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lunes, 25 de junio de 2018

El Pacto Molotov-Ribbentrop y la invasión soviética a Polonia

Al final de los años 1930, la Unión Soviética pretendía formar una alianza contra Alemania con el Reino Unido, Francia y Polonia. Las negociaciones, sin embargo, fueron difíciles. Los soviéticos insistían en crear un círculo de influencia que abarcara desde Finlandia hasta Rumania y pidieron ayuda militar, no sólo para actuar contra cualquier país que los atacara directamente, sino también contra cualquier organización que atacara a los países de dicha esfera de influencia. Desde el comienzo de las negociaciones con Francia y el Reino Unido, la Unión Soviética demandó su derecho a ocupar los Estados Bálticos (Letonia, Estonia y Lituania). Finlandia también debía ser incluida en el círculo de influencia soviética  y los soviéticos finalmente reclamaron su derecho a actuar en Polonia, Rumanía y los Estados Bálticos cuando su seguridad se viera amenazada. Los gobiernos de estos países rechazaron la propuesta, ya que presentían que si el Ejército Rojo invadía alguna vez su territorio, ya nunca lo abandonaría, como señaló el ministro de exteriores polaco Józef Beck. La Unión Soviética dejó de confiar en los británicos y franceses para mantener la seguridad colectiva desde que estos rechazaron prestar ayuda a la Segunda República Española contra los nacionalistas durante la Guerra Civil Española, o cuando renunciaron a proteger a Checoslovaquia de la Alemania Nazi. De igual modo, sospechaban que los Aliados Occidentales preferirían que la Unión Soviética se enfrentara a Alemania por sí misma, mientras ellos observaban la situación. En vista de estos intereses divergentes, la Unión Soviética abandonó el diálogo y retomó las conversaciones con Alemania.

El pacto alemán-soviético, también conocido como pacto Ribbentrop-Molotov por los dos ministros extranjeros que negociaron el acuerdo, tenía dos partes. El acuerdo económico, firmado el 19 de agosto de 1939, estipulaba que Alemania entregaría productos manufacturados a cambio de materia prima soviética. La Alemania nazi y la Unión Soviética también firmaron en Moscú un pacto de no agresión durante diez años el 23 de agosto de 1939, una semana antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, El pacto, que ha sido descrito como una licencia para la guerra, fue un factor clave en la decisión de Hitler de invadir Polonia

El ministro nazi de Relaciones Exteriores, Joachim von Ribbentrop , el líder soviético Josef Stalin y el ministro soviético de Relaciones Exteriores, Viacheslav Molotov, en la firma del pacto.
Este tratado tenía algunas cláusula secretas solo para conocimiento de los jerarcas de ambos gobiernos y no reveladas al público, por las que se dividía Europa oriental en zonas de influencia germana y soviética, quedando Polonia repartida entre las dos potencias y Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania reconocidas por Alemania como zonas de interés soviético. También les ofreció la posibilidad de recuperar territorios cedidos a Polonia veinte años antes y así unir los pueblos ucranianos y bielorrusos orientales y occidentales bajo un gobierno soviético y, por primera vez, bajo un mismo estado. Stalin veía además ventajas en que se desatase una guerra en Europa occidental, ya que podía debilitar a sus enemigos ideológicos y abrir nuevas regiones para el avance del comunismo.

El pacto alemán-soviético permitió que Alemania atacara Polonia el 1 de septiembre de 1939 sin temor a la intervención soviética. El 3 de septiembre de 1939, Gran Bretaña y Francia, que habían garantizado cinco meses antes la protección de las fronteras de Polonia, declararon la guerra a Alemania. Estos sucesos marcaron el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

El 1 de septiembre de 1939, los líderes nazis comenzaron a animar a los soviéticos a jugar su baza del Pacto Molotov-Ribbentrop para que invadieran la parte oriental de Polonia. El embajador alemán en Moscú, Friedrich Werner von der Schulenburg, y el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Viacheslav Mólotov, intercambiaron una serie de comunicados diplomáticos sobre el asunto.
Entonces Mólotov vino al lado político del asunto y declaró que el Gobierno soviético había tenido la intención de aprovechar la oportunidad del avance de tropas alemanas sobre Polonia para declarar que Polonia se deshacía y que era necesario que la Unión Soviética, en consecuencia, acudiera en ayuda de los ucranianos y bielorrusos "amenazados" por Alemania. Este argumento debía hacer que la intervención de la Unión Soviética fuera admisible desde el punto de vista de las masas y al mismo tiempo, evitar que la Unión Soviética diera el aspecto de agresor.” - Friedrich Werner von der Schulenburg, embajador alemán en Moscú, en un telegrama al Ministerio de Asuntos Exteriores alemán.
Los soviéticos retrasaron su intervención por varios motivos. Se encontraban sumidos en una serie de disputas fronterizas con Japón, necesitaban tiempo para movilizar al Ejército Rojo y veían una ventaja diplomática en esperar a que Polonia se desintegrara antes de realizar algún movimiento. El 17 de septiembre de 1939, Mólotov declaró en la radio que todos los tratados entre la Unión Soviética y Polonia habían sido anulados debido a que el gobierno polaco había abandonado a su pueblo y había dejado de existir de forma efectiva. Ese mismo día, el Ejército Rojo cruzó la frontera polaca, comenzando la invasión del país.

No obstante las muchas dificultades y las tristes experiencias de los últimos días, el Mando Supremo tenía aún ciertas esperanzas. Se esperaba que al día siguiente, el 17 de septiembre, los aliados occidentales iniciaran su gran ofensiva. Y, aunque ésta no se produjo, nadie se preocupó: después de todo, una diferencia de pocos días no podía tener demasiada trascendencia. Pensaban que pronto los alemanes se verían obligados a marcharse de Polonia, por lo menos la mayor parte de la Luftwaffe y de las divisiones acorazadas; después... todo se iría resolviendo.

Pero lo que ocurrió fue que poco antes del amanecer del 17 de septiembre, el Ejército ruso entró en Polonia en un frente de casi 1300 km. La acción constituyó una sorpresa total tanto para el Gobierno como para el Mando Supremo polaco, e incluso para el mismo Alto Mando alemán. Los soviéticos entraron en campaña con dos Grupos de Ejército: el de la Rutenia Blanca y el de Ucrania. El primero estaba constituido por cuatro ejércitos y el segundo por tres. El Ejército 12. desplegado en el extremo meridional del frente, comprendía en su mayor parte tropas motorizadas, ya que su objetivo era aislar a los polacos de Rumania y de Hungría. La frontera de Polonia con Rusia estaba defendida tan sólo por 18 Batallones y cinco Escuadrones de Caballería del Cuerpo de Protección de la Frontera (KOP Korpus Ochrony Pogranicza en polaco); por lo tanto no fue difícil para las vanguardias soviéticas profundizar en territorio polaco casi 100 km en los dos primeros días. La actitud del Ejército ruso en relación con los soldados polacos fue ambigua, ya que al principio parecía como si los rusos evitasen combatir, por lo que incluso llegó a pensarse que acudían en ayuda de Polonia. Pero la situación se aclaró en cuanto las tropas polacas fueron desarmadas y hechas prisioneras. Cuando el Ejército soviético atravesó el Dniester y amenazó Kolomyja, el Mando Supremo polaco se encontró de repente en peligro. No había tiempo para discutir la situación con calma. Así, pues, todas las fuerzas recibieron la orden de retirarse hacia las fronteras rumana y húngara y resistir a los alemanes, pero sin hacer fuego contra los rusos, a no ser que éstos les atacaran o intentasen desarmarlos. Se decidió que el Presidente y el Gobierno, así como el comandante en jefe, se trasladaran a Rumania para pasar luego a Francia. 

El gobierno soviético anunció que actuaba para proteger a los ucranianos y bielorrusos que vivían en la parte oriental de Polonia, debido al colapso de la administración polaca tras la invasión nazi. Según los soviéticos, dicha administración, no podía ya garantizar la seguridad de sus ciudadanos.

Caballería polaca
La sorpresa de los polacos es total. En ese momento, sus tropas luchan a la desesperada en un intento de realizar un último plan defensivo contra los ejércitos del Reich, el Saliente Rumano, consistente en retirar todas las tropas posibles a la zona fronteriza con Hungría y Rumanía y resistir hasta el ―todavía esperado― ataque de Francia y el Reino Unido. La lucha sigue siendo muy intensa, pero ya no son unidades cohesionadas las que ofrecen resistencia, sino restos de divisiones y brigadas que, aisladas, combaten para escapar al cerco de las divisiones alemanas y poder así unirse al resto de los ejércitos polacos.

