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sábado, 29 de julio de 2017

29 de julio de 1958: Se funda la NASA

Por lo general, asociamos el nombre de la NASA a la exploración espacial y a misiones tripuladas o no, al espacio. Aunque, en efecto, esa es su actividad principal, lo cierto es que las investigaciones y desarrollos de la agencia norteamericana van mucho más allá. Todos sus trabajos son fascinantes y de una manera u otra, repercuten en nuestras vidas. 


A lo largo de su historia la NASA ha impulsado algunos programas espaciales con un alto valor estratégico. El Programas Mercury tenía la finalidad de estudiar la posibilidad de que el hombre habitara otros planetas. El Programa Géminis fue el preámbulo del Programa Apolo, el proyecto de enviar un hombre a la Luna (que culminó satisfactoriamente en 1969). El Programa Apolo tuvo varias misiones, las cuales se orientaron a investigaciones sobre temas muy diversos: sobre fuentes de energía, sismología, campos magnéticos, tormentas solares, meteorología, etc. El conjunto de las investigaciones se tradujo en avances en campos diferentes, especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones, la computación y la ingeniería.

El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética lanzaba al espacio el Sputnik 1, el primer satélite artificial de la historia, una esfera de 58 cm de diámetro, y con 183 libras de peso, que recorrió la órbita alrededor de la Tierra en 98 minutos. 


La noticia corrió como la pólvora por EE UU y por todo el mundo. El insistente 'bip-bip' que emitía el satélite hizo que la Bolsa de Wall Street bajara, que el New York Times afirmara que el país se encontraba en una "carrera por la supervivencia" y que el científico norteamericano George P. Rice llegara a escribir que, a menos que hubiera un cambio de actitud evidente, era "razonable esperar que no más tarde de 1975 los Estados Unidos sean parte de la URSS", según cita Ricardo Artola en su libro "La Carrera espacial". 

El Sputnik tomó a los estadounidenses por sorpresa y provocó miedo de que los soviéticos tuvieran la capacidad de enviar misiles con armas nucleares desde Europa hasta Estados Unidos. Los EEUU, por su parte, siempre habían estado al frente de los avances tecnológicos y ante la posibilidad de perder su posición ventajosa, inmediatamente comenzaron a desarrollar una respuesta, marcando el inicio de la carrera entre ambas naciones por conquistar el espacio.

Por su parte, la URSS comprendía el poder propagandístico internacional de sus logros espaciales. Tanto es así que, desoyendo a los técnicos, el presidente soviético, Kruschev, adelantó el tercer Sputnik al 15 de mayo de 1958, poco antes de las elecciones legislativas italianas. Según parece, esperaba impresionar a los electores y así apoyar al partido comunista más importante de Europa occidental. El satélite fracasó en su misión pero el PC de Italia fue la segunda fuerza más votada. El Sputnik fue el pistoletazo de salida para una loca carrera que ocuparía los doce años siguientes. Los soviéticos demostraron que eran los más espabilados de la clase: por poco o por mucho, lograban casi todos los hitos espaciales antes que sus rivales americanos. La URSS mandó al primer ser vivo al espacio (la perrita Laika), al primer hombre (Yuri Gagarin) y a la primera mujer (Valentina Tereshkova), y realizó el primer paseo espacial. 

Tan vital era esta competición que los dos países no repararon en utilizar para sus proyectos espaciales a dos genios de historiales poco 'limpios' para sus gobiernos: los americanos no habrían llegado a la Luna sin el trabajo de Wernher von Braun, el alemán que diseñó las V-2 que bombardearon Londres durante la Segunda Guerra Mundial y que 'acogieron' tras el conflicto, y los soviéticos deben gran parte de sus éxitos a Sergei Pavlovich Korolev, torturado por "subversión en el campo de la tecnología" en 1939 y preso en el Gulag hasta 1945.

Dwight Eisenhower
El 29 de julio de 1958, el presidente Dwight Eisenhower fundó la Administración Aeronáutica y Espacial Nacional (NASA) con una orientación de marcado carácter civil, en lugar de militar, fomentando las aplicaciones pacíficas de la ciencia espacial. El 29 de julio de 1958 se aprobó la National Aeronautics and Space Act (Ley Nacional de Aeronáutica y del Espacio), desestabilizando así el antecesor de la NASA, el Comité Consultivo Nacional para la Aeronáutica (NACA). El 1 de octubre de ese año comenzó a funcionar la nueva agencia como respuesta de los americanos al inicio de la carrera espacial de los soviéticos. De esta manera, ambos países protagonizaron durante las siguientes décadas la denominada carrera especial (space race) en el contexto de la guerra fría.

En diciembre del mismo año, los estadounidenses trataron de poner en órbita el satélite Vanguard, pero este explotó durante su despegue.


El 31 de enero de 1958 los americanos tuvieron mejor suerte con el Explorer I, que orbitó la Tierra exitosamente. En julio de ese año, se establece oficialmente la NASA, para lograr el objetivo de ganar la carrera por la conquista del cosmos.

Desde entonces, la mayoría de los esfuerzos de exploración espacial de Estados Unidos han sido dirigidos por la NASA, incluyendo las misiones Apolo de aterrizaje en la Luna, la estación espacial Skylab, y más tarde el transbordador espacial. Actualmente, la NASA está apoyando la Estación Espacial Internacional, explorando Marte con robots y está supervisando el desarrollo del vehículo multiuso de tripulación Orión, el sistema de lanzamiento espacial y vehículos Commercial Crew Development (tripulados comerciales). La agencia también es responsable del Programa de Servicios de Lanzamiento (LSP), que presta servicios de supervisión de las operaciones de lanzamiento y la gestión de la cuenta regresiva para lanzamientos no tripulados de la NASA. También ha lanzado muchos satélites orbitales que han sido fundamentales tanto para la navegación como para predecir el clima y desarrollar las comunicaciones globales.


