la Gestapo. El ”interrogatorio” de Sophie fue tan cruel que apareció ante el tribunal con una pierna rota. El 22 de febrero de 1943 Sophie, Hans y Christoph fueron condenados a muerte por el Tribunal del ”Pueblo”, que había sido creado por el Partido Nacional Socialista para eliminar a los enemigos de Hitler.

Las últimas palabras que Hans Scholl gritó desde la guillotina fueron: ”¡Viva la Libertad!”.

En un gesto sin precedentes de los guardias, Christoph Probst fue autorizado a pasar unos momentos a solas con Hans y Sophie antes de que fueran ejecutados. Luego de meses de interrogatorios por parte de la Gestapo para obtener los nombres de sus camaradas, Willi fue ejecutado. ”Ellos continuarán lo que nosotros hemos comenzado” dijo entonces.

Finalmente arrestaron y ejecutaron a Kurt Huber, un profesor de filosofía que había dirigido el movimiento, y al resto de los miembros de la Rosa Blanca.

Durante su juicio, Huber permaneció leal la ética de Immanuel Kant, el filósofo alemán del siglo XVIII, y concluyó su defensa con palabras del discípulo de Kant, Johan Gottlieb Fichte:
Y actuará como si sobre Usted y sus hechos dependiera el destino de toda Alemania y Usted solo fuera el responsable.
Alexander Schmorell fue arrestado en un refugio antiaéreo y ejecutado en Munich. Kurt Huber fue uno de los acusados en el juicio del Tribunal Popular contra La Rosa Blanca. Los sobrevivientes recuerdan las últimas palabras de Huber, una reafirmación de su postura humanitaria.

Jurgen Wittenstein fue interrogado por la Gestapo pero no pudieron probar su participación, de modo que lo dejaron en libertad. Consiguió ser transferido al frente, más allá del control nazi, y resultó ser el único sobreviviente. Luego de la guerra se trasladó a los Estados Unidos, donde obtuvo el título de doctor, y recibió un premio del Gobierno de Alemania Occidental por su valor.

dijo Sophie
”¿Cómo podemos esperar que prevalezca la justicia cuando casi no hay gente que se brinde individualmente en pos de una causa justa. Un día tan lindo, tan soleado, y debo irme, pero, ¿qué importa mi muerte, si a través nuestro miles de personas se despiertan y comienzan a actuar?”
 escribe Clara Zimmerman en ”La Rosa Blanca: su Legado y su Desafío”:
”La Rosa Blanca es una página radiante en los anales del Siglo Veinte. El coraje de nadar contra la corriente de la opinión pública, aun cuando el hacerlo era equivalente a un acto de alta traición, y el convencimiento de que la muerte no era un precio demasiado alto a pagar por seguir los dictados de la conciencia”,
Existen doscientas escuelas alemanas que llevan el nombre de los Scholl, y hay políticos como el anterior alcalde de Nueva York, David Dinkins, que invocan sus nombres y visitan sus tumbas.

Con el auge de la limpieza étnica en Bosnia y la violencia que se ejerce en Alemania contra los extranjeros, el aniversario de las ejecuciones es un recordatorio poderoso. Inge Aicher-Scholl, la hermana de Sophie Scholl, escribió: ”Tal vez el heroísmo genuino resida en decidirse a defender con tozudez las cosas de todos los días, las terrenales, las inmediatas”.


De las juventudes hitlerianas a la lucha silenciosa

Sophia Magdalena Scholl nació el 9 de mayo de 1921 en Forchetenberg, en lo que entonces era la Alemania de la república de Weimar. Sus padres, Magdalena y Robert Scholl, entonces alcalde de su pueblo, educaron a sus seis hijos en el luteranismo pero desde una perspectiva humanista y libre pensadora. Sophie tuvo una infancia feliz, acudiendo a la escuela y disfrutando de un hogar agradable. 

Sophia Magdalena Scholl
Sophie Scholl nació el 9 de mayo de 1921 en Forchtenberg am Kocher, un pueblo del que su padre, Robert Scholl, era el alcalde. A los doce años, cuando el nacionalsocialismo ya había extendido sus redes organizativas, ella, junto con otras chicas de su entorno, se unió voluntariamente a las Juventudes Hitlerianas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no congeniaba con sus ideas. El arresto de su padre por haberse referido a Hitler frente a un empleado suyo como ”El Flagelo de Dios”, le causó una profunda impresión y empezó a darse cuenta de la falta de libertad que se cernía sobre los alemanes. Para la familia Scholl la palabra ”lealtad” significaba obedecer los dictados del corazón. “Lo que quiero para ustedes es vivir con rectitud y libertad de espíritu, sin importar lo difícil que esto resulte”, le dijo el padre a su familia.


Sophia Scholl fue una víctima más de las miles y miles y miles de personas que fallecieron durante el horror del nazismo. Pero Sofía Scholl pasó a la historia por haber protagonizado una lucha silenciosa contra la sinrazón dirigida por Hitler y se convirtió en un símbolo de la libertad y de la dignidad humana al morir decapitada con tan sólo veintiún años de edad. Su crimen, defender unos ideales que no podían tener nunca cabida en el sí de una dictadura.

viernes, 12 de febrero de 2016

12 de febrero de 1814 - Se libra la batalla de La Victoria cerca de Caracas con el triunfo de las fuerzas patriotas. En su memoria, se recuerda en Venezuela el Día de la Juventud.

En toda Venezuela se celebra cada año, el 12 de febrero, el Día de la Juventud, fecha consagrada para exaltar la hazaña lograda, en 1814, por la juventud venezolana, representada por los estudiantes de la Universidad de Caracas, y que conducidos por el general José Félix Ribas, sacrificaron hasta su vida para defender la Patria, en un momento en que ella lo requería.