Con todas las tropas comprometidas en la lucha contra los alemanes, sólo quedan para defender la frontera las unidades del KOP, algunas de la Defensa Territorial y restos de las tropas regulares en retirada. El Estado Mayor polaco, impotente ante esta nueva situación, abandona el ya inviable plan del Saliente Rumano y ordena no combatir a las fuerzas soviéticas, para concentrar todos los esfuerzos en que las unidades que todavía luchan contra los alemanes logren escapar hacia las fronteras de Rumanía y Hungría, y pasar de estos países a Francia o el Reino Unido y así poder proseguir la lucha.

Sin embargo, y en medio de la confusión reinante, muchas unidades resisten al nuevo invasor. No se dan combates de la magnitud de los que se han producido o se siguen produciendo contra los alemanes, pero alrededor de ciudades como Vilna o Grodno hay duros enfrentamientos.

El Ejército Rojo alcanzó rápidamente sus objetivos, debido a que sobrepasaba en número a la resistencia polaca. En torno a 230.000 soldados polacos, o incluso más (452.500) fueron hechos prisioneros de guerra. El gobierno soviético se anexionó el nuevo territorio, poniéndolo bajo su control y declarando en noviembre de ese mismo año que trece millones y medio de ciudadanos polacos, que vivían en la zona anexionada, habían pasado a ser ciudadanos soviéticos. Los soviéticos contrarrestaron la oposición mediante ejecuciones y arrestos. Varios cientos, o miles, según estimaciones, de los arrestados, fueron enviados a Siberia y a otras zonas remotas de la URSS, en cuatro series de deportaciones producidas entre 1939 y 1941.

El Ejército Rojo hizo su incursión por la zona de Kresy, al este de Polonia, con siete ejércitos de campaña y entre 450.000 y 1.000.000 de soldados. Estos ejércitos se agrupaban en dos "frentes" (equivalente soviético de un Grupo de Ejércitos): el Frente Bielorruso, bajo la dirección de Mijaíl Kovalyov, y el Frente Ucraniano, bajo las órdenes de Semión Timoshenko. Hasta ese momento los polacos no habían conseguido defender sus fronteras occidentales y, en respuesta a las incursiones alemanas, habían lanzado una contraofensiva de cierta importancia en la batalla de Bzura. El Ejército Polaco tenía originalmente un plan defensivo bien desarrollado para combatir una posible invasión soviética pero no estaban preparados para plantar cara a dos invasiones simultáneas. En el momento en que los soviéticos invadieron el país, los comandantes polacos ya habían enviado a la mayor parte de sus tropas al oeste para enfrentarse a los alemanes, dejando así al este con una mínima protección de veinte batallones, que contaban con unos 20.000 soldados de defensa fronteriza del KOP, bajo la dirección del general Wilhelm Orlik-Rueckemann.

Al comenzar la invasión, el comandante en jefe polaco y mariscal de Polonia Edward Rydz-Śmigły, ordenó a las fuerzas fronterizas que prestaran resistencia ante la invasión soviética. Luego cambió su postura, tras consultar con el Primer Ministro Felicjan Sławoj Składkowski, ordenando retroceder y limitar los ataques a los soviéticos al caso de defensa propia.
“Los soviéticos han entrado. Ordeno un repliegue general hacia Rumanía y Hungría por la ruta más corta. No luchéis contra los bolcheviques a no ser que os asalten o traten de desarmar vuestras unidades. Las tareas defensivas de Varsovia y otras ciudades que debían defenderse de los alemanes, quedan sin cambios. Las ciudades amenazadas por los bolcheviques deberían negociar la cuestión de retirar la guarnición hacia Hungría o Rumanía” - Edward Rydz-Śmigły, Comandante en Jefe del Ejército polaco.
Las dos órdenes contradictorias condujeron a la confusión y cuando el Ejército Rojo atacó a las unidades polacas estallaron pequeñas batallas de forma inevitable. La respuesta de los no étnicamente polacos a la situación añadió una nueva complicación. En algunos casos, ucranianos, bielorrusos y judíos aplaudieron la entrada de las tropas soviéticas, consideradas libertadoras. La Organización de Nacionalistas Ucranianos se levantó contra los polacos y partisanos comunistas organizaron revueltas locales, como por ejemplo en Skidel.

El plan original de repliegue de los militares polacos consistía en retirarse y reagruparse en torno a la frontera rumana. La idea era adoptar posiciones defensivas en dicho lugar y esperar al ataque prometido por parte de franceses y británicos en el oeste. Este plan suponía que Alemania se vería obligada a limitar sus operaciones en Polonia para así poder combatir en un segundo frente. Los aliados esperaban que las fuerzas polacas resistieran durante varios meses pero el ataque soviético hizo que esta estrategia quedara obsoleta.


Las unidades soviéticas a menudo se encontraban con que los alemanes avanzaban desde la dirección opuesta. Ocurrieron varios ejemplos notables de cooperación entre ambas fuerzas. La Wehrmacht capturó la Fortaleza de Brest con la ayuda de la 29º Brigada de Tanques Soviética, tras la batalla de Brest Litovsk, el 17 de septiembre. El general alemán Heinz Guderian y el general de brigada soviético Semión Krivoshein llevaron a cabo un desfile conjunto tras tomar Brest. 

El general alemán Heinz Guderian y el brigada soviético Semión Krivoshein durante el desfile conjunto en Brest.
Lvov (o Lwów en polaco) se rindió el 22 de septiembre, días después de que los alemanes hubieran entregado el mando de las operaciones en la zona a los soviéticos. Fuerzas soviéticas tomaron Vilna el 19 de septiembre, tras una batalla de dos días de duración. El 24 de septiembre tomaron Goradnia, tras cuatro días de combates. Hacia el 28 de septiembre el Ejército Rojo ya había alcanzado la línea de los ríos Narew, Bug Occidental, Vístula y San, que trazaban la frontera acordada previamente con los nazis.
La caballería soviética en un desfile en Lvov,
Varias guarniciones polacas aisladas lograron mantener sus posiciones durante mucho tiempo antes de ser derrotadas, siendo la última unidad operacional del Ejército Polaco en rendirse, el Grupo Independiente Operacional "Polesie" (Samodzielna Grupa Operacyjna "Polesie" en polaco) del general Franciszek Kleeberg Polesie. Kleeberg se rindió el 6 de octubre, tras los cuatro días que duró la batalla de Kock, cerca de Lublin, terminando así con la Campaña de Septiembre. Los soviéticos habían salido victoriosos. El 31 de octubre, Mólotov presentó un informe al Soviet Supremo:
"Un golpe corto del Ejército alemán, y posteriormente otro del Ejército Rojo, fueron suficientes para aniquilar esta fea criatura del Tratado de Versalles".
La reacción de Francia y Gran Bretaña a la invasión de Polonia fue el silencio, ya que no deseaban ningún tipo de confrontación con la URSS en ese momento. Bajo los términos de la alianza militar Anglo-Polaca del 25 de agosto de 1939, los británicos habían prometido asistencia militar a Polonia si esta era atacada por una potencia europea. Pero cuando el embajador polaco Edward Raczyński recordó al Secretario de Estado británico E. F. L. Wood lo firmado, éste declaró tajantemente que no era una buena empresa para el Reino Unido declarar la guerra a la Unión Soviética. El Primer Ministro británico Neville Chamberlain consideró hacer público un compromiso de restaurar la estructura del Estado Polaco pero finalmente se limitó a emitir declaraciones de condena general.

