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lunes, 28 de diciembre de 2015

28 de diciembre de 1997 - Egipto prohíbe la ablación de clítoris

"No habrá más ablaciones en este país", proclamaba el 28 de diciembre de 1997 el ministro egipcio de Sanidad, Ismail Salam. Un lacónico anuncio mediante el cual el Gobierno egipcio decide abolir una práctica tan antigua como difundida en el África musulmana: la extirpación del clítoris en las niñas púberes e imponer tres años de cárcel para quienes practicaran la mutilación genital femenina (MGF), pero esta decisión puso en pie de guerra a los sectores radicales del islam, los que se han propuesto crear a orillas del Nilo una república divina idéntica a la de Irán. El jeque Youssef Al-Badri, una de las más figuras más recalcitrantes del integrismo egipcio, declaraba:
"La ablación es un rito de purificación arraigado en la esencia del islam. Ni con balas ni con bandos militares el Gobierno inducirá a nuestras mujeres a pecar. La ablación seguirá pues vigente, así le pese a los herejes".
Pocas horas antes, el portavoz del Consejo de Estado emitía un comunicado por radio y televisión, anunciando que la ablación sería considerada a partir de ese momento como un delito cualquiera. No importaba si la niña se sometía voluntariamente a dicha intervención, con el consentimiento de sus padres. Los transgresores serían castigados con penas de hasta tres años de cárcel.

Igualmente ilícita se consideraba la práctica de la circuncisión femenina en los hospitales, donde al menos si existen condiciones de higiene. Condiciones muy diferentes a las que imperan en las aldeas del Alto Egipto o en la península del Sinaí, donde una cuchilla de afeitar o incluso un limpiaparabrisas afilado sirven para seccionar el clítoris.

El nuevo decreto fijaba como única excepción los casos en que la ablación obedeciera a una necesidad médica. En tal circunstancia, la paciente debería presentar el correspondiente certificado. La ley antiablación abrió un nuevo capítulo en el agrio pleito que mantienen el Estado laico y un sector del clero en torno al clítoris de las mujeres egipcias. A principios de 1996 el Ministerio de Sanidad ya había promulgado una ley similar prohibiendo la ablación. Pero los defensores de esta práctica no dieron su brazo a torcer.

El antes mencionado Youssef Al-Badri apeló a la Corte Administrativa del Cairo, alegando que el Gobierno había incurrido en un abuso de su poder. El alegato de Youssef Al-Badri se sostenía en argumentos tales como que "las mujeres con el órgano intacto contraen fácilmente el sida". O que "si el clítoris no es seccionado a tiempo, puede llegar a adquirir las dimensiones de un pene".

Al-Badri emprendió acciones legales contra el Gobierno cuando desterró tales operaciones y presentó una demanda contra el ministro de Sanidad, Ibrahim Salam, acusándole de haber promulgado una ley «antimusulmana».

Al oír el veredicto de los magistrados, el ex parlamentario integrista no cabía en sí de contento. «Me postraré ante Alá para agradecer que haya iluminado a los jueces, que han dictado en favor de los principios del islam», exclamó Badri. Muchos de los varones que poblaban la antesala del Juzgado rompieron en aplausos y el jeque fue sacado en andas.

«La pérfida ley del ministro Salam ha sido abolida. El islam se ha salvado de un desastre», gritaban. Para las organizaciones pro-derechos humanos, lo verdaderamente desastroso es que el tribunal se haya inmiscuido en el pleito que sostienen los grupos «antiablación» con aquellos médicos cuya subsistencia depende de «mutilar a las mujeres como si fueran ganado».

«Ha sido un duro golpe, pero nuestra campaña contra la barbarie continuará», decía Maha Atía, activista de la organización egipcia de los Derechos Humanos. Muhamad Sayed Tantawi, director de Al Azhar, la institución académica más prestigiosa del mundo islámico, ha condenado repetidamente la ablación, considerándola una costumbre pagana, aunque gran parte de la población, la consideran como una prueba de virtud. Las ablaciones no responden a ningún precepto del Corán, sino que refleja un cúmulo de creencias y de supersticiones, sin embargo para el jeque y ex parlamentario integrista Youssef Al-Badri la ablación es profiláctica, "pues las mujeres con sus órganos intactos contraen fácilmente el sida".

El diagnóstico del jeque ignora que en la Península del Sinaí, por ejemplo, un limpiaparabrisas afilado puede hacer las veces de bisturí, dejando irreparables secuelas físicas y psicológicas en la mujer.