Después de los sucesos de 1813 a favor de la causa patriota, que condujeron al establecimiento de la Segunda República, esta se vio amenazada de muerte al año siguiente, siendo la figura de José Tomas  Boves la más dañina para el logro de las aspiraciones republicanas.

La marcha incontenible del ejército de Boves desde los Llanos hasta Caracas, ponía en peligro la vida de los patriotas y la estabilidad de la República Varias derrotas y pocas victorias, a lo que se agregaba el avance de Boves, destruyéndolo todo, daban una situación nada halagadora. Era necesario parar o por lo menos frenar la marcha del español hacia Caracas, para dar tiempo a que las tropas patriotas se repusieran.

Boves, un sanguinario caudillo al servicio de los realistas intentó unirse a la causa patriota, apoyando económicamente la causa independentista. Fue acusado de traidor, posiblemente por ser simplemente un pulpero y no de la aristocracia mantuana y sentenciado a muerte. Lo cierto es que lo libera en Calabozo el jefe militar español Eusebio Antoñanzas; y se unió a la columna de vanguardia del ejército de Domingo de Monteverde bajo el mando de Antoñanzas.

En poco tiempo, Boves logra convertirse en el feroz caudillo llanero, improvisado por el odio, y es movido más por sus deseos de venganza que por el fanatismo realista que representa.

Desde fines de 1813, Boves logra armar un gran ejército para enfrentar a los independentistas, avanza desde la llanura sobre la montaña y desborda la barbarie sobre la naciente república.

La situación se agrava con la aproximación del poderoso ejército de Boves sobre el centro. Bolívar intenta detener las hordas invasoras oponiéndoles un gran número de tropas al mando de Campo Elías, pero éste es arrollado en la batalla de La Puerta y sus tres mil soldados son acuchillados sin misericordia. Tal desastre amenaza de muerte la existencia de la república. 

Campos Elías vencido, la catástrofe parecía inminente, nada parecía poder detener a Boves, que arrasaba todo a su paso, incendiando centenares de aldeas, sembrando el terror y haciendo temblar la tierra a su paso.

Bolívar desde Caracas, echa a andar un nuevo plan de ataque y defensa. Establece a Valencia como cuartel general, se le exige a Urdaneta que combata en Occidente para reforzar con parte de sus tropas las milicias que se organizan en Valencia; y se insta a Mariño a que acuda en auxilio del Centro.

El General José Félix Ribas, que había sido designado por Bolívar como gobernador militar de Caracas, también acude al llamado y se presta a organizar un ejército para avanzar hasta los Valles de Aragua en defensa de la república.

Pero como escribiera Eduardo Blanco, “En tres años de lucha, Caracas había ofrendado toda la sangre de sus hijos al insaciable vampiro de la guerra; hallábase extenuada, sin hombres que aprontar a la defensa de su invadido territorio; y al reclamo de la patria en peligro, solo había podido ofrecerle sus más caras esperanzas: los alumnos de su universidad”. (Venezuela Heroica 1959).

Jose Felix Ribas 
Es entonces como el ejército que logra reclutar Ribas, no estaba compuesto en su mayoría por expertos militares sino por inexpertos jóvenes seminaristas y de la Universidad de Caracas (hoy UCV) que se enrolaron en su patriotismo para acudir a defender la naciente república.

Ribas se propuso hacerle frente al ejército de Boves en la población aragüeña de La Victoria, para lo cual logró organizar un bisoño ejercito de jóvenes, con no más de siete batallones que no exceden en su conjunto de 1.500 plazas, un escuadrón de dragones y cinco piezas de campaña.. Contó, asimismo, con la colaboración de valientes oficiales como Mariano Montilla, Carlos Soublette, Luis María Ribas Dávila y otros, así como el auxilio oportuno de Vicente Campos Elías, quien, en lo más difícil del combate acudió con un grupo de jinetes apoyando el triunfo.

Ante la escasez de tropas regulares, Ribas tuvo que armar a unos mil estudiantes de los colegios y seminarios de la ciudad y de los otros poblados vecinos, entre ellos 85 estudiantes del Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas. Antes de entrar en batalla, el general Ribas arengó a los adolescentes que lo acompañaban, finalizando con estas palabras: 
"Ni aun podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer! ¡Viva la República!"

La Batalla de La Victoria:

Boves, que se había detenido en Villa de Cura, decide marchar con su ejército sobre La Victoria, el 12 de febrero de 1814, a las 7 de la mañana; y al poco tiempo, las márgenes del río, las montañas que dominan la ciudad y parte del poblado quedan bajo mando del enemigo.

La batalla comenzó a las siete de la mañana y duró todo el día en las calles de la ciudad. Los efectivos republicanos construyeron una impresionante resistencia al empuje de las tropas realistas. Al caer la tarde, la batalla aún no se había decidido por ninguno de los dos bandos. Cuando la refriega arreciaba, los patriotas reciben un refuerzo de 220 soldados de caballería a cargo de Vicente Campo Elías, procedente de San Mateo. Horas después, los realistas se retiraron del combate. Bolívar, al saber la victoria, le concedió a Ribas el título de "Vencedor de los Tiranos".

El 10 de febrero de 1947, la Asamblea Constituyente decretó celebrar cada aniversario de la batalla como el Día de la Juventud, en honor a los jóvenes que lograron esta importante victoria. En la plaza principal de La Victoria existe hoy en día un grupo escultórico elaborado por Eloy Palacios, inaugurado en 1895.


El imponente cerro de la Juventud ilumina la entrada de la ciudad de La Victoria, en el estado Aragua, con el tricolor nacional, que acompaña el Monumento que honra al prócer José Félix Ribas, y a la muchachada rebelde que venció ejemplarmente al ejército realista el 12 de febrero de 1814.

