Translate

viernes, 9 de octubre de 2015

9 de octubre de 2007 - Es condenado a perpetuidad en La Plata, Argentina, el sacerdote católico y ex capellán de la policía Christian von Wernich por delitos de lesa humanidad

Christian Von Wernich, el ex capellán de la temible Policía Bonaerense que comandó el general Ramón Camps, fue sentenciado el 9 de octubre de 2007 a reclusión perpetua por “crímenes de lesa humanidad” durante la última dictadura militar en la Argentina.


Así lo dictaminó el Tribunal Oral 1 de La Plata presidido por el juez Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Isaurralde, quienes encontraron al religioso culpable de todos los delitos por los cuales se lo juzgaba, incluyendo siete homicidios, 31 casos de torturas y 42 privaciones ilegales de la libertad.

Von Wernich es el primer sacerdote de la Iglesia Católica condenado en un juicio oral y público por crímenes de lesa humanidad. La Iglesia Católica publicó esa noche un comunicado en el que manifestó su conmoción por la participación de un cura en delitos de lesa humanidad. 

El ex capellán cumple su condena en el penal de Marcos Paz, ubicado en la provincia de Buenos Aires. La sentencia fue emitida por los mismos jueces que condenaron a reclusión perpetua al ex Director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz. El principal testigo de aquel proceso judicial, Jorge Julio López, permanece desaparecido desde el año 2006, cuando finalizó su declaración en el recinto donde fue celebrado el fallo contra el cura.

Tras conocerse el veredicto, decenas de manifestantes de distintas organizaciones de Derechos Humanos que aguardaban fuera del recinto estallaron en gritos y aplausos de euforia con la que celebraron el fallo. Durante la lectura, Von Wernich mantuvo la calma y sólo intercambió algunas palabras con sus abogados defensores. El cura fue ingresado al recinto esposado y antes de ubicarse en su silla le liberaron las manos. 


Apenas una hora antes de la lectura, todos los funcionarios y empleados del edificio del tribunal tuvieron que ser desalojados por una amenaza de bomba anónima recibida en la línea 911 y que resultó falsa.

Von Wernich fue juzgado durante más de tres meses y con la presencia de un centenar de testigos. Al ex capellán se le imputó la coautoría en los homicidios calificados de Domingo Moncalvillo, María del Carmen Morettini, Cecilia Idiart, María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Liliana Galarza y Nilda Salomone, secuestrados y asesinados durante la dictadura. 

Durante el juicio, algunos testigos remarcaron que el ex capellán instaba a los detenidos a que dieran información a sus torturadores “en beneficio de dios y de la patria” y para mejorar su condición de alojamiento, como relataron Julio César y Carlos Enrique Miralles, quienes fueron secuestrados en 1977 por fuerzas represivas de la dictadura.

Las querellas y la fiscalía habían pedido, con distintos matices jurídicos, la prisión y reclusión perpetua del primer sacerdote de la iglesia católica juzgado oral y públicamente por delitos de lesa humanidad. En casi tres horas de alegato, la fiscalía general, que encabezan Carlos Dulau Dumm y Felix Crous, pidió la pena de reclusión perpetua para Von Wernich.

El ex capellán y mano derecha del general Camps intentó autoexculparse al asegurar que “en 2000 años de historia, ningún sacerdote de la Iglesia Católica Apostólica Romana violó los sacramentos”. Al ejercer su derecho a pronunciar unas últimas palabras antes del veredicto, el sacerdote hizo una suerte de sermón litúrgico con citas bíblicas e instó a ganar “la paz con reconciliación en la verdad”. También cuestionó a los sobrevivientes que atestiguaron contra él durante el juicio, asegurando que “el testigo falso es el demonio porque en él está la malicia, no está la verdad, está preñado de malicia concibiendo la maldad”.


Cuando el religioso tomó la palabra, grupos de organismos de derechos humanos intentaron abandonar la sala, pero vieron frustrada la intención cuando les fue advertido que si hacían eso no iban a poder regresar para la lectura del veredicto. 

Poco antes, la defensa del ex capellán leyó su alegato y pidió su absolución por considerar que no se habían probado “las manifestaciones para arribar a un veredicto condenatorio”.

El abogado defensor Juan Martín Cerolini, al fundamentar este pedido: 
“Son más las dudas que han quedado planteadas que las certezas a las que pueda arribar este tribunal”. 
La defensa había afirmado que el juicio contra el sacerdote “viola el principio de igualdad ante la ley, como los juicios de Nüremberg” y que el cura fue acusado en base a "testimonios livianos”. 

