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jueves, 26 de marzo de 2015

26 de marzo de 1997 - en California, 39 personas pertenecientes a la secta Heavens Gate se suicidan con la intención de llegar a una nave espacial cercana al cometa Hale-Bopp.

Se los consideraba apenas un grupo muy peculiar en todo el abanico de sectas de Estados Unidos, cuyo número estimado es de entre 1.600 y 1.800. 

Eran 39: 18 varones y 21 mujeres, dos de ellos negros, de edades que rondaban entre los 20 y los 72 años. Pertenecían a una secta llamada Heavens´s Gate (Puerta del Cielo) que hacía rodar sus curiosos mensajes de computadora en computadora vía Internet.

De ellos, vestidos todos con pantalones deportivos y zapatillas, queda hoy únicamente puro estupor, el de amigos y vecinos que todavía no pueden creer que hayan llegado al extremo del suicidio colectivo en aras de un ideal tan incierto como la súbita conversión en ángeles.

Estaban convencidos de ello. A juzgar, sobre todo, por la prédica constante de desechar las envolturas (los cuerpos) que les impedían pelear contra el mal en una guerra cósmica cuyo principal aliado era el cometa.

El 26 de marzo, al parecer, tenía un significado especial para ellos. En el barrio Rancho Santa Fe, un paraíso en donde hoy florecen los frutales, nadie comprende bien qué fue lo que pasó en medio de mansiones, tipo Beverly Hills, que animan más al placer que al sacrificio.

El escenario del crimen es una casona que, rodeada de palmeras y pinos, domina la cima de una colina en la cual desemboca, cuesta arriba, un camino angosto y serpenteante.

Tiene tejas rojas y arcadas de estilo español, todo un símbolo, a un paso de México, de calles que, como San Diego, 32 kilómetros al Sur, la ciudad cabecera de este confín del Oeste, suenan raras en boca de los norteamericanos.

Las muertes  quedaron registradas en un testimonio macabro que recogió la policía. Es un video en el que uno de los miembros de la secta dice, por ejemplo: "Hoy es el día más feliz de mi vida". Algunos se acercan dos o tres veces a la cámara, sonrientes. Sólo una mujer llora.

Las vísperas de Pascua, al parecer, eran el momento propicio para ellos. En consonancia, además, con la proximidad del fin del siglo y del milenio en tren de aventurar un motivo, siempre relativo.

Para ellos, según sus prolijos mensajes que dejaron como legado en sus páginas de Internet, el acercamiento del cometa Hale Bopp era algo así como una señal, ya que presagiaba el arribo de una nave de características sobrenaturales que iba a conducirlos a la diestra de Dios: 
"Nuestros 22 años de aprendizaje aquí, en el planeta Tierra, llegan a su fin. Estamos preparados para abandonar con alegría este mundo. Como fue prometido, las llaves del Reino del Cielo están aquí, nuevamente en manos de Ti y de Do, como hace 2000 años en manos de Jesús y de su Padre" 


El líder murió con ellos. Se llamaba Marshall Applewhite, tenía 66 años y, al parecer, estaba identificado con la tendencia New Age. Ya en 1975, al igual que Bonnie Lu Trusdale Nettles, fallecido también por mano propia 10 años después, habría persuadido a varias personas de California, de Colorado, de Nuevo México y de Oregón para que abandonaran sus hogares.

Su secta primitiva llevaba el nombre de UFO y respondía al culto de Ti y de Do, nombre adjudicado a dos extraterrestres de poderes supremos que habrían secuestrado a seres humanos en los 70.

Otra vez el suicidio colectivo. Otra vez la sorpresa y el horror ante las vidas que se truncan a través de una decisión grupal que desemboca en un final tan extraño al sentido común, que provoca no sólo estupor, sino también un profundo cuestionamiento acerca de los límites a los cuales puede llegar la mente humana.

Correo basura
Gritos de alarma sobre los peligros de Internet llegaron de expertos de todo el mundo tecnológico, pero especialmente de los estudiosos de los fenómenos religiosos "alternativos". Según John Knapp, presidente de la Trancenet Group, un centro neoyorquino de estudio sobre las técnicas de manipulación psicológica
"Hay sectas que utilizan Internet para alcanzar distintos objetivos para reclutar nuevos adeptos, para difundir sus mensajes delirantes o como fuente de ingresos".
Louis West, profesor de psiquiatría de la Universidad de California y reconocido experto en estudios sobre las víctimas de cultos satánicos, agregó que 
"las sectas totalitarias como la Heaven’s Gate de San Diego usan cualquier medio a disposición para atraer nuevos miembros. Hoy en Internet se utilizan las mismas técnicas usadas por el "correo basura" o por los vendedores "puerta a puerta", es decir, un acoso de mensajes que, en vez de ser verbales, son digitales".
El suicidio de la secta de la "Puerta del Cielo" fue una tragedia anunciada. Applewhite incitó a sus seguidores durante 20 años a dejar la tierra para buscar una forma de vida superior en el espacio.

Sobre el delirante "culto de los OVNI" se escribieron libros y tesis de graduación. La secta misma ilustró sus preparativos de muerte en un volumen de más de 400 páginas, accesible desde hacía un año mediante Internet, aunque nadie movió un dedo para impedirlo.