A todo eso, no existía ningún motivo militar válido para que los franceses permanecieran inactivos. Efectivamente, la situación era todavía de tal naturaleza que hubieran podido apagar las llamas de la segunda Guerra Mundial. Su compatriota Jean Dutord ha afirmado: "Los generales franceses tenían en la mano la llave del éxito". El 10 de septiembre, el comandante en jefe francés, Gamelin, escribió a su colega de la agonizante Polonia: “Más de la mitad de nuestras divisiones activas están empeñadas en combates en las zonas del Nordeste. Es imposible hacer nada más”. Y el comunicado del Ejército francés del 11 de septiembre afirmaba: “Nuestros ataques han obtenido notables éxitos al este del Saar”. El 16 de septiembre, las estaciones de radio de Nueva York informaban: “Centenares de miles de soldados franceses y alemanes están librando una encarnizada batalla”. El 19 de septiembre, la emisora londinense de onda corta emitió este comunicado: “La lucha se extiende sobre un frente de 160 km. y algunas unidades francesas se encuentran a 16 kilómetros más allá de la frontera alemana”. Pero las cosas no eran así. En realidad, por el curso superior del Rin navegaban barcos neutrales, cuya tripulación cambiaba saludos con los soldados que se hallaban en las dos orillas. En otras palabras: no se estaba librando ningún combate.


Los franceses también habían adquirido compromisos con Polonia, incluyendo la provisión de ayuda aérea, y éstas no fueron cumplidas. Una vez que los soviéticos invadieron Polonia, los franceses y los británicos decidieron que no había nada que pudieran hacer por Polonia a corto plazo, por lo que comenzaron a planificar una victoria a largo plazo. Los franceses habían avanzado de manera provisional en el Sarre a principios de septiembre pero después de la derrota polaca, se retiraron detrás de la Línea Maginot, a fecha de 4 de octubre. Muchos polacos se indignaron ante la falta de apoyo por parte de sus aliados occidentales, lo que creó un sentimiento de traición entre los polacos.

En octubre de 1939 Mólotov informó al Soviet Supremo que la invasión había provocado un total de 737 muertes y 1.862 heridos soviéticos, aunque las cifras polacas elevan los números hasta 3.000 muertes y entre ocho mil y diez mil heridos. En el lado polaco, entre 6.000 y 7.000 soldados perecieron en los combates contra el Ejército Rojo, siendo hechos prisioneros entre 230.000 y 450.000 hombres. Los soviéticos solían saltarse los términos de las rendiciones. En algunos casos, prometieron a los soldados polacos la libertad si se rendían pero terminaron arrestándolos cuando estos depusieron las armas

Los soviéticos no trataron a los prisioneros militares polacos como prisioneros de guerra sino como rebeldes contra el nuevo gobierno de la Ucrania y Bielorrusia Occidental. Los soviéticos mataron a decenas de miles de prisioneros de guerra polacos. Algunos fueron ejecutados en plena campaña, como el general Józef Olszyna-Wilczyński, que fue capturado, interrogado y después asesinado el 22 de septiembre. El 24 de septiembre, los soviéticos mataron a cuarenta y dos personas, entre personal y pacientes, de un hospital militar polaco en el pueblo de Grabowiec, cerca de Zamość. 

Los soviéticos también ejecutaron a todos los oficiales polacos que capturaron después de la batalla de Szack, a fecha de 28 de septiembre de 1939. Más de 10.000 personas, entre personal militar polaco y civiles, perecieron en la Masacre de Katyn (ver más). Unos 300 polacos fueron ejecutados después de la batalla de Grodno.

Los polacos y los soviéticos restablecieron sus relaciones diplomáticas en 1941, siguiendo el Pacto Sikorski-Mayski, pero los soviéticos volvieron a romperlas en 1943 después de que el gobierno polaco demandara un examen independiente de las fosas comunes descubiertas en el bosque de Katyn. Entonces el gobierno soviético presionó a los Aliados Occidentales para que reconocieran al gobierno títere prosoviético de Wanda Wasilewska en Moscú.

El 28 de septiembre de 1939, la URSS y Alemania cambiaron en secreto los términos del Pacto Molotov-Ribbentrop. Pasaron a Lituania al círculo de influencia soviético y desplazaron la frontera en Polonia hacia el este, dando a Alemania un territorio mayor. Con este acuerdo, con frecuencia descrito como la cuarta partición de Polonia (ver más), la URSS se quedó con todo el territorio polaco situado al este de la línea descrita por los ríos Pisa, Narew, Bug Occidental y San. Esto proporcionaba un total de 200.000 kilómetros cuadrados, habitados por trece millones y medio de ciudadanos polacos.

El Ejército Rojo había sembrado la confusión entre los lugareños al asegurar que llegaban para salvar a Polonia de los Nazis. Su avance sorprendió a los polacos y a sus líderes, que no habían recibido información sobre cómo responder ante una invasión de la URSS. Algunos ciudadanos polacos y los judíos quizás habrían preferido en un principio un régimen soviético antes que uno nazi. Sin embargo, los soviéticos impusieron su ideología rápidamente en la vida local. Por ejemplo, comenzaron a confiscar, nacionalizar y redistribuir todas las empresas de propiedad privada o estatal. Durante los dos años que siguieron a la invasión y anexión de Polonia, los soviéticos arrestaron a unos cien mil ciudadanos polacos y deportaron a un total de entre 350.000 y 1.500.000, de los cuales entre 250.000 y 1.000.000 murieron, la mayoría de ellos, civiles.

De los trece millones y medio de civiles que vivían en los territorios anexionados por la URSS, los polacos eran el mayor grupo étnico pero los bielorrusos y ucranianos, en conjunto, representaban el cincuenta por ciento de la población. La anexión no dio a la Unión Soviética el control de todas las áreas donde vivían los bielorrusos y los ucranianos, ya que algunas de ellas se quedaron en la zona alemana debido al movimiento de la frontera al este. De todos modos, la URSS consiguió unir a la mayor parte de ambos pueblos, expandiendo las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Bielorrusia y de Ucrania.

El 26 de octubre de 1939 se llevaron a cabo "elecciones" en las asambleas de Bielorrusia y Ucrania para dar a la anexión una apariencia de legalidad. Los bielorrusos y ucranianos residentes en Polonia habían sido alienados por la política de polonización del Gobierno de Varsovia y por la represión contra los movimientos separatistas, por lo que sentían poca lealtad hacia el estado polaco. Sin embargo, no todos los bielorrusos y ucranianos vieron con buenos ojos la instauración del régimen soviético en Polonia, debido al resquemor por el Holodomor (hambruna en Ucrania) de comienzos de los años 1930. En general, los pobres recibieron bien a los soviéticos mientras que las élites tendieron a formar parte de la oposición, a pesar de apoyar la reunificación.

Los soviéticos introdujeron rápidamente políticas de sovietización en Bielorrusia y Ucrania Occidental, incluyendo colectivizaciones masivas en la totalidad de la región. Durante el proceso, eliminaron implacablemente los partidos políticos y las asociaciones públicas y arrestaron o ejecutaron a sus líderes, acusándolos de "enemigos del pueblo". Las autoridades también suprimieron la Organización de Nacionalistas Ucranianos, de carácter antipolaco y que llevaba resistiendo activamente contra el estado polaco desde los años 1920. Pero a pesar del cambio de régimen, los nacionalistas ucranianos continuaron aspirando a un estado ucraniano independiente y unificado. Las unificaciones de 1939 fueron a pesar de todo un acontecimiento decisivo en la historia de Ucrania y de Bielorrusia porque sentaron la base territorial con la que las dos repúblicas alcanzarían la independencia en 1991, después de la caída de la Unión Soviética.

Los censores soviéticos suprimieron muchos de los detalles de la invasión de 1939 y de sus consecuencias.  El Politburó calificó a la operación como una "campaña de liberación" y posteriormente las instituciones y publicaciones soviéticas no variarían esta postura. El 30 de noviembre de 1939, Stalin aseguró que no era Alemania quien había atacado a Francia e Inglaterra sino que eran Francia e Inglaterra quienes habían atacado a Alemania. En marzo de 1940 Mólotov aseguró que Alemania había tratado de negociar la paz pero que su propuesta había sido rechazada por los "imperialistas anglo-franceses". 

Todos los gobiernos soviéticos posteriores negaron la existencia de un protocolo secreto en el Pacto Molotov-Ribbentrop pero cuando el documento fue "encontrado" en los archivos soviéticos en 1989 la verdad se dio a conocer. La censura también se aplicó en la República Popular de Polonia para mantener la imagen de "amistad Polaco-Soviética", promovida por los dos gobiernos comunistas. La política oficial solamente admitía que la campaña de 1939 sirvió para unir a los pueblos ucraniano y bielorruso y para liberar a los polacos del "capitalismo oligárquico". Las autoridades desanimaron a todo estudio o enseñanza profunda sobre la materia. 

