Rubén Collado. |
A 350 metros de distancia de las costas de la ciudad uruguaya de Colonia del Sacramento, al suroeste del país, y a una profundidad de seis metros bajo el Río de la Plata, el "Lord Clive" observa silencioso desde hace casi tres siglos a la urbe que, tomada en 1763 por los españoles, resistió un intento de asalto que pudo reconfigurar la geopolítica mundial.
libertad absoluta para el saqueo
En 1756 estalló una nueva guerra entre las principales potencias europeas, la llamada guerra de los Siete Años. España, gobernada por Carlos III, entró finalmente en la guerra al lado de la Francia de Luis XV en enero de 1762, obligado por el Tercer pacto de familia que unía a ambos monarcas de la Casa de Borbón.
A principios del verano de 1762, en un bando aparecido en las calles de Londres, se solicitaban tripulantes aventureros para una expedición, asegurando “libertad absoluta para el saqueo”. La expedición tenía un destino, el Río de la Plata. El Almirantazgo de acuerdo con esta actividad corsaria proveyó los fondos y con el aporte de juntas comerciales del imperio se fletaron dos buques el HMS Kingston, bautizado luego como “Lord Clive”, un navío de sesenta cañones, construido por Bassel en Hull, en 1697, y la fragata “Ambuscade”, de 40 cañones. Ambas embarcaciones fueron puestas a las órdenes del Capitán Robert Mac Namara, un oficial de la East India Company. Ambos navíos partieron para Lisboa en agosto de 1762, donde se le unieron otras dos naves, una de ellas la Fragata portuguesa “Gloria” y seiscientos hombres más.
A principios del verano de 1762, en un bando aparecido en las calles de Londres, se solicitaban tripulantes aventureros para una expedición, asegurando “libertad absoluta para el saqueo”. La expedición tenía un destino, el Río de la Plata. El Almirantazgo de acuerdo con esta actividad corsaria proveyó los fondos y con el aporte de juntas comerciales del imperio se fletaron dos buques el HMS Kingston, bautizado luego como “Lord Clive”, un navío de sesenta cañones, construido por Bassel en Hull, en 1697, y la fragata “Ambuscade”, de 40 cañones. Ambas embarcaciones fueron puestas a las órdenes del Capitán Robert Mac Namara, un oficial de la East India Company. Ambos navíos partieron para Lisboa en agosto de 1762, donde se le unieron otras dos naves, una de ellas la Fragata portuguesa “Gloria” y seiscientos hombres más.
En Inglaterra habia madurado desde 1762, impulsada por el embajador de Portugal, un plan para intervenir en el Río de la Plata que se inicia en Colonia del Sacramento, plan que implica el gobierno portugués, al gabinete británico de Thomas Pelham-Holles, primer duque de Newcastle, y a la British East India Company. De acuerdo con este, sería la Banda Oriental para Portugal y el Oeste para los británicos. La compañía organizó la expedición, por lo que la situación jurídica de la propuesta expedición era cuestionable y terminó siendo una operación de corsario.
El "Lord Clive"
La nave insignia de la flota, el “Lord Clive”, era una veterana guerrera de la Armada Inglesa con más de 60 años en sus cuadernas. Había tomado parte de la captura de Gibraltar en 1704, Vélez y Málaga en 1709 y Caspe en 1711, todas posesiones españolas. Había sólo transcurrido en Portsmouth en 1740, participando en los combates de Tolón (1744), Menorca (1756) y en la toma de la Bahía de Quiberón en 1759. Toda su campaña la había realizado como HMS Kingston.
El 30 de agosto, el “Lord Clive” conjuntamente con la “Embuscade” de 50 cañones (Según otros solo 40) y seis bergantines de 18 a 20, armados de guerra y dos embarcaciones de transporte, con cerca de mil hombres (800 portugueses), pusieron rumbo a Rio de Janeiro con Mc Namara como comandante y Hugo Stackhouse su teniente.
Allí su gobernador Gomes Freire de Andrade, Conde de Bobadela reforzado su plantilla con la fragata "Nossa Senhora da Gloria", de 38 cañones, ocho bergantines para el transporte, y una fuerza de 600 hombres bajo el mando del teniente coronel Vasco Fernandes Pinto Alpoin. Gomes Freire recomendó a desembarcar en la Ensenada de Barragán (cerca de la ciudad de La Plata), por su profundidad y porque no estaba protegido. El 20 de noviembre la escuadra dejó Río, cruzándose sin saberlo con las embarcaciones que llevaban a los prisioneros portugueses de la Colonia.