En mayo de 1961 el presidente John F. Kennedy lanzó el reto de llegar a la Luna antes de que terminara la década, algo que se logró el 20 de julio de 1969, con la llegada del astronauta Neil Armstrong junto a Buzz Aldrin a la superficie lunar, a bordo de Apolo XI. La NASA continuó desarrollando programas de investigación y jugó un importante papel en la construcción de la Estación Espacial Internacional. 


Pero la agencia también ha sufrido fracasos y retrasos, como la explosión en 1986 del transbordador Challenger, que explotó en pleno vuelo matando a toda la tripulación ante las cámaras de la televisión que transmitían el evento. Lo mismo sucedió en 2003 con el trasbordador Columbia.

La actividad de la NASA ha suscitado muchos recelos. Por este motivo se habla de su lado oculto, es decir, intenciones no oficiales que se mantienen en secreto. Los supuestos secretos de la NASA son muy variados: construcciones humanas en la Luna que datan de la antigüedad, el contacto con extraterrestres o misiones con fines desconocidos. También hay investigaciones que comentan la información restringida de la NASA (el Área 51 es el nombre que recibe el departamento con proyectos confidenciales).


También en Facebook en https://www.facebook.com/elkronoscopio/posts/2331053870453752

miércoles, 26 de julio de 2017

Capitán Rick Jolly: Condecorado por ambos bandos por su conducta en la guerra

Un sabio una vez explicaba sobre el bien y el mal, la paz y la guerra. 

Él decía que dentro de cada uno de nosotros hay una lucha constante entre dos grandes lobos. Uno se alimentaba de miedo, odio, tristeza, etc. y el otro de amor, esperanza, bondad, etc. 

Un alumno le pregunto, que cual de los dos habría de vencer, y el maestro contesto: "Aquel al que tú alimentes". 

La guerra no es natural, sin embargo nuestra ignorancia y falta de conciencia la ha vuelto la constante de nuestra historia como raza. Sin embargo, ni siquiera en el campo de batalla, triunfa siempre el primero de estos lobos


No había duda de que el Capitán-Cirujano Rick Jolly la merecía, cuando la reina le distinguió con una OBE, Excelentísima Orden del Imperio Británico (en inglés: The Most Excellent Order of the British Empire)

Se hizo acreedor a la distinción durante el Conflicto del Atlántico Sur, en 1982, Estaba a cargo del Hospital de Campaña Ajax Bay, salvando vidas de los soldados británicos, a menudo bajo el fuego enemigo. Pero unos pocos años después de haber sido condecorado en Gran Bretaña, el Dr. Jolly recibió la Orden de Mayo, una de las más altas distinciones argentinas, otorgado "a los extranjeros que se distinguen por el servicio o logros personales, o que han ganado la gratitud de la nación", por haber salvado las vidas de sus soldados también; en un hospital improvisado en la primera línea que ofrecía exactamente el mismo nivel de atención a los dos lados. Rick Jolly es el único oficial en toda la historia que ha sido condecorado por ambas partes por conducta durante la guerra. 

De izquierda a derecha, la Orden del Imperio Británico, por servicio distinguido; la Medalla al Servicio General, por sus servicios en Irlanda del Norte; La medalla del Atlántico Sur, por sus acciones en la guerra del 82; en su mano derecha, la Orden de Mayo, reconocimiento hecho por el Gobierno Argentino por sus acciones humanitarias durante la guerra de Malvinas.
En palabras del Dr. Jolly, su increíble historia de valentía y compasión:
Nuestra actitud era simple... Tratar los argentinos heridos en la misma forma que nos gustaría ser tratados 
La gente supone que tienes que odiar a tu enemigo, pero que no podía estar más lejos de la verdad. Las únicas personas que saben lo que está pasando es la gente en el otro lado.
Durante los años en los que me han estado preguntado qué hacía si tuviera que elegir a quién tratar en primer lugar, un argentino o un británico. Mi respuesta siempre era “el que necesitaba una atención más urgente”
El Dr. Jolly, insistió en que todos sus hombres siguieran su ejemplo. Y estaban dispuestos a hacerlo, tratando al enemigo herido, con pleno respeto a medida que el conflicto hacía estragos en las Islas Malvinas, Georgia del Sur, Goose Green y Puerto Argentino (Stanley). A pesar de ello, Tomó un tiempo para que los pacientes argentinos se dieran cuenta de que estaban en buenas manos en el hospital de campaña Ajax.
Muchos de los conscriptos argentinos estaban muy asustados y desconfiados cuando llegaron a nosotros. Ellos habían sido alimentados con propaganda vil sobre la forma en que tratábamos a los prisioneros de guerra. Algunos incluso habían escuchado que los británicos comían a sus prisioneros!
Solían hacer la señal de la cruz antes de una operación y que estaban muy aliviados cuando despertaban después de la cirugía y encontraron todas que todas sus partes del cuerpo estaban todavía intactas.
Fue entonces cuando se dieron cuenta de que lo que les habían dicho acerca de los británicos era mentira.
Uno de los pacientes favoritos del Dr. Jolly fue un aviador rescatado de las aguas heladas del Atlántico Sur. 
Su nombre era Ricardo Lucero. Él iba a venir a atacar a uno de nuestros barcos, cuando un misil le impactó se eyectó en el último momento, se rompió la rodilla.
Cuando él vino a nosotros, le dije, "Bienvenido, eres un piloto, soy un médico de la aviación y le admiro. Usted tiene la rodilla rota y vamos a tratar de arreglarla". Le dije que iba a enviar un mensaje a su esposa en Córdoba para hacerle saber que estaba bien y me dio las gracias. Durante su tratamiento le dije que nunca volvería a volar pero demostró que estaba equivocado. Sin embargo, fue muy triste cuando me enteré de que había muerto en 2010 en un accidente"
El Hospital de Campaña Ajax inicialmente se trataba de un barco en el mar, pero el Dr. Jolly quería estar más cerca de los heridos.