La invasión soviética, que el Politburó llamó "campaña de liberación", permitió la incorporación de millones de polacos, ucranianos y bielorrusos a las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Ucrania y de Bielorrusia. Durante la existencia de la República Popular de Polonia (1945-1989), la invasión fue considerada un asunto delicado, llegando a ser tabú y omitida de la historia oficial con el objetivo de preservar la ilusión de la "amistad eterna" entre los miembros del Bloque del Este.

En noviembre de 1939, la URSS atacó Finlandia (ver más) y la forzó a ceder el istmo de Karelia. Las repúblicas bálticas fueron también anexionadas por Stalin, pasando a configurarse como repúblicas soviéticas en agosto de 1940.

jueves, 10 de mayo de 2018

El asalto a Eben-Emael

El fuerte de Eben-Emael se hizo muy conocido durante la batalla del 10 de mayo de 1940, cuando un pequeño equipo de paracaidistas alemanes logró controlar la artillería del fuerte en menos de 15 minutos. Organización, innovación y audacia fueron las claves del éxito alemán.

A las 4:25 a.m. en la oscuridad previa al amanecer del 10 de mayo de 1940, nueve planeadores alemanes se detuvieron silenciosamente para detenerse en la cima de la colina de la fortaleza más fuertemente defendida de Europa.

Estos paracaidistas estaban a punto de atacar lo que se consideraba la fortaleza más inexpugnable de Europa, una misión que se consideraba poco menos que suicida. Sin embargo, a las 11:30 am del día siguiente, un oficial belga con una bandera blanca, apareció en la entrada del Fuerte Eben-Emael para entregar la enorme fortificación de concreto a las fuerzas alemanas. De los apenas 85 zapadores alemanes que entraron en acción el 10 de mayo, 6 resultaron muertos y 15 heridos, sin contar las heridas recibidas por algunos en el momento del aterrizaje, por otra parte, según fuentes belgas, en el momento del ataque al fuerte sólo se encontraban 750 de los 1200 hombres que constituían su guarnición; al parecer, el 15 % estaba de permiso y los restantes acantonados en los pueblos vecinos. Los belgas tuvieron 23 muertos y 59 heridos. La captura del fuerte de Eben-Emael es famosa por ser el primer ataque por planeadores del mundo. Esta acción audaz cambió la forma en que los estrategas militares procesarían la guerra en el futuro, y todavía influye mucho en la planificación militar de hoy.



Eben-Emael fue el principal bastión central en una gran cadena de 12 fortalezas belgas formidables, intercaladas con obstáculos naturales de marismas, ríos, valles y montañas que rodeaban la ciudad de Lieja y protegían la entrada a las llanuras del centro de Bélgica. Este anillo de fortalezas se llamó Position Fortifiée de Liège. Situado junto al recientemente construido Canal Alberto de 45 metros de ancho, excavado como una barrera defensiva estratégica, el fuerte tenía grandes casamatas de armas emplazadas sobre el lado del canal. Su función era proteger los tres grandes puentes de acero que un ejército alemán tendría que cruzar para entrar en Bélgica y los Países Bajos.

Era imprescindible apoderarse de los puentes sobre el canal Alberto antes de que sufrieran daños, y poner fuera de combate a EbenEmael. Teniendo en cuenta los preparativos del Ejército belga, no sería posible conseguir ninguno de estos objetivos empleando sistemas de guerra ortodoxos, ni siquiera recurriendo a las tropas paracaidistas. Por lo tanto, el mando alemán decidió utilizar planeadores de transporte, capaces de acercarse a las posiciones enemigas de un modo silencioso e invisible, a la media luz del alba; y como hasta entonces no se hablan empleado nunca en tan amplia escala como medio de combate, tendrían a su favor el importante factor sorpresa. Pero para que este factor sorpresa fuera efectivo, era indispensable que los planeadores aterrizaran en el mismo instante en que el Ejército alemán comenzara a cruzar la frontera. Por lo tanto, el Ejército debía establecer el momento de su ataque adaptándose a las necesidades de las unidades aerotransportadas, y sólo después de mucho insistir consintió en dar la prioridad a un medio tan poco conocido y hasta entonces nunca experimentado.

La importancia de estos tres puentes no puede ser subestimada. Las divisiones de Hitler primero necesitaban cruzar los Puentes de Kanne, Vroenhoven y Veldwezelt para ingresar a Bélgica. Si las fuerzas avanzadas de Hitler fuesen detenidas aquí, habría tiempo suficiente para que los ejércitos belga y holandés prepararan posiciones de defensa más hacia el interior, y la invasión se mantendría el tiempo suficiente para que los ejércitos francés y británico llegaran a la escena

¿Por qué eligió Hitler atacar la fortaleza más fuertemente armada de toda Europa como su impulso inicial en la Segunda Guerra Mundial? Fort Eben-Emael se encuentra a 15 millas de la frontera alemana, al sur de la ciudad holandesa de Maastricht, y junto al río Meuse, la frontera entre los Países Bajos y Bélgica. Con la caída de Eben-Emael, el corazón de Bélgica estaría abierto a la invasión.


El diseño de Eben-Emael lo hizo virtualmente inexpugnable por las fuerzas de tierra convencionales; de hecho, fue construido para "disuadir a un agresor del este de contemplar la violación de la neutralidad belga".

Con forma de punta de flecha o diamante, con la punta afilada hacia el norte, el fuerte mide algo más de un kilómetro de norte a sur y casi 800 metros de este a oeste, y ocupa un área del tamaño de 70 campos de fútbol.


Las defensas del fuerte aprovecharon los obstáculos naturales y de ingeniería que harían demasiado costoso el ataque. El  Canal Alberto, que corría a lo largo de su borde oriental, estaba bordeado por muros de hormigón casi verticales de unos 40 metros de altura, lo que imposibilitaba el asalto desde ese punto. Al oeste, el fuerte estaba bordeado por el río Geer y reforzado por una zanja antitanque. Hacia el sur estaba defendida por una zanja antitanque de 9 metros  de ancho y 6 metros de profundidad.

Las capacidades y el armamento ofensivo y defensivo de Fort Eben-Emael eran impresionantes, incluso para los estándares actuales. Para intimidar a cualquiera que considerara atacar el fuerte, se colocaron  16 emplazamientos de armas. La parte superior del fuerte, 120 pies más alta que el fortín de entrada en la base, estaba salpicada de siete fortines armados con cañones antitanque de 60 mm y ametralladoras, rematados con pequeñas cúpulas de observación de concreto.


Otras seis casamatas de concreto se ubicaron alrededor de la parte superior de la fortaleza, cuatro de las cuales estaban armadas con cañones triples de 75 mm con un alcance de siete millas. Dos de estas casamatas estaban en posición de disparar al norte, donde se encontraban el Canal de Albert y Maastricht, por lo que se las llamó casamatas de Maastricht. Dos casamatas miraban hacia el sur, hacia la pequeña ciudad de Vise, y se llamaban Vise 1 y Vise 2. Estas casamatas cubrían los puentes del sur del Canal Albert y también podían usarse para disparar sobre las otras fortalezas alrededor de Lieja si eran atacadas.

Tres grandes cúpulas en forma de platillo volador con cúpulas blindadas giratorias de 360 grados de 12 pulgadas de espesor equipadas con cañones gemelos de 75 mm que podían disparar en todas las direcciones también se colocaron en la parte superior de la fortaleza. Las cúpulas pueden elevarse cuatro pies por encima de la casamata para una mejor observación y elevación de disparo y luego se retraen para volver a cargar. La cúpula central tenía las armas más grandes en la fortaleza: dos cañones de 120 mm colocados uno junto al otro para obtener el máximo efecto de potencia de fuego. Tres falsas cúpulas hechas de acero delgado fueron emplazadas alrededor del perímetro de la fortaleza para confundir aún más y disuadir a posibles atacantes. Cada casamata o cúpula tenía elevadores eléctricos para proporcionar municiones a los emplazamientos de armas.

Estratégicamente ubicado en las alturas de mando con vistas al Canal de Albert y varios puentes clave, la gigantesca fortaleza de Eben-Emael solo podía ser penetrada con éxito con un asalto de tropas aerotransportadas 

A pesar de la impresionante ametralladora y los emplazamientos antiaéreos, la superficie superior del fuerte carecía de cinturones completamente desarrollados de alambre de púas, minas y trincheras para proteger a las casamatas y cúpulas del ataque aéreo directo simplemente porque los planificadores belgas nunca pensaron en un ataque aéreo. La escasez de emplazamientos antiaéreos indica exactamente cuán ajenos estaban los planificadores a tal eventualidad. El asalto aéreo, ya sea por paracaidistas o planeadores, todavía no se había conceptualizado completamente en 1940.   Hitler ordenó a sus tropas aerotransportadas que entrenen en absoluto secreto, para que los belgas no fueran advertidos de sus planes.