Mientras tanto en el Río de la Plata…
En los primeros días de enero de 1762 la fragata Victoria, con 26 cañones, comandado por el teniente de navío Carlos José de Sarriá, partió de Cádiz rumbo a Buenos Aires con órdenes de que el gobernador del Río de la Plata, Pedro Antonio de Cevallos, de atacar a la Colonia. Sarriá partió con la flota de 16 barcos hacia la Ensenada de Barragán, en donde permaneció hasta el 29 de octubre con los barcos de su mando: "Victoria", "Santa Cruz", tres avisos, ocho lanchas y tres buques corsarios.
El 1 de octubre del mismo año las fuerzas comenzaron a moverse hacia Colonia y el 5 de octubre comenzó el sitio de la plaza. 31 de octubre de 1762 Vicente da Silva da Fonseca, el gobernador de la plaza, capituló, entrando los españoles en Colonia el 2 de noviembre de 1762. Arrasaron la plaza fortificada, apoderándose de 140 piezas de artillería y abundantes pertrechos, cumpliendo la orden real del 4 de agosto de 1776. La orden era “Tomada dicha Colonia, la haréis demoler y destruir, cegando su puerto cuanto antes se pueda”.
Cevallos zarpó a principios de septiembre con una escuadra compuesta por una fragata, un navío de registro armado, tres avisos, doce lanchas grandes armadas y quince transportes. Tras arribar a Colonia el 4 de septiembre, el 7 las naves españolas anclaron y comenzó el desembarco que se prolongó hasta el 14. Recién el día 26 arribó la artillería de Montevideo y el 27 se sumaron 1.200 nativos de las Misiones Jesuíticas. El 1 de octubre emprendió la marcha del ejército comenzando el sitio a la Colonia el 5 de octubre de 1762.
Tras el desembarco, la escuadra al mando de Sarriá, compuesta de la fragata Victoria, el navío de registro Santa Cruz, tres avisos, ocho lanchas y tres corsarios, se retiró sin órdenes de Cevallos a la Ensenada de Barragán, en la costa occidental del Río de la Plata, lo que posibilitó que el 14 de octubre 4 bergantines portugueses evacuaran de la plaza sitiada a numerosas familias y los caudales y que 3 de ellos regresaran el 17 de octubre con víveres y materiales para la defensa
Sarriá, atrincherado en Ensenada, desobedeció las reiteradas órdenes para regresar y combatir aduciendo que no había venido de España a luchar contra el contrabando. Finalmente accedió a zarpar el 17 de octubre, pero no dejó el puerto hasta el 29, llegando a Colonia dos días después, tras la capitulación.
Ya en diciembre, en aguas de Montevideo, la escuadra de Mc Namara apresó una pequeña embarcación española que les informó la rendición de la Colonia, por lo que decidió dirigirse directamente sobre Buenos Aires. Sin embargo, careciendo de prácticos del puerto no pudo ubicar el canal de acceso a la ciudad, rodeada de bancos de arena, por lo que retornó a Montevideo.
La invasión
El 2 de enero, los escuadrones anglo-portugueses estaban apostados fuera Montevideo, con la intención de hacer un ataque, pero al día siguiente vinieron de Rio de Janeiro, órdenes para volver. Un piloto que estaba a bordo les informó que los barcos tenían mucho calado para entrar en Montevideo y aconsejaron traslado a Colonia, cuyos canales de acceso reclamado a conocer bien.
El 4 de enero 1763 anclados en el Riachuelo, 11 km al N.E de Colonia, ensayando un ataque sorpresa y varios ataques menores de sondear las defensas.
Al mediodía del 6 de enero, los tres buques mayores se emplazaron por la banda de estribor frente a las principales posiciones fortificadas de la plaza: el Lord Clive frente al Baluarte de Santa Rita, el Ambuscade frente al de San Pedro Alcántara y el Gloria frente al de San Miguel. Aunque la historia dice que el Lord Clive primero comenzó a abatir el baluarte de San Pedro Alcántara.
El 6 de enero de 1763 las tres embarcaciones mayores de la escuadra, Lord Clive, Ambuscade y la fragata portuguesa Gloria entraron al canal del puerto de Colonia e iniciaron el ataque. Al medio dia el Lord Clive se prendió fuego, y duró hasta las cuatro de la tarde. Según el parte de los ingleses, dispararon tres mil treinta y siete cañonazos. Poco después de prenderse fuego, ardió el velamen Hubo 272 víctimas mortales, incluyendo el comandante de la expedición del capitán Robert Mc Namara quien murió durante la acción (Dicen que se dejó quemar). De los 78 sobrevivientes, 4 eran oficiales, 2 Guardiamarinas y 72 marineros. EL gobernador Cevallos luego de que los náufragos fueran interrogados ordenó que se le proporcionara un juego de ropa a cada uno de ellos. Los oficiales fueron juzgados sumariamente y ahorcados en la plaza.
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