Se trata de dos monolitos de 14 metros de altura alusivos al Bicentenario de la Batalla de La Victoria. Francisco Javier Verde Alvarado, artista plástico de Maracaibo, fue el encargado de plasmar el diseño del monumento que inmortalizó el Bicentenario de la Batalla de La Juventud.


El monumento presenta siete escenas que ilustran el hecho histórico, las cuales se sintetizan en dos grandes monolitos a relieve que parecieran custodiar la Ciudad de la Juventud.

En la obra también está presente la crueldad de José Tomás Boves. En la parte superior se refleja a José Félix Ribas y a Simón Bolívar, con un grito de guerra, sosteniendo la misma espada, la misma lucha.

jueves, 11 de febrero de 2016

Operación "Cerbero": 11 de febrero de 1942 - los buques de guerra alemanes Gneisenau, Scharnhorst y Prinz Eugen rompen el bloqueo británico frente al puerto francés de Brest.

En febrero de 1942, tres unidades pesadas de la Marina de guerra germana, los cruceros de batalla "Scharnhorst" y "Gneisenau" y el crucero "Prinz Eugen", zarparon del puerto francés de Brest y regresaron a aguas alemanas después de cruzar, de una manera espectacular, el estrecho de Dover en pleno día. Los ataques de la "RAF" y de la Marina británica contra las unidades alemanas fracasaron por completo después de sufrir gravísimas pérdidas. La audaz acción pareció poner en serio peligro el predominio inglés sobre el canal de la Mancha; pero, en realidad, este aparente triunfo que la Marina germana había logrado aligeró la misión de vigilancia de Gran Bretaña y dio un nuevo giro a la decisiva batalla del Atlántico. 

El 22 de marzo de 1941, después de efectuar en el Atlántico septentrional una acción combinada en la que hundieron veintidós buques mercantes aliados, con un total de 115.400 toneladas, los cruceros de batalla germanos Scharnhorst y Gneisenau, se refugiaron en el puerto francés de Brest para proceder a las necesarias reparaciones. Estos buques desplazaban 32.000 toneladas, estaban armados con nueve cañones de 280 mm y desarrollaban una velocidad máxima de 31.5 nudos. Eran dos magníficos navíos, de los mejores que existían por aquel entonces. Poco después, otro navío alemán, el Bismarck, el mayor buque de guerra del mundo; los superarla a su vez. Y por ello Hitler estaba convencido de que cuando este último estuviera en disposición de unirse a los otros dos, en el Atlántico, podría dominar a Inglaterra. Pero los cruceros de batalla alemanes no escogieron un asilo lo suficientemente seguro al refugiarse en Brest. Era evidente que más pronto o más tarde tendrían que salir de allí y entonces hallarían la ruta interceptada por la Home Fleet si intentaban regresar a Alemania a través del canal de Dinamarca, o por la Fuerza H si pretendían dirigirse hacia el Sur. Además, Brest se hallaba dentro del radio de acción de los bombarderos ingleses, por lo que, en cuanto se descubrió la presencia de los buques alemanes, fue bombardeado constantemente. 


La suicida incursión británica 

Ambos navíos fueron dañados por los ataques aéreos a la semana siguiente de su llegada: los desperfectos no eran graves, mas lo suficiente como para retenerlos en Brest. El Gneisenau fue torpedeado por un avión en una incursión suicida (al piloto, teniente Kenneth Campbell del Escuadrón 22, se le concedió a título póstumo la victoria Cross) y el Scharnhorst resultó alcanzado por cinco bombas lanzadas desde gran altura cuando realizaba pruebas de máquinas en La Pallice. Entretanto, el día 1 de junio se había unido a los dos cruceros de batalla el crucero pesado Prinz Eugen; el mismo que, junto con el Bismarck tomó parte en el combate en el que fue hundido el Hood. Hacía ya algún tiempo, en abril de 1941, ciertas fuentes de información clandestinas, procedentes de la Resistencia francesa, habían comunicado a los ingleses que los cruceros de batalla alemanes se disponían a salir del puerto: el Almirantazgo tenía la convicción de que, no estando los buques en condiciones de ser empleados en el Atlántico, la ruta más probable seria la del canal de la Mancha. Por muy arriesgado que esto pareciera, les evitaría el encuentro con las grandes unidades navales británicas, pues éstas, al ocupar los alemanes todo el litoral del continente, no se arriesgaban por las aguas del canal, ya que estarían demasiado expuestas a los ataques aéreos del enemigo. Como primera reacción, el Almirantazgo británico y el ministro de Aviación estudiaron un plan de operaciones combinadas con objeto de impedir el paso de los navíos alemanes. Este plan, conocido como Operación Fuller, preveía continuos reconocimientos aéreos, diurnos y nocturnos, en la zona de Brest y del canal; así como ataques coordinados por parte de fuerzas aéreas y navales ligeras cuando los buques se hicieran a la mar. Las fuerzas navales británicas del canal de la Mancha, con base en Dover y al mando del almirante Ramsay, consistían entonces en no más de seis lanchas torpederas, a las cuales se añadieron poco después seis torpederos de Ramsgate y seis destructores de Harwich. Sin embargo, si la RAF hubiera sido advertida oportunamente, quizás habría estado, por lo menos teóricamente, en disposición de concentrar toda la fuerza de sus tres mandos —el de bombarderos, el costero y el de cazas— contra los navíos; lo que hubiera significado casi 250 aviones de las cinco divisiones de bombardeo, todos los aviones torpederos y los bombarderos disponibles del mando costero, y vados centenares de cazas para misiones de apoyo. El Almirantazgo británico consideraba que para atravesar el estrecho de Dover los alemanes elegirían una noche sin luna, a fin de evitar un ataque masivo en el tramo más estrecho del canal, y aprovechando además la marea alta para reducir al mínimo el peligro de las minas. Por consiguiente, se tomaron las medidas necesarias para que los aviones torpederos británicos —los Swordfish de la Aviación naval y los Beaufort del mando costero— encontrasen los objetivos iluminados por medio de bengalas, y también para que algunas unidades de superficie británica pudieran atacar en el estrecho. Un intento de pasar a pleno día les parecía poco probable. Pero, de momento, la noticia de que los buques alemanes se preparaban para salir resultó una falsa alarma. Sólo el 15 de junio se propuso, precisamente desde Brest, intentar la salida y forzar el paso; pero la idea fue rechazada por el almirante Raeder, quien objetaba que resultaría imposible abrirse un paso lo bastante amplio a través de los campos de minas británicos, que permitiera las maniobras necesarias para eludir los eventuales ataques de los torpedos enemigos.


Hitler ordena la salida 

El 22 de junio. una semana más tarde, Hitler atacaba a Rusia. Y en cuanto lo hizo empezó a temer por su flanco septentrional. Este temor fue aumentando hasta convertirse en una verdadera obsesión; y así, por último, a fines de 1941, dispuso que el nuevo acorazado Tirpirz se situara en Trondheim y que los dos cruceros de batalla regresaran para operar en aguas noruegas. Debido a que las rutas hacia el Norte estaban bloqueadas por el grueso de la Flota británica, no tendrían más remedio que pasar por el canal de la Mancha.

El 12 de junio de 1941 Hitler comunicó su decisión: si los buques permanecían en Brest, estarían expuestos a sufrir nuevos daños y, ya que parecía imposible que pudieran dirigirse al Atlántico, debían regresar inmediatamente a Alemania.

La única alternativa que concedió Hitler fue que los buques podían ser desarmados: pero ante semejante sugerencia, el vicealmirante Otto Ciliax. comandante de los cruceros de batalla, presentó en seguida un plan para pasar el canal. Los buques abandonarían Brest de noche, a fin de ser descubiertos lo más tarde posible, y cruzarían el estrecho de Dover a pleno día, para poder defenderse mejor de los ataques de los torpederos y de los destructores y aprovechar plenamente el fuerte apoyo aéreo que se les otorgaría. Hitler aprobó el plan.

El alte. Ciliax, pasando revista a la tripulación del Scharnhorst

Durante el mes de enero los ingleses mantuvieron una estrecha vigilancia sobre Brest. Los partes del Servicio de Información indicaban que la reparación de los buques estaba casi terminada, y el 25 de enero los tres pudieron ser fotografiados en el puerto, pero fuera ya de sus puntos de amarre. Asimismo, los vuelos de reconocimiento revelaron la presencia en el puerto de Brest de un número cada vez mayor de unidades de apoyo y una concentración de E-Boot en varios puertos del canal. También se tuvo noticia de una inusitada actividad en los aeropuertos de la Francia ocupada. Por lo tanto, los ingleses tuvieron casi la certeza de que los navíos alemanes estaban intentando la salida.

El día 2 de febrero el Almirantazgo británico publicó una valoración acerca de la situación del momento. Esta valoración estaba influida por el convencimiento de que los buques alemanes intentarían el paso por el estrecho en plena oscuridad; esto, como se vio después, era erróneo; mas, en otros aspectos, preveía las líneas generales del plan alemán con bastante precisión. La directiva ejecutoria para la Operación Fuller se publicó al día siguiente, y el Almirantazgo ordenó que las fuerzas que debían llevar a cabo el ataque estuvieran dispuestas. Seis Swordfish de la Aviación naval fueron transferidos a Manston, en Kent, para apoyar a los destructores y a las lanchas torpederas, y luego todos los aviones del mando de bombarderos, excepto algunos Whitley, que no se consideraban adecuados, cargaron sus bombas y recibieron la orden de estar preparados para despegar con un preaviso de dos horas. El mando costero tenía tres escuadrones de Beaufort situados en varios puntos: el 42 se encontraba en Leuchars, en Escocia, dispuesto para Su posible ataque contra el Tirpitz: el 217 tenía la mitad de sus aviones en la isla de Thorney, próxima a Portsmouth, empeñados en operaciones nocturnas sobre el canal de la Mancha, y la otra mitad en St. Eval, en Cornualles, donde también se encontraba, el Escuadrón 86, de nueva formación. Estos escuadrones sumaban unos 35 aparatos; pero sus tripulaciones, por lo general, tenían muy poca experiencia. El 8 de febrero, tras una última información por parte de la Resistencia francesa, de que los buques estaban a punto de zarpar, se efectuó un vuelo de reconocimiento que reveló que el Scharnhorst y el Prinz Eugen estaban en el puerto y que el Gneisenau, en cambio, se hallaba a la salida del mismo. En las fotografías podían verse también cuatro grandes destructores y diversas unidades pequeñas. Era probable que en el curso de las 48 horas siguientes las condiciones atmosféricas en el canal de la Mancha fueran favorables; de modo que, tanto el Almirantazgo como el Ministerio de Aviación, llegaron a la conclusión de que el intento quizá se llevaría a cabo entre el 10 y el 15 de febrero. Entre tanto, la tarea inmediata más importante seguiría siendo la vigilancia de la zona de Brest. 