En 24 horas su equipo convirtió una granja abandonada en un hospital funcionando plenamente; aunque increíblemente básico, el hospital, durante el conflicto de tres semanas y media, atendió a 580 heridos y ni uno solo murió en el hospital. 


Ese logro fue aún más increíble si se tiene en cuenta que el hospital estaba bajo la constante amenaza de los bombarderos argentinos y aviones de combate. 


Los hospitales tienen pintadas cruces rojas en sus techos para permitir a los aviones enemigos identificarlos, pero el hospital estaba junto a depósitos de municiones, que eran objetivos legítimos, 
Cualquiera que diga que no tenía miedo está mintiendo, pero se necesitaba. Les dije a los chicos en el principio que estábamos allí por una sola cosa: para asegurarnos de que cualquiera que se acercara a nosotros con una lesión salvara su vida. El resto es irrelevante. Desde luego que lo logramos.
En marzo de 1999, El Dr. Jolly visitó Argentina, integrando la comitiva de Carlos, el príncipe de Gales, durante la visita que realizó a Buenos Aires, el heredero de la corona .

Di Tella (izq), Jolly(der)
Tras ser condecorado con la Orden de Mayo al Mérito, por el Ministro de Relaciones Exteriores, Guido Di Tella, debido a su intervención en favor de más de un centenar de soldados argentinos heridos durante la Guerra de las Malvinas, existió la posibilidad de que la Policía Federal lo retuviera para hacerlo comparecer ante la Justicia.

El presidente del Centro de Ex-Combatientes de Ushuaia, Rubén Acuña, pidió a la jueza federal de Río Grande, Liliana Herraez de Andino, que el médico británico fuera citado como testigo por su supuesto conocimiento de crímenes de guerra cometidos por las tropas inglesas contra soldados argentinos durante los enfrentamientos de 1982.

La causa abierta en esa ciudad se refiere al levantamiento compulsivo de minas antipersonales que las tropas británicas habrían obligado a realizar a soldados argentinos. En esos hechos perdieron la vida dos combatientes argentinos y otros resultaron con graves heridas.

Después de la condecoración, Di Tella se refirió a ese pedido de declaración por los crímenes de guerra. "Conozco ese episodio y veo que no tienen toda la información. Se la haremos llegar (a los ex-combatientes) para que no acusen a amigos como el doctor Jolly".

El secretario general de la Federación de Veteranos de Guerra, César González Trejo, en declaraciones hechas a un diario de Buenos Aires, dijo que el médico británico operó a soldados argentinos que resultaron heridos cuando los obligaron a levantar minas. Según González Trejo, los entonces soldados Vallejo, que perdió una pierna, y Pinatti, a quien se le desfiguró el rostro, fueron atendidos por Jolly.

La Guerra de las Malvinas fue una guerra única para finales del siglo XX en muchos aspectos. Entre los que destaca el hecho de que ambos bandos obedecieron en general a la Ley de Conflictos Armados.

Ambas partes trataron a los prisioneros de conformidad con el Tercer Convenio de Ginebra y, en un aspecto poco conocido del conflicto, ambas partes cooperaron intercambiando las víctimas entre sus buques hospitalarios en la Caja Roja identificada por la Cruz Roja. La Caja Roja era una zona segura de mar en la que los buques hospital podían operar sin temor a un ataque.

Esto no es para afirmar que la Guerra de las Malvinas se llevó a cabo como un juego bien educado de cricket. Es en la naturaleza del conflicto armado que los seres humanos colocados en circunstancias extremas cometerán actos que de otro modo son incomprensibles. Las leyes que rigen la conducta de la guerra exigen que los soldados cambien casi instantáneamente de tratar de matarse entre sí para cuidar a los heridos y reunir a los prisioneros inmediatamente después de la batalla y en algunas circunstancias durante la misma. El acto de tomar prisioneros durante una batalla puede ser intrínsecamente peligroso para un soldado, ya que requiere que un soldado se exponga potencialmente al fuego hostil de otros combatientes enemigos que aún no han elegido rendirse. La señalización de una intención de rendirse puede ser fácilmente interpretada como un acto hostil, Especialmente si se trata de un movimiento súbito o emerger desde una posición oculta. En la niebla de la guerra es demasiado fácil para los combatientes malinterpretar las acciones de cada uno y reaccionar en consecuencia, Especialmente cuando fracasar en reaccionar, puede poner en peligro la propia vida.


Para finalizar, señalemos que todo lo expuesto no quiere decir que no hubo incidentes lamentables en ambas partes durante la Guerra de las Malvinas. Durante las batallas del conflicto hubo a menudo feroz combate cuerpo a cuerpo. En ambos lados, hubo ejemplos de incidentes que fueron percibidos como crímenes de guerra perpetrados por el enemigo.

El presente post fue confeccionado principalmente a partir de artículos periodísticos publicados en medios argentinos, británicos y norteamericanos; también el documental "Falklands Combat Medics (2012)" de Military History.

Actualización: Rick Jolly murió el 13 de enero de 2018 en su casa de Torpoint, Inglaterra a los 71 años.

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viernes, 14 de julio de 2017

60 millones de años en la historia del caballo

Desde hace miles de años ha formado parte de los ejércitos que conquistaron el mundo, ha proporcionado el transporte en las emigraciones o tirado de los arados que nos dieron de comer; uno de ellos hasta fue designado senador... El mundo sería muy distinto sin ellos. La historia de la humanidad hubiera sido muy diferente sin el caballo.


El término latino utilizado para denominar al caballo era equus, mientras caballus, que derivó en la palabra «caballo», es un término del latín tardío, posiblemente de origen celta, que significa «caballo castrado» por otra parte «Yegua» procede del femenino de equus, «equa». A los animales jóvenes en general se les denominaba pullus, textualmente «pollos», que originó la palabra pulliter, pullitri que derivaría en «potro» o «potrillo». 

