Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi, se encontraba reunido la cervecería de Munich para conmemorar un nuevo aniversario del frustrado Putsch (el primer intento de Adolf Hitler de tomar el poder) con miembros de la dirigencia nazi cuando le llegó la noticia de la muerte de Ernst von Rath, diplomático miembro del partido nazi. Dos días antes, Von Rath había sido atacado a tiros por Herschel Grynszspan, un joven judío alemán refugiado que quería vengar la expulsión de su familia de Alemania junto con otros 15.000 judíos polacos ante la indiferencia del mundo. Goebbels aprovechó la ocasión para pronunciar un vehemente discurso antisemita ante los fieles miembros del partido nazi en Munich.
Una hipótesis que se considera muy probable, es que el médico personal de Hitler, quien asumió el tratamiento del diplomático después del atentado, dejó morir a Von Rath por orden superior para tener un mártir que invocar. Para la cúpula nazi, la muerte de Von Rath sería la excusa ideal para acelerar la soñada exclusión de la comunidad judía, considerada culpable de los problemas económicos. Para ello se habían preparado fervientemente: a lo largo del verano anterior se realizaron trabajos de ampliación en los campos de concentración de Buchenwald, Sachsenhausen y Dachau -donde hasta entonces sólo se habían recibido presos políticos- y se dio la orden de confeccionar miles de uniformes con estrellas de David como insignia.
Después del discurso, los funcionarios nazis les ordenan a las tropas de asalto (SA) y a otras formaciones del partido que ataquen a los judíos y destruyan sus hogares, sus comercios y sus centros de culto. La violencia contra los judíos comenzó en la noche del 9 de noviembre de 1938 y duró hasta las horas de la mañana del 10 de noviembre y se conoce como "Kristallnacht": la "Noche de los Cristales Rotos". Varias docenas de judíos pierden la vida y decenas de miles son arrestados y enviados a campos de concentración.
Los pogroms se conocieron como “Kristallnacht”, la "Noche de los cristales rotos", por los cristales destrozados de los escaparates de las tiendas que llenaron las calles.
La mañana posterior a los pogroms, 30.000 judíos alemanes fueron arrestados por el "delito" de ser judíos y fueron enviados a campos de concentración, donde cientos de ellos murieron. Algunas mujeres judías también fueron arrestadas y llevadas a cárceles locales.
Tras los incidentes, el gobierno nazi impuso una multa de mil millones de marcos a la comunidad judía de Alemania. Los judíos también fueron obligados a limpiar y reparar los desperfectos y se les prohibió cobrar los seguros por los daños. En su lugar, el gobierno confiscó los pagos de las aseguradoras.
Se prohibió que los negocios propiedad de judíos reabrieran a menos que fueran administrados por no judíos. A los judíos se les impusieron toques de queda, que limitaban las horas del día en que podían salir de sus casas. Después de la Noche de los Cristales Rotos, la vida fue todavía más difícil para los niños y adolescentes judíos alemanes y austríacos. Los menores, que ya tenían prohibido entrar a museos, parques públicos y piscinas de natación, ahora eran expulsados de las escuelas públicas. Los jóvenes judíos, al igual que sus padres, fueron totalmente segregados en Alemania.
El antisemitismo del régimen hitleriano no se puede entender sin tener en cuenta la influencia en el nazismo del darwinismo social. Siguiendo los postulados de esta teoría, los nazis consideraban que la historia de la humanidad está marcada por la lucha por la supervivencia entre las razas superiores y las inferiores. El ideario nacionalsocialista sostenía que los judíos constituían una raza inferior que se caracterizaba por la pereza y el amor al dinero y al placer. Por tanto, la misión de la raza aria era exterminar al pueblo judío, que quería corromper a la nación alemana con ideologías nocivas y débiles como la democracia o el pacifismo.
Así pues, durante los primeros años del Tercer Reich, los nazis adoptaron unas medidas legislativas con el fin de limitar los derechos civiles de los judíos. La primera norma anti judía fue la Ley del restablecimiento del funcionariado de carrera, que prohibía a los judíos trabajar en la administración pública. No obstante fueron las Leyes de Nuremberg de septiembre de 1935 las que hicieron de los judíos ciudadanos de segundo orden. Según estipulaba esta legislación, se prohibía todo tipo de unión entre alemanes y judíos, ya fuera por matrimonio o relación sexual. Además se prohibía a los judíos ejercer su profesión o tener un negocio dentro del territorio alemán.
Mediante estas leyes, los nazis llevaron a cabo una discriminación y persecución sistemática, que culminaría con la Noche de los Cristales Rotos. Este trágico acontecimiento marcó el inicio del Holocausto judío, en el sentido de que supuso un punto de inflexión en la política del régimen, que a partir de entonces aplicaría a la perfección algunos de los postulados de Friedrich Nietzche de su libro Voluntad de poder: "el individuo alemán tiene que aprender a tomarse la causa propia lo bastante en serio como para no ahorrar vidas humanas".
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