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jueves, 30 de julio de 2015

Las defenestraciones de Praga

Defenestrar:
1. Arrojar a alguien por una ventana.
2. Destituir o expulsar a alguien de un puesto, cargo, situación, etc.


Actualmente se entiende por “defenestrar” apartar drásticamente a alguien de su puesto, pero eso, repito, es hoy en día. Antiguamente, el término era utilizado de manera mucho más literal y venia de las raíces “De” (de, desde) y “fenestra” (ventana). En otras palabras, antiguamente significaba tirar algo (o alguien) por una ventana. Un método fácil y rápido que lo checos utilizaron para atender sus problemas en ciertas oportunidades.

Hay cuatro eventos sucedidos en Praga que giran en torno a esta palabra, conocidos como “Las Defenestraciones de Praga”. La Primera fue en el año 1419, la segunda en 1483, la tercera en 1618. En el primer caso dio lugar a las guerras Husitas, que se alargaron durante los 20 años siguientes, hasta 1436. En la tercera defenestración, dos siglos más tarde, estuvo en el origen de la famosa guerra de los 30 años. La cuarta defenestración es la más misteriosa y a la vez polémica. Ocurrió en 1948 y lleva al establecimiento del Estado comunista en la, por entonces, Checoslovaquia.

De esta manera, buena parte de los cambios políticos en Europa tienen que ver con una práctica que los checos, con el paso del tiempo, fueron perfeccionando.

La Primera Defenestración

Quienes criticaban la degeneración de la Iglesia consideraban que podría enmendarse sólo volviendo a los ideales originarios del cristianismo primitivo, llevando a todos la ley de Dios y cumpliendo las enseñanzas de la Biblia. Exigían, por tanto, que la Iglesia renunciara a su poder temporal y a sus propiedades, lo cual, evidentemente, no hizo.

En la capilla de Belén, en Praga, predicaba un profesor de la Universidad Carolina, el maestro Jan (Juan) Hus. La única autoridad máxima a la que hacía caso era la Biblia; la Iglesia, según él, tenía que ser pobre. El objetivo de los afanes de la vida humana debería ser la piedad y los pasos del hombre aproximarlo al reino de los cielos. La degeneración en la que había caído el siglo era, según él y sus partidarios, una prueba de la pronta llegada del Anticristo. Los profesores alemanes de la Universidad de Praga, sin embargo, no estaban de acuerdo con Hus, y lo denunciaron de posible herejía ante el papa.

Wenceslao IV, irritado por el menoscabo de la fama del país en el extranjero, se decidió a poner medidas. El Decreto de Kutná Hora, del año 1409, entregaba la dirección de la universidad al grupo husita. Cambió las leyes de votación: la parte checa dispondría de tres votos, mientras que la parte conjunta de todos los otros estados tendría un solo voto. A raíz de tales cambios se produjo una profunda crisis con el resultado de la marcha de los profesores y estudiantes alemanes a otras universidades del imperio.

Al principio el rey apoyaba a Hus, pero su crítica a la venta eclesiástica de las indulgencias y el empeoramiento de la reputación de la corte en el exterior, ya que, según se decía, el rey mantenía herejes, cambiaron la situación. El papa proclamó un interdicto sobre Praga (es decir, la prohibición de llevar a cabo cualesquiera sacramentos, entierros, bodas, bautizos, etc.), mientras siguiera en la ciudad Jan Hus.

Una parte de la Iglesia se esforzaba por resolver sus problemas, y sobre todo la cuestión del cisma, convocando un concilio. Al concilio de Constanza, convocado por el hermano del rey checo, Segismundo de Luxemburgo, acudió también Jan Hus, para defender en él las propuestas checas para la reforma de la Iglesia. Se esforzó en vano. No convenciendo a las dignidades eclesiásticas, se negó a desdecirse de sus opiniones y el 6 de julio de 1415 fue quemado en la hoguera en Constanza.

El 30 de julio de 1419 los habitantes de Praga, conducidos por el predicador Jan Želivský tiraron por las ventanas del ayuntamiento a siete miembros del consejo de la ciudad y los asesinaron. Con la defenestración de la Ciudad Nueva comenzó la revolución husita, un movimiento que, en unas decenas de años, hizo de Bohemia la clave de la política europea de su época. Su desenlace fue la resignación de la Iglesia católica ante la imposibilidad de mantener en todo el territorio que se encontraba bajo su influencia la unidad de la fe.

