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lunes, 30 de noviembre de 2015

30 de Noviembre de 1874 - Nace Winston Churchill


"La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa.
En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces".
WInston Churchill

Winston Churchill Jerome nació en el Palacio de Blenheim, en Oxfordshire (Inglaterra). Sus padres fueron Lord Randolph Churchill (duque inglés) y Jennie Jerome (millonaria estadounidense). Estudió en el Headmaster's House de Harrow School y siguió la carrera militar en la Real Academia de Sandhurst.

En 1895 fue destacado a la India y en 1899 combatió en Sudáfrica. Paralelamente trabajó como cronista y corresponsal de guerra. En 1900 obtuvo un escaño en el Parlamento por el Partido Conservador. En 1908 se casó con Clementine Hozier, con quien tuvo 5 hijos.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1919) fue Primer Lord del Almirantazgo y Ministro de Municiones. En el periodo de Entreguerras (1919-1939) escribió artículos periodísticos y varios libros históricos y biográficos. En la década de 1930 advirtió de la peligrosidad del dictador alemán Adolf Hitler y exigió el rearme de Gran Bretaña.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, Churchill volvió al cargo de Primer Lord del Almirantazgo y al año siguiente fue nombrado Primer Ministro, convirtiéndose en uno de los mayores protagonistas de las Fuerzas Aliadas. Su inteligencia y liderazgo fueron fundamentales para derrotar a los alemanes nazis en 1945.

Volvió a ser Primer Ministro entre 1951 y 1955. Entonces se esmeró en reforzar los vínculos con las potencias capitalistas y de mantener la mayor cantidad de colonias posibles para Gran Bretaña. En 1953 recibió el Premio Nobel de Literatura por "su dominio de la descripción histórica y biográfica, así como su brillante oratoria en defensa de los valores humanos".

Sus últimos años los dedicó a la vida parlamentaria, los viajes y la literatura, hasta que el 15 de enero de 1965 sufrió un ataque cardiaco que le provocó una trombosis cerebral. Falleció en Londres el 24 de enero de 1965.

Pero…

El “británico más destacado del milenio”, según sus compatriotas, ¿fue sólo el héroe de la resistencia contra Hitler? ¿No hay zonas de sombra en su personalidad? Por sorprendente que resulte, Winston Churchill, sin duda un político de primera magnitud, destacó también por su falta de escrúpulos cuando andaba por medio una razón de Estado que lo justificara. Por eso no le hacía ascos a los métodos terroristas, si las circunstancias los requerían. 

Pocos dirigentes de la Segunda Guerra Mundial pueden comparársele en dureza y pragmatismo. No se dejaba arrastrar, como otros, por cuestiones sentimentales. Por ejemplo… ¿Armas químicas, sí o no? Él no tenía dudas al respecto: había que utilizarlas. No veía diferencia entre matar a un hombre con un proyectil o con un gas venenoso.

Durante la Primera Guerra Mundial, Churchill, primer lord del Almirantazgo, tenía claro que la flota de su país debía bloquear al enemigo para hacerle pasar hambre. El resto del trabajo lo harían los aliados franceses, con su poderoso ejército de tierra. En palabras del historiador Geoffrey Regan, la política del gobierno británico “apuntaba directamente contra los civiles de los Imperios Centrales”.

El propio Churchill no tuvo inconveniente en reconocer que su objetivo no era otro que la muerte por inanición de los hombres, mujeres y niños de Alemania hasta que por fin se vieran obligados a capitular. Parecía pasar por alto que su despiadada estrategia constituía un crimen de guerra. Así lo establecía la Convención de La Haya de 1907 al hablar del bloqueo naval, siempre que estuviera destinado, como sucedía en este caso, a privar de alimentos a los civiles, no a los ejércitos enemigos.

