"El 2001 será un gran año para todos. ¡Qué lindo es dar buenas noticias!"
Presidente Fernando De la Rúa, mensaje de fin de año de 2000
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Miles de personas participaron de la masiva protesta que pobló las calles de Argentina durante el 19 y 20 de diciembre de 2001. Durante esos días hubo un descontento generalizado hacia la clase política, se produjeron saqueos a pequeños y grandes supermercados, una gran movilización popular y, como respuesta, una feroz represión policial.
¿Cómo surgió? Es imposible definir porqué tal día a tal hora se producen los levantamientos populares más hondos. La carga del año detonó esa noche. Claro está, mucho tuvo que ver el hartazgo aquilatado cuando, tras las protestas que se sucedieron en provincia de Buenos Aires y otras regiones a lo largo del día, el discurso del entonces presidente Fernando de la Rúa ratificó la orientación y, para colmo, dispuso estado de sitio. Pero eso, y muchos datos más, no alcanzan para explicar la confluencia colectiva en una actividad multitudinaria.
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La debilidad política del gobierno, elaborada por su propia tracción al continuar un programa económico sin consenso alguno, quedó a la luz cuando, en lugar de amedrentarse por la disposición castrense, la población salió a las calles a hacer sonar ollas y bombos. La autoridad del Estado estaba corroída y ninguna amenaza, por fuerte que resultara y, como se comprobó después, ninguna represión, por salvaje que fuera su implementación, lograría detener la determinación popular de ser la realidad y combatir a los que se oponían a ella.
La mayor parte de los participantes de dichas protestas fueron autoconvocados, que no respondían a partidos políticos o movimientos sociales concretos. Su lema popular fue: “¡Que se vayan todos!”. En los hechos murieron 39 personas por las fuerzas policiales y de seguridad, incluyendo 9 menores de 18 años.
Al quedar la Argentina sin recursos genuinos debido a la privatización de empresas públicas rentables, al seguir abonándose un adeudo externo injusto, ilegal y usurario; y al profundizarse un esquema impositivo regresivo mientras caía el consumo, se depreciaban los salarios y aumentaba la desocupación, las secuelas comenzaron a percibirse en toda su dimensión.
Los últimos meses del 2001, antes del estallido, mostraron un clima social insoportable. La bancarización fue una de las gotas que rebasaron el vaso pues al negar la posibilidad de insertar circulante se aniquiló en diez días toda la economía informal que el mismo modelo había generado por la desocupación. Al mismo tiempo, tocó a sectores medios altos que habitualmente se consideraban fuera del problema y se encontraron molestos por no poder recurrir a sus fondos depositados en los bancos.
Ese clima sumió en una grave depresión al pueblo argentino y potenció en amplios sectores los deseos de alejarse de un país alocado y en permanente caída, así como las patologías psicológicas en todas las capas sociales. El 18 de diciembre estalla una violenta ola de saqueos a supermercados y violentas protestas.
El Gobierno declara el estado de sitio. Al día siguiente, el Ministro de Economía Domingo Cavallo presenta la dimisión junto con la del resto del gabinete. Cuando la noche era más oscura, cuando parecía -a comienzos de diciembre-que el aletargamiento iba a deteriorar definitivamente las perspectivas de lucha, una bronca profunda y tremenda empezaba a emerger. El 19 de diciembre hubo importantes saqueos a supermercados y otra clase de tiendas en distintos puntos del conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Esa noche el presidente De la Rúa decretó el estado de sitio, y posteriormente en la ciudad de Buenos Aires salieron miles de personas a la calle a protestar contra la política económica del Gobierno que había establecido un límite a la extracción en efectivo del sueldo con el objeto de bancarizar la economía y mantener recursos dentro del sistema financiero (que había padecido una importante corrida en las últimas semanas). Muchas protestas se llevaban a cabo golpeando cacerolas, por lo que se las denominó “Cacerolazos”.
Pero ¿qué pasó el 20? Los dos días están concatenados, no sólo por una cuestión cronológica sino también por el trasfondo político social de los protagonistas. Cuando en Plaza de Mayo y Congreso el gobierno apostó a la represión brutal, las familias de las clases populares porteñas salvaguardaron a sus chicos, muchos abuelos ocuparon la segunda fila con el sabor del deber cumplido y personas de 17 a 45 años aproximadamente se lanzaron a una guerra de piedras ciudadana que se constituyó en la pesadilla que derivó en la caída de De la Rúa, quien para entonces no contaba con la confianza del poder, tras un ineficaz intento de lograr un Gobierno de coalición con los peronistas. Pocas horas antes, los dos sectores de la Confederación General del Trabajo habían convocado una huelga general por tiempo indeterminado hasta lograr su renuncia.
