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lunes, 23 de noviembre de 2015

23 de noviembre de 1924 - Edwin Hubble publica su demostración de que Andrómeda es otra galaxia.

El científico Edwin Powell Hubble (1889-1953). Astrónomo y cosmólogo estadounidense, célebre por descubrir la expansión del universo y estimar su tamaño y edad, demostró que Andrómeda era una galaxia y no una nebulosa como se creía anteriormente. En 1923 descubrió las estrellas individuales que constituyen la nebulosa de la región externa de la galaxia de Andrómeda, y, gracias a la relación luminosidad-distancia que caracteriza a estas estrellas, pudo demostrar que Andrómeda no está en el interior de nuestra Galaxia, sino fuera, y que es un sistema de estrellas completamente similar al nuestro. De esta manera, se demostró que la Vía Láctea no era la única galaxia del universo. aunque su contribución al conocimiento del universo es mucho más amplia.

Albert Einstein y Edwin Hubble
Comenzó su carrera profesional estudiando jurisprudencia en Chicago y Oxford, pero también se distinguió como atleta y boxeador. Uno de sus primeros descubrimientos se remonta a 1919, cuando demostró que en el interior de nuestra Galaxia existen nubes de hidrógeno que se hacen luminosas por la existencia de estrellas en su interior. 

Antes de morir, Hubble participó también en el diseño del mastodóntico telescopio americano de Monte Palomar en California. En su honor, el Telescopio Espacial Hubble lleva su nombre.

Telescopio espacial Hubble
Andrómeda y la Vía Láctea están en curso de colisión. Un grupo de investigadores de la NASA acaba de calcular cómo se producirá exactamente la titánica colisión entre la Vía Láctea, nuestra galaxia, y su vecina más cercana, Andrómeda. El acontecimiento, que tendrá lugar dentro de 4.000 millones de años, cambiará para siempre el aspecto del cielo y, de paso, la historia de nuestro Sol y su sistema de planetas. 

Hace mucho tiempo que los astrónomos saben que la Vía Láctea y su vecina Andrómeda se atraen mutuamente, y que se están acercando la una a la otra en una especie de «danza cósmica» que se alimenta de la fuerza de gravedad combinada de los dos gigantes. Sin embargo, hasta el momento nadie ha podido asegurar con certeza si las dos galaxias acabarían chocando en el futuro o si, por el contrario, solo se «rozarían» deslizándose muy cerca la una de la otra.

Gracias a datos muy precisos sobre el movimiento de Andrómeda obtenidos con el telescopio espacial Hubble, la hipótesis de la colisión se convierte en realidad. Las dos galaxias están en ruta directa de colisión y su choque es, por lo tanto, inevitable. El evento, durante el que la Vía Láctea y Andrómeda se fusionarán, dando lugar a una nueva y gigantesca galaxia elíptica, se producirá dentro de 4.000 millones de años.

Andrómeda y la Vía Láctea vistas desde la tierra antes del choque
La Vía Láctea, nuestro hogar en el Universo, tiene un diámetro de unos 100.000 años luz (más o menos un trillón de km.) y contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas. Nuestro Sol es sólo una de ellas. Andrómeda, por su parte, es aún mayor, probablemente el doble (aunque la medida exacta es difícil de calcular) y contiene, según datos recientes del telescopio Spitzer, cerca de dos veces más estrellas que nuestra propia galaxia.

Andrómeda y la Vía Láctea son, de hecho, los dos miembros más grandes de los treinta que conforman el grupo local de galaxias. Cuando se encuentren, ambas se fusionarán, miles de estrellas saldrán despedidas en todas direcciones, como si se tratara de un inmenso avispero que tardará, por lo menos, otro par de miles de millones de años en calmarse. Sorprendentemente, es posible que el Sol y la Tierra (si es que para entonces aún existe) sobrevivan y se libren con una simple «patada gravitatoria» que les colocará, eso sí, en una posición que nada tiene que ver con la que ocupan hoy en día.

En la actualidad, Andrómeda, también llamada M31, se encuentra a unos 2,5 millones de años luz de distancia de nosotros (un año luz equivale a 9,5 billones de km) , pero se nos acerca a la nada despreciable velocidad de 400.000 km. por hora. O lo que es lo mismo, a 91 km. por segundo. Para hacernos una idea, baste decir que a esa velocidad se podría llegar a la Luna en apenas una hora.

Las simulaciones construidas a partir de los datos del Hubble sugieren que, después del primer encontronazo, serán necesarios por lo menos otros 2.000 millones de años para que las dos galaxias se fusionen por completo, sus estrellas se coloquen en posiciones estables y surja una nueva y gigantesca galaxia elíptica, muy parecida a las que abundan en nuestro sector del Universo.

Sin embargo, y a pesar de que el futuro de Andrómeda es el de «incrustarse» dentro de la Vía Láctea, la inmensa mayoría de las estrellas que forman ambas galaxias no chocarán entre sí durante el «encuentro». De hecho, existe el suficiente espacio entre estrella y estrella como para que la fusión se produzca sin demasiadas colisiones individuales. Eso sí, casi todas ellas serán impulsadas hacia órbitas muy diferentes de las actuales alrededor del nuevo centro galáctico. Las simulaciones muestran que, muy probablemente, nuestro Sistema Solar se verá impulsado hacia el exterior, y ocupará una posición mucho más alejada del corazón galáctico que en la actualidad.

Para complicar un poco más las cosas, entrará en juego un tercer actor, aunque con un papel secundario. Se trata de la galaxia del Triángulo (o M33), una «pequeña» galaxia satélite de Andrómeda (que sólo tiene unos 40.000 millones de estrellas) y que también se verá involucrada en el «baile». Los cálculos indican que M33 «revoloteará» alrededor de los dos gigantes mientras dure su interacción, y que sólo más tarde terminará a su vez chocando con la nueva galaxia resultante. Existe, no obstante, una pequeñísima posibilidad de que M33 colisione directamente con la Vía Láctea antes de que se produzca el «gran encuentro».

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