¿Era el bloqueo un arma de destrucción masiva? De hecho, así lo entendió Alemania, que reaccionó con la guerra submarina. En Londres, mientras tanto, no existían remordimientos de conciencia. Se tomaban medidas crueles, cierto, pero estaban justificadas. Porque Gran Bretaña era una democracia y el Segundo Imperio alemán no. Es más, procurar la completa destrucción de la población enemiga equivalía a luchar por la paz. A personajes en apariencia respetables, como el fundador del scoutismo, lord Baden-Powell, no les parecía mal que los teutones sucumbieran ante las privaciones. Se dice que con el fin de atraer a Estados unidos a la guerra, envió al transatlántico "Lusitania" a una trampa (ver más)


La situación, en efecto, era terrible tanto en Alemania como en el Imperio Austro-húngaro. Una tremenda escasez se desató en estos países durante el invierno de 1916-1917, tras la pérdida de la cosecha de patatas. La dieta promedio alcanzaba sólo las 1.000 calorías, frente a las 3.400 de los comienzos de la guerra. La tasa de mortalidad, por tanto, se disparó, sobre todo entre las mujeres, al privarse éstas de lo más elemental en beneficio de unos hijos que de todas formas morían desnutridos. En esas circunstancias trágicas, las clases trabajadoras no tenían más remedio que basar su alimentación en los nabos, el único producto que sobraba.

De entre los niños que pasaron hambre entonces surgirían muchos futuros dirigentes nazis. Así lo sostiene Paul Vincent en The Politics of Hunger.

Por otra parte, en otros frentes de la contienda, Churchill procedió con la misma carencia de criterios humanitarios. De hecho, se le recuerda fundamentalmente por su responsabilidad en el desastre de los Dardanelos (1915-1916). Aunque, eso sí, se olvida que su propósito original no era otro que provocar una carnicería. Una atroz matanza entre la población civil del Imperio otomano gracias a los pavorosos disparos de trece buques. Al frente de ellos, el Queen Elizabeth, con proyectiles de la altura de una persona. Al final, todo quedó en una campaña chapucera. Este fracaso le valió el sobrenombre de "El carnicero de Gallípoli", con un saldo de aproximadamente 300.000 bajas británicas, francesas, australianas y neozelandesas. Esta derrota tuvo como consecuencia la degradación de Churchill, que pasó a ocupar un ministerio sin cartera al que renunciaría posteriormente para reintegrarse al ejército. Sin embargo, siguió dedicándose a la política.


Mapa de operaciones en Gallipoli

Artillería británica en Gallipoli
Años después, durante la Segunda Guerra Mundial, el mandatario británico recurriría a procedimientos igualmente implacables. Intentó hundir la moral alemana a través de violentos bombardeos sobre Dresde, Leipzig y otras ciudades, en los que fueron civiles, no soldados, las víctimas. En el caso de Dresde (febrero de 1945), una de las maravillas arquitectónicas europeas, el alto mando británico justificó su destrucción con falacias. A los aviadores encargados de masacrarla, sus jefes les contaron mentiras diversas acerca de su importancia industrial. También se dijo que allí estaba, ni más ni menos, el cuartel general de las tropas nazis. O el de la Gestapo. Nada de eso era cierto, pero sí era verdad que en la ciudad se encontraban 19 hospitales. Entre los muertos, además, se encontraban los prisioneros de guerra aliados. (ver más)

Dresden luego del bombardeo de febrero de 1945
Churchill permitió la carnicería porque estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, con tal de vencer.

El temor a que el enemigo desencadenaba un ataque biológico contra Londres, le sirvió para justificar una de sus iniciativas más feroces. Nació así la denominada “Operación Vegetariana”. Consistiría en arrojar sobre seis ciudades alemanas cinco millones de pastillas de pienso contaminadas con carbunclo. Primero contaminaría los rebaños, después a los seres humanos, provocando una mortandad desmedida. La versión oficial británica pretendería que no hubo más objetivo que el ganado: si la carne se sometía a cocción, enseguida quedaría esterilizaba. En realidad, utilizar el carbunclo de una manera controlada era totalmente imposible.

Los ensayos que se realizaron, en la isla escocesa de Gruinard permitían los más negros augurios. Su territorio quedó inhabitable hasta su descontaminación, en 1990. Eso da una idea del efecto devastador que podría haber tenido la Operación Vegetariana.
Gruinard Island
Esta isla es propiedad del gobierno bajo experimentación. 
El suelo está contaminado con ántrax y es peligroso.
Prohibido el desembarco. Por orden 1986
El plan, por suerte, nunca pasó del estadio de proyecto. La victoria aliada hizo inútiles unas armas biológicas que acabaron por destruirse. Pero quedó demostrado el talante del inquilino de Downing Street. Desde su punto de vista, dejarse llevar por criterios humanitarios suponía una debilidad imperdonable frente a un enemigo despiadado. ¿Por qué los nazis debían tener la ventaja de no seguir ninguna regla mientras los británicos obedecían los códigos caballerescos? Eso implicaba, según Churchill, limitar la eficacia del aparato bélico en unos momentos más que difíciles.