Entre los equinos actuales, además del caballo, encontramos además a las cebras y asnos. Las cebras son équidos salvajes propios de África, cuya característica más notable es su pelaje rayado característico. Las cebras son negras, las rayas que tienen son blancas y no al revés como se creía hasta hace muy poco. Genéticamente su color es el negro, y allí donde no se logra la pigmentación se forman las rayas blancas.

En la actualidad existen tres especies y varias subespecies; la cebra común (Equus quagga), la cebra de Grévy (Equus grevyi) y la cebra de montaña (Equus zebra).

Se considera que hay tres especies de asnos, el burro o asno doméstico Equus asinus, el asno salvaje africano Equusafricanus y el asno salvaje asiático u onagro Equus hemionus; los asnos salvajes están amenazados de extinción.

El origen de la domesticación del caballo se remontaría a hace unos 5500 años en el actual Kazakhstan y fue realizada por la cultura Botai. Esto representa unos 1000 años antes de lo pensado anteriormente y unos 2000 años antes de la aparición de los caballos domésticos en Europa. Un equipo de arqueólogos de las universidades de Exeter y Bristol (RU) ha descubierto las que hasta el momento son las pruebas más antiguas de la domesticación del caballo por los seres humanos. El descubrimiento sugiere que los caballos además de ser montados también eran ordeñados y señala los orígenes de los caballos que criamos hoy en día.

El análisis de los restos óseos mostró que los caballos de aquel entonces tenían una anatomía similar a los caballos domésticos de la Edad del Bronce y diferente de la de los caballos salvajes de la región. Esto sugiere que la gente fue seleccionando los caballos salvajes por sus cualidades físicas y que luego éstas fueron estimuladas durante la cría generación tras generación.

Jacob Bronowski ya lo dijo en 'El ascenso del hombre': "En cierto sentido, la guerra fue creada por el caballo". Resulta irónico que un animal nacido en los asentamientos del sedentarismo fuera aprovechado por los nómadas para este fin. Hunos, frigios y mongoles dominaron la monta conforme la selección artificial de la domesticación aumentó el tamaño de los corceles. Posteriormente, el desarrollo de carros y caballería fue decisivo para la aparición de imperios transcontinentales. Pensemos en las caballerías romanas y persas. O en Genghis Kahn, cuyo imperio fue levantado gracias a los caballos". El mito del centauro nació por el terror de los griegos a los jinetes escitas, y bien conocido es el pánico que sembraron los españoles en las Américas con estos animales.

El caballo moderno (Equus caballus) tardó aproximadamente 60 millones de años en evolucionar. Su antecesor más temprano: el Eohippus, «caballo del alba» fue el que dio origen a la familia Equidae. Dentro de esta familia se encuentran: La cebra, el burro y el caballo doméstico, así como también los asnos de Asia y África y el caballo salvaje de Przewalski. 

Los caballos, en la prehistoria, emigraron de un continente a otro, difundiéndose sobre todo por Asia y Europa.

Sin embargo, tanto en América del Sur como más tarde en América del Norte, no lograron hallar condiciones favorables, tanto es así que desaparecieron del todo hasta que fueron reincorporados tras el descubrimiento de Colón. Para encontrar al primer antepasado de los caballos hay que retroceder unos 55 millones de años en el tiempo, en la Era Terciaria o Cenozoico, durante el periodo Eoceno.


El Hyracotherium, mejor conocido como Eohippus no se parecía casi en nada al caballo actual en tamaño ni características, medía en promedio 35 cm a la cruz, pesaba unos 5.5 kilos (Se asemejaba más a un zorro o un perro pequeño que a un caballo) tenía el dorso arqueado y en lugar de tener un dedo protegido por un casco, tenían una mano con planta carnosa, con 4 dedos en las patas delanteras y 3 en las traseras, todos ellos terminados en unas fuertes uñas gruesas similares a las de los cerdos, rinocerontes o ciervos.


Sus dientes estaban adaptados para el consumo de hojas tiernas de los arbustos y sus ojos también eran diferentes, pues estaban situados más al frente que en los caballos actuales. Vivía en un ambiente tipo selva en regiones de Norteamérica, Asia y África, y se alimentaba de hojas de arbustos. 

El pequeño tamaño del Hyracotherium, sus patas cortas con dedos y seguramente un camuflaje en el color de su capa, le permitía esconderse rápidamente y pasar desapercibido en ese terreno, donde no era necesario tener patas largas para correr largas distancias. 

Este antecesor del caballo, habitó en Norte América. se supone que de ahí emigro a Sudamérica y Asia a través del istmo que unía entonces a América con Asia. Desde éste momento llego a Europa y después a África. Cuando en la edad de piedra las tribus cazadoras llegaron en sentido contrario hasta América, el caballo fue cazado con saña hasta ser exterminados. 

Los conquistadores españoles a principios del siglo XVI, volvieron a introducirlo en el continente Americano.

En el estado siguiente de la evolución se encuentra el , que continúa la llamada rama principal en el Eoceno medio y no muestra todavía ninguna diferencia no notable de Hyracotherium. El “Orohippus agilis” es uno de los caballos más antiguos conocidos. 


Sus dientes de corona baja ya estaban adaptados para comer hojas. Pero ya sus premolares eran de mayor tamaño. Su medida era 40 cm de cruz. Sus patas se hacen más largas, su espalda menos curvada y evolucionó en el Miohippus. 


A medida que la temperatura y el clima cambian, las coníferas comenzaron a superar en número a los árboles de hoja caduca. El bosque se hace menos espeso y la hierba se hace más frecuente. Sus dientes se desarrollan aún más para masticar hojas más duras. Se adapta mejor a correr rápido para escapar de los enemigos que los perseguían, ya no necesitaba los dedos de las patas como su antecesor, los laterales disminuyen en tamaño, mientras que el dedo medio se ve reforzado terminando en un pequeño casco, pero todavía mantenían los cojines en las extremidades.