Primera Defenestración de Praga. Obra de Adolf Liebscher
En el año 1420 los husitas fundaron su propia ciudad: Tábor. En ella, lo que se proponían era hacer realidad el ideal de una sociedad justa e igualitaria. Zikmund (Segismundo), cuyas pretensiones al trono no fueron reconocidas, intentó ocuparla por la fuerza de las armas para adjudicarla a la realeza. Para ello organizó una serie de expediciones militares, pero todas sin éxito. En el concejo de Čáslav, se eligió una junta de doce miembros que gobernaba en lugar del destituido Segismundo . Conformaban dicha junta ocho burgueses, siete integrantes de la baja nobleza y cinco de la alta nobleza. Los así llamados Cuatro artículos de Praga se erigieron en programa husita: libre predicación de la palabra de Dios, la comunión bajo las dos especies, la vuelta a la primitiva pobreza de la Iglesia, el castigo de los pecados mortales.

Una personalidad importante del movimiento husita,  fue el predicador Prokop Holý, llamado "el Grande". Bajo su dirección, el ejército husita venció en la batalla de Ústi nad Labem a los cruzados en el año 1426, y en Tachov en el año 1427. En Domažlic, en el año 1431, ni siquiera se llegó a entrar en lucha, aunque la batalla ya estaba preparada, porque la mayoría de los cruzados huyeron antes del comienzo en el momento en el que el ejército husita, ensordecedoramente y todos a una cantando el coral "Soldados de Dios", empezaba a divisarse.

Mientras que en la primera fase de la revolución, los husitas se concentraron en la defensa ante ataques externos, en la segunda fase eran ellos los que llevaban la iniciativa. No sólo se extendieron por las otras tierras de los Reinos de la Corona Checa (que junto a Bohemia constituían Moravia, Silesia, y Alta y Baja Lusacia), sino también por Eslovaquia, por otras áreas alemanas del imperio e incluso, al servicio de los reyes polacos, alcanzando incluso el Báltico.

En el año 1436 se proclamó en Jihlava un acuerdo con el concilio de Basilea, en checo llamada la "kompaktáta" . Para el reino checo y la marca de Moravia, se permitía la comunión directamente del cáliz, y, aunque en versión un poco suavizada, los otros tres artículos de Praga. Por primera vez en la historia de la Iglesia católica, ésta aceptaba la coexistencia de dos confesiones en las tierras que estaban bajo su férula. El movimiento husita dejaba ver en el horizonte la Reforma europea, y suponía un paso hacia la libertad religiosa. Además, en su tiempo, se hizo famoso el arte militar checo, por lo cual los soldados checos fueron requeridos por muchos ejércitos.


La Segunda Defenestración

A pesar de que las guerras husitas terminaron con la victoria católica y la reanudación del poder de manos de los católicos, las tensiones entre éstos y los husitas, no se habían debilitado en absoluto. El largo período de anarquía terminó con la elección de un noble husita, Jorge de Podiebrad como rey de Bohemia, y tras su muerte, la de un católico, Vladislao II como su sucesor.

Tras la elección de Vladislao, los católicos retomaron el poder en Praga. Con el apoyo de los conservadores husitas trataron de resolver radicalmente la situación religiosa en la capital ahuyentando o matando a los husitas radicales. Estos últimos, sin embargo, se adelantaron a sus rivales, llegando en la mañana del 24 de septiembre de 1483 a los ayuntamientos de la Ciudad Vieja y la Ciudad Nueva, donde primero mataron y luego tiraron por la ventana a los alcaldes y otros miembros del consejo.

La segunda defenestración de Praga (Karel Svoboda, 1844)

