A fines del año 1000, muchos europeos pensaban que estaba por llegar el "día del juicio final". Temerosos de Dios, verdaderas multitudes de hombres, mujeres y niños respondieron al llamado del papa Urbano II, quien en noviembre de 1095 convocó a los cristianos a liberar Jerusalén.
Al Papa Gregorio VII se tuvo la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
El Papa Urbano II fue quien la puso en práctica. En 1095, la invitación a la lucha contra los turcos arribaría en embajadas francesas e inglesas a las cortes de las naciones europeas medievales más importantes: Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría (Hungría no se unirá a las primeras cruzadas por guardar el luto de 3 años del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría, quien antes de morir habría aceptado participar en la campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano II se sucedió en el penúltimo día del Concilio de Clermont, jueves 27 de noviembre de 1095, proclamó, al grito de “¡Dios lo quiere!”, la denominada Primera Cruzada.
Al grito de “Dios lo quiere” cientos de nobles de pequeño y mediano rango obedecerán el mandato de la Iglesia y se dispondrán a liberar Tierra Santa “a sangre y fuego”, iniciando uno de los periodos más sangrientos y apasionantes de la época medieval: Las Cruzadas
Cuando el Papa, prometió la salvación de todos los que muriesen en combate contra los paganos (mayor parte constituida por los musulmanes) "Salvación para todos los muertos en combate contra los infieles" garantizo un gran ejército, y también eliminó un nuevo brote de guerra o disputas internas que perturbaban la paz en Europa. Otra gran promesa de la Iglesia era que si se convertían en “Soldados de Cristo” y participaban en la expedición sus pecados serían perdonados. Así que numerosos “pecadores” se apuntaron a la expedición. La promesa de la absolución de los pecados tuvo un efecto de “carta blanca”, ya que muchos nobles vieron en ello una oportunidad para cometer todo tipo de excesos sin temer ir al infierno, un temor que era muy importante en una época en que la religión regia todos los aspectos de la vida de un ser humano.
¡Dios lo quiere! |
El proyecto de liberar Palestina y el resto de lugares “Santos” empezó a barajarse tras la derrota del Imperio Bizantino a manos de los Turcos Selyúcidas en la batalla de Manzikert en el 1071. Esta batalla significó la ocupación turca de la península de Anatolia y el corte de la vía terrestre de peregrinación a los Santos Lugares de Palestina, los peregrinos serán atacados, robados y asesinados por los nuevos ocupantes turcos. Estos ataques servirán de pretexto para organizar la Primera Cruzada
La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, dirigida por el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos caballeros franceses. Este grupo formó la llamada Cruzada popular, de los pobres o Cruzada de Pedro el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. En marzo de 1096 los ejércitos del rey Colomán de Hungría (sobrino del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría) repelerían a los caballeros franceses de Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro causando numerosos robos y matanzas en las cercanías de la ciudad de Zimony . Esta primera cruzada, llamada “Popular”, fracasó y la mayoría de sus integrantes fueron masacrados sin poder acercarse a la Tierra Santa.
Mucho más organizada fue la llamada Cruzada de los Príncipes cerca de agosto de 1096, formada por una serie de contingentes armados procedentes principalmente de Francia, Países Bajos y el reino normando de Sicilia.. Sus jefes son Godofredo de Bouillon, duque de Lorena; Roberto II de Flandes; Raimundo de Tolosa, y Bohemundo de Tarento. A esta cruzada se la llamó "de los Príncipes". Cuando llegaron a Bizancio, el emperador Alejo Comneno les agradeció su presencia, pero por las dudas les hizo jurar que las tierras conquistadas a los turcos quedarían dentro de su imperio.
Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos por éste frente a los turcos. Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de sorprendentes victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete meses. Antioquia será un punto de inflexión en la expedición. Durante el largo asedio los ejércitos cruzados librarán durísimas batallas contra los ejércitos turcos que acudían al rescate de la ciudad. Durante este asedio y otros aparecen referencias a los "Tafurs”, un grupo de fanáticos cristianos que se unieron al grupo del príncipe Bohemundo. Estos Tafurs estarían mal armados y serian de costumbres bastantes primitivas, pero se harían famosos por cocinar los cadáveres de los turcos y comérselos. Los Tafurs tenían a la carne de turco como un auténtico manjar…no se sabe si los Tafurs era un grupo de mendigos europeos o si eran cristianos maronitas o armenios, En cualquier caso se hicieron tristemente famosos por sus fechorías y por su canibalismo.
La ciudad no fue devuelta al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí formando el Principado de Antioquía.
Desde Antioquía se dirigieron hacia Jerusalén, ciudad santa para cristianos, judíos y musulmanes, conquistando algunas plazas por el camino y sorteando otras. La ciudad estaba por entonces en disputa entre los Fatimíes de Egipto y los turcos. Pero a los cristianos les daba igual, estaban dispuestos a liberarla la ciudad a cualquier precio. En junio de 1099 sitiaron la capital, que cayó en manos de los cruzados el 15 de julio de 1099. En la conquista, los cruzados realizaron una terrible matanza, que no respetó a judíos ni a musulmanes, mujeres o niños. Al entrar en la ciudad los cristianos cometieron una de las mayores matanzas de la historia, que encendió un eterno odio religioso entre cristianos y musulmanes. Según las crónicas de la época:
”en las calles y plazas de Jerusalén no se veían más que montones de cabezas, manos y pies. Se derramó tanta sangre en la mezquita edificada sobre el templo de Salomón, que los cadáveres flotaban en ella y en muchos lugares la sangre nos llegaba hasta la rodilla. Cuando no hubo más musulmanes que matar, los jefes del ejército se dirigieron en procesión a la Iglesia del Santo Sepulcro para la ceremonia de acción de gracias”.
Cerca de 40.000 personas fueron brutalmente asesinadas de mil formas diferentes, en una auténtica orgía de sangre y destrucción. Todo en nombre de un Dios y una fe.
Con esta conquista finalizó la Primera Cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus países de origen. El resto se quedó para consolidar los territorios recién conquistados. Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de Bouillón, que tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se crearon además los condados de Edesa y Trípoli.
Tras morir Godofredo en 1100, su hermano Balduino abandonó el condado de Edesa y fue nombrado como primer rey cruzado de Jerusalén. La actuación de los cruzados dejó conmocionado al mundo musulmán, nunca antes se había visto ese nivel de barbarie, salvajismo y destrucción. Los cruzados habían matado y torturado a miles de personas, hombres, mujeres y niños solo por le hecho de ser de otra religión. Este actuar engendró un enorme odio entre ambas religiones, y creo unas heridas que aún hoy en día no se han cerrado. Tampoco los judíos se libraron de la crueldad cristiana, Emich de Leisinger, poderoso noble alemán, que formo parte de los ejércitos cruzados, se tatuó una cruz roja en el pecho con las palabras “venguemos la muerte de Cristo”, y se dedicó a asesinar y a robar a cientos de judíos. Un hombre del que se cuenta que asaba niños y llevaba un abrigo del que colgaban los testículos de sus enemigos. Todo un precedente del racismo alemán hacia el pueblo judío que acabara en el holocausto nazi. Muerte, torturas, violaciones, saqueos…..todo ello en nombre de la fe y ocasionado por la “Carta Blanca” que era para esta gente saber que por mucho mal que hicieran tenían el cielo asegurado, ya que la Iglesia Católica había prometido la absolución de todos sus pecados. Nos guste o no, la Iglesia Católica es la responsable directa de todas estas matanzas y del odio entre religiones. El fanatismo y las ansias de poder cegaron a toda la cristiandad.
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