El Mesohippus (del griego meso, “medio” e hippus, “caballo”) es llamado caballo medio o caballo intermedió. De dimensiones mucho mayores y con dedos muy torcidos. Vivió hace unos 37-32 millones de años, durante el periodo Oligoceno (Era Terciaria o Cenozoico) en América del Norte. 


Existieron más de una docena de especies de Mesohippus. Eran también ramoneantes, es decir comedores de hojas aunque su alzada alcanza los 60 cm. La cabeza era más grande y larga que la de sus ancestros. Sus ojos eran redondeados y dispuestos más separados a los lados de la cabeza y se retrasan. Su capacidad craneal es mayor, lo que implica una mayor inteligencia. Sus dientes se hicieron más largos y tiene tres incisivos y seis molares en cada lado.

El Parahippus parece ser el eslabón evolutivo entre los viejos caballos y los actuales. Vivían en los bosques y las llanuras que habitan modernos herbívoros. Contaba con 3 dedos de los pies, como los caballos primitivos, pero los dedos de los pies laterales eran más pequeños. 


Los fósiles de parahippus se encuentran en muchas localidades datados a principios del Mioceno. Las especies de este género vivieron hace unos 17 a 24 millones de años en las Grandes Llanuras y Florida. 

Con el Merychippus, no sólo cambian las dimensiones de los antepasados del caballo a lo largo de la rama principal, sino que también el cerebro sufre un cambio con la creación de nuevos surcos y se vuelve por primera vez equino.

En éste periodo, además, los dientes con corona baja se transformaron improvisadamente en el Merychippus en molares con corona alta, y se puede pensar que esto se debió al paso de una alimentación a base de hojas de gramíneas. El Merychippus vivió durante el Mioceno medio, hace 17-10 millones de años en América del Norte. Su nombre significa “caballo rumiante” aunque es inexacto, ya que los verdaderos rumiantes poseen varios estómagos para digerir la comida. 

Los paleontólogos consideran que el Merychippus fue antepasado directo de los caballos actuales, y físicamente tenía un gran parecido, con una cabeza muy similar a la del caballo actual, con cráneo largo con ojos separados a ambos lados y quijadas anchas. El mayor tamaño del cerebro repercutió en un aumento de la inteligencia. Su alzada era de 90 cm a 1 metro, y podría alcanzar un peso de 170 kg. Merychippus representa un hito en la evolución de los caballos. A pesar de que conserva el carácter primitivo de 3 dedos de sus patas, tenía el aspecto de un caballo moderno.

Como su antepasado el Parahippus, tenía 3 dedos en cada pata pero sólo se apoyaba en el dedo central (el segundo), más largo y cuya uña se había transformado en un casco. Los dedos laterales eran más cortos y no influían en la carrera. Este género tuvo una gran radiación gracias a su buena adaptación a la vida en las praderas, dando origen a tres grupos de especies pastadoras, 

El primer grupo lo constituyen las especies de Hipparion (“caballo poderoso” o “caballo pequeño”) que habitó en nuestro planeta durante el Cenozoico y más concretamente en lo que conocemos como periodo Neógeno (hace unos 10 millones de años aproximadamente). Está clasificado dentro del grupo de los mamíferos perisodáctilos.


El segundo grupo lo conforman los protohipinos, que incluyen a los géneros protohippus y calippus, eran caballos pequeños}

El último fue una línea de equinos verdaderos, que conduce a las especies actuales, en donde sus dedos laterales eran más pequeños que los de otros proto-caballos.

Abuelo del caballo moderno, Pliohippus, parece ser la fuente de la última radiación en la familia de los caballos. Vivió en las estepas de Norteamérica durante el Mioceno medio-final y parte del Plioceno desde hace unos 12 hasta 6 millones de años. Se parecía mucho a un caballo moderno con 1,3 metros de alzada, pero seguía teniendo 3 dedos. El central era el más largo y lo usaba para caminar, los dos laterales estaban totalmente atrofiados y pegados al metacarpo. Fue el primero en poseer un único casco controlado por un poderoso ligamento. 

Su cráneo tenía unas profundas fosas. Otra diferencia eran sus dientes más curvos y de mayor tamaño que sus antepasados, lo que le permitía alimentarse con más cantidades de hierba en menos tiempo. Su cuerpo es más fuerte y sólido, el cuello se hace más largo y delgado para el equilibrio y alcanzar mejor pastura.

Se cree que esta especie dio lugar a los Hippidion (que significa «caballito»), que habitó durante el Pleistoceno, con el registro más antiguo hace 2,5 millones de años, hasta su extinción en el Holoceno temprano, hace 8500 años. Todas las distintas especies del género Hippidion, tenían el tamaño aproximado de un burro actual; y los Onohippidion, un pariente cercano de los caballos actuales que vivió hace unos 40.000 años durante el Pleistoceno y cuyos hábitos no se diferencian de los caballos de hoy en día, géneros que prosperaron durante un tiempo en América del Sur donde se extinguieron, otros evolucionaron en el Dinohippus (en idioma griego: «caballo terrible»), que vivió en Norteamerica desde finales de la época del Hemfiliense del Mioceno hasta la época del Zancleense del Plioceno, de 10.3 a 3.6 millones de años.

Se encuentra entre el tipo de équido más común del Norteamérica y como ocurre en el género Equus, el Dinohippus no tenía un rostro redondeado. También tenía el distintivo "aparato recíproco de sostén", formado por huesos y tendones de las extremidades, que le ayudaban a conservar la energía mientras se quedaba de pie por largos periodos. Dinohippus es el primer caballo que muestra una forma rudimentaria de este rasgo, proporcionando evidencia adicional de la relación cercana entre Dinohippus y Equus. Considerado originalmente como un caballo monodáctilo, un hallazgo fósil realizado en 1981 en Nebraska muestra que era tridáctilo. Este se cree que es el pariente más cercano a Equus, el género que incluye los caballos, asnos y cebras.


lunes, 3 de julio de 2017

Cine e Historia - "Ha Vuelto"


Título original: Er ist wieder da
Año: 2015
Duración: 116 min.
País: Alemania.
Director: David Wnendt.
Guión: David Wnendt (Novela: Timur Vermes).
Productora: Mythos Film / Claussen Wöbke Putz Filmproduktion / Constantin Film Produktion
Reparto:  Oliver Masucci, Fabian Busch, Christoph Maria Herbst, Katja Riemann, Franziska Wulf, Lars Rudolph
Música: Enis Rotthoff. 
Fotografía: Hanno Lentz. 
Sinopsis: En el año 2014, Adolf Hitler se despierta en Berlín, sin memoria de nada sucedido tras el año 1945. Sin casa y sin recursos, Hitler comienza a reinterpretar la Alemania que ve en pleno siglo XXI desde su perspectiva nazi.