La Tercera Defenestración

El 23 de mayo de 1618, la aristocracia bohemia estaba incómoda tras la elección de Fernando II, duque de Estiria, como rey de Bohemia, cuya población era predominantemente protestante. El fin de la tolerancia con los protestantes, la reintroducción de la servidumbre y la orden de cese de la construcción de algunas capillas protestantes actuaron como chispa de la insurrección. Los conspiradores, con el argumento de que el terreno sobre el que estaban construyendo las capillas quedaban en manos del rey y la Iglesia Católica, denunciaron la violación de la Carta de Majestad, escrita por el emperador Rodolfo II en 1609, que permitía la libertad de culto. Haciendo honor a su historia no se contentaron con algo tan simple como escribir una carta. El 23 de mayo de 1618, los representantes de la aristocracia, galvanizados por el conde de Thurn-Valsassina capturaron a dos gobernadores imperiales, Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata, junto con su secretario Philip Fabricius, en el castillo de Hradcany, en Praga, y los arrojaron por las ventanas del castillo, a pesar de lo cual cayeron suavemente sobre un montón de estiércol depositado en el foso del castillo. Slavata se desmayó, pero ninguno de ellos quedó herido de gravedad. Los Fabricius poco después serían nombrados por el emperador con el título nobiliario de von Hohenfall (literalmente caídos desde lo alto). 

La supervivencia de los tres delegados imperiales se vio en los círculos católicos como una señal divina de que su voluntad estaba del lado católico. Este evento se toma como punto de referencia del comienzo de la Guerra de los Treinta Años que comenzó con la rebelión bohemia, aunque la rebelión ya estaba gestándose mucho tiempo antes. El conflicto bohemio se extendió pronto a la totalidad de los Países Checos (Bohemia, Silesia, Lusacia y Moravia), que ya estaban divididos por enfrentamientos entre católicos y protestantes. Esta confrontación iba a encontrar muchos ecos en todo el continente europeo. Acabarán participando en ella a lo largo de los treinta años que duró, 72.000 alemanes, 40.000 suecos y finlandeses, 100.000 franceses, 68.000 holandeses, 38.000 daneses, 25.000 escoceses, 82.000 ingleses y 47.000 rusos frente a 200.000 hombres provenientes de la monarquía española, unos 250.00 del Sacro Imperio Romano y unos 50.000 de Polonia, siendo el conflicto más grande de la historia hasta el siglo XX.


La Cuarta Defenestración

En algún momento de la noche del 9 de marzo de 1948, o de la mañana del 10 de aquel mes, el ministro de Asuntos Exteriores, Jan Masaryk, salió propulsado por la ventana de su habitación. Muchas son las dudas con respecto a este asesinato o suicidio (según la fuente que se consulte), sin embargo hay algo cierto y es que en la mañana del día 10, Jan Masaryk apareció muerto en pijama bajo la ventana del cuarto de baño de su ministerio.

Fue una muerte muy oportuna para algunos. Dos semanas antes los comunistas habían tomado el control el gobierno. Masaryk, se trataba del único ministro no-socialista en el gobierno de Klement Gottwald y un político enormemente popular. Hijo del primer presidente checoslovaco, Tomás Garrigen Masaryk, Jan Masaryk había sido durante la invasión nazi miembro del gobierno checoslovaco en el exilio, con sede en Londres. Durante la II Guerra mundial, desde la BBC se dirigía a la población dando ánimos contra los nazis. Masaryk era considerado un héroe y podía aspirar a la presidencia. No compartía la línea de Moscú. Aspiraba a una buena relación con la Unión Soviética, pero tampoco renunciaba a que la República checoslovaca entrase en el plan Marshall. Curiosamente, un día aparece muerto. La investigación se cierra pronto. Para la StB (la Seguridad del Estado, la policía secreta checoslovaca) no hay muchas dudas: se trata de un caso claro de suicidio.
Jan Masaryk
Cincuenta y cuatro años más tarde, en el año 2002, se reabre el caso. En un nuevo examen pericial, el estudio de criminología concluye que el antiguo ministro no pudo suicidarse. La posición del cuerpo indica que trató de amortiguar la caída. Pero hay otra razón principal: la distancia entre la ventana desde la que cae y el lugar donde se encontró su cuerpo. El ministro no pudo saltar 2,2 metros, ni el viento le pudo llevar hasta allí.

Queda la duda de si la Cuarta Defenestración tiene una factura 100% checa o hubo intervención extranjera. Los archivos de la policía secreta checoslovaca han sido desclasificados sin que aparezca información sobre el asesinato de Masaryk. Los expertos apuntan a una más que probable mano rusa. En este asunto, los archivos de la KGB no han visto la luz.

En el siglo XV, en el XVI y en el XX, un empujón a tiempo ha llevado a acelerar de golpe la historia.

Si algo nos enseña la historia es que si algún día hay que enfrentar algún conflicto con un checo, lo mejor es evitar confrontarlo cerca de una ventana.

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