El plan de fuga alemán

Los alemanes sostenían la teoría de que abandonando Brest al anochecer podrían pasar inadvertidos; pero no tenían en cuenta que los aviones ingleses estaban dotados de radar. Éstos, seguros de poder descubrir la salida de los buques incluso en la oscuridad, suponían que los alemanes eligirían las horas de la noche para cruzar el estrecho. De ello se deduce que tanto los planes de unos como los de los otros, adolecían de un error de base. Los tres navíos efectuaron primero ejercicios sobre el recorrido local: en cuanto a las interferencias para perturbar las estaciones de radar situadas en la costa británica, se habían iniciado a primeros de mes, siguiendo luego a un ritmo creciente a fin de que las interferencias masivas que se proyectaba hacer coincidir con la salida no levantaran sospechas El coronel Adolf Galland, responsable del apoyo aéreo alemán en el transcurso de la operación, disponía de 280 cazas, la mayoría Me-109 y FW-190. y además de unos 30 Me-110. A lo largo de toda la ruta se formó una cobertura constituida por grupos de un mínimo de 16 a un máximo de 32 cazas; si bien este número podía aumentarse considerablemente en el estrecho. La ruta que seguirían los navíos habla sido previamente dragada para eliminar las minas; la formación iría precedida por un dragaminas, mientras boyas y embarcaciones señalizadoras se situarían en las aguas que separan Inglaterra de Holanda para limitar el recorrido. La fecha se fijó para la noche del 11 al 12 de febrero; pero sólo los comandantes y un pequeño número de oficiales del Estado Mayor estaban al corriente de ello. A las 14 horas del día 11 de febrero, el servicio meteorológico alemán señaló que una oleada de aire cálido estaba avanzando hacia las Islas Británicas, lo que suponía nubes bajas y visibilidad escasa en el canal de la Mancha. Todo estaba a punto para empezar lo que los alemanes llamaban Operación Cerbero. 









La primera circunstancia desafortunada 

Aquella tarde, por primera vez en 48 horas, las patrullas de reconocimiento británicas consiguieron tomar algunas fotografías: en ellas podían verse los tres buques en la rada principal, con seis destructores y un grupo de unidades de escolta. Dieciséis Wellington despegaron inmediatamente para bombardeados. La escolta de destructores se había alineado ya a la entrada del puerto y la formación estaba a punto de partir, de modo que la incursión aérea provocó cierto retraso en la salida. Pero los pilotos de los Wellington no lograron dar en el blanco ni una sola vez. El momento elegido para la incursión de los bombarderos fue la primera circunstancia desafortunada en la cadena de desventuras inglesas. El submarino Sealion, que se hallaba vigilando la salida del puerto, permaneció allí hasta las 21,35; pero luego se retiró, convencido su comandante de que era ya demasiado tarde para que los buques pudiesen alcanzar el estrecho, por lo que no se dio cuenta cuando salían del puerto. También el primer aparato Hudson, de la patrulla Stopper, habría podido localizar a los buques si la salida de éstos no se hubieran retrasado tanto. Un segundo Hudson despegó a fin de mantener la continuidad de la vigilancia y, volando a una altura de 600 metros, en plena oscuridad, exploró toda la zona con ayuda del radar. En los últimos diez minutos de reconocimiento pasó a menos de 16 km de distancia de la formación alemana; mas precisamente en aquel momento se estropeó su aparato de radar y no acusó nada. Los buques alemanes, como los geniecillos de los cuentos, escapaban de la botella: la primera línea de vigilancia había sido totalmente burlada. Una vez doblada la península de Brest, los buques debían atravesar la línea vigilada por la segunda patrulla; pero el avión encargado de este segundo reconocimiento también sufrió una avería en su radar y tuvo que regresar a la base. No fue sustituido porque se llegó a la conclusión de que los buques habían zarpado ya y debían encontrarse algo más al sur de la segunda línea de vigilancia, en cuyo caso serían interceptados por la tercera. Pero también el avión situado en esta última zona se vio obligado a regresar a su base a causa de la espesa niebla, y al no mantener la vigilancia hasta el amanecer, como se le había ordenado, no pudo descubrir a los buques alemanes. El almirante Ramsay descansó tranquilo aquella noche, convencido de que se le comunicaría la salida de los navíos germanos. Nadie le había informado acerca de las soluciones de continuidad entre las patrullas británicas. Y entre tanto, la formación naval alemana avanzaba a toda velocidad. Al amanecer se encontraba en Barfleur, al sur de la isla de Wight, y los primeros cazas alemanes empezaron a sobrevolarla: el amirante Ciliax, que iba a bordo del Schamhorst, había conseguido que su plan saliera mucho mejor de lo que esperaba. Él no lo sabía aún, pero las patrullas británicas diurnas no hablan llegado más allá de la desembocadura del Somme, de modo que si los encargados de interceptar los radares británicos efectuaban bien su trabajo, era muy probable que los navíos pudieran pasar inadvertidos durante toda la mañana. Pero ya a las 8,30 del día 12 de febrero, en la sala de operaciones del mando de cazas de Stanmore, empezaron a recibirse noticias de contactos radar de aviones que sobrevolaban el canal, e informes de interferencias debidas a las condiciones atmosféricas; al mismo tiempo las patrullas de cazas comunicaban que existía «cierta actividad por parte de los buques de superficie». Pese a ello, no se ordenó un reconocimiento especial. Pero como el mando costero no había informado acerca de la solución de continuidad en la vigilancia durante la noche, el mando de cazas también omitió transmitir las informaciones acerca de los contactos radar y de las interferencias antirradar. Por ello, a falta de estas informaciones, el almirante Ramsay, el Almirantazgo y el mando costero llegaron a la conclusión de que era imposible que los buques abandonaran el puerto aquel día. En consecuencia, las fuerzas destinadas a la Operación «Fuller» recibieron la notificación de que «había terminado la alarma».


Trescientas millas de ventaja

Así, durante casi 13 horas, la formación alemana siguió avanzando tranquilamente sin ser molestada en absoluto.

