Como es natural, inquirir cuándo y cómo apareció el mundo ha sido objeto de un alto interés durante toda la historia del pensamiento humano. El afán de conocimiento, la curiosidad intelectual, la necesidad psicológica de saber dónde estamos y de dónde venimos... muchos han sido los motivos que han llevado a los hombres a indagar esta cuestión. No es algo baladí y sin importancia: responder de una manera o de otra a esa pregunta condiciona cómo debe entenderse el sentido de la vida.
Por unos u otros procedimientos, todas las civilizaciones que han existido en el mundo tienen su explicación y justificación del comienzo del Universo y de la vida, normalmente mediante relatos o mitos transmitidos de generación en generación y por lo general aceptados como tales.
Según los cálculos del arzobispo anglicano James Ussher (1581-1656), al atardecer del 22 de octubre de 4004 a.C. (más o menos a la hora del té), el dios judeocristiano Yahvéh creó el universo. Mientras tanto, en Irak, los sumerios fundan la aldea de Ur; en Egipto se fabrican los artefactos de metal más antiguos conocidos: agujas de cobre martillado.
Por unos u otros procedimientos, todas las civilizaciones que han existido en el mundo tienen su explicación y justificación del comienzo del Universo y de la vida, normalmente mediante relatos o mitos transmitidos de generación en generación y por lo general aceptados como tales.
Según los cálculos del arzobispo anglicano James Ussher (1581-1656), al atardecer del 22 de octubre de 4004 a.C. (más o menos a la hora del té), el dios judeocristiano Yahvéh creó el universo. Mientras tanto, en Irak, los sumerios fundan la aldea de Ur; en Egipto se fabrican los artefactos de metal más antiguos conocidos: agujas de cobre martillado.
James Ussher |
La Cronología Ussher es una cronología del siglo XVII de la historia del mundo formulada mediante una lectura interpretativa de la Biblia por James Ussher, Arzobispo anglicano del Condado de Armagh (en la actual Irlanda del Norte). La cronología se asocia a veces, frecuentemente con mofa, con la ideología del Creacionismo de la Tierra Joven, ya que sostiene que el universo fue creado hace solo unos milenios.
El trabajo de Ussher, más propiamente llamado Annales veteris testamenti, a prima mundi origine deducti (Anales del Viejo Testamento, derivados de los primeros orígenes del mundo), fue su contribución al largo debate teológico sobre la edad de la Tierra. Ésta fue una gran preocupación para muchos estudiosos cristianos a lo largo de los siglos.
El Obispo James Ussher, en su cuidadoso y preciso cálculo de la edad del mundo, estudió la cronología disponible en las Sagradas Escrituras así como datos históricos encontrados en documentos (como la destrucción del templo de Jerusalén, por ejemplo) de las culturas Caldea, Persa e incluso Romana. Y de paso calculó que el diluvio universal ocurrió hacia el año 2359 A. C., que el éxodo a Egipto sucedió en el año 1491 A. C. y que el templo de Jerusalén fue construido en el año 1012 A. C.
El Obispo James Ussher, en su cuidadoso y preciso cálculo de la edad del mundo, estudió la cronología disponible en las Sagradas Escrituras así como datos históricos encontrados en documentos (como la destrucción del templo de Jerusalén, por ejemplo) de las culturas Caldea, Persa e incluso Romana. Y de paso calculó que el diluvio universal ocurrió hacia el año 2359 A. C., que el éxodo a Egipto sucedió en el año 1491 A. C. y que el templo de Jerusalén fue construido en el año 1012 A. C.
La cronología es a veces llamada cronología Ussher-Lightfoot, incluyendo el nombre de John Lightfoot, que publicó una cronología similar en 1642-1644. Sin embargo, se trata de un nombre incorrecto, ya que la cronología está basada en el trabajo de Ussher y no en el de Lightfoot. Ussher dedujo que el primer día de la creación comenzó el atardecer del 22 de octubre del año 4004 a. C. del calendario Juliano, cerca del equinoccio de otoño, mientras que similarmente Lightfoot dedujo que la creación comenzó el atardecer próximo al equinoccio de otoño, pero en el año 3929 a. C.
La fecha propuesta por Ussher de 4004 a. C. difiere poco de las estimadas de Beda (3952 a. C.) o por el contemporáneo de Ussher, Joseph Justus Scaliger (3949 a. C.). La elección específica de Ussher de ese año pudo haber sido influida por la creencia de aquel entonces de que la vida potencial de la Tierra era de 6000 años (4000 antes del nacimiento de Cristo y 2000 después, por lo que su final debía de llegar en el año 1996, cosa que evidentemente no ha ocurrido), correspondiente a los seis días de la creación, sobre las bases de que "con El Señor un día es como mil años, y mil años como un día" (2 Pedro, 3,8).
