Ese día, un joven Orson Welles ponía el mundo patas arriba al provocar el pánico entre miles de personas, convencidas de que Estados Unidos estaba siendo invadida por un ejército de alienígenas.
Alrededor de las ocho de la tarde, el Estudio Uno de la Columbia Broadcasting en Nueva York se convertía en el escenario donde Welles iba a interpretar, acompañado de la compañía teatral Mercury que el mismo dirigía, la novela del escritor británico H.G. Wells, «La guerra de los mundos».
Tan solo unos meses después de que la popular emisora CBS le ofreciera llevar a cabo un programa semanal basado en la dramatización de obras literarias, Welles lograba dejar los 59 minutos de radio más famosos de la historia. En un contexto marcado por la Gran Depresión, el locutor norteamericano pensó que tal adaptación contada en forma de noticiario de última hora calaría en el seno de la audiencia. Y vaya si lo hizo.
A pesar de que «la Columbia Broadcasting System (C.B.S.) y sus estaciones asociadas» habían presentando al inicio del programa tanto a Orson Welles como al Mercury Theatre en la adaptación de «La guerra de los mundos» de H. G. Wells, muchos radioyentes sintonizaron más tarde la emisión o, simplemente, no prestaron la suficiente atención a una simple introducción de lo que parecía un programa cualquiera.
Así, en plena víspera de Halloween, tan solo tuvo que prender la mecha con un comienzo espeluznante: «Señoras y señores, interrumpimos nuestro programa de baile para comunicarles una noticia de último minuto procedente de la agencia Intercontinental Radio. El profesor Farrel del Observatorio de Mount Jennings de Chicago reporta que se ha observado en el planeta Marte algunas explosiones que se dirigen a la Tierra con enorme rapidez... Continuaremos informando».
Tras el primer corte y para darle aún mayor veracidad a la noticia, Welles retomaba la supuesta emisión de una orquesta desde el Hotel Meridian Plaza para volver a parar a medida que la ficticia invasión extraterrestre se iba desarrollando, «damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte...»
Las interrupciones eran cada vez más frecuentes y con un mayor tono de alarmismo, como prueba la secuencia del personaje Carl Philips desde Grovers Mill, en el Estado de Nueva Jersey, donde supuestamente se estaba sucediendo el aterrizaje:
"Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea..."
Los datos de audiencia estiman que cerca de 12 millones de personas escucharon la transmisión y otras tantas cayeron presa del pánico abandonando sus casas y colapsando carreteras, estaciones o comisarías de policía. Los teléfonos de emergencia echaron humo durante varias horas recibiendo multitud de mensajes que decían haber visto a los extraterrestres. El polémico acontecimiento, que terminaba con la «muerte» del propio Orson Welles a causa de los gases que emanaban los invasores, pudo ser el fin de su fulgurante carrera, pero visto en perspectiva, aquello, en realidad, no fue más que el inicio de su leyenda.
La creatividad e imaginación del también creador de «Ciudadano Kane» quedaron patentes a través de las ondas. Pero sobre todo, la radio demostró su capacidad de llegar a miles de oyentes, y la extrema facilidad con la que se podían distribuir noticias falsas. La radio demostró su extraordinario poder de comunicación
Antes de terminar de narrar su guión, Orson Welles se vio obligado por la propia CBS a intercalar un mensaje tranquilizador a los oyentes, justo cuarenta minutos después de haber comenzado a contar su historia. Y es que el programa radiofónico provocó la histeria del público, ya que miles de ciudadanos colapsaron las comisarías de llamadas telefónicas.
Hoy día podría resultar impensable concebir que un fenómeno tan extraordinario como el que aconteció ese día pudiera volver a suceder. Sin embargo, aunque la narración nunca ocurrió, el aniversario de La Guerra de los Mundos nos obliga a mirar al pasado para entender la gran capacidad de los medios de comunicación. Nada de aquello fue verdad, pero muchos años más tarde, vale la pena recordar uno de los momentos periodísticos más célebres de la historia. Salvando las distancias, La Guerra de los Mundos podría compararse con la distribución de noticias falsas que ocurren en ocasiones en nuestros tiempos y, aunque mucha gente quiera culpar a Internet y las redes sociales de estos sucesos, La Guerra de los Mundos nos demuestra que estos hechos también ocurrieron en el pasado.
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