Los pilotos que efectuaron el reconocimiento especial informaron a su regreso, haber visto un gran número de corbetas y destructores, así como de E-Boot a lo largo de Le Touquet, en dirección norte, y un buque mayor, con el mástil muy alto y terminado en forma de trípode. Mientras se hacían averiguaciones acerca de las noticias recibidas, aterrizaron otros dos pilotos que regresaban de un vuelo normal de patrulla, en el transcurso del cual habían sobrevolado toda la formación alemana. Estos aviadores no se hablan puesto todavía en contacto por radio con la base, guardando para sí las noticias hasta su regreso; esto es, hasta las 11,09. Entonces la división alemana ya había recorrido más de 300 millas sin ser vista y, tras remontar Beachy Head, estaba entrando en el estrecho de Dover a una velocidad de 30 nudos. Las fuerzas que se encontraban más próximas a los buques alemanes, y por lo tanto las únicas que estaban en condiciones de atacar rápidamente, eran las lanchas torpederas y los aviones Swordfish. El capitán de corbeta Eugene Esmonde, comandante de los citados Swordfish, ya había sido advertido, en vista de la actividad registrada en el canal, de que quizá tuviera que atacar y él se declaró dispuesto a hacerlo a plena luz. De modo que, cuando se confirmó la presencia de los buques alemanes, los seis Swordfish de Eugene Esmonde eran los únicos aviones que podían entrar en combate. A las 11,20 la formación alemana tuvo que reducir su marcha diez nudos para atravesar un campo de minas inglés. Los buques pasaron por un estrecho canal abierto por los dragaminas. Este punto, en donde la velocidad y las posibilidades de maniobra de los navíos eran muy limitadas, habría sido ideal para un ataque coordinado por parte de potentes unidades aéreas y de superficie. Pero la noticia del avistamiento todavía no había llegado a las fuerzas que hubieran podido realizarlo. Veinte minutos más tarde los buques habían atravesado el campo minado y avanzaban otra vez a toda marcha. A las 12,18 horas, aunque todavía no veían a los navíos alemanes, las baterías costeras de Dover abrieron fuego; fueron las primeras unidades británicas que intentaron obligar al enemigo a combatir. Pero su fuego de barrera no tenía suficiente alcance para llegar a los buques adversarios. Sin embargo, esta vez las lanchas torpederas de Dover empezaron a acercarse a la barrera externa formada por los E-Boot, mientras las grises siluetas de los cruceros de batalla se perfilaban ya a través de las cortinas de humo lanzadas por los destructores. 

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Antes de iniciar el ataque, el capitán de corbeta Pumphrey, comandante de las lanchas torpederas, lanzó un mensaje indicando la posición, rumbo y velocidad del enemigo; estos datos fueron transmitidos a las lanchas de Ramsgate y al comandante Eugene Esmonde, quien, a bordo de un Swordfish, esperaba impaciente la escolta de cazas que se le había prometido. Dicha escolta consistía en cinco escuadrones de Spirfire, tres para la escolta directa y dos para at ques diversos; pero Esmonde, advertido de la posibilidad de que llegasen con retraso, decidió salir lo más tarde a las 12,25. Así, pues, a esa hora despegó con su escuadrón y viró en tomo a la base de Manston. Los Swordfish sólo podían alcanzar una velocidad de crucero de 140 km y además tenían poca autonomía, de modo que el menor retraso podía significar que el objetivo ya se encontrase fuera de su radio de acción, A las 12,28 se unió a los Swordfish un escuadrón aislado de 11 Spitfire. Esmonde decidió no esperar más y se puso en ruta a las 12,30 horas, escoltado por un solo escuadrón de Spitfire en lugar de los cinco prometidos. Las lanchas torpederas de Dover confiaban en poder pasar a través de la barrera defensiva externa durante los ataques diversos de los cañoneros y de los cazabombarderos; pero ni el apoyo aéreo ni el de superficie llegaron a tiempo, por lo que las lanchas tuvieron que afrontar de lleno y solas el fuego de toda la escolta. Al final acabaron por romper la formación y atacar por separado. Una tras otra fueron rechazadas y ninguno de sus torpedos dio en el blanco. Mientras las lanchas torpederas se retiraban, los tres primeros Swordfish, que llegaban de popa, iban abriéndose camino a través de la intensa oposición de los cazas. Una vez situados en ruta, estuvieron diez minutos expuestos al ataque de los cazas alemanes, que se lanzaban directamente en picado sobre ellos. Los Swordfish eran muy lentos, y muchos de sus tripulantes fueron heridos. Poco después la patrulla de cabeza localizó claramente al Scharnhorst y logró penetrar a través de la cortina de defensa; pero los tres pilotos habían sido gravemente heridos, por lo que lanzaron sus torpedos como pudieron. Esmonde, su comandante, cayó al mar casi en seguida, y los otros se vieron obligados a amarar pocos minutos después. Ambas tripulaciones —uno de cuyos hombres ya había muerto— fueron recogidas por las lanchas torpederas. Se vio entonces a la segunda escuadrilla de Swordfish atravesar la cortina formada por los EBoot en formación de cuña. Se supone que lanzaron sus torpedos, pero ninguno dio en el blanco. Todos los aparatos fueron abatidos y no hubo supervivientes. Así, de los 18 hombres del escuadrón de Swordfish sólo sobrevivieron cinco. Todos ellos fueron condecorados con medallas al valor militar; los desaparecidos, mencionados en los boletines; y a Esmonde, quien lo mismo que su tripulación habla previsto que para él no habría regreso, se le concedió la Victoria Cross a título póstumo. Eran las 13 horas y la división alemana pasaba por delante de Ramsgate. Las lanchas torpederas, dispersas, no lograron forzar la cortina defensiva externa y pronto quedaron atrás. Y cuando trataron nuevamente de alcanzar a las unidades alemanas, tuvieron averías en las máquinas, lo que, unido al empeoramiento del tiempo, los obligó a volver al puerto. Los navíos germanos, siempre indemnes, se acercaban ahora a otro punto peligroso: el estrecho canal que atraviesa los bancos de arena de Ruytingen, que habla sido minado por los ingleses pero asimismo dragado después por los alemanes. Un ataque coordinado en este punto hubiera podido representar una seria amenaza. Unos 250 aviones del mando de bombarderos estaban alerta a fin de que se hallaran dispuestos a atacar al primer aviso; 100 de ellos hablan efectuado ya la carga de las bombas, todas de tipo perforante; pero como la base del estrato de nubes se hallaba a unos 200 metros, esta altura era demasiado baja para que las bombas pudieran emplearse con eficacia.