Hitler, en la película
La premisa de "Ha vuelto" es sencilla: Hitler se despierta en el siglo XXI sin que nadie se crea que es él, por lo que la gente decide verlo como un imitador y se convierte en todo un ídolo de masas, algo que él no duda en aprovechar para intentar ganar nuevos adeptos para su causa sin olvidar de que tiene que adaptarse a los nuevos tiempos.


El filme oscila entre lo referente a la crítica social y también hacia los medios de comunicación. Su lectura del creciente racismo hacia los inmigrantes en Alemania por todo lo relacionado con la crisis de los refugiados encaja bien con una lectura de cómo Hitler ascendió al poder y también los motivos de que no sería tan descabellado que lo hiciera hoy en día. 

La historia nos presenta a un productor de televisión que no puede convencer a su canal de aceptar uno de sus proyectos. Revisando el material para su último trabajo, descubre a un hombre disfrazado como Hitler. Su gran parecido le da una idea: llevar a este sujeto a recorrer el país y grabar la reacción de la gente. (Incluso, los productores afirmaron que muchas de las escenas con la gente fueron improvisadas. Sin guión, sin red. A lo que salga). El éxito es tal, que las personas comienzan a hablarle sobre todo lo que está mal y porque las cosas no funcionan en Alemania, convirtiendo a Hitler en una estrella de la televisión y las redes sociales.


La idea fue satirizar a uno de los dictadores más tenebrosos y sanguinarios de la historia. ¿Cómo? Despertándolo en nuestro tiempo sin que nadie sepa que él era él. De esta manera, Hitler comenzó a ser visto como un gran imitador. Sobre todo, después de su aparición en un programa de humor político.


Pero poco a poco, el “personaje” mostrará la hilacha y la gente, que lo veía como un popstar, comienza a mostrarse interesada en sus “nuevas” ideas políticas. Sin embargo, el público se escandaliza cuando se entera de que mató a un perrito que le mordió...


La clave está en el desarrollo del personaje de Hitler, cuyo rol no se limita al de simple payaso. Conforme avanza el metraje, el personaje va aprendiendo a manejarse y las situaciones en las que se ve envuelto, ilustran a una sociedad que se deja embaucar por el carisma y la elocuencia, que está dispuesta a aceptar ideologías horribles, pero que, al mismo tiempo, es también capaz de escandalizarse por banalidades. Para contarlo se opta por un tono de sátira y humor negro. Hay que destacar la reflexión que plantea: ¿quién engrandece a los tiranos? En "Ha vuelto" se propone la idea de que es la gente, esa a la que los políticos les gusta llamar "el pueblo". Que una vez que un sujeto se ha ganado la simpatía y la empatía de las personas, diciéndoles lo que quieren escuchar, que les ofrece soluciones fáciles, que les quita la responsabilidad de sus acciones, que puede hacerse del poder. Esto es lo que hace tan pertinente a esta cinta.



El director y guionista de la película,  David Wnendt explicó:
Los alemanes deberían poder reírse de Hitler en lugar de verle como un monstruo, porque eso le libera de la responsabilidad de sus acciones y desvía la atención de su culpa en el Holocausto. Pero debe ser el tipo de risa que te atraganta, y casi te sientes avergonzado cuando te das cuenta de lo que estás haciendo
En cierto momento de la historia, Hitler entabla conversaciones con personas de diferentes regiones, la mayoría originarios de pequeños suburbios, quienes afirman que son los inmigrantes los responsables de que las cosas no vayan bien en Alemania. Lo más destacable, en cualquier caso, es que utiliza al Führer no solo para provocar la carcajada (con éxito), sino para invitar a la reflexión, para advertir de que el discurso y la amenaza del nazismo siguen muy, pero que muy vivos. En Alemania, “Er ist wieder da” fue un éxito cinematográfico.





Hitler, en la realidad
Poco antes de que finalizara la Primera Guerra Mundial, el 13 de octubre de 1918, el cabo Adolf Hitler se quedó atrapado en un ataque de gas venenoso británico cerca de Ypres. Lo trasladaron a un hospital de campaña y allí se quedó ciego temporalmente por los gases tóxicos. El 10 de noviembre, a medio recuperar en un hospital militar al noroeste de Berlín, le informaron que la monarquía había sido depuesta y que se había proclamado la República de Weimar. Al enterarse de que al día siguiente se iba a firmar un armisticio y que la guerra la habían perdido, se quedó ciego de nuevo.

Aunque sus oponentes políticos después lo tacharon de cobarde, parece que esta es una de las acusaciones que no tiene fundamento. En 1916, en el norte de Francia, Hitler fue herido en una pierna. Regresó al frente en marzo de 1917 y lo ascendieron a cabo, pero ese fue el grado más alto al que llegó, porque consideraban que no poseía dotes de mando.


Hitler fue condecorado en dos ocasiones, en una de ellas recibió la Cruz de Hierro de 2ª clase el 2 de diciembre de 1914 y la Cruz de Hierro de 1ª Clase el 4 de agosto de 1918. Estos honores no se suelen dar a soldados de tan baja graduación. Hitler ganó su última Cruz de Hierro, según diversos testimonios, al haber capturado sin ayuda a quince soldados enemigos, pero ningún registro militar apoya esta condecoración ni hay ninguna prueba de que esto sea cierto. Bernhard Horstmann, en una investigación, dijo que la ceguera temporal de Hitler pudo haber sido resultado de una reacción histérica a la derrota alemana.

