Es preciso remontarse a 1415, cuando el papa Gregorio XII renunció al trono de San Pedro, para encontrar un antecedente de la sorpresiva decisión de Benedicto XVI. Por más que la renuncia del pontífice esté prevista en el derecho canónico, la noticia sorprendió –por lo inesperado– a las jerarquías eclesiásticas, a la feligresía y a todo el espectro de dirigentes políticos en todo el mundo.
El 11 de febrero de 2013 el papa Benedicto anunció por sorpresa su dimisión del cargo, alegando «falta de fuerzas». El anuncio lo realizó en latín durante el consistorio de canonización de los mártires de Otranto. Según sus palabras:
He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad, no se adecuan por más tiempo al ejercicio del ministerio petrino. Con total libertad declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro.
La renuncia del papa Benedicto debe considerarse excepcional, dado que fue la primera desde la Edad Media, concretamente el año 1415 —con Gregorio XII, obligado a dimitir en el Concilio de Constanza para dar fin al Cisma de Occidente—, y la primera por voluntad propia desde 1294 (con Celestino V, que renunció para hacerse ermitaño).
La sorprendente renuncia ponía fin a un papado marcado por abrumadoras denuncias por corrupción, pedofilia e intrigas internas e inclusive la filtración de documentos reservados robados de su propio escritorio.
Esa decisión, tomada a los 85 años, oficialmente porque le faltaban "fuerzas" para encarar los desafíos del mundo moderno, no fue entendida por muchos prelados.
Después de ocho años difíciles que desgastaron al llamado "guardián del dogma", como era conocido en los palacios apostólicos Joseph Ratzinger, el pontífice teólogo se convirtió en "papa emérito".
Dicha dimisión se hizo efectiva el 28 de febrero a las 20:00 horas, hora de Italia, a partir de la cual la sede papal quedó vacante, dando comienzo al proceso de celebración de un cónclave que eligió a un nuevo papa, Francisco.
Benedicto XVI imprimió a la Iglesia un rumbo diferente del que venía transitando bajo el pontificado de Wojtyla. Con Ratzinger, la institución eclesiástica dio un giro hacia posturas de corte preconciliar. Si bien es cierto que condenó con dureza el nazismo, se mostró renuente a admitir y a castigar con rigor los escándalos de pedofilia que sacudieron a la Iglesia. Asimismo, fue quien impulsó la vuelta a la misa tridentina que había sido modificada sustancialmente por Juan XXIII, en una suerte de restauración conservadora; sin olvidar el levantamiento de la excomunión a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo cismático Marcel Lefebvre en 1988. En esta misma línea se inscribe la condena al uso del preservativo para combatir el sida, así como la censura al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Se ha escrito mucho sobre su ascenso al poder de mano del ala liberal de la Iglesia, su conversión al ala dura, su alianza con Wojtyla y el Opus Dei, su nefasto e inicuo rol en el encubrimiento de los casos de sacerdotes pederastas. Sólo agregaremos que de un hombre con indudable formación nazi -temido incluso por la curia conservadora- no se pueden esperar gestos liberales.
Joseph Ratzinger |
El joven Ratzinger defendió al nazismo con las armas en la mano, como integrante de una unidad de artillería antiaérea. Al parecer, no fue un buen artillero, ni derribó muchos bombarderos Aliados; luego, el joven Ratzinger fue destinado a construir fortificaciones en el frente oriental, tarea idónea para quien, años después, abrazaría la causa de la contención -esta vez, ideológica- del comunismo. Sus hagiógrafos dicen que desertó, con peligro de su vida... en mayo de 1945. La guerra en Europa cesó entre el 8 y el 11 de mayo.
Benedicto XVI abandonó el Vaticano en helicóptero aproximadamente a las 17:00 horas. Mientras sobrevolaba Roma, las campanas de todas las iglesias y basílicas de la ciudad tañían a la vez. Llegado a Castel Gandolfo, su nueva residencia en los dos primeros meses tras su renuncia, compareció en el balcón del Palacio Apostólico, donde dirigió sus últimas palabras como papa a la gente congregada en la plaza:
Gracias, gracias de corazón. Gracias por vuestra amistad y vuestro afecto (...). No soy más el Sumo Pontífice de la Iglesia. A partir de las 20:00 horas, seré simplemente un peregrino que continúa su peregrinaje sobre la Tierra y afronta la etapa final. (...) Gracias y buenas noches.
Seguidamente, dio la bendición y se retiró. A las 20:00 horas, la Guardia Suiza que custodiaba el portón del palacio fue relevada, a la vez que se cerraban los postigos, simbolizando de este modo el fin del pontificado.