Nuevas esperanzas puestas en la RAF

A las 13 horas las tripulaciones de los bombarderos no se habían reunido aún en adecuadas formaciones ni hablan recibido instrucciones concretas. Lo mismo ocurría con la mayor parte de los Beaufort. Los que hablan quedado en St. Eval volaban hacia el Este y los de Lcuchars se estaban abasteciendo de carburante. Por el momento, sólo se podia esperar algo de los Beaufort de Thorney Island. y Joubert decidió emplearlos para hostigar a la división germana, obligándola a retrasar su marcha a fin de poder ser atacada después por formaciones más potentes. Se dispuso, por que a las 13,40 horas sr encontraran con la escolta de los aviones de caza sobre Manston. lo que significaba desencadenar cl ataque aproximadamentc a las 14,15. Desde luego, de haber podido alcanzar el objetivo a aquella hora, o algunos minutos antes, todavía habrían conseguido sorprender a los buques alemanes en el canal de Ruytingen.

Primero se reunieron las tripulaciones de las cuatro Beaufort de Thorney Island, aparatos armados de torpedos; los otros debían seguirles casi inmediatamente.

Como los cuatro Beaufort despegaron a las 0,25. era ya evidente que llegarían a Manston con veinte minutos de retraso. Su mando, dándose cuenta de ello. ordenó’ que no pasaran de Manston y que se reuniesen con la escolta en las proximidades del objetivo; pero olvido que estos Beaufort, para sur misión en Thorney Island, habían sido provistos de apararos de radio sintonizados con especial longitud de onda: por ello los Spitfire recibieron la comunicación y los Beaufort no. Asi, éstos llegaron a Manston e intentaron unirse a otra escuadrilla de Spitfire que en realidad estaba destinada a una misión distinta. Dos Beaufort continuaron la ruta por su cuenta; mas, como era de prever, no lograron encontrar a los navíos alemanes y regresaron a Manston a las 15,35.

Allí se les informo de que cinco Beaufort restantes se hallaban en vuelo hacia el objetivo, pero antes de poder seguirlos tuvieron que abastecerse de combustible.

De haber seguido a la formación naval alemana durante toda la tarde, los ingleses se hubieran enterado de una noticia muy importante para ellos: a las 14,31 el Scharnhorst chocó con una mina. El almirante Ciliax y su Estado Mayor se trasladaron al destructor de cabeza; pero este buque, a su vez. sufrió graves daños a causa de la explosión prematura de una de sus granadas y el almirante alemán decidió transbordar de nuevo a un destructor. Mientras lo hacía fueron alcanzados por la primera oleada de bombarderos de la RAF, que al fin aparecían en escena. El almirante y su jefe de Estado Mayor, sentados sin protección alguna en su lancha, vieron entonces al Srhanrhorst que avanzaba de nuevo a toda velocidad y que pasaba a su lado sin detenerse.

Entretanto,los Beaufort de Thorney Island atacaban al Gneisenau y al Prinz Eugen. Algunos de estos aparatos habían sido tan gravemente dañados durante el vuelo que no pudieron lanzar sus lorpedos: uno fue abatido, los otros lograron pasar lanzando ataques briosos pero sin el menor éxito.

Por su parte, los destructores de Harwich habían dispuesto sus planes, en principio, para un ataque nocturno. Habla pocas esperanzas de éxito si atacaban de día y a escasa distancia, y además, para alcanzar a los buques germanos, tenían que atravesar un campo de minas. La decisión de hacerlo era un acto de innegable valor, pero que perdió toda su importancia cuando más tarde se supo que ya había sido dragado por los alemanes. Los destructores alcanzaron la cortina defensiva externa poco después de las 15.30 El capián Pizey, comandante de la flotilla, eligió el buque que encabezaba la formación, cl Gneisenau. Mientras los otros cuatro lanzaban sus respectivos ataques con independencia unos de otros. Lograron forzar la cortina externa; pero como poco después los cañones pesados del enemigo empezasen a ajustar el tiro, los destructores británicos se vieron obligados a lanzar sus torpedos desde gran distancia.

Sólo el Worcester logró aproximarse hasta 2700 metros, mas fue alcanzado varias veces y se incendió. Ningún torpedo alcanzó su objetivo.

En cuanto a los Beaufort de Leuchars despegaron a las 14,30 y se dirigieron a Manston, donde debían reunirse con los cazas de escolta. Al llegar allí se desarrolló una escena más bien grotesca: un escuadrón de Hudson y algunos Spitfire sobrevolaron el lugar; los Beaufort siguieron las intrucciones recibidas, intentaron entrar en formación detrás de ellos, en tanto que aquellos. Obedeciendo también órdenes. intentaban destacarse para ponerse detrás de los Beaufort. El intento de establecer contacto por radio no dio resultado porque ambos escuadrones operaban con distinta longitud de onda. Por último, las tripulaciones de los Beaufort, exasperadas. emprendieron el vuelo hacia el objetivo por su cuenta. Algunos de los Hudson los siguieron, dirigiéndose también hacia el objetivo.

