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viernes, 23 de enero de 2015

Tras meses de asedio, se rinde la guarnición española en El Callao (Perú), último enclave realista en el continente sudamericano

La fortaleza Real Felipe, la principal del Callao representaba un punto estratégico de defensa del principal puerto del Perú desde su construcción en 1537.

El 11 de enero de 1826 se iniciaron las conversaciones para la rendición de las fortalezas del Callao, Perú, bajo dominio español, ante las fuerzas que, bajo la jefatura del venezolano Bartolomé Salom, sitiaban y bloqueaban el puerto. El Callao fue la última posesión de la Corona española en la Suramérica continental. El régimen colonial de la Península en nuestro hemisferio quedaría circunscrito, durante el resto del siglo XIX a las islas de Cuba y Puerto Rico en el Caribe.

Bartolomé Salom
Entre los puntos que se acordaron en la capitulación suscrita tras la rendición del virrey de La Serna y sus tropas en la planicie de Ayacucho, la tarde del 9 de diciembre de 1824, se estipuló la rendición de todas las fortificaciones realistas del Perú y el Alto Perú a favor de la República.

Sin embargo, en el Alto Perú (Bolivia), Casimiro Olañeta, que se había sublevado contra el Virrey, a quien tachaba de blando, desconocería la capitulación de Ayacucho, por lo que el sometimiento de su fuerza requirió de la marcha del ejército encabezado por Antonio José de Sucre del otro lado del Desaguadero.

Del mismo modo, José Ramón Rodil, también rechazaría la capitulación, manteniendo obstinada resistencia, la que depondrá a partir del 11 de enero de 1826. Las enfermedades, el hambre, el aislamiento absoluto del exterior y las bajas por bombardeos, le harían ver lo inútil de su postura.

Las negociaciones para rendir el Callao comienzan el 11 de enero de 1826, con la solicitud que José Ramón Rodil envía a Bartolomé Salom, jefe de los cuerpos terrestres y navales que imponían sitio al enclave realista del Callao. El mismo día 11, tras recibir Salom la solicitud de Rodil de dar inicio a conversaciones, oficia al Consejo de Gobierno, instalado en Lima -a 15 kilómetros de distancia-. Este cuerpo le autoriza a las negociaciones. Así el jefe republicano, responde a Rodil el día 12, y se da inicio a reuniones de comisionados de ambas partes. Dichas reuniones concluirán con la firma de una capitulación y entrega de las fortalezas del Callao el 23 de enero de 1826. Cabe indicar que entre el 11 y el 21 de enero, sin día de descanso, se mantuvo en actividad el cañoneo y la fusilería. Ello indicaba las dudas de uno y otro jefe respecto a la certeza de culminar el tratado de paz.

Tras el endurecimiento de las medidas patriotas para lograr la rendición de las fuerzas realistas atrincheradas en el Callao, ambas partes arreciaron en los ataques con la artillería y fusilería. En los últimos meses del sitio los disparos eran diarios; y por el lado patriotas desde tierra y mar. De allí que de las 3 mil ochocientas personas del sector civil, censadas a mediados de 1825 en el Callao, 767 habían perecido por peste o baleadas. Mil novecientas treinta y tres se habían pasado al bando de los patriotas en el curso del año 1825. Y cerca de 2.700 soldados realistas habían perecido por la peste o por las balas. Es por tanto comprensible la decisión del jefe español Rodil, tomada el 11 de enero de 1826, de llamar a negociar su rendición ante el jefe de los sitiadores

Después del asedio y bloqueo del puerto peruano de El Callao, en manos de los realistas, por parte de los independentistas americanos, que tuvo lugar entre el 1 de octubre de 1824 y el 23 de enero de 1826, cuando la bandera española fue arriada del fuerte Real Felipe, Bartolomé Salom toma la Plaza de El Callao. La de Rodil fue la última resistencia realista en América, después que los españoles derrotados en la Batalla de Ayacucho firmaron la capitulación con Antonio José de Sucre.

 José Ramón Rodil
La asombrosa resistencia del jefe realista mereció que Simón Bolívar dijera a Salom después del triunfo, cuando éste último pedía la máxima pena para el jefe realista: “El heroísmo no es digno de castigo”. Rodil obtiene condiciones honrosas en la capitulación llevando consigo las banderas de sus regimientos que fueron las últimas en abandonar el Perú. Con la entrega del Callao, desapareció el último ejército español de América del Sur. Regresó a la península en 1826 como Mariscal de Campo por haber defendido heroicamente El Callao, y por sus méritos militares se le otorgó en 1831 el título nobiliario de Marqués de Rodil.

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