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miércoles, 12 de agosto de 2015

12 de agosto de 2000 - el submarino ruso "Kursk" se hunde con sus 118 tripulantes en el Mar de Barents

El K-141 "Kursk" fue un submarino nuclear ruso botado en 1994 y orgullo de la Armada rusa. El día del hundimiento se encontraba realizando unas maniobras en las aguas del Ártico junto con otros buques cuando, según la versión oficial, se produjeron dos explosiones con un intervalo de dos minutos y 15 segundo que provocaron temperaturas, según los expertos, de 8.000 grados. Estas detonaciones llevaron a la nave a hundirse a más de 100 metros de profundidad y en ese momento se perdieron las comunicaciones por radio.

El Gobierno ruso trató de ocultar inicialmente la catástrofe y en un primer momento rechazó la ayuda internacional para rescatar el submarino que le ofreció Estados Unidos, Gran Bretaña y Noruega. La prensa rusa criticó duramente a Putin por no interrumpir sus vacaciones en la isla de Sochi, donde se reunió con su familia el mismo día en que se produjo el accidente. Las diferentes versiones iban desde el choque con otro submarino extranjero hasta la explosión en la cámara de torpedos, explicación que el Kremlin hizo oficial en 2001.

Tras varios días, las autoridades rusas confirmaron que los plazos de supervivencia se habían agotado aunque se mantuvo desde el principio que todos los tripulantes habían muerto prácticamente en el momento del accidente. El 21 de agosto, nueve días después del hundimiento, se consiguió acceder al submarino en una operación televisada a todo el mundo y certificar la muerte de sus 118 ocupantes. El rescate de la nave se inició casi un año después del accidente y el Kursk fue izado en octubre de 2001. Hasta ese momento sólo 12 cuerpos habían sido recuperados, el resto había permanecido 423 días sumergidos a 108 metros de profundidad. Se demostró entonces que hubo supervivientes al accidente ya que se encontraron varias notas que habían dejado los marineros tras refugiarse en las partes estancas traseras después de las explosiones.

Sólo unos días después de que se hundiera el submarino más moderno y con una de las mejores tripulaciones del mundo, numerosos rumores y especulaciones comenzaron a surgir sobre las causas del accidente. Tanto la prensa occidental como la prensa rusa hacen referencia a la pérdida del submarino nuclear y cuestionan una vez más los resultados de la investigación oficial de la Fiscalía General, en la que no se halló culpable alguno. 

el "Kursk"
De modo que, ¿cuáles son los hechos indiscutidos? El 10 de agosto de 2000, el submarino Kursk de propulsión nuclear salió a efectuar un recorrido de entrenamiento con la Flota del Norte. Durante la mañana del 12 de agosto, lanzó un misil de crucero Granit de fogueo a la flota, que estaba liderada por el portaaviones Almirante Kuznetsov y el buque insignia, el crucero nuclear Petr Veliky (Pedro el Grande). Unas horas después, el submarino debía acabar con su supuesto adversario mediante torpedos de fogueo. 

Sin embargo, a la hora fijada, en lugar del movimiento de un torpedo, el operador del sensor acústico del Petr Veliky registró una explosión, después de la cual la nave experimentó una fuerte sacudida. Tras escuchar el informe sobre la explosión, el comandante del Petr Veliky, el coronel Vladimir Kasatonov, no consideró que el hecho fuera importante. El comandante de la Flota del Norte, Vyacheslav Popov, que también viajaba a bordo del crucero, preguntó qué había ocurrido. La respuesta que obtuvo fue: “Se encendió la antena del radar”.

En realidad, la turbulencia que se sintió en el crucero provenía de las explosiones del Kursk, que se encontraba a 40 kilómetros del Petr Veliky.

¿Cuáles son las versiones de lo sucedido? La versión oficial se basa en los resultados de la investigación de la Fiscalía General. 