La dotación normal de soldados de la guarnición era 500, más otros 200 para los deberes del comando, técnicos, y administrativos. Sin embargo, en mayo de 1940, muchos estaban enfermos de irritación respiratoria y de garganta debido a sus períodos de una semana en los polvorientos túneles. El 9 de mayo de 1940, el día antes del ataque, la fuerza de la batería de la pistola disminuyó en 100 hombres, ya que muchos soldados reclutados, con la guerra amenazante, fueron reclutados en el ejército belga. Entre soldados enfermos, reclutas cuyo servicio había expirado y 150 hombres adicionales de permiso, la guarnición tenía 250 hombres por debajo de la capacidad operativa en este momento crucial.

El plan alemán para tomar Fort Eben-Emael
El asalto aéreo a Fort Eben-Emael fue solo una parte de un complejo aerotransportado   y plan de ataque terrestre. La estrategia de Hitler requería que se lanzaran otras tres incursiones con planeadores al mismo tiempo que el grupo principal, con 87 hombres asignados, asaltaba Eben-Emael.

Estos tres grupos debían tomar los tres puentes de carretera a través del Canal Albert. Todos los puentes habían sido cableados para su demolición por los belgas, por lo que los grupos de asalto debían aterrizar lo más cerca posible de los puentes y atacar sorpresivamente antes de que pudieran ser destruidos por los defensores belgas. 

En la medianoche del 9 de mayo, el Alto Mando alemán, Oberkommando des Heeres (OKH), emitió órdenes de comenzar la invasión de Bélgica. El Capitán Koch recibió las órdenes a las 12:40 a.m., despertó a los hombres a las 3 am y les ordenó que hicieran los preparativos finales. La hora de salida fue   4:30 a.m., calculado para tener los cuatro grupos de planeadores aterrizando a las 5:25 a.m. en sus diversos objetivos. 

La caída de Eben-Emael demostró cómo un ataque sorpresa rápido y duro golpearía a los defensores, causando que la moral cayera rápidamente, lo que llevaría a la rendición. Eben-Emael cayó en poco más de 31 horas. Todos los oficiales participantes en la incursión recibieron la Cruz de Caballero, y los suboficiales y soldados  recibieron una generosa asignación de Cruces de Hierro, presentada personalmente por Hitler en una ceremonia especial el 15 de mayo de 1940.


El osado asalto allanó el camino para la rápida victoria alemana en Occidente. En cuestión de semanas, el ejército de Hitler entró en París.

Toda la operación fue comandada por el Hauptmann (capitán) Walter Koch, de la Luftwaffe. De solo 29 años de edad. Koch había nacido el 19 de septiembre de 1910 en Bonn.  Un año después participaría de la primera oleada de paracaidistas en el ataque a Creta, con el grado de Mayor. En el primer día de combates fue herido en la cabeza y repatriado en junio y promovido al grado de Oberstleutnant (Tte. Coronel) en abril de 1942. Enviado a Túnez en noviembre de ese año, Koch y su 5° Regimiento de Paracaidistas tuvieron su primera acción en África en Depienne Airfield, dos semanas después. El 2° batallón de paracaidistas británico bajo el mando del teniente coronel John Dutton Frost tuvo la tarea de asegurar los aeródromos en Depienne. Al encontrar los aeródromos abandonados, Frost, en busca de otros objetivos tuvo que dejar a varios hombres heridos bajo la protección de un solo pelotón detrás. Detectados por una patrulla de Koch, los paracaidistas británicos fueron rápidamente derrotados y tomados prisioneros de guerra. Koch hizo que sus médicos trataran a los heridos y los dejaran atrás con agua, comida y cigarrillos antes de entregárselos a las fuerzas de tierra alemanas. Estas fuerzas alemanas, actuando de acuerdo con la Orden de Comando, estaban preparando la ejecución de los prisioneros británicos. Koch consiguió detener la ejecución, exigiendo el tratamiento adecuado de los prisioneros. Después de una acalorada discusión, los soldados británicos fueron llevados a un campo de prisioneros de guerra; sin embargo Koch fue  herido y trasladado a Berlín, donde fue duramente reprendido, por su abierta crítica a la Orden del Comando emitida por el OKW, el Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el 18 de octubre de 1942 estableciendo que todos los comandos aliados encontrados en Europa y África deberían ser fusilados inmediatamente, incluso con uniformes o si intentaron rendirse. Tal orden nacía de una nota escrita personalmente en el comunicado diario de la Wehrmacht por Adolf Hitler que decía 
En el futuro, todas las tropas de terror y sabotaje de los británicos y sus cómplices, que no actúan como soldados, sino como bandidos, serán tratados como tales por las tropas alemanas y serán eliminados sin piedad en la batalla, donde sea que aparezcan.
Moriría en Berlín, mientras todavía se recuperaba de sus heridas, el 27 octubre de 1943 a causa de un extraño accidente de tráfico. Veteranos de su regimiento atribuyeron su muerte a la Gestapo, en venganza por atreverse a desafiar la orden.

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lunes, 7 de mayo de 2018

Un arma, un símbolo del Siglo XX

"De todas las armas del vasto arsenal soviético, nada más rentable que el Avtomat Kalashnikova modelo 1947, más conocido como AK-47 o kalashnikov. Es el fusil de asalto más popular del planeta, un arma que adoran todos los combatientes. Cuatro kilos de amalgama elegante y simple de acero forjado y madera que no se rompe, no se atasca ni se recalienta. Dispara cubierto de barro o lleno de arena. Es de manejo tan fácil que un niño puede usarlo, y lo hacen. Los soviets lo pusieron en una moneda, Mozambique lo puso en su bandera. Desde el fin de la Guerra Fría, el kalashnikov se ha convertido en la mayor exportación de Rusia, por delante del vodka, y el caviar”. 

La frase la dice Nicolas Cage como Yuri Orlov en 'El señor de la guerra'. Y es completamente cierta.

Mijail Kalashnikov
El AK-47 ha desbordado los límites de la antigua Unión Soviética, para aparecer en manos de Fidel Castro o Salvador Allende, así como dictadores como Sadam Hussein o incluso Osama Bin Laden. Guerrilleros, niños soldados, narcos y delincuentes por igual lo han alzado, a veces simplemente como muestra de poder.

Míjail Kalashnikov nació el 10 de noviembre de 1919 en la localidad de Kurya, territorio de Altai, hijo de una pobre familia campesina. Fue uno de 18 hijos, de los cuales sólo sobrevivieron seis.

Ingresó al Ejército Rojo en 1938, donde sus capacidades de diseñador fueron utilizadas para mejorar la efectividad de las armas y los equipos de los regimientos de tanques soviéticos.

Después de una herida recibida en octubre de 1941, cuando un mortero alemán impactó el tanque que comandaba, Kaláshnikov empezó a diseñar el fusil que llevaría su nombre y lo haría famoso.

Un año y medio antes de su muerte en diciembre de 2013, a los 94 años. escribió una carta al patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Cirilo I, y en ella se preguntaba si era culpable de las muchas muertes causadas por su creación.

En uno de sus párrafos se pregunta;
"Mi dolor espiritual es insoportable. Sigo haciéndome la misma pregunta sin resolución: si mi rifle le quitó la vida a personas, ¿podría ser que yo sea culpable de esas muertes, aun cuando fueran enemigos?"
Sin embargo, un portavoz de Cirilo I dijo que cuando las armas sirven para defender la patria, la Iglesia Ortodoxa apoya a quienes las crearon.

No creo que se pueda encontrar en toda la historia un hombre que haya tenido la oportunidad de ver su obra presente en los símbolos nacionales de un estado, excepto Mijail Kalashnikov. Su creación más famosa, el fusil AK-47 está presente en la bandera y en el escudo de Mozambique.


El AK-47, representa la determinación del pueblo para proteger y defender su libertad. La presencia simbólica del arma es una evocación de la violencia armada que ese país ha experimentado durante su corta historia como nación independiente. 