Durante aquella experiencia, Hitler dijo que al quitarse la venda de sus ojos, descubrió que el objetivo de su vida era lograr la salvación de Alemania. Mientras tanto, fue tratado por un especialista en psiquiatría y un médico militar, que según informaron, el diagnóstico sobre Hitler era "incompetente para comandar gente" y "peligrosamente psicótico".


El nazismo fue, ante todo, una conspiración para conseguir el dominio político, primero en Alemania, en Europa después y, con el tiempo, en todo el mundo. Nunca desarrolló una doctrina política coherente, sino que adoptó de cualquier fuente disponible, tanto de Alemania como de fuera de ella, las teorías sociales que mejor respondían a sus exigencias. En efecto, el nacionalsocialismo fue creado por un grupo de hombres unidos por otro hombre que se nombró a sí mismo jefe, y supo avivar su orgullo patriótico y sus ambiciones personales. Sin el magnetismo personal de Adolf Hitler no habría existido ni un movimiento nazi ni un III Reich. En el caso de que hubiera estallado un conflicto bélico, habría sido por unos motivos distintos de los hitlerianos; es muy probable que se hubiese tratado de una guerra entre el Occidente capitalista y el Este comunista, con una Alemania aliada a las potencias occidentales no enemigas de Hitler. La guerra fue una creación personal de Hitler, lo mismo que el imperio germánico. Por esto, el mundo hubo de enfrentarse en 1939 a la persona de Hitler: un hombre capaz de amalgamar, con su poder hipnótico, los elementos más dispares. 

No pueden emplearse raseros convencionales para juzgar a hombres de la talla de Hitler, pues son productos de la Historia, resultantes de la mezcla explosiva de un ser humano fuera de lo normal y de las circunstancias en que vivió. El Alto Mando del Ejército alemán nunca pudo imaginar que aquel cabo austriaco se convertiría en su comandante supremo, y que casi toda Europa se transformaría en un campo de batalla porque así lo deseaba él. Los diplomáticos lo consideraban como un demagogo ignorante y sin habilidad hasta que les demostró lo contrario y les venció en su propio terreno; los industriales lo veían como un necio del que podrían aprovecharse, hasta que les obligó a seguir sus directrices. Los profesionales de la enseñanza pensaban que se trataba de un soñador carente de cultura, hasta que conquistó el poder y señaló nuevas directrices para sus respectivas disciplinas. En esencia era como un escultor, y su materia prima el pueblo alemán. La razón podría inducimos a rechazar esta imagen del Führer, porque es falsa y sentimental. 

Hitler debió su éxito al hecho de que apareciese como un nuevo Mesías en una época de degradación nacional. Fue el profeta de una gran ilusión, de una ilusión que satisfacía los deseos nacionalistas de millones de personas que no habían sabido dar una finalidad a sus vidas. Es corriente dar la denominación de «grandes» a los hombres en relación con el poder que ejercen. Para sus partidarios, Hitler estaba al mismo nivel que César o Napoleón. Pero, sólo el poder que supo crear tenía una dimensión en la que encaja el calificativo de grande; el hombre estaba muy por debajo del sueño que inspiraba. 

Era desconfiado, y carecía por completo de cualidades humanas y de principios morales. No admitía consejos y prefería seguir sus intuiciones, actitud que con el tiempo llegó a convenirse en una especie de locura. Su fuerza vital derivaba de un egocentrismo monstruoso, de una confianza ciega en sí mismo que le llevaba a creer que era el hombre del destino, elegido por la Providencia para ser el guía de los pueblos septentrionales. Son famosas sus propias descripciones, todas ellas impregnadas de cieno misticismo. Decía que se movía «con la seguridad de un sonámbulo» y hablaba de la «ilimitada con fianza en sí mismo», de modo que nada podría «derribarlo de su posición». Los hechos más destacados de su carrera revelan cierta incertidumbre en el período inicial y un exacto cumplimiento una vez elegido su camino. En su juventud, especialmente mientras residió en Viena, vivió en lo que podría llamarse un estado de sopor, como un individuo incapaz de trabajar y de hallar un medio digno de vida. Fue aquella una época destructiva, en la que, basándose en innumerables y desordenadas lecturas, elaboró los elementos de sus ilusiones acerca de la grandeza alemana. Ya en su niñez comenzó a manifestar los síntomas que lo convertirían después en un déspota. En 1903, sus maestros observaron que carecía de control de sí mismo, que era pendenciero, obstinado, arrogante y neurótico, a lo que se agregaba el hecho de que reaccionaba con manifiesta hostilidad ante los consejos y las advertencias que se le hacían. Durante su juventud, en Viena, no fumaba, ni bebía, ni mostraba demasiado interés por las mujeres. Cuando comprobó que sus actividades artísticas juveniles no le proporcionaban ninguna fama, las abandonó y se pasó al campo de la política. Pero Hitler no era como los fanáticos corrientes, los propagandistas vociferantes que le enseñaron los vulgares denuestos de los cuales se sirvió al principio de su carrera; se diferenciaba de ellos, precisamente, por su habilidad en atraer al público con su oratoria y ganarlo para su causa.


