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viernes, 31 de julio de 2015

31 de julio de 1826 - Acusado de no creer en los dogmas católicos, fue condenado a muerte por hereje y ahorcado Cayetano Ripoll en Valencia (España).

Cayetano Antonio Ripoll (Solsona, 1778 - Valencia, 1826) fue maestro de escuela en Valencia. Ripoll había luchado contra los franceses en la Guerra de la Independencia como oficial de infantería; fue hecho prisionero y llevado a Francia en 1810. Allí se relacionó con un grupo de cuáqueros que le acogieron y se convirtió al deísmo. Al volver a España en 1814 consiguió un puesto de maestro en una escuela de Ruzafa.


Según consta en el informe que el arzobispo de Valencia envió al nuncio, Ripoll se había "establecido con el encargo de maestro de escuela en la parroquia de Ruzafa, extramuros de la ciudad [de Valencia], partida del Perú o Ensilvestre", que era una zona de huerta que hoy, integrada en la ciudad de Valencia, se conoce con el nombre de La Punta. 

Fue detenido en octubre de 1824, acusado de cuatro graves delitos: 
  • sustituir en las oraciones de clase la expresión “Ave María” por “alabado sea Dios”, 
  • no acudir a misa ni llevar a sus alumnos, 
  • no salir a la puerta para saludar el paso de la procesión y 
  • comer carne el viernes santo.
Por ello, estuvo encarcelado durante dos años en una antigua cárcel inquisitorial de la ciudad de Valencia, en los que recibió la visita de un teólogo con la intención de “hacerle recapacitar y rectificar en su alma las verdaderas ideas de nuestra santa religión, para restituirla a la creencia católica" según el informe del presidente de la Junta de Fe de la diócesis de Valencia, Miguel Toranzo, antiguo inquisidor. Hasta el momento de la condena, más de dos años después, nunca se le comunicaron las razones de su arresto, no se le permitió hablar ni se le concedió un defensor. 

El ensayista y político Alfred Bosch, autor de la novela histórica "Inquisitio", que novela aquel infausto episodio, destaca la firmeza del acusado. 
«Él fue tan íntegro de mantenerse en sus trece hasta el final. Le ofrecieron varias veces que abjurase, que renunciase a sus creencias. Lo habrían mandado a un retiro espiritual o al exilio, pero habría conservado la piel. Él se negó en todo momento: dijo que sus creencias eran ésas y que había de ser fiel a lo que pensaba. Y al final lo mataron por contumaz»
La firmeza ética de Ripoll topó con la firmeza cruel de la nueva Inquisición restaurada en Valencia. El 20 de marzo de 1826, el Tribunal de la Fe emitió la sentencia: 
«Que sea relajado [Entregado] don Cayetano Ripoll como hereje formal y contumaz a la justicia ordinaria, para que sea juzgado según las leyes que haya lugar, cuyo parecer ha sido confirmado por el excelentísmo e ilustrísimo señor arzobispo». 
La Sala del Crimen de la Audiencia confirmó la sentencia y lo condenó a la pena de horca y a la de ser quemado como hereje pertinaz.

En el informe que el arzobispo de Valencia envió al nuncio decía que Ripoll 
fue denunciado por vecinos de la zona, analfabetos en su mayoría, [que] no entendían por qué no seguía los rituales tradicionales del catolicismo, a pesar de la bondad, el desprendimiento y el amor a sus semejantes de que siempre hizo gala, según los testimonios recogidos por algunos de sus coetáneos.
No creía en Jesucristo, en el misterio de la Trinidad, en el de la Encarnación del Hijo de Dios, en el de la Sagrada Eucaristía, ni en la Virginidad de María Santísima, ni en los Santos Evangelios ni en la infalibilidad de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana; no cumplía el precepto pascual, impedía a los niños dijesen 'Ave María Purísima' y que hiciesen la señal de la cruz, que no era necesario oír misa para salvarse y retraía a los mismos a dar la debida adoración al Señor Sacramentado, cuando era llevado en procesión
Acusado de no creer en los dogmas católicos, fue condenado a muerte por hereje en Valencia y ahorcado el 31 de julio de 1826. Se ha afirmado que fue la última víctima de la Inquisición española, sin embargo no fue condenado por el Santo Oficio porque en 1826 no existía ya que no había sido restablecido por Fernando VII tras el fin del Trienio Liberal, sino que fue sentenciado por la Junta de Fe de la diócesis de Valencia que había sido creada por el arzobispo Simón López para que ejerciera las funciones del extinguido tribunal. Aunque quien realmente le condenó fueron las Juntas de Fe, “los herederos de la Inquisición”, como explica Alfred Bosch, fueron “las mismas personas y con los mismos medios”