Según esta versión, un torpedo de entrenamiento que ya se encontraba dentro del tubo de lanzamiento de torpedos y estaba preparado para su lanzamiento, habría explotado. A consecuencia de la explosión, cuya potencia era equivalente a la de 300 kilogramos de dinamita, toda la tripulación del primer compartimento del submarino murió. La tapa de registro del lanzador de torpedos y su cola viajaron a una velocidad de entre 600 y 800 metros por segundo, destruyendo todo a su paso. Los torpedos restantes estallaron 136 segundos después. Luego, la tripulación de los compartimentos delanteros del submarino murió debido a la onda expansiva de la explosión y a la entrada de agua del exterior. Se debe tener en cuenta que de haberse producido una explosión similar en el aire, el cielo habría quedado cubierto por una nube de humo de por lo menos el tamaño de una cancha de fútbol. En este caso, la onda expansiva de la explosión entró en el submarino como un pistón, lo que rompió la sólida mampara como si fuera de papel.

Inicialmente, se abrió un caso penal de acuerdo con el artículo sobre violación de las reglas de navegación, hecho que habría causado la colisión y pérdida de la nave. Sin embargo, hacia finales de agosto resultó evidente que el navío ruso más cercano se encontraba a 40 kilómetros de distancia del Kursk. Otras 18 versiones persistieron, incluida una en la que se sostenía que se había lanzado un torpedo desde una embarcación extranjera o que se había producido una colisión con una embarcación extranjera; otra en la que se aseguraba que una mina inactiva desde la Segunda Guerra Mundial había explotado, y una de las versiones más recientes, que sostenía que había habido una situación de emergencia a bordo, aunque nadie la tomó en serio.

La versión más potente era la estadounidense. La respaldaba el hecho de que unas semanas antes, el Kursk había regresado de efectuar operativos militares en el Mar Mediterráneo. En ese momento, la OTAN desarrollaba la campaña de bombardeo contra Serbia. El Kursk no sólo logró cruzar el Estrecho de Gibraltar inadvertido dos veces –literalmente cargado de equipos antisubmarinos –, sino que además logró monitorear la flota transportadora estadounidense en el momento en que se encontraba justo debajo de su portaaviones. Tras estos sucesos, un grupo de comandantes navales estadounidenses fueron despedidos. Ellos sostienen que el Kursk y el Comandante Lyachin estuvieron a punto de convertirse en enemigos personales de la Armada de Estados Unidos. Por ello, era lógico concluir que se trataba de una venganza contra los rusos.

¿Cómo respondieron los investigadores de la Fiscalía General? Cuando se trasladaron los cuerpos a la superficie, algunas partes de la primera sección del submarino también fueron transportadas, entre ellas, algunas toneladas de restos del submarino, en los que no se encontraron piezas de embarcación, torpedo o material explosivo extranjero alguno. La versión de la colisión persistió: el submarino estadounidense Memphis, que claramente había sufrido daños, apareció en Noruega el 18 de agosto: “[Es comparable con] una colisión entre un Zaporozhets (auto pequeño de fabricación rusa) y un Kamaz (camión)”, comentó el diseñador del Kursk, Igor Baranov. El tonelaje del submarino en cuestión era dos veces mayor que el del submarino estadounidense, con lo cual, de haberse producido una colisión, el Memphis no habría sufrido daños: se habría desmoronado por completo. Además, la estructura del Kursk había sido diseñada para soportar una pequeña explosión nuclear, por lo que, desde luego, podía también resistir el lanzamiento de un torpedo común y corriente.

Después de que el submarino fuera llevado a la superficie, todos pudieron ver el contundente agujero ubicado cerca de la cuarta sección. Esto llevó a la conclusión de que ese era el lugar en el que habría impactado el torpedo. Después de las inspecciones, se reveló que no se había producido un impacto externo en la estructura, y que el agujero había sido el resultado de una gran explosión que había provocado que el casco de presión se plegara como un acordeón. Debido a esta deformación, las embarcaciones de rescate enviadas desde Rudnitsky no pudieron adherirse al registro de emergencia del noveno sector, y quedaron flotando en el agua entre el mar abierto y la cabina.

En cuanto a la versión de que los tripulantes sobrevivientes del sector noveno vivieron varios días y podrían haber sido rescatados, los investigadores y peritos forenses dieron una respuesta definitiva: esto no habría sido posible.