Esta visión ha sido completamente abandonada seis mil años después de 4004 a. C. Sin embargo, hay algunos estudiosos bíblicos, como así también un número de cristianos evangélicos, quienes profesan su interpretación literal de la Biblia y que la Tierra tiene 6000 años de edad.
Hoy nos pueden parecer sin interés estos cálculos pero la edad de la Creación ha sido motivo de estudio por numerosos autores a lo largo de los siglos. Incluso algunos de los que podemos considerar más científicos, como Kepler (que fechó la Creación en 3992 A. C.) y Newton (que la fechó en el año 4000 A. C.) se interesaron por conocer este dato. Pero ninguna propuesta ha sido tan conocida como la del Obispo Ussher probablemente porque su cálculo ha figurado como comentario en las primeras ediciones de la Biblia del Rey Jaime de tan gran difusión en el mundo protestante anglosajón.
La teoría de Ussher, con algunas matizaciones, gozó de prestigio y credibilidad, no muy intensa desde luego, durante un par de siglos, hasta que dos factores la hicieron considerar simple y sin sentido. Uno, el avance de la ciencia: dos grandes investigadores, considerados como los creadores de la Geología, James Hutton y Charles Lyell, en la primera mitad del siglo XVIII, introdujeron la idea, ya irreversible, de que los tiempos requeridos para que se formase la corteza terrestre tenían que haber sido mucho más largos. Hoy existe el acuerdo generalizado de que el Big Bang, o momento de la explosión que dio origen al Universo, se produjo hace unos 13.700 millones de años. Los conocimientos de que disponen hoy los científicos y lo que se sabe sobre el Universo están lógicamente muy alejados de aquellas propuestas antiguas.
Junto a estos avances de las ciencias también fue imponiéndose el criterio de que el lenguaje de la Biblia primordialmente encierra un mensaje religioso y no una información histórica. Aunque ya san Agustín en el siglo V detectaba, por ejemplo, una contradicción material (si se contabilizan, decía, los días como el tiempo transcurrido desde que sale el sol hasta que se pone, ¿cómo se pueden medir los tres primeros días de la creación si éste no fue creado hasta el cuarto?), no ha sido hasta el siglo XIX cuando la Teología ha mostrado esta nuevo sentido de de la Biblia.
Hoy nos pueden parecer sin interés estos cálculos pero la edad de la Creación ha sido motivo de estudio por numerosos autores a lo largo de los siglos. Incluso algunos de los que podemos considerar más científicos, como Kepler (que fechó la Creación en 3992 A. C.) y Newton (que la fechó en el año 4000 A. C.) se interesaron por conocer este dato. Pero ninguna propuesta ha sido tan conocida como la del Obispo Ussher probablemente porque su cálculo ha figurado como comentario en las primeras ediciones de la Biblia del Rey Jaime de tan gran difusión en el mundo protestante anglosajón.
La teoría de Ussher, con algunas matizaciones, gozó de prestigio y credibilidad, no muy intensa desde luego, durante un par de siglos, hasta que dos factores la hicieron considerar simple y sin sentido. Uno, el avance de la ciencia: dos grandes investigadores, considerados como los creadores de la Geología, James Hutton y Charles Lyell, en la primera mitad del siglo XVIII, introdujeron la idea, ya irreversible, de que los tiempos requeridos para que se formase la corteza terrestre tenían que haber sido mucho más largos. Hoy existe el acuerdo generalizado de que el Big Bang, o momento de la explosión que dio origen al Universo, se produjo hace unos 13.700 millones de años. Los conocimientos de que disponen hoy los científicos y lo que se sabe sobre el Universo están lógicamente muy alejados de aquellas propuestas antiguas.
Junto a estos avances de las ciencias también fue imponiéndose el criterio de que el lenguaje de la Biblia primordialmente encierra un mensaje religioso y no una información histórica. Aunque ya san Agustín en el siglo V detectaba, por ejemplo, una contradicción material (si se contabilizan, decía, los días como el tiempo transcurrido desde que sale el sol hasta que se pone, ¿cómo se pueden medir los tres primeros días de la creación si éste no fue creado hasta el cuarto?), no ha sido hasta el siglo XIX cuando la Teología ha mostrado esta nuevo sentido de de la Biblia.
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