La Corte Administrativa aceptó entonces los argumentos de El Badri, suprimiendo el decreto antiablación del Gobierno. El antirecurso presentado en diciembre de 1997 por el ministro de Sanidad devolvió las cosas a su punto de origen.

"Es un gran día para las mujeres egipcias", comentaba Maha Atía, activista de la organización egipcia pro-Derechos Humanos. "El asunto es si el Gobierno dispone de los medios y de la determinación suficiente como para extirpar de nuestra sociedad estas oscuras lacras". 

La ablación es una práctica de gran arraigo en Egipto. Según un estudio realizado en 1995 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 95% de las mujeres rurales de Egipto se han sometido a este rito. En el Cairo el porcentaje de mujeres operadas desciende al 91% y en la ciudad costera de Alejandría a un 88%.

En todo el mundo -según datos de UNICEF y la OMS- entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres han padecido este tipo de mutilación". La mayoría de las niñas son víctimas de la práctica entre la infancia y los 14 años. Cada año son centenares las niñas que mueren como consecuencia de esta práctica.


La mujer que ha sufrido la ablación queda algunas veces incapacitada para mantener relaciones sexuales, así como para dar a luz, por el estrechamiento que se produce en la vagina. Además, la operación puede causar grandes dolores y puede llevar a hemorragias prolongadas, infecciones, infertilidad e incluso la muerte, según advierte Unicef en su página web. Sin embargo, los islamistas lograron que Egipto vuelva a legalizar la ablación. Un tribunal de El Cairo anuló el decreto que prohibía esta práctica en hospitales públicos. 

En algunas aldeas del Alto Nilo, especialmente en la comarca de Aswán, dicha costumbre abarca al 97% de la población femenina. En El Cairo, el porcentaje desciende al 67%, y en Alejandría a menos del 60%, una reducción que los expertos de la OMS atribuyen al nivel de educación en las ciudades.

Tahani El Galabi, una abogada de El Cairo, definió en una entrevista con el diario Al Ahram, publicada en marzo de 1995, la ablación como "una horrible mutilación genital" que junto con las palizas que los hombres tienen derecho a propinarle a sus esposas, la poligamia y la imposición del uso del velo, constituyen un atropello a los derechos de la mujer.

El Corán, el libro sagrado del islam, no hace mención alguna a la circuncisión de la mujer. La ablación del clítoris, por tanto, no es un precepto religioso ni un dogma de fe para los musulmanes.

Hay quienes aseguran que el profeta Mahoma bendijo en su día esta práctica. Y sostienen que la tradición oral ha transmitido su mensaje de generación en generación durante los últimos 14 siglos. Sin embargo, según los estudiosos, tampoco hay ninguna base histórica, ni documental, ni ninguna interpretación convincente que permita pensar que Mahoma apoyara la ablación del clítoris.


Según un informe publicado por UNICEF aproximadamente 30 millones de niñas corren actualmente el riesgo de ser sometidas a una ablación genital. El informe ha sido elaborado a partir de los datos de los últimos 20 años accesibles en los 29 países donde esta práctica es más frecuente, concentrados en África y Oriente Medio. 

La ablación genital es una práctica que ya han sufrido más de 125 millones de mujeres en 29 países. Según porcentajes, algunos de los países donde esta práctica es más frecuente es en Somalia (98%), Guinea (96%) o Egipto (96%). En términos absolutos Egipto, con 27,7 millones y Etiopía, con 23 tienen el dudoso honor de liderar esta clasificación.


La mayoría de las niñas son mutiladas antes de los 15 años, y el lugar donde se práctica la ablación es en su propia casa. Se suele utilizar la navaja y a un 25% no se les administra ningún tipo de anestesia.

Finalmente, en junio de 2007, El Gobierno de Egipto prohibió definitivamente la ablación del clítoris. La directora del Consejo Nacional de la Infancia, Muchira Jatab, explicó que la decisión fue tomada en una reunión conjunta a la que asistió junto a los ministros de Salud, de Educación y de Información, autoridades del Sindicato de Médicos y líderes religiosos musulmanes y cristianos.

El ministerio de Salud publicó un decreto que prohíbe la ablación y anuncia que penalizará a "médicos, enfermeras y otras personas" que participen en estas intervenciones.

Contrariamente a lo que sucede en otros países africanos, donde la extirpación del clítoris la llevan a cabo barberos o curanderos, en Egipto es practicada en el 77 por ciento de los casos por personal médico y paramédico, según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). 

Esta práctica se justificaba gracias a una laguna legal, pues la ablación estaba hasta ahora permitida "en caso de necesidad médica", lo que en la práctica significaba que se hacía con toda impunidad.

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