También lo encontramos en el  escudo nacional de Timor Oriental, en vigor desde 2007. En él puede observarse un fusil AK-47 situado delante de una flecha de color amarillo o dorado y sobre un arco del mismo color, que representan las luchas y resistencia de la población timorense por la independencia.


A raíz de la revolución que puso, entre otros, el cambio de nombre del estado de Alto Volta, llamado a partir de entonces Burkina Faso, en 1984 se adoptó un emblema circular de inspiración socialista. En él puede verse un fusil de asalto AK-47. Los elementos del escudo están envueltos por el lema nacional “LA PATRIE OU LA MORT: NOUS VAINCRONS” (“La patria o la muerte: Venceremos”). Estuvo vigente hasta  1997


Finalmente, encontramos al AK-47 presente en el escudo de Zimbabue, aprobado en 1981, junto a una azada. Ambos representando la transición de la guerra a la paz y la democracia.


Se dice que el AK-47 está basado en el rifle de asalto alemán STG-44 (Sturmgewehr), pero esto no es del todo cierto. Tras hacerse con una carabina alemana Mkb-42(H) en 1943, surgió la cuestión sobre la creación de un sistema de armas ligeras de cartucho intermedio.

Mkb-42(H)
Posteriormente a los ingenieros soviéticos se les encomendó la tarea de crear un rifle automático de cartucho intermedio según el modelo alemán. En el concurso que tuvo lugar en 1944 la vencedora fue la metralleta de Sudáev (AC-44). 

Sin embargo, en 1946 el diseñador Sudáev falleció y nadie pudo finalizar el proyecto. El asunto quedó en el aire. Poco después se anunció un nuevo concurso cuyas bases pasaban por usar la experiencia ya adquirida con la metralleta de Sudáev, y no del Sturmgewehr (Stg-44). Más tarde, tras una serie de complicadas y largas pruebas se decantaron por el fusil automático de Kaláshnikov de calibre 7,62 (o AK-47). A pesar de su designación que refiere al año de 1947, no fue hasta 1949 cuando finalmente se adoptó y empezó a producirse en masa, para posteriormente aparecer entre las filas del ejército. La primera vez que se usó con fines militares fue durante la operación Vijr en Hungría en octubre de 1956.

Se trata de un arma sencilla de fabricar y operar; sus piezas se hacen de acero estampado con apenas algunas soldaduras y está diseñada para que dispare incluso bajo el agua, con arena o con un casquillo suelto en el cajón de mecanismos. El mobiliario original era de madera contrachapada, pero hay versiones con piezas de plástico, con culatas plegables de metal o polímeros y con cañones de diferentes longitudes.

Su funcionamiento es de recarga accionada por gas: un tubo superior característico desvía parte de los gases del disparo hacia un pistón que se mueve hacia atrás, abre el cerrojo rotativo y expulsa el casquillo usado. Un muelle lo devuelve a su posición cerrando el cerrojo y colocando la siguiente bala en posición de disparo. El ciclo puede repetirse hasta 600 veces por minuto; una gran palanca en el lado derecho permite seleccionar entre Seguro, Tiro a tiro (semiautomático) y Ráfaga.

Su característico cargador curvo, originalmente de chapa estampada aunque hay versiones de baquelita o de polímeros, puede albergar 10, 20 o 30 balas, aunque el rifle también acepta los cargadores de 40 cartuchos de la ametralladora RPK. El proyectil sale a 715 metros por segundo y es capaz de atravesar hasta 10 mm de acero en distancias no muy largas.

Aunque no existen estadísticas, hay quienes afirman que es responsable de más muertes  que la artillería, los ataques aéreos y los cohetes. Su construcción es simple, lo cual lo hace relativamente barato; unos 530 dólares en 2005, aunque en África se puede encontrar por 300 con facilidad. Es tan eficiente en su funcionamiento y la munición tan sencilla de encontrar que, contando descendientes, versiones e imitaciones, se han fabricado entre 80 y 100 millones de ejemplares (de la familia M-16, el segundo en números, hay unos 10 millones). Un niño puede aprender a desensamblarlo y ensamblarlo en 30 segundos, y a usarlo en muy poco más; sin su simplicidad, sería imposible el fenómeno de los niños-soldado
Se han producido muchas versiones. estas son solo algunas:


Algunas estampillas también recuerdan a esta arma y a su creador




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viernes, 4 de mayo de 2018

La guerra y el pincel

Ver la guerra de manera objetiva es imposible, no hay malos ni buenos, sólo violencia y muerte. Desde el punto de vista del arte puede ser aún más subjetivo, pero posible. La expresión artística puede interpretar la violencia de manera que sea un reflejo de esa parte de la ‘naturaleza’ humana, que ha permanecido a lo largo de toda su historia, variando únicamente su capacidad tecnológica para provocar muerte y destrucción.

Estos son solo algunos ejemplos, tomados casi al azar, de las visiones que algunos artistas han plasmado de los horrores de las guerras.



Vasili Vasílyevich Vereshchagin (1842-1904) fue un artista bélico ruso. No es que fuera un tipo violento. Simplemente estaba especializado en pinturas de batallas dotadas de un depurado estilo realista y una exactitud fotográfica de los conflictos históricos.

Nacido en el seno de una familia de la pequeña aristocracia, ingresó en la Marina rusa, algo que debió marcar su vida, porque al finalizar el servicio militar comenzó a estudiar pintura, pero sólo pintura de guerras.

De hecho el artista viajó por muchos países de Europa, Asia y América para documentar las batallas más importantes. Acompañó al ejército ruso en varias campañas en calidad de pintor oficial de las fuerzas armadas.

La guerra es entonces el tema recurrente de este pintor, pero con un objetivo claro: denunciarla. Vereshchagin era paradójicamente un pacifista, aunque cierto es que sus clientes (aristócratas y militares de alta alcurnia) pagaban un buen dinero por pintar las épicas batallas en las que estuvieron, seguramente en la retaguardia lejos del salvajismo de primera fila.

"Sus cuadros son el mejor seguro contra la guerra", le dijo una vez el káiser Guillermo II a Vereshchagin.

El pintor moriría, ironicamente, en la guerra contra Japón, cuando dos minas marinas impactaron en el acorazado en el que viajaba.


"La apoteosis de la guerra" (1871) hace parte de su serie "Los bárbaros''. El cuadro hace referencia a las pirámides de calaveras humanas que el conquistador Tamerlán dejaba como 'monumento' después de batallas ganadas en los siglos XIV y XV en Asia. Al título definitivo adicionó "Esto está dedicado a todos los grandes conquistadores, pasados, presentes y por venir". Consiste de un óleo sobre lienzo, de 127 x 197 cm, que se conserva en la Galería Tetryakov de Moscú)



Christopher Richard Wynne Nevinson (1889-1946) fue uno de los primeros artistas británicos en presenciar los horrores de la Primera Guerra Mundial. Como conductor de ambulancia voluntario en el frente occidental, Nevinson observó el sufrimiento y la carnicería que resultó de la guerra de trincheras en el invierno de 1914-15. Retirado del frente a causa de su fiebre reumática, fue enviado a Francia en 1917 por la Oficina de Propaganda de Guerra Británica. como miembro del programa oficial de artistas de la guerra del gobierno británico. Para el programa, Nevinson produjo una pintura controvertida, "Los senderos de la gloria", que fue prohibida en su exposición individual en Leicester Galleries, Londres, en marzo de 1918. La exposición tuvo lugar en un momento de la guerra cuando la moral parecía en su punto más bajo, y el gobierno supuestamente censuró la pintura porque representaba soldados británicos muertos


Su título, se derivó de la Elegía de Thomas Gray escrita en un cementerio rural, que incluía la línea: "Los senderos de la gloria conducen a la tumba". 

Esta pintura causó alarma al censor de la Oficina de Guerra. Inmediatamente lo prohibió, argumentando que "las representaciones de los muertos tienen un efecto negativo en casa".

Está realizada al óleo, sobre un lienzo de 46 x 61 centímetros y actualmente se encuentra en el Imperial War Museum.