La Junta de Fe, también llamada en ocasiones Tribunal de la Fe, fue un tribunal eclesiástico católico diocesano creado por algunos obispos españoles durante la segunda restauración absolutista en España (1823-1833) con el propósito de sustituir a la Inquisición española que no fue restablecida por el rey Fernando VII tras la recuperación de sus poderes absolutos en 1823, gracias a la intervención del ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis enviado por la Santa Alianza y que puso fin al Trienio Liberal (1820-1823), durante el que estuvo vigente la Constitución de 1812,. Las Juntas de Fe pudieron funcionar gracias a la complicidad de las autoridades civiles locales pues no tenían ningún respaldo legal e intentaron asemejarse en lo posible a la Inquisición. La primera Junta de Fe y la más activa fue la de la diócesis de Valencia, que se haría tristemente célebre en Europa por haber condenado a muerte a Cayetano Ripoll, el último ejecutado en España por el llamado delito de herejía.

Por otro lado, la burocracia hizo retrasar su condena pues su partida de bautismo estaba extraviada y sin ella no se podría considerar cristiano y por lo tanto, tampoco hereje. Al final, apareció y ese documento se convirtió en el certificado de muerte de Ripoll.

La Audiencia de Valencia, a pesar de no contar con la autorización del rey, dictó y ejecutó la sentencia el 31 de julio de 1826. Fue ahorcado y, por orden del tribunal, el cadáver fue metido en una cuba, pintada con unas llamas. La cuba fue llevada al río y el cuerpo fue "enterrado en el lugar destinado a tales reos [condenados por herejía], fuera del cementerio", tal como relató el presidente de la Junta de Fe. "Ripoll fue «entregado a las llamas», al infierno, como en otro tiempo se hacía con los herejes contumaces"

Cuando España ya tenía fábricas y Estados Unidos llevaba 39 años con su actual Constitución fue ahorcado en la Plaça del Mercat de Valencia bajo la acusación de «hereje» y «deísta». Es decir: que creía en la existencia de Dios como creador pero no reconocía que interviniera en los asuntos humanos ni acataba los dogmas y ritos de ninguna Iglesia.

El proceso y ejecución de Cayetano Ripoll causó un gran escándalo en toda Europa, aunque en España quedó casi oculto debido a la censura de prensa. Fue el último ejecutado en España por el llamado delito de herejía, mientras que la última persona condenada a muerte por la Inquisición fue una mujer, María de los Dolores López, que en 1781 fue estrangulada a garrote vil en Sevilla y su cadáver arrojado a la hoguera.

En el cadalso, sus últimas palabras fueron: «Muero reconciliado con Dios y con los hombres». El arzobispo de Valencia y creador de la Junta de la Fe, Simón López García, afirmó: «Dios quiera que sirva de escarmiento para unos y de lección para otros». Sí que sirvió de escarmiento: debido a la indignación suscitada, éste fue el último auto de fe. El escándalo internacional que originó aquel ajusticiamiento extemporáneo provocó que ocho años después fueran abolidas las Juntas de la Fe de España 


Fuentes:
http://www.muyhistoria.es
http://www.levante-emv.com
https://es.wikipedia.org
http://www.lamarea.com/


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