Por lo general, asociamos el nombre de la NASA a la exploración espacial y a misiones tripuladas o no, al espacio. Aunque, en efecto, esa es su actividad principal, lo cierto es que las investigaciones y desarrollos de la agencia norteamericana van mucho más allá. Todos sus trabajos son fascinantes y de una manera u otra, repercuten en nuestras vidas.
A lo largo de su historia la NASA ha impulsado algunos programas espaciales con un alto valor estratégico. El Programas Mercury tenía la finalidad de estudiar la posibilidad de que el hombre habitara otros planetas. El Programa Géminis fue el preámbulo del Programa Apolo, el proyecto de enviar un hombre a la Luna (que culminó satisfactoriamente en 1969). El Programa Apolo tuvo varias misiones, las cuales se orientaron a investigaciones sobre temas muy diversos: sobre fuentes de energía, sismología, campos magnéticos, tormentas solares, meteorología, etc. El conjunto de las investigaciones se tradujo en avances en campos diferentes, especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones, la computación y la ingeniería.
El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzaba al espacio el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia, una esfera de 58 cm de diámetro, y con 183 libras de peso, que recorrió la órbita alrededor de la Tierra en 98 minutos.
La noticia corrió como la pólvora por EE UU y por todo el mundo. El insistente 'bip-bip' que emitía el satélite hizo que la Bolsa de Wall Street bajara, que el New York Times afirmara que el país se encontraba en una "carrera por la supervivencia" y que el científico norteamericano George P. Rice llegara a escribir que, a menos que hubiera un cambio de actitud evidente, era "razonable esperar que no más tarde de 1975 los Estados Unidos sean parte de la URSS", según cita Ricardo Artola en su libro "La Carrera espacial".
El Sputnik tomó a los estadounidenses por sorpresa y provocó miedo de que los soviéticos tuvieran la capacidad de enviar misiles con armas nucleares desde Europa hasta Estados Unidos. Los EEUU, por su parte, siempre habían estado al frente de los avances tecnológicos y ante la posibilidad de perder su posición ventajosa, inmediatamente comenzaron a desarrollar una respuesta, marcando el inicio de la carrera entre ambas naciones por conquistar el espacio.
Por su parte, la URSS comprendía el poder propagandístico internacional de sus logros espaciales. Tanto es así que, desoyendo a los técnicos, el presidente soviético, Kruschev, adelantó el tercer Sputnik al 15 de mayo de 1958, poco antes de las elecciones legislativas italianas. Según parece, esperaba impresionar a los electores y así apoyar al partido comunista más importante de Europa occidental. El satélite fracasó en su misión pero el PC de Italia fue la segunda fuerza más votada. El Sputnik fue el pistoletazo de salida para una loca carrera que ocuparía los doce años siguientes. Los soviéticos demostraron que eran los más espabilados de la clase: por poco o por mucho, lograban casi todos los hitos espaciales antes que sus rivales americanos. La URSS mandó al primer ser vivo al espacio (la perrita Laika), al primer hombre (Yuri Gagarin) y a la primera mujer (Valentina Tereshkova), y realizó el primer paseo espacial.
Tan vital era esta competición que los dos países no repararon en utilizar para sus proyectos espaciales a dos genios de historiales poco 'limpios' para sus gobiernos: los americanos no habrían llegado a la Luna sin el trabajo de Wernher von Braun, el alemán que diseñó las V-2 que bombardearon Londres durante la Segunda Guerra Mundial y que 'acogieron' tras el conflicto, y los soviéticos deben gran parte de sus éxitos a Sergei Pavlovich Korolev, torturado por "subversión en el campo de la tecnología" en 1939 y preso en el Gulag hasta 1945.
Dwight Eisenhower |
El 29 de julio de 1958, el presidente Dwight Eisenhower fundó la Administración Aeronáutica y Espacial Nacional (NASA) con una orientación de marcado carácter civil, en lugar de militar, fomentando las aplicaciones pacíficas de la ciencia espacial. El 29 de julio de 1958 se aprobó la National Aeronautics and Space Act (Ley Nacional de Aeronáutica y del Espacio), desestabilizando así el antecesor de la NASA, el Comité Consultivo Nacional para la Aeronáutica (NACA). El 1 de octubre de ese año comenzó a funcionar la nueva agencia como respuesta de los americanos al inicio de la carrera espacial de los soviéticos. De esta manera, ambos países protagonizaron durante las siguientes décadas la denominada carrera especial (space race) en el contexto de la guerra fría.
En diciembre del mismo año, los estadounidenses trataron de poner en órbita el satélite Vanguard, pero este explotó durante su despegue.
El 31 de enero de 1958 los americanos tuvieron mejor suerte con el Explorer I, que orbitó la Tierra exitosamente. En julio de ese año, se establece oficialmente la NASA, para lograr el objetivo de ganar la carrera por la conquista del cosmos.
Desde entonces, la mayoría de los esfuerzos de exploración espacial de Estados Unidos han sido dirigidos por la NASA, incluyendo las misiones Apolo de aterrizaje en la Luna, la estación espacial Skylab, y más tarde el transbordador espacial. Actualmente, la NASA está apoyando la Estación Espacial Internacional, explorando Marte con robots y está supervisando el desarrollo del vehículo multiuso de tripulación Orión, el sistema de lanzamiento espacial y vehículos Commercial Crew Development (tripulados comerciales). La agencia también es responsable del Programa de Servicios de Lanzamiento (LSP), que presta servicios de supervisión de las operaciones de lanzamiento y la gestión de la cuenta regresiva para lanzamientos no tripulados de la NASA. También ha lanzado muchos satélites orbitales que han sido fundamentales tanto para la navegación como para predecir el clima y desarrollar las comunicaciones globales.
En mayo de 1961 el presidente John F. Kennedy lanzó el reto de llegar a la Luna antes de que terminara la década, algo que se logró el 20 de julio de 1969, con la llegada del astronauta Neil Armstrong junto a Buzz Aldrin a la superficie lunar, a bordo de Apolo XI. La NASA continuó desarrollando programas de investigación y jugó un importante papel en la construcción de la Estación Espacial Internacional.
Pero la agencia también ha sufrido fracasos y retrasos, como la explosión en 1986 del transbordador Challenger, que explotó en pleno vuelo matando a toda la tripulación ante las cámaras de la televisión que transmitían el evento. Lo mismo sucedió en 2003 con el trasbordador Columbia.
La actividad de la NASA ha suscitado muchos recelos. Por este motivo se habla de su lado oculto, es decir, intenciones no oficiales que se mantienen en secreto. Los supuestos secretos de la NASA son muy variados: construcciones humanas en la Luna que datan de la antigüedad, el contacto con extraterrestres o misiones con fines desconocidos. También hay investigaciones que comentan la información restringida de la NASA (el Área 51 es el nombre que recibe el departamento con proyectos confidenciales).
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