Tras la explosión, 23 personas sobrevivieron en la popa de la nave, comandados por el capitán teniente Dmitry Kolesnikov. Junto con los demás supervivientes, tomó una decisión: continuar en el noveno compartimento, ya que éste no había perdido su simetría, y esperar a que acudieran en su ayuda. “Parece que no tenemos grandes posibilidades. Un 10 o 20%”, escribió Dmitry Kolesnikov en la oscuridad. La última entrada escrita data del 12 de agosto, a las 15:15, es decir, cuatro horas después de la explosión. ¿Por qué no lograron salir? Los investigadores sostienen que lo más probable es que no tuvieran suficiente tiempo. Otro hecho trágico también tuvo lugar en el noveno compartimento: la placa de regeneración, que convierte el dióxido de carbono en oxígeno, explotó al entrar en contacto con el agua. Esto ocurrió en las manos de Kolesnikov, que murió en el acto. Según los peritos forenses, los demás oficiales murieron segundos más tarde intoxicados por la inhalación de monóxido de carbono.

El caso penal incluía otras cuestiones cuya adulteración resultaba imposible. Por ejemplo, ¿por qué la boya de emergencia no subió a la superficie y por qué no se rescató al Kursk inmediatamente? Lo que ocurrió fue que el dispositivo de activación de la boya, ubicado en una de las columnas internas del submarino, se encontraba inactivo porque nunca había sido instalado. La mayoría de los investigadores pusieron todas sus esperanzas en las bitácoras y los registros a bordo. Las bitácoras pudieron hallarse, aunque ninguna de ellas hacía mención alguna sobre el accidente. También se halló un dañado grabador Snegir: la denominada caja negra del Kursk. Los peritos lograron lo imposible: pudieron reconstruir la cinta, que había permanecido un año bajo el agua a una profundidad de 100 metros.

La última grabación consistía en un informe acerca de disparos exitosos efectuados con los Granit. Más adelante, el carrete de la cinta contenía grabaciones de música y sonidos de orcas que se habían transmitido en el sistema de comunicación interna en lugar de tener (como debía ser) grabaciones de todas las órdenes que se daban a bordo. Se identificaron muchas otras pequeñas y grandes violaciones aunque, según los investigadores, ninguna de ellas guardaba relación alguna con la catástrofe ni habían tenido efecto alguno sobre ella. Por este motivo, nadie culpó a la tripulación.

Entonces, ¿cuál fue el motivo de las muertes, si ni los estadounidenses ni la tripulación fueron los responsables? La razón fue la explosión de un torpedo de práctica de 650 milímetros o, para ser más precisos, de un tanque oxidante. ¿Por qué están tan seguros los investigadores de que esto fue lo que ocurrió? Porque se encontraron los fragmentos de la parte trasera de este nefasto torpedo y el tanque oxidante roto, en el que ocurrió la explosión inicial. Durante el transcurso de varios meses, el Instituto Forense del Servicio Federal de Seguridad (FSB) llevó a cabo pruebas de explosión. Se lanzó un torpedo similar desde grandes alturas hacia losas de hormigón, con fuego por debajo. Se colocaron varios kilos de explosivos debajo del tanque oxidante. Los resultados fueron los mismos: no se produjo ninguna explosión. Los peritos concluyeron que el tanque no podría haber sido afectado desde el exterior, dado que la explosión sólo pudo ocurrir en el interior.

Así las cosas, ni los investigadores ni los peritos pudieron responder el principal interrogante: qué causó la explosión. Las presunciones efectuadas estaban relacionadas con el factor humano: el Kursk nunca utilizó el torpedo desde el momento en que se sumergió. Sin embargo, cuesta imaginar que la tripulación no haya controlado el caprichoso torpedo y que haya olvidado utilizar peróxido de hidrógeno, especialmente teniendo en cuenta que había una pequeña división de tripulantes de submarinos insignia a bordo que conocía al torpedo como la palma de su mano. Quizá haya sido un defecto de fabricación. Tal vez, algo salió mal durante las maniobras de carga del lanzador de torpedos. El misterio del 12 de agosto de 2000 continuará sin respuestas en el fondo del Mar de Barents. 


Información desclasificada

Cuando la investigación todavía estaba en curso, se hizo pública cierta información sobre tres situaciones de emergencia que experimentaron tripulantes que participaban en la operación para trasladar a los oficiales y al submarino de vuelta a la superficie.