Applewhite, que se hacía llamar "Do", grabó una última orden para sus fieles antes de llevarlos hacia el largo viaje.
"Puedo ser vuestro pastor y ustedes pueden seguirme, pero no pueden permanecer aquí y seguirme al mismo tiempo. Deben seguirme ya, dejando este mundo antes de que concluya nuestra partida desde esta atmósfera, en preparación para su reciclaje".
Marshall Applewhite
A los 65 años, Marshall Applewhite tenía en sus espaldas una larga carrera de profeta visionario. Creía haber recibido el primer mensaje desde el espacio en los años 70, cuando estuvo internado en un manicomio de Colorado, luego de un infarto. Aantes de su afición a los OVNI, había sido un profesor de música, casado y con dos hijos.

"Do" se había graduado en la Universidad de Colorado, cantaba en un teatro y había dirigido al coro de una iglesia de Houston. Amante de la lírica, había alternado la docencia en St. Thomas University con 15 roles en la Houston Grand Opera.

Ya en el manicomio, la primera que le creyó fue la enfermera Bonnie Lu Nettles, apasionada de la astrología. Ambos se volvieron con el tiempo una pareja tan popular como Bonnie y Clyde. Se hicieron llamar “Ti” y “Do”.

Adquirieron fama en 1975, cuando fueron entrevistados en el Desierto del Colorado, donde se reunieron con cientos de seguidores para esperar la llegada de extraterrestres.

Un capítulo sobre su secta resultaba así obligado en cualquier volumen, serie o miniserie dedicado a las sectas. Margaret Singer, la primera escritora que estudio a "Ti y Do" cuenta que luego de la experiencia en Colorado, donde jamás llegó una nave extraterrestre, ambos siguieron vagando de ciudad en ciudad convencidos de que la nave espacial tan esperada llegaría para acogerlos.

“Ti” Bonnie Lu Nettles murió de cáncer en 1985 y "Do" Applewhite siguió predicando, encontrando un público entusiasta en Internet.

Según la reconstrucción del médico forense, la primera tanda de suicidas, 15 personas, tenía junto a los cadáveres una receta similar a la del "Doctor Muerte", Jack Kevorkian: budín de miel mezclado con vodka y dosis masivas de somníferos. Para acelerar su muerte, cada uno de los suicidas se colocó una bolsa de plástico en la cabeza.

Sus sobrevivientes hicieron limpieza: quitaron las bolsas, los restos de la poción mortal y acomodaron los cadáveres cubriéndolos con un lienzo violeta. Asimismo, a cada cadáver le pusieron en el bolsillo el pasaporte y un billete de 5 dólares, quizá para pagar el pasaje en la astronave.


La segunda tanda siguió a la primera con el mismo rito. Los últimos 9 acomodaron a sus compañeros y se suicidaron. No había otra forma, según ellos, de ingresar en el Reino de Dios. Y ahora, en teoría, van montados en la estela del cometa Hale-Bopp.

Otra vez el suicidio colectivo. Otra vez la sorpresa y el horror ante las vidas que se truncan a través de una decisión grupal que desemboca en un final tan extraño al sentido común, que provoca no sólo estupor, sino también un profundo cuestionamiento acerca de los límites a los cuales puede llegar la mente humana.

De nada sirvió un dramático llamado de uno de los descubridores del cometa Hale-Bopp a los seguidores de cultos astrales, a quienes advirtió contra los exaltados que decían haber visto un ovni en su cola. 'Escuché de todo: que el cometa es un Ángel de Dios, una señal de profecías apocalípticas, una nave espacial', dijo Alan Hale en Nuevo México y pronosticó que los rumores sobre los significados ocultos del cometa se multiplicarían al acercarse a la Tierra.

Las palabras "lavado de cerebro" y "locura colectiva" son las primeras que aparecen intentando explicar por qué muchachas y muchachos, en su mayoría, se matan en forma tan "prolija", esperando un premio cósmico, que los aleje de este mundo "vulgar" en el cual no saben encontrar un sentido para existir.

Las ideas que habitan en la mente de los miembros de grupos sectarios tienen una apariencia inexpugnable. Con pocas grietas, ladrillo a ladrillo, las consignas, las amenazas, las ideas de salvación y, sobre todo, las visiones pre fabricadas del mundo terreno y extraterreno, van construyendo un muro entre las ideas y los afectos ligados al mundo social y, sobre todo, familiar. Perdidos esos anclajes, la mente se desboca hacia "las alturas", sin referentes que puedan reintegrarla al sentido común, al sentido de la común unidad con el resto del cuerpo social.

Existe la semilla de este tipo de mentalidad sectaria en todo grupo cerrado en el que se pretenda alguna supremacía respecto del resto de la humanidad, y en donde la amenaza de castigo (humano o divino) pesa en las conciencias de los miembros, generando en ellos, un miedo profundo y degradante, basado en el temor a perder totalmente un lugar en el mundo y a quedar sin sustento de identidad y afecto.

La idea de una salvación exclusiva, una suerte de Arca de Noé VIP, sólo puede surgir para compensar personalidades vaciadas de ser. A mayor vació de identidad, mayor necesidad de ideas "celestiales" que, a modo de atajo respecto del genuino y humilde camino espiritual, pretenden contrarrestar la pobreza psíquica. La desesperación y la soberbia demuestran, en estos actos lamentables, ser caras de una misma moneda.

El espíritu sectario se manifiesta a través de muy diversas ideas y estéticas. El común denominador está en que siempre se basa en el miedo, el desamor, el rechazo a la diferencia y, sobre todo, en la necesidad de inventar un mundo exclusivo, para entrar al cual, se exige, a modo de carísimo peaje, la renuncia a la propia conciencia, lo que implica dejar de lado aquello que caracteriza, esencialmente, a los seres humanos.

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