Durante el tiempo de sede vacante y hasta el 2 de mayo de 2013, Benedicto XVI residió en Castel Gandolfo; luego, ese mismo 2 de mayo, se trasladó al Monasterio Mater Ecclesiae, que se encuentra dentro de los muros del Vaticano. Allí vive dedicado a la oración y a sus aficiones junto con su secretario privado Georg Ganswein, cuatro laicas consagradas de la comunidad «Memores Domini» (que le ayudarán con las labores domésticas) y un diácono belga. Además hay disponible una habitación para que se aloje su hermano, Georg Ratzinger, cuando éste le visite. De este modo Benedicto vive cerca de su sucesor, el papa Francisco, en el propio Vaticano, siendo esto un acontecimiento único e histórico dentro de la Iglesia Católica.
Desde su renuncia ostenta el título de papa emérito o pontífice emérito, así como obispo emérito de Roma, con el tratamiento de Su Santidad manteniendo su nombre, Benedicto XVI.
El diario italiano La Repubblica asegura que Benedicto XVI decidió su renuncia tras haber recibido un informe ultrasecreto elaborado por tres cardenales en el que se denuncia una trama de corrupción, sexo y tráfico de influencias en el Vaticano.
Según el diario, en una nota firmada por la periodista Concita di Gregorio, el informe, encargado el año pasado por Benedicto XVI a tres cardenales, el español Julián Herranz, el eslovaco Jozef Tomko y el italiano Salvatore De Giorgi tras las filtraciones de documentos confidenciales y conocido como el escándalo Vatileaks, revela un sistema de "chantajes" internos basados en debilidades sexuales y ambiciones personales.
El texto, de 300 páginas, que se refiere a un "lobby gay" dentro del Vaticano, fue entregado en diciembre al pontífice, según la periodista que no aclara como accedió al documento.
"Fantasías, invenciones, opiniones", aseguró el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, tras advertir que no comentará el artículo y que los cardenales involucrados no aceptarán conceder entrevistas.
Bajo el título "No fornicarás, ni robarás, los mandamientos violados en el informe que sacudió al Papa", el diario sostiene que el anciano cardenal español Herranz, del Opus Dei, ilustró el 9 de octubre pasado al Papa los "asuntos más escabrosos" del informe, en particular la existencia de una "red transversal unida por la orientación sexual".
La Repubblica sostiene que durante ocho meses los cardenales interrogaron a numerosos prelados y laicos, dividiéndolos por congregación y nacionalidad y establecieron que existen varios grupos de presión dentro del Vaticano, entre ellos uno sujeto a chantaje, a "impropriam influentiam" por su homosexualidad.
Otro grupo es especializado en montar y desmontar carreras dentro de la jerarquía vaticana y otro aprovecha para usar multimillonarios recursos para sus propios intereses a la sombra de la cúpula de San Pedro a través del banco del Vaticano, según la publicación.
Para las publicaciones, el Papa se convenció que un sucesor más joven, fuerte y enérgico es el mejor indicado para hacer limpieza en la milenaria institución y por ello decidió dejar el Trono de Pedro.
El hecho de vivir en el Vaticano, a pocos metros de la residencia donde se aloja Francisco, era considerado por algunos como una posible fuente de problemas. En estos dos años Benedicto XVI ha respetado con el mismo celo la promesa de no ser intrusivo.
"Yo no soy el papa, no se dirijan a mí". Esta fue la respuesta del pontífice emérito, Joseph Ratzinger, cuando media docena de cardenales del sector más ultraconservador de la Iglesia romana visitaron a Benedicto XVI. Le pedían que alzara la voz contra las posturas "cismáticas" del papa Francisco sobre la apertura de la Iglesia a los homosexuales, los divorciados y las parejas no conyugales.
La escena, que responde a los cánones clásicos de las intrigas vaticanas, se produjo en el interior del monasterio Mater Ecclesiae, entre los muros del Vaticano, donde reside el papa emérito desde que hace un año y medio decidiera renunciar a su cargo por primera vez en la historia de la Iglesia moderna, y donde se dedica a la escritura, la oración y a recibir a contadas visitas.
Según informaba el diario italiano La Repubblica, un grupo de cardenales solicitó audiencia con el papa emérito. Algunas fuentes han apuntado a eldiario.es que, entre ellos, podrían estar el prefecto de Doctrina de la Fe, Gerhard Müller; el cardenal Raymond Burke (posiblemente, el que con más fuerza ha criticado a Bergoglio); y el otrora responsable de la Legión de Cristo, Velasio de Paolis.
Varios cardenales conservadores han intentado utilizar al papa emérito para sus críticas a la reforma de Francisco y muchos jóvenes religiosos lo consultan ya que se ha convertido en punto de referencia, desorientados por lo que consideran la confusión doctrinal del papa argentino.