Otto Dix (1891-1969) Sirvió en la Primera Guerra Mundial desde 1915, luchando en el frente occidental en la Batalla del Somme. Aunque un soldado entusiasta (su servicio le valió la Cruz de Hierro de Segunda Clase) La obra de Dix es un registro de los horrores de la guerra, de lo que cambia en quienes la viven; un retrato de la angustia, el miedo, el sentimiento de muerte que vivieron millones de personas. su grabado en aguatinta "Asalto bajo los Gases" (1924) nos muestra una visión de pesadilla. Visto desde el frente, de cerca, lanzando sus granadas entre el alambre de púas y las raíces, los soldados enmascarados ya no son humanos, así como el lugar ya no es real, no hay tierra de hombres en la trinchera.


Cuando los nazis llegaron al poder en 1933, Dix fue despedido de su cátedra de enseñanza de arte en la Academia de Dresden, donde había trabajado desde 1927. La razón dada fue que, a través de su pintura, había cometido una "violación de las sensibilidades morales y subversión del espíritu militante del pueblo alemán".

En los años siguientes, unas 260 de sus obras fueron confiscadas por el Ministerio de Propaganda Nazi. Varias de estas obras aparecieron en la exposición Entartete Kunst (arte degenerado) de 1937-8. La exhibición fue organizada por los nazis para destruir las carreras de aquellos artistas que consideraban enfermos mentales, inapropiados o antipatrióticos.



Alan Moore (1914-2015) acompañó a una unidad británica, la Guardia Galesa, durante la liberación del campo de concentración nazi de Bergen-Belsen el 15 de abril de 1945. Hizo varios bocetos y dibujos y también tomó fotografías de las atrocidades cometidas contra los reclusos principalmente judíos. Estos fueron utilizados como referencia para las pinturas que completó a su regreso a Australia. Más tarde, Moore relató que le aconsejaron tomar fotografías ya que nadie creería los horrores que presenció. Partiendo de esas fotografías y sus dibujos pintó "Ciego en Belsen" en 1947. En la pintura, un ciego tropieza con cuerpos en descomposición, usando su bastón para guiarse a su alrededor. Permite a una persona imaginar las tragedias y los horrores de este lugar y la guerra en general de una manera oscura y silenciosa.


Hablando con ABC en el año 2014, Moore dijo que se vio obligado a dibujar lo que presenció en Bergen-Belsen.
"Quería hacerlo porque pensé que posiblemente detendría el horror, la muerte de la guerra. Pero nunca se han detenido. Siguen y siguen y siguen, de un país a otro".
Está realizada al óleo, sobre un lienzo de 51,2 x 61,4 cm (enmarcado: 72.2 x 82.7 cm) y pertenece a la colección del Australian War Memorial (Melbourne)

jueves, 25 de enero de 2018

Khmer Rouge: el autogenocidio camboyano

En un post anterior, hemos visto parte de la historia temprana del imperio Khmer (ver post). Vamos a ocuparnos hoy de la historia reciente de este país, Camboya, que ha sido devastada por el grupo que la historia conoce como "Khmer Rouge" (Jemer Rojo, en francés) y su oscuro líder Saloth Sar, que el mundo recuerda como Pol Pot, el seudónimo que utilizó para dirigir su régimen.

Banteay Srei es un templo camboyano del siglo X dedicado al dios hindú Shivá. Ubicado en la zona de Angkor en Camboya, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992
Ya en el Siglo XIII tenemos las primeras referencias del denominado Reino de Kambuya, después conocido como Camboya. El Río Mekong, que atraviesa el país, fue sin lugar a dudas el origen de numerosas ciudades, que crecían en sus márgenes. En ese momento ve un importante florecimiento político y cultural, en esta época este reino ocupaba parte de todos los países del entorno, pero sufrió una decadencia, debido a las ansias de expansión de los países de su entorno. Llegaron entonces contiendas, tensiones, que vio como en el Siglo XV propició la primera gran crisis del país, con el Rey Jemer huyendo hacia el sur del país, el Reino de Kambuya, que había alcanzado cotas impresionantes, inicia su descenso. 

En el Siglo XVI, no obstante, se produjo la visita a este país de misioneros y conquistadores europeos, no en vano, en los primeros años del XVII se produjo la conquista de Tailandia, lo que afectó a las relaciones con su entorno, con países como Siam o Vietnam, que se encontraban en crecimiento. Vietnam se posiciona alrededor del Mekong, poco menos que decir la fuente de vida de la región en esta zona. En este momento, Camboya había perdido su salida al mar y sus zonas más ricas en arroz y cultivo, la situación era delicada, ya que Vietnam continuaba y quería absorber por completo a Camboya, pero no pudo, porque el invasor también fue invadido por los franceses.

En el siglo XIX Camboya se convirtió en un protectorado francés, junto a Laos y a Vietnam, formando Indochina.


En la década de 1870, los oficiales franceses asentados en Camboya empezaron a presionar para lograr un mayor control sobre los asuntos internos. En 1884, el rey Norodom se vio forzado a firmar un tratado que transformó su país en una auténtica colonia y provocó una rebelión de dos años que constituyó el único gran levantamiento en Camboya antes de la II Guerra Mundial. La rebelión finalizó cuando el rey persuadió a los rebeldes de abandonar las armas a cambio del retorno a la situación anterior.

Durante las décadas siguientes, los oficiales camboyanos de alto rango abrieron la puerta al control francés directo sobre la administración del país. Los franceses mantuvieron la corte de Norodom en un esplendor desconocido desde el apogeo de Angkor, lo que ayudó a afianzar la posición de la monarquía. En 1907, los propios franceses presionaron a Tailandia para que devolviera las provincias del noroeste de Battambang, Siem Reap y Preah Vihear a cambio de concesiones territoriales de Laos a los tailandeses. Esto significó que Angkor volviera a control camboyano por primera vez en más de un siglo.

A Norodom I le sucedió Sisowath (1904-1927), y a este, el rey Monivong (1927-1941). A la muerte de Monivong, el gobernador general francés de la Indochina ocupada por Japón, el almirante Jean Decoux, colocó al príncipe Norodom Sihanouk, de 19 años, en el trono camboyano. 


Durante la II Guerra Mundial, las fuerzas niponas ocuparon la mayor parte de Asia, y Camboya no fue una excepción. Sin embargo, los japoneses permitieron a la Francia de Vichy, aliada de los alemanes, controlar Camboya. El precio fue conceder a Tailandia (un aliado japonés, si puede llamarse así) gran parte de las provincias de Battambang y Siem Reap de nuevo, zonas que no fueron devueltas hasta 1947. Sin embargo, tras la caída de París en 1944, los japoneses se vieron forzados a tomar el control directo del territorio a principios de 1945.

Tras la II Guerra Mundial, los franceses regresaron y convirtieron a Camboya en un Estado autónomo dentro de la Unión Francesa, pero manteniendo el control de facto. Los años inmediatamente posteriores a la guerra estuvieron marcados por las disputas entre varias facciones políticas del país, una situación que se hizo más inestable por la guerra entre franceses y vietnamitas, que luego se extendió a Laos, y finalmente, a Camboya.

La guerra acabó tras los acuerdos de la Conferencia de Ginebra en mayo de 1954, que puso fin al control francés de Indochina. 


El 9 de noviembre de 1953 se proclamó la independencia de Camboya y en 1955 Sihanouk abdicó al trono, un golpe maestro que otorgó a Sihanouk tanto autoridad real como poder político. Su partido, recién creado, Sangkum Reastr Niyum (Comunidad Socialista Popular), ganó todos los escaños del Parlamento en las elecciones de septiembre de 1955, y Sihanouk dirigió la política del país durante los 15 años siguientes.

En 1965, Sihanouk, convencido de que EE UU había estado conspirando contra él y su familia, rompió relaciones diplomáticas con Washington y se alió con los norvietnamitas y China. Además permitió a los comunistas usar el territorio camboyano en su enfrentamiento contra Vietnam del Sur y EE UU. En marzo de 1970, mientras Sihanouk se encontraba de viaje en Francia, el mariscal Lon Nol y el príncipe Sisowath Sirik Matak, primo de Sihanouk, protagonizaron un golpe de estado con la ayuda de Estados Unidos. Sihanouk se estableció entonces en Pekin, donde formó un gobierno en el exilio a la vez que establecía una alianza con un movimiento revolucionario que él llamó "Jemeres Rojos". 