El historiador alemán de izquierdas Jörg Friedrich considera que Churchill fue un criminal de guerra, debido a su política de ataques aéreos que puso como objetivo principal el asesinato de civiles, es decir, ataques terroristas. Explica en su libro "El fuego: Alemania bajo bombardeo 1940-45" que el gobierno británico se puso como meta desde el principio el destruir tantas ciudades alemanas y matar tantos civiles como fuera posible. Y agrega que la muerte de los civiles no era un daño colateral, sino más bien, el objetivo del ataque. Sostiene que Churchill estaba a favor de la estrategia de bombardear centros civiles poblados desde 20 años antes de que Hitler ordenara atacar Londres.

Según el periódico británico The Daily Telegraph, abogó también por gasear a los enemigos, a los que se refería a veces como "hunos" o "tribus incivilizadas". Declaro: "Estoy fuertemente a favor del uso de gas venenoso contra tribus incivilizadas" ya que mediante esta arma era posible "esparcir un vívido terror". Sin embargo, la Convención de Ginebra de 1925 prohibió esa práctica en base a la matanza indiscriminada de civiles y militares producida en la Primera Guerra Mundial, lo cual impedía su utilización contra Alemania en la Segunda Guerra Mundial. En un memorándum Churchill criticó a los que se oponían al uso de esta arma diciendo: "No puedo comprender esta sensiblería acerca del uso del gas".

Aunque finalmente los Aliados ganaron la guerra, Churchill perdió las elecciones de 1945 ante el laborista Clement Attlee. Tenía bastantes enemigos en su país. Su desacuerdo con ideas como mejorar el sistema de salud y la educación pública, produjo descontento entre sectores de la población, particularmente entre aquellos que habían luchado en la guerra. Tan pronto como terminó ésta, fue derrotado por Attlee, candidato del Partido Laborista. Algunos historiadores opinan que los británicos creían que no era el mejor hombre para liderarlos en la paz.

Monumento de Winston Churchill, Copenhague

Y para llevar de postre…
Randolph Churchill (1911-1968)

El único hijo de Winston Churchill es un trágico ejemplo de como un hijo era completamente incapaz de llegar a un acuerdo con el legado de su padre y fue finalmente ser destruido por ella. Como un niño que estaba totalmente mimado por el cariño de sus padres, creció como un individuo temerario, argumentativo y obstinado. Le faltaba el encanto de su padre y de sus capacidades para inspirar lealtad. Él era sin embargo muy bien parecido y no tuvo problemas para atraer a las mujeres. Durante toda su vida siguió siendo un mujeriego compulsivo, destruyendo sus dos matrimonios. Políticamente ambicioso desde una edad temprana, él anunció que iba a ser primer ministro un día, incluso antes de que su padre haya alcanzado esa oficina. Pero sus esfuerzos iniciales para ganar un escaño en el Parlamento fueron inútiles. Perdió dos intentos de elecciones antes de ser finalmente preseleccionados en un asiento donde él no era oposición y por lo tanto entro a el Parlamento como miembro representante de Preston en 1940. Él fue generalmente rechazado por sus colegas diputados y sin embargo no fue considerado para un puesto más alto. El duro golpe vino cuando él no fue considerado como un miembro del gabinete de guerra de su padre. Frustrado, se ofreció como voluntario para el servicio militar y sirvió valientemente como un comando, se cayó detrás de las líneas enemigas en Libia y Yugoslavia a pesar de los recelos de su padre, que temían su captura sería utilizada como propaganda por los nazis. Después de la guerra él perdió su asiento en la derrota electoral de 1945 de los conservadores y nunca fue capaz de recuperar el acceso al Parlamento a pesar de muchos intentos. Cuando sus ambiciones políticas terminaron, se dedicó a escribir para dejar su marca. A pesar de sus crecientes problemas con el alcohol y el fracaso de sus matrimonios, se convirtió en un exitoso autor y periodista. Poco antes de la muerte de su padre en 1965, se le concedió el derecho a la biografía del autor de Winston, que estaba seguro de que sería el punto culminante de su legado literario. Sin embargo su mala salud le impidió completar el trabajo, y sólo dos volúmenes se terminaron cuando murió solo en su apartamento en 1968


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