Hombres de muy diversa condición, como Goebbels, un joven universitario, inteligente y oportunista, de origen humilde; Goering, un héroe de la aviación, de origen pseudoaristocrático, y el general Ludendorff, veterano del Alto Mando alemán, unieron sus destinos al suyo, pese a que ni siquiera era un auténtico alemán. Goebbels, que se hallaba en una edad en que es fácil impresionarse, lo veía como un dios, y por lo que a Goering se refiere, en 1922 le bastaba con oírle hablar para que sintiese un hondo deseo de servirle. Incurriríamos, pues, en un error si no concediésemos cierra grandeza histórica a este hombre que se convirtió en el Führer alemán. Hitler salió del anonimato absoluto, y en poco más de diez años se aseguró el dominio de la mayor parte de Europa. Y ello no se debió a la casualidad, sino que fue fruto de un proceso grandioso, que no habría sido posible si él no hubiera sido un orador cargado de magnetismo, lo mismo en la tribuna que fuera de ella, y dotado del poder hipnótico y la fascinación emotiva de cienos predicadores. Sabía fascinar a su auditorio, y al propio tiempo aplacar sus exigencias morales. Él mismo lo admitió en su obra Mein Kampf:
El arte de la propaganda consiste en saber despertar la imaginación de la gente, haciendo hincapié en sus sentimientos, en encontrar la fórmula psicológica que fije la atención y pulse el corazón de las masas.
Otto Strasser, oponente político de Hitler dentro del Partido nazi, y que tenía motivos tanto para temerle como para criticarle, escribió de él: 
Hitler responde a las vibraciones del corazón humano con la sensibilidad de un sismógrafo... Adolf Hitler penetra en una sala, olfatea el aire, va a tientas por un momento, busca el camino y capta la atmósfera. De pronto estalla, y sus palabras dan en el blanco como una flecha. 
Fuera de su elemento, Hitler aparecía con frecuencia inseguro. Mientras no tuvo en sus manos el poder absoluto, no le gustó mezclarse con la aristocracia. En sus primeros contactos con el presidente Hindenburg estaba nervioso, aunque se mostraba inflexible, y prefería que le acompañara siempre Goering, que era hombre de mundo y con su presencia le daba seguridad social. Con las mujeres hacía gala de una amabilidad torpe, comportándose de un modo afectadamente cortés; les besaba la mano y les ofrecía flores, pero en cuanto le era posible dirigía la conversación hacia el terreno político, en el que se hallaba a sus anchas. 


Sólo se sentía a gusto con las mujeres mediocres que le acompañaban en sus retiros. Le complacía su compañía y la admiración que sentían por él, obligándolas a permanecer levantadas hasta las altas horas de la madrugada. No es probable que sintiera nunca la necesidad física de una mujer. De esta forma pudo concentrar en un objetivo único todas las energías que muchos dispersan en relaciones personales o en actividades ajenas a las que les es propia. Llevaba una vida social insulsa, y Eva Braun, la mujer a quien quizás llegó a amar, era, en realidad, una nulidad. Otro aspecto de la línea de conducta de Hitler fue la eliminación gradual de los expertos. Como opinaba que el único principio de gobierno era la intuición, con el tiempo prefirió rodearse de hombres carentes de preparación o de alguna habilidad específica; y así, pocos jerarcas nazis, si exceptuamos a Goebbels, estaban a la altura de las misiones que se les habían confiado. Hitler estaba convencido de la necesidad de lo simple y sencillo y de que los técnicos no hacen sino complicar las cosas y alejar al hombre del camino que debe seguir. Como explicó el Führer a un corresponsal extranjero en 1936
Le diré lo que me ha llevado al puesto que ocupo. Nuestros problemas políticos eran muy complejos; el pueblo alemán no sabía resolverlos. En estas circunstancias prefirió confiar a los políticos la misión de solucionarlos. Yo simplifiqué y reduje tos problemas a su forma más simple. La masa se dio cuenta de ello y me siguió.
Más tarde añadiría: 
El instinto es supremo, y del instinto nace la fe... Mientras el pueblo sanó cerró filas y formó una comunidad compacta, los intelectuales corrieron de aquí para allá como gallinas. Con los intelectuales es imposible hacer historia. 
Estas cualidades permitieron a Hitler conocer las necesidades, conscientes o inconscientes, de gran parte del pueblo germano, de todas las clases sociales, y llenar, con su propaganda violenta e ilusoria, el vacío existente en la vida de muchos alemanes. Cuando alcanzó el poder, acabó con el desempleo crónico de los desheredados y alimentó su amor propio nacional rechazando la vergüenza del Tratado de Versalles. 


Pero, en contrapartida, les privó de los derechos civiles y se convirtió en su amo absoluto. Después perdió gradualmente todo contacto con ellos y se encerró en sí mismo, atento únicamente a la realización de sus sueños imperialistas. La lección que aprendió Hitler, al fracasar en su intento de adueñarse del poder en 1923, fue que la legalidad debla ser el camino para alcanzarlo: la revolución armada era una cosa, y la revolución constitucional, otra. La fuerza de su instinto se pudo comprobar en 1932, cuando supo frenar a sus partidarios más impacientes porque no había llegado todavía el momento de ascender legalmente al poder. En 1923 la revolución, había alcanzado sus objetivos: a partir de entonces, Hitler no se expuso sino a riesgos perfectamente calculados, riesgos que estaba seguro de que le proporcionarían nuevos y espectaculares éxitos. Uno de los mayores riesgos que tuvo que afrontar antes de 1933 fue la elección de quienes habían de ayudarle. Porque, como ya hemos afirmado antes, el nazismo no fue sólo una expresión de la personalidad y la ideología de su jefe, sino también, en cierto modo, de la de los hombres que le sirvieron, aunque estuviesen dominados por su voluntad absoluta. En el manejo de los hombres que necesitó para llevar a término sus planes desmesurados -hombres violentos e impetuosos unos, tortuosos otros, y todos ellos con una carga explosiva de ambición y falta absoluta de prejuicios- fue donde Adolf Hitler dio pruebas evidentes de su conocimiento de la psicología humana. Lo mismo cabe decir del arte sorprendente con que sin duda se ganó la voluntad de su pueblo, presentándole astutamente unos ideales deslumbrantes, capaces de arrastrarle a la empresa más descomunal: la abierta e insensata decisión de conquistar el mundo entero para ponerlo a los pies de la raza aria, cuya encarnación suprema la veía en su pueblo. Y, por supuesto, que buena parte de ese mismo pueblo también acabó por convencerse de tan dementes ideas.