El principal líder de los guerrilleros Jemeres Rojos se hacia llamar Pol Pot, de 50 años de edad, quien estudio budismo en su adolescencia. Según investigadores, una de sus hermanas fue aceptada como integrante del cuerpo de baile de palacio real del reinado de Camboya y terminó como concubina de la corte y sufrió continuos desprecios como objeto sexual de los poderosos. Pol Pot, que vivía en el mismo recinto que ella, era testigo diario de la amargura de la muchacha, lo que le creó un odio visceral contra todo lo que representaba la monarquía.

En su juventud se afilio a los movimientos independentistas y comunistas de Indochina contra el colonialismo francés, aunque desde su inicio rechazó las ideas de Ho Chi Minh de unidad de todos los revolucionarios de la región y por el contrario estimuló el odio a Vietnam y a sus habitantes y espoleó un nacionalismo a ultranza y pretensiones de adueñarse de regiones fronterizas del sur de ese país.

Con el control del país en manos de los norteamericanos, sus bombarderos B-52, arrojaron 280.000 bombas sobre Camboya, tres veces más explosivos que durante todos los lanzados contra Japón durante la II Guerra Mundial. En su intento de destruir las fuerzas vietnamitas mataron a centenares de miles de camboyanos pero paradójicamente los ataques fortalecieron a Pol Pot, quien tuvo el apoyo de amplios sectores campesinos la mayoría iletrada e ignorante de cualquier posición ideológica los cuales integraron sus fuerzas y lo consideraban un semi dios. El 16 de abril de 1975, los Jemeres Rojos entraron en Phnom Penh, solo dos semanas antes del fin de la guerra en Vietnam tras la caída de Saigón (ver post)

Paroxismo de terror
A partir de aquí comenzó la locura: ciudades despobladas con sus habitantes desplazados al campo, único lugar libre del nefasto capitalismo donde llegaron a trabajar entre 12 y 14 horas diarias. Fueron exterminados aldeas enteras sin distinción de mujeres, ni niños de las etnias de origen vietnamitas y otros miles fueron ejecutados dentro de las propias filas de los partidarios del régimen por acusaciones de tener simpatías con Vietnam, EEUU, la URSS o cualquier otro país del mundo. 

Pol Pot ordenó el casi completo aislamiento del país, instaurando una economía autosuficiente basada en la agricultura. Los extranjeros fueron expulsados del país y las embajadas fueron cerradas (a excepción de las de países simpatizantes como China y Corea del Norte). 

Se destruyeron los vehículos a motor, las bibliotecas y las medicinas. Los bancos fueron destruidos hasta los cimientos, al igual que buena parte de las ciudades. Se prohibió la moneda, el comercio, el mercado, las religiones, las escuelas, la literatura y toda forma de arte y cultura, ya que Camboya, ahora rebautizada Kampuchea, podía basarse sólo en la sabiduría popular. 

La primera solución para los que Pol Pot consideró sus enemigos fue la muerte administrada por igual y sin contemplaciones para funcionarios y militares del antiguo régimen, a integrantes de la realeza y a todos los que tuvieran enseñanza superior o parecieran intelectuales, juntos con su familia para que los intelectuales no pudieran tomar el poder. El país se lleno de centros de torturas y ejecuciones, instaladas en escuelas.

Pol Pot
En esta locura y dentro de la destrucción de todas las élites intelectuales a las que se consideraba subversivos, se asesinó a profesores, abogados o médicos. En esta espiral de destrucción se eliminó después a los que sabían un segundo idioma y finalmente, según relatos, a todos los que llevaban gafas, pues los lentes eran síntoma de veleidad intelectual. Se eliminaron los conglomerados urbanos y se declaró a los habitantes de la ciudad como enemigos del Estado y fueron enviados a campos de concentración donde eran obligados a trabajar, sin alimentación hasta morir.

El genocidio que cometió Pol Pot sobre la población camboyana fue el más terrible crimen desde el Holocausto. Causo cerca de dos millones de muertos, no solo por ejecuciones y torturas, sino por las epidemias y hambrunas que producía las características agrarias del Régimen. Hay que recordar que todo esto se produjo ante la impasibilidad de la ONU y de las grandes potencias, las cuales decidieron mirar para otro lado y no hacer absolutamente nada, que es lo que suelen hacer cuando no hay en juego grandes intereses económicos, (Recordemos también el genocidio de Ruanda, llevado a cabo ante las narices de la inservible ONU). Solo a partir de 1993 Occidente se dedicaría a investigar el Genocidio Camboyano. Según datos del Banco Mundial, la expectativa de vida en ese país en 1977 era de  poco más de 19 años. Compárese este dato con el de Vietnam, que en el peor momento de la guerra era de 59 años (click sobre la imagen para ampliarla).



Las continuas incursiones de los Jemeres Rojos en su territorio, provocaron la reacción vietnamita el día de navidad de 1978, Decididos a terminar con el gobierno de Pol Pot Hanoi lanzó una ofensiva que se prolongaría hasta el 7 de enero del siguiente año, cuando el ejército de Vietnam tomó Phnom Penh, para el alivio de muchos camboyanos. El Príncipe Norodom Sihanouk, volvió a refugiarse una vez más en China, mientras que Pol Pot y algunos de sus seguidores huyeron a la selvas del norte del país con la intención de continuar la lucha con el apoyo de Estados Unidos y Tailandia, quienes temían la expansión del comunismo vietnamita a otras regiones.

China respondió a la invasión vietnamita a su aliado, pero debió retirarse debido a la intervención de la URSS en apoyo de su aliado Vietnam.

En 1982, los Jemeres Rojos se unen a otros frentes guerrilleros dirigidos por el príncipe Norodom Sihanouk, quien es nombrado presidente de la Coalición Camboyana. En 1985, Pol Pot renuncia a la dirección de los Jemeres Rojos, aunque mantiene una cuota de poder en el Partido. En 1988, Vietnam plantea retirarse de Camboya a cambio de que los Jemeres Rojos desaparezcan de la esfera política.

En 1989 se produce una Conferencia Internacional sobre Camboya en Francia. En ella China se compromete a dejar de ayudar a los Jemeres Rojos a cambio de la retirada de Vietnam de Camboya. El 23 de octubre de 1991 se firmaba en París un acuerdo que debía traer a Camboya la paz y fundar las bases de un Estado de Derecho democrático, estableciéndose en Camboya un gobierno de transición supervisado por la Organización de Naciones Unidas. El príncipe Sihanouk regresa al país y se reinstauró la monarquía constitucional. En 1996 los Jemeres Rojos empiezan a fraccionarse, abandonado la lucha muchos de sus miembros. El 25 de julio de 1997, Ta Mok, líder de lo que quedaba de los Jemeres Rojos, ordena el arresto de Pol Pot, y luego de un juicio popular se le condenó a vivir en cautiverio. Los Acuerdos de París fueron sin duda un paso importante en el declive de los Jemeres Rojos, que acabarían deponiendo las armas definitivamente en 1998, tras la muerte de Pol Pot el 15 de abril de 1998 y el arresto de Ta Mok mientras intentaba huir a Tailandia.

Las luchas que asolaron el país en el siglo XX han desaparecido totalmente y solo resta el problema de los juicios a los responsables del genocidio de cerca de aproximadamente un cuarto de la población del país. Para tener una idea de la dimensión de este número, digamos que la Segunda Guerra Mundial le costó la vida a aproximadamente el 10% de la población en Alemania.

En la actualidad
La población ha recuperado la mayor parte de las enormes pérdidas durante dicho genocidio y la capital concentra gran parte del crecimiento. La inmensa mayoría de los camboyanos practica la religión budista, aunque hay una pequeña minoría islámica, los cham.

La economía camboyana ha gozado los últimos dos decenios de una notable expansión, apoyada en un próspero sector primario en el valle del Mekong, la inversión extranjera en industrias y servicios, la exportación de manufacturas industriales y el auge del turismo. Sin embargo, todavía hay graves problemas como la falta de infraestructuras de transporte, la elevada corrupción política y la escasez de mano de obra cualificada.

Vista nocturna de Phnom Penh en la actualidad
La visita al Museo del Genocidio Camboyano de Tuol Sleng ubicado en lo que fuera S-21, la prisión de alta seguridad que Pol Pot y los Jemeres Rojos establecieron en la capital de Camboya, Phnom Penh, es una de las visitas más duras que se pueden hacer en Camboya y de hecho, en todo el mundo. Sin embargo, también supone una enorme lección de historia contemporánea y del sufrimiento extremo al que fueron sometidos millones de camboyanos hace tan sólo unos años.

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