Surgieron líderes de esquina, que conocían todos los recovecos de San Telmo y Monserrat, quienes dieron una de las batallas más heroicas y sagaces de nuestra historia, frente a una policía ensañada, feroz y dispuesta a combinar, por orden de la cartera del Interior, balas de goma con balas de plomo, gases con agua y palos con navajas. La muchachada se fue agrupando en núcleos de 30 a 50 personas en Bolívar, Defensa, Balcarce; golpeaba y se retiraba para entrar por otra arteria. La policía corría a los manifestantes dejando huecos que permitían los continuos avances y retrocesos por Avenida de Mayo.
Así, se logró convertir en territorio de combate, por momentos enteramente liberado, el tramo que va desde la avenida 9 de Julio hasta Paseo Colón: los policías huían, sus patrulleros y sus motos eran destruidos por decenas de personas que aparecían en cada bocacalle y la lluvia de piedras resultaba una cobertura incesante que evitaba tanto el avance uniformado como la dispersión de los ciudadanos rebeldes.
De ese modo, con la combinación del consenso amplio del día 19 y la enérgica réplica del 20, cayó el gobierno de De la Rúa y Cavallo y empezó a horadarse definitivamente un modelo económico social y cultural que parecía inamovible.
Ningún policía, ningún funcionario, ningún empresario murió durante las jornadas del 19 y el 20 de diciembre. Todos los muertos los puso el pueblo. Muchos jóvenes; una gran parte de ellos, partícipes de tareas sociales en sus zonas. Esos muertos, los heridos, los presos, y los miles de manifestantes, fueron los protagonistas reales de los sucesos.
Argentina comenzó el mes de diciembre con Fernando de la Rúa como presidente. Doce días después, está al frente del gobierno Eduardo Duhalde, quien había sido derrotado por el anterior mandatario en los comicios presidenciales de 1999; Entre De la Rúa y Duhalde hubo tres presidentes más, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Camaño. Aquí, la cronología de unos días inolvidables para los argentinos, que podríamos llamar "los días de los cinco presidentes":
- Diciembre 20: Apenas cumplidos dos años de su mandato, Fernando de la Rúa levanta el estado de sitio como última acción de su mandato. Renuncia y abandona el palacio presidencial en helicóptero, en medio de una ola de protesta social que dejó 39 muertos y más de 100 heridos.
- Diciembre 21: El Congreso nombra como presidente provisional al titular del Senado, el peronista Ramón Puerta.
- Diciembre 23: Jura como presidente interino Adolfo Rodríguez Saá. En su primer mensaje al país, anuncia la suspensión en los pagos de la deuda pública externa y dice que no devaluará el peso ni dolarizará por completo la economía.
- Diciembre 29: Se repiten los incidentes en las calles de Buenos Aires, donde miles de personas se manifiestan en su mayoría pacíficamente frente a la Casa Rosada. Algunos grupos de jóvenes entran al parlamento y queman parte del mobiliario.Las protestas continúan en la madrugada dejando un saldo de más de 30 detenidos y 12 policías heridos.
- Diciembre 30: El presidente convoca una cumbre de gobernadores de su partido en su residencia veraniega de Chapadmalal, al sur de Buenos Aires, donde esperaba obtener consenso para relanzar su mandato.Al encuentro no concurren varios gobernadores clave. Entre los ausentes se encuentran el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, y el de Santa Fe, Carlos Reutemann. "Bueno muchachos, ahora consíganse a un De la Rúa porque yo no soy un forro de ustedes", dice Rodríguez Saá al presidente del Senado, Ramón Puerta, según la prensa argentina. Rodríguez Saá viaja en el avión presidencial a San Luis y, el que una semana antes había anunciado "Voy a poner a la Argentina en orden y vamos a crear un millón de empleos" durante su discurso de asunción como Presidente el día 23, desde allí da la noticia de su renuncia, en un mensaje a la nación transmitido por cadena nacional de radio y TV. Antes de anunciar su renuncia, acusa a De la Sota de "mezquindad" por no darle apoyo para su gestión.
- Diciembre 31: El presidente del Senado, Ramón Puerta, también presenta su dimisión, con lo que queda vacante la jefatura de Estado que debía asumir en sustitución de Rodríguez Saá. La renuncia de Puerta obliga al presidente de la Cámara de Diputados, el peronista Eduardo Camaño, a asumir interinamente la jefatura de Estado. Quedó como presidente de la Nación el 31 de diciembre, hasta la mañana siguiente. Armó un gabinete para unas horas y pasó la noche de Año Nuevo en la casa de gobierno.
- Enero 1: Eduardo Duhalde, el senador peronista que fue derrotado por De la Rúa en los comicios presidenciales de 1999, es elegido por amplia mayoría para terminar el mandato del ex presidente radical, en diciembre de 2003. "La Argentina está quebrada. La Argentina está fundida. Este modelo en su agonía arrasó con todo. La propia esencia de este modelo perverso terminó con la convertibilidad y arrojó a la indigencia a 2 millones de compatriotas", Duhalde, 2 de enero de 2002
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