Los Beaufort se dirigían hacia la costa holandesa con intención de distraer al enemigo y luego. desde alli. caer sobre los buques alemanes. Las condiciones atmosféricas en el mar del Norte, con nubes bajas y bancos de niebla. eran ahora muy favorables para un ataque de los aviones torpederos. Sin embargo, la confusión creada en torno a la formación naval alemana había alcanzado su grado más alto. Toda clase de aviones. alemanes y británicos, aparecían mezclados en la batalla; algunos volaban muy bajos, otros apare cían y desaparecían entre las nubes: era una caótica y desesperante mezcolanza de Dornier, Heinkel, Messersrhmitr, FW190. Junkers 87 y 88, Beaufort, Hudson. Spitfire. Whirlwind. Halifax, Hampdrr, Wellington y Manchester,

Mientras los Beaufort descendían a veinte metros para lanzar sus torpedos, enormes chorros de agua, levantados por las bombas que lanzaban los otros aviones que volaban a mayor altura, se elevaban junto a ellos. Estas tripulaciones, al mando del comandante W. H. Cliff, llevaron a cabo el ataque principal. separándose y apuntando desde ambos lados, contra las unidades que iban en cabeza. Dos de los aparatos retrasaron su ataque y apuntaron sobre el Scharnhorst, que estaba intentando alcanzar al resto de la división. Otros dos descendieron tan cerca del objetivo que ametrallaron el puente de un crucero de batalla; pero lo cierto es que ningún torpedo hizo blanco.

No obstante. la formación naval alemana estaba afrontando un ataque concentrado y fue casi un milagro que ningún buque fuera alcanzado.

Los bombarderos de la RAF atacaron en tres oleadas, mas sin el menor éxito; incluso muchos de ellos no llegaron siquiera a localizar a los buques. Se comprobó que sólo 39 bombarderos lanzaron sus bombas contra los navíos alemanes; pero ninguna dio en el blanco. En el ataque se perdieron 15 aparatos.

Quedaba una última esperanza: los Beaufart de St. Eval. No obstante, cuando estos alcanzaron por fin, la supuesta posición del enemigo, eran ya las 18 horas; oscurecía rápidamente y ningún aparato logró localizar su objetivo. Así, pues, las fuerzas asignadas a la Operación «Fuller» ni siquiera habían conseguido retrasar la velocidad de navegación del adversario. 

Lo cierto es que, al fin, todas las unidades alemanas alcanzaron sus propias aguas. El Scharnhorst, un poco maltrecho, llegó al amanecer del día siguiente. El almirante Ciliax pudo así comunicar a Berlin que la Operación «Cerbero» había terminado felizmente.

Por otra parte, un destino trágico aguardaba a los tres navíos alemanes tras su brillante paso a través del canal de la Mancha. El Prínz Eugen fue torpedeado y puesto fuera de combate diez días después por un submarino británico; dos semanas más tarde, el Gneisenau era alcanzado en Kiel por la RAF. y no pudo volver a hacerse a la mar, y el Scharnhorst, también puesto fuera de combate durante ocho meses, fue hundido más tarde por una formación naval británica en aguas del mar del Norte, en diciembre de 1943.

  • Primera fase: A las 22,45 del día 11 de febrero de 1942, la división naval alemana se sitúa en formación frente a Brest. Escapa a la vigilancia de todas las unidades inglesas que patrullan por aquel lugar y cuando lleva recorridas más de 300 millas es descubierta por la RAE a las 11,09 horas del día 12 de febrero. 
  • Segunda fase: A las 11.20 los buques aminoran la marcha para cruzar la zona minada por los ingleses: pero a las 11,40 reemprenden su avance a toda velocidad. Las baterías de Dover abren fuego a las 12,18: poco después, las lanchas torpederas inglesas inician un ataque, pero se ven obligadas a lanzar sus torpedos en el punto límite de su alcance. 
  • Tercera fase: A las 12,30 horas, después de haber esperado en vano la llegada de la escolta formada por cinco escuadrones de Spithre, el capitán Esmonde emprende el vuelo para lanzar un ataque con sus Swordfish y sólo once Spitfire: los seis Swordfish de Esmonde fueron abatidos y únicamente cinco de sus hombres lograron salvarse. En este momento, los buques alemanes se hallaban ya a la altura de Ramsgate. 
  • Cuarta fase: A las 14,31 horas el Scharnhorst choca con una mina, pero los daños sufridos son mínimos. El almirante alemán Ciliax transborda a un destructor mientras se desencadena sin éxito un ataque de los aviones Beaufort de la base de la Isla de Thorney. El Scharnhorst reanuda su ruta y abandona el estrecho de Dover a toda máquina. 
  • Quinta fase: Los destructores de Harwich descubren, a las 15,30 horas, a las unidades alemanas; pero no se arriesgan a actuar. Poco después llegan los bombarderos de alta cota y los Beaufort de Leuchars (Escocia); se desencadena entonces un combate, pero los buques salen indemnes y prosiguen su marcha. 
  • Sexta fase: Fallan ignominiosamente todos los ataques y todas las acciones aéreas: la formación alemana prosigue su marcha: al anochecer el Scharnhorst y el Gneisenau atraviesan zonas minadas; pero pese a todo consiguen llegar a sus bases. 
El plan, muy audaz y llevado a cabo con gran habilidad, consiguió un éxito espectacular. Como más tarde admitió el periódico inglés Times, "nada más mortificante para el orgullo de su poderío naval en aguas territoriales británicas había ocurrido desde el siglo XVII". Una vez más, Alemania había explotado el factor sorpresa en contra de los Aliados. y. en este caso concreto. procurándoles incluso cierta confusión. El coronel Adolf Galland. responsable de la escolta de cazas alemanes para la operación, puso de relieve la importancia de este factor sorpresa en dicha ocasión: 
"Hitler habla valorado con exactitud la reacción del mando británico. Ante la sorprendente acción de los alemanes, los ingleses demostraron que su capacidad de improvisación era casi nula. Hitler tuvo razón al afirmar que los ingleses no estaban en condiciones de tomar decisiones rápidas. Sólo así puede explicarse el hecho. inconcebible para todos los que participaron en la empresa, de que la formación no fuese atacada hasta el mediodía. cuando ya prácticamente había alcanzado el canal. Esta fue la clave del éxito". 

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Fuente principal: "Así fue la Segunda Guerra Mundial" .Ed. Rizzoli