Hoy, se pueden revelar las tragedias que por poco tuvieron lugar en las profundidades del mar. No muchos saben esto, pero durante la misión de rescate, tanto en las tareas de izado del submarino fuera del agua como en las inspecciones en el muelle Roslyakov, la estropeada nave casi se lleva las vidas de muchas más personas.

La primera vez que sucedió fue cuando los buzos trabajaban en el caso del Kursk. Cuando comenzó la operación para traer los cuerpos a la superficie y resultó evidente que los buzos no cabían en el registro del noveno compartimento, se tomó la decisión de cortar un agujero de acceso en el octavo sector a través del cual podría entrar el bote. La primera persona que descendió al Kursk fue el comandante del destacamento expedicionario 328º de las Fuerzas Navales, Héroe de Rusia, Andrey Zvyagnitsev. Durante el procedimiento de corte bajo el agua, una pequeña burbuja de oxígeno estalló repentinamente. Aparentemente, si bien no se trata de un episodio grave, esta pequeña explosión fue suficiente para dañar la cápsula respiratoria del casco de buceo. De inmediato comenzó a entrar agua de mar en el casco, a una profundidad de 100 metros y a una temperatura de aproximadamente 4 grados centígrados. Cuando el agua le llegó al nivel de los ojos, Zvyagintsev logró nadar hasta la campana de buceo. Cinco minutos más tarde, tras reparar la cápsula, el buzo regresó al Kursk. Los colegas extranjeros a bordo del bote de rescate estaban alucinados.
Restos del submarino

Las tareas de limpieza de los restos de los compartimentos casi acaba en tragedia. Nadie podía imaginarse que después de una explosión tan grande aún había partes de torpedos sin detonar en el Kursk. Un especialista en bombas del Servicio Federal de Seguridad observaba, casualmente, cómo los investigadores limpiaban el camino delante de ellos y empujaban con sus pies algunos restos del submarino que se veían como si fueran de espuma. Se dio cuenta rápidamente de que eran explosivos. Los trabajos se detuvieron de inmediato. Efectivamente, se encontraron varias docenas de kilos de explosivos. Al día siguiente, se halló una cabeza de 250 kilos con un juego de ignición. Los investigadores se salvaron porque no estaba cargada.


Monumento a los caídos en el Kursk, en Murmansk

Una carta

La nota, encontrada en un bolsillo del teniente de navío Dmitry Kolesnikov, fue divulgada por el comandante de la marina rusa, tras el rescate de cuatro cadáveres del submarino.
“13.15. Todos los tripulantes de los compartimientos sexto, séptimo y octavo se trasladaron al noveno. Aquí nos encontramos 23 personas. Tomamos esta decisión como resultado de la avería. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie.”

Poco más de media hora más tarde, Kolesnikov aún pudo redactar otro apunte en la carta: 
“13.5… (no se aprecia claramente la última cifra de los minutos). Escribo a ciegas…


Esta dramática carta reveló que al menos 23 tripulantes sobrevivieron algunas horas a su naufragio, y murieron de frío o por asfixia mientras esperaban en vano la llegada de auxilio exterior. Kolesnikov se había casado apenas 15 días antes de la tragedia que conmocionó a Rusia y al mundo durante dos semanas de angustiosos intentos de rescate de posibles sobrevivientes.


Su viuda, Olga Kolesnikova, al acudir a Severomorsk, donde se encuentra la morgue a la que habían sido transportados los cuerpos, dijo: 
“Vengo para ver una vez más a quien amo y poder leer la carta”, “Tenía el presentimiento de que él no había muerto rápidamente, lo que me causaba un tremendo dolor, y ahora con la existencia de esta carta el dolor se confirma”

La nota que escribió el teniente Dmitry Kolesnikov en la oscuridad del Kursk no fue el único mensaje que redactó antes de morir. Su mujer, Olga, contó que poco antes de abordar el submarino le escribió un poema que dice: 
“Cuando llegue la hora de morir, pese a que intento no pensar en ello, querría haber tenido tiempo para decirte Querida, te amo”.



Fuentes
http://es.rbth.com/
http://historiaybiografias.com/
http://internacional.elpais.com/

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