Cerolini entendió que este tipo de juicios 
"está orientado a preferir acusados de relieve que puedan dar relavancia periodística a la investigación, independientemente del grado de participación que hayan tenido o no en algún tipo de delito". 
El defensor dedicó una parte de su alegato a sugerir que un fallo contra Von Wernich podía estar condicionado o implicar prejuzgamiento por el hecho de que "el Presidente (Néstor Kirchner) haya exigido una condena ejemplificadora". Y agregó en un tramo de su alegato, cuando rechazó las imputaciones contra Von Wernich por el caso del secuestro y torturas sufridas por Jacobo Timerman, y por la desaparición de los jóvenes conocidos como el "grupo de los siete", detenidos en la Brigada de Investigaciones de La Plata; 
“El señor Presidente mantuvo cercanía indisimulable con las víctimas de la represión estatal pero nunca expresó cercanía o preocupación por aquellos deudos o sobreviviventes de ataques terroristas. Muchos testigos echaron a perder todo lo que sabían con todo lo que creían saber",
Christian Von Wernich está preso, condenado por delitos realmente atroces. El cura revoloteó los calabozos de tortura, participó activamente en el crimen organizado de la dictadura y les llevó a los militares argentinos aquello que los alemanes llevaban inscrito en sus hebillas: Gott mit uns (Dios está con nosotros). Que un religioso cayera en estos pecados indescriptibles no alcanza, por lo visto, para hacerle perder su patente de cura ni su derecho canónico a dar misa.

Cuando Francisco era Bergoglio, poco hizo por romper los pactos del silencio que encubrieron la complicidad eclesiástica con la tortura y desaparición de personas durante la Dictadura Cívico Militar (1976-1983) más conocida como “Proceso de Reorganización Nacional”. Ni siquiera le revocó el privilegio a dar misa a Christian Von Wernich, condenado por crímenes de lesa humanidad en 34 secuestros y 37 casos de tortura, siete homicidios calificados, todos cometidos en ejercicio de su sacerdocio. Bergoglio/Francisco, nunca le quitó la protección, y aún hoy presta servicios sacerdotales en el penal de Marcos Paz (provincia de Buenos Aires) comulgando a otros genocidas condenados.


El autocalificado “sacerdote y preso político”, el R.P. Christian von Wernich sostiene su inocencia. Puede consultarse su blog escrito desde la cárcel en la que se compara con Jesucristo vendido por Judas, condenado por la turba. La última anotación del blog corresponde a mayo de 2010. No hay nada luego de esa fecha. 

En una carta al periodista Horacio Palma escribió: 
Cristo fue injustamente condenado por un “tribunal popular” que gritaban pidiendo la libertad de un ladrón, Barrabás, y que un inocente, Cristo, sea condenado a muerte.
Lo mismo pasó con mi condena, pues las turbas pedían mi Cabeza y para complacerlos los “Tribunales” no se lavaron las manos como Pilatos sino que violaron toda ley escrita e interpretaron como ley el odio, la venganza y la corrupción “vendiendo”, como Judas, mi condena a un precio muy alto: negando la Verdad y aceptando falsos testimonios dentro del “circo romano” que fue el pseudo juicio que tuve.
Cristo lleva la pesada Cruz en la que entregará Su vida, en Su hombro, la abraza con Sus dos manos sabiendo que aceptaba la injusta condena a muerte del “tribunal popular” mirando al cielo, ofreciendo Su vida por la reconciliación de los hombres con Dios y entre los hombres para la salvación eterna.
También yo llevo la Cruz de mi falsa condena apoyada sobre mi hombro y la abrazo con mis dos manos pues sé que ella, la Cruz, me hace digno de Cristo pues así Él lo dijo: “ El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su Cruz y me siga”

Revista "Cabildo"

Para su director, Antonio Caponnetto, Von Wernich “como tantos otros bajo esta tiranía, se encuentra preso injustísimamente”. Entre otras razones, por la “animadversión personal del juez Rozanski”, al que le dedica un párrafo violento: 

Está claro que no es un detalle menor la filiación judía del verdugo, pero mientras el mundo se saldría de su eje si un juez católico condenara arbitrariamente a un hebreo, el caso inverso no inmuta absolutamente a nadie. Empezando por los obispos. (ver reproducción del artículo).

Caponnetto es un viejo militante del fascismo católico –la variante franquista curialesca y puritana– especializado en anunciar puntualmente el apocalipsis político y la disolución nacional. Como vivimos bajo un “despotismo marxista”, no extraña que el poder persiga a un cura. Su texto sirve para ver la visión que comparte con Von Wernich: “hebreos” persecutorios con apoyos de “déspotas marxistas”. ¿Y cómo puede ser que nadie se dé cuenta de esto? Es que tanto “los pastores como el laicado católico”,   fueron sometidos “al inicuo lavado de cerebro de la clerigalla progresista que todo lo invade”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario