La Guerra Grande se extiende desde 1839 a 1851. La lucha se generó por problemas internos, pero tomó carácter internacional porque países europeos como Inglaterra y Francia, enviaron ayuda para cada uno de los bandos. Antes de a exponer acerca de la guerra, debemos detenernos para hacer un breve resumen referente a los acontecimientos ocurridos años anteriores. Por ejemplo, tendríamos que partir de la Convención Preliminar de Paz de 1828, la Constitución de 1830 y de las primeras presidencias.
Sobre la Convención de 1828 es necesario saber que da comienzo jurídico a un nuevo Estado, es decir, nacimiento a la independencia absoluta y definitiva de la Provincia Oriental (fin del federalismo). En una visión global de los resultados de este, observamos que las cuatro partes interesadas que se vieron afectadas fueron Brasil, las Provincias Unidas, Inglaterra y la Provincia Oriental. Los países vecinos no estaban totalmente complacidos con el acuerdo. Los orientales no tuvieron participación directa en las negociaciones, pero sí se sintieron perjudicados en algunos aspectos como: no se planteaba la problemática por los límites, hasta 1835 los países firmantes podrían intervenir en sus asuntos internos, el tratado tenía carácter provisional lo que los obligaría a realizar más tarde uno definitivo, existía un artículo adicional que otorgaba la libre navegación por nuestros ríos en un plazo de 15 años. De todos modos, se les brindaba garantías como: libertad para salir del territorio, libertad para los prisioneros, absoluto olvido y retiro de tropas. Asimismo, se convoca a una Asamblea General Constituyente y legislativa para redactar la Constitución, establecer un Gobierno Provisorio (Joaquín Suarez, Rondeau, Juan Antonio Lavalleja), y detener al gobierno “aportuñado” (Florida) y el “abrasilerado” (Montevideo). Mientras tanto, Inglaterra estuvo altamente beneficiada porque como potencia mediadora no se comprometió oficialmente, con la defensa de la Provincia Oriental a posibles invasiones de Francia y EEUU obtuvo el restablecimiento de su comercio, contó con el equilibrio de la región, libre navegación, entre otras. Finalmente el 4 de octubre se procedió a realizar en Montevideo el canje de las convalidaciones.
Luego la sucede, en 1830, la Jura de la Constitución que debió ser supervisada por Argentina y Brasil. Llamamos Constitución a la norma jurídica de superior jerarquía que pertenece a las corrientes liberales del siglo XVIII (británicas, francesas, norteamericanas). Los puntos más relevantes de ella son: que define al Estado como asociación política de ciudadanos en un territorio, fija nueve departamentos, su nombre jurídico es Estado Oriental, implanta la independencia, excluye la monarquía porque jamás será patrimonio de nadie, instala la forma de gobierno Republicano Representativo, dispone de la religión católica apostólica romana como oficial, decreta derechos como a la vida- libertad- seguridad- propiedad- justicia- entre otras. Algunas de las críticas que se le pueden implementar a esta primera Constitución son: no establece libertad de cultos, suprime los Cabildos, reformarla era muy difícil y se requería de tres períodos, se creía que iba a resolver los problemas de la campaña pero no fue así porque estos solo tenían como referente político al caudillo, no hizo los límites, no previó la creación de partidos políticos, excluyó de la vida práctica a mujeres- peones jornaleros- analfabetos (1840)- deudores al Estado- sirvientes a sueldo- soldados de línea- etc.
Esta vida constitucional de la Republica comienza con las presidencias de Rivera y Oribe. Por lo tanto, ambos fueron presidentes en el período determinado por la independencia y la gran crisis de la Guerra Grande. El 24 de octubre de 1830 Fructuoso Rivera es elegido por la Asamblea General (27 votos) y ejerce su autoridad durante cuatro años. Prontamente lo sustituye Carlos Anaya como presidente interino hasta que en marzo de 1835 es electo Manuel Oribe.
José Fructoso Rivera. Cdte general de las fuerzas uruguayas en 1824, se unió a los llamados 'Treinta y Tres Orientales', grupo independentista encabezado por Juan Antonio Lavalleja. Ambos fueron aliados hasta que la Banda Oriental del Uruguay, tras eliminar su dependencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata (a las cuales se incorporó en 1825) y de Brasil, proclamó su independencia en 1828.
En las elecciones celebradas en 1830, Rivera y Lavalleja se presentaron como candidatos. Ganó Rivera, que fue así el primer presidente de la República, Lavalleja provocó dos rebeliones (1832 y 1834), aunque ninguna triunfó.
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La situación en el Río de la Plata.- Profundas divisiones internas se daban en los países del Río de la Plata. En Argentina se mantenía el enfrentamiento entre unitarios y federales, que en realidad era el enfrentamiento entre los intereses distintos del puerto de Buenos Aires y algunas de las provincias del interior. En Uruguay las luchas personales entre los caudillos se confundían con la lucha entre dos proyectos económicos distintos: uno que impulsaba el desarrollo de las salazones de carne y su venta en América y el otro que defendía el libre comercio y las exportaciones de cueros hacia Europa.
Los dos bandos de los dos países tenían coincidencias entre ellos, por lo tanto no era es de extrañar que colorados y unitarios hicieran causa común y del otro lado se unieran blancos y federales.
Esta relación entre las fuerzas políticas uruguayas y argentinas y la creciente influencia de estas en Uruguay, motivaban a Brasil a intervenir por su lado para evitar que definitivamente los orientales quedaran bajo la órbita argentina. Pero Brasil también tenía sus problemas: las tendencias separatistas en varias regiones, incluyendo Río Grande del Sur, provincia que limitaba con la zona rioplatense.
A esto hay que agregarle la presencia amenazante de las potencias europeas. La presencia de inmigrantes que se radicaban en los países del Río de la Plata servía de excusa para aumentar las intervenciones y las presiones. Los inmigrantes, para resolver sus problemas, en lugar de recurrir a las autoridades locales, gestionaban la intervención de los gobiernos de sus países de origen. Estos presionaban a través de sus diplomáticos y amenazaban con el uso de la fuerza. En el caso de los inmigrantes franceses e ingleses, se trataba de inversores que se radicaban en esta zona, establecían comercio y reclamaban privilegios. En Argentina, hasta el surgimiento de Juan Manuel de Rosas, no hubo impedimento a su accionar; pero a partir del gobierno de Rosas que la aplicación de una política proteccionista y americanista, los inmigrantes que vieron disminuir sus ganancias, pidieron la intervención de las potencias europeas. Fue así que Francia entre en conflicto con Rosas y al atacar a este buscó el apoyo del gobierno uruguayo presidido por Oribe. Como este no concedió a los franceses la posibilidad de usar el puerto de Montevideo para que la escuadra francesa atacara a Buenos Aires, los franceses apoyaron el levantamiento de Rivera contra Oribe. Rivera derrota a Oribe y este se ve obligado a renunciar marchándose a Buenos Aires, donde Rosas lo recibió como el auténtico presidente de Uruguay.
Su nombre deriva tanto por su duración en el tiempo, desde 1839 a 1851, como por su extensión territorial y política, debido a que involucró a orientales, argentinos, brasileños, ingleses y franceses; se jugó en tres escenarios: el del país, el de la región y el internacional. Mirándolos de cerca, los tres se confundían en un único tablero en el que los nuevos países pugnaban por afirmarse en un mundo dominado por Europa.
Comienza como un conflicto local dentro del territorio oriental originado por el enfrentamiento entre Oribe y Rivera, los caudillos fundadores y representantes de la divisa blanca y colorada.
A este complejo escenario se le agregaron intereses de otros países. Inglaterra, como se sabe, nunca perdió de vista la cuenca platense. Sus comerciantes gozaron de especiales privilegios bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la Confederación Argentina, como correspondía a un poderoso hacendado y saladerista necesitado de colocar sus productos en el mercado inglés. Francia, que competía por entonces en todo el mundo con Inglaterra, reclamó a Rosas la cláusula de nación favorecida, beneficio del que gozaba Gran Bretaña desde 1825. La negativa rosista condujo al bloqueo de Buenos Aires por la flota francesa, en marzo de 1838.
Tanto Francia como Gran Bretaña aspiraban a la libre navegación por los ríos de la Cuenca, lo que significaba abrir al comercio europeo un mercado rico y en expansión.
De manera causal, los intereses de Francia vinieron a coincidir con los de Rivera, pues ambos tenían un enemigo en común: Rosas. Montevideo, además, era un puerto imprescindible para el abastecimiento de la escuadra francesa que bloqueaba Buenos aires. Así, las presiones de Francia terminaron por persuadir a Rivera de declarar la guerra a Rosas, en febrero de 1839. La respuesta del gobernador de Buenos Aires -a cargo de las Relaciones exteriores de la de las Provincias Unidas- fue inmediata. El ejército confederado invadió Uruguay. Este primer avance fue detenido por Rivera en la batalla de Cagancha a fin de año, y obligó al atacante a replegarse. Además, el bloqueo francés dejó al gobernador de Buenos Aires sin las rentas de aduana. En respuesta, Rosas suspendió el pago de la deuda contraída con los banqueros ingleses, provocando la inmediata reacción británica. Inglaterra presionó entonces a Francia a levantar el bloqueo.
Juan Manuel de Rosas “el Restaurador” fue durante 20 años la personalidad dominante del Río la Plata. Su figura y actuación ha sido muy discutida por los historiadores. Luego de su derrota y exilio en Europa, los historiadores liberales argentinos, lo consideraron un autoritario y feroz personaje; posteriormente, en el transcurso del siglo XX, los historiadores “revisionistas” han destacado su actitud nacionalista, defensora de los intereses americanos frente a la intervención europea.
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Ante la tensión interna entre los partidarios de Rivera y Oribe, éste se vio obligado a renunciar a su cargo el 24 de octubre de 1838, alojándose en Buenos Aires y recibiendo el apoyo de Rosas. Rivera asumió la presidencia oriental y se alió con los unitarios argentinos, contrarios a los federales que seguían a Rosas.
De este modo comienza la guerra y podemos distinguir tres períodos dentro de la misma:
1 - la ofensiva contra Rosas (marzo de 1839-diciembre de 1842)
La primera etapa se caracteriza por la formación de acuerdos contra Rosas que empiezan el 10 de febrero de 1839 cuando Rivera le declaró la guerra. Casi todas las operaciones se realizaron en territorio argentino. El gobierno francés, al comprender que la guerra no le daba los resultados esperados, decidió retirarse del conflicto abandonado a sus aliados rioplatenses. En diciembre de 1842, las fuerzas de Oribe derrotan a las de Rivera e invaden el nuevo Estado en febrero del año siguiente (Batalla de Arrollo Grande).
A partir de 1843 las tropas de Oribe junto a los aliados federales trasladaron el conflicto al territorio oriental, donde se desarrolló hasta el final. Esta guerra fue el primer gran conflicto del nuevo país independiente a pocos años de haber jurado la Constitución, poniendo en juego la soberanía y la existencia del Estado.
2 - El sitio de Montevideo (febrero de 1843-octubre de 1851)
El acontecimiento central de la segunda etapa es el sitio de Montevideo, cercada por tierra y protegida por mar por ingleses- franceses, por las fuerzas comandadas por Oribe y la formación de dos gobiernos en Uruguay: el que estaba sitiando (Gob. del Cerrito) y el sitiado (Gob. de la Defensa). Mientras Francia e Inglaterra, intervinieron activamente en el conflicto rioplatense para restablecer la normalidad del comercio, pero la rivalidad entre ambas potencias y la resistencia de Rosas hizo que en 1850 se retiraran.
Una vez en territorio oriental las fuerzas de Oribe se dirigieron hacia Montevideo para sitiar la ciudad. El “Sitio Grande” comenzó en febrero de 1843 y se mantuvo hasta que se firmó la paz en 1851. Fueron casi 9 años de lucha que dividieron a los orientales en dos bandos.
El levantamiento del bloqueo permitió a Rosas recuperar su puerto y sus rentas. Simultáneamente, el ejército de la Confederación –al mando del uruguayo Oribe- derrotó en reiteradas ocasiones a la coalición antirosista. La última de estas derrotas, en arroyo Grande, en diciembre de 1842, posibilitó a los federales invadir nuevamente Uruguay. Al frente del ejército invasor, comandando unos 7.000 soldados, de los cuales la mitad eran argentinos, Oribe sitió Montevideo en febrero de 1843.
Montevideo en la época |
Durante más de ocho años de asedio a la capital, Uruguay tuvo dos gobiernos simultáneos. Uno, con sede en Montevideo, con Fructuoso Rivera al frente hasta el fin de su mandato, en marzo de 1843, y luego con Joaquín Suárez, presidente del Senado en ejercicio de la Presidencia hasta 1851. El otro, instalado en el Cerrito, fue encabezado por Manuel Oribe, quien seguía considerándose el presidente legal. Ambos gobiernos contaron con territorios, instituciones y leyes distintos.
El gobierno con sede en Montevideo fue llamado de la Defensa, pues tuvo que resistir el largo sitio de la ciudad. Mantuvo las instituciones creadas por la Constitución de 1830 hasta 1845. Una vez terminada la última renovación de las cámaras, en febrero de 1846, la sustituyó por un régimen de emergencia integrado por una Asamblea de Notables y un Consejo de Estado. Con Rivera en el frente militar, el liderazgo político pasó al sector doctoral colorado, cuya creciente europeización lo fue alejando progresivamente del caudillo. Los unitarios argentinos y muchos extranjeros, especialmente franceses, tuvieron gran influencia en el gobierno. De hecho, el general José María Paz, uno de los principales unitarios, asumió la Comandancia General de Montevideo, y los franceses, tuvieron gran influencia en el gobierno. De hecho, el general de Montevideo, y los franceses que constituían la mitad del ejército, estuvieron bajo las órdenes de un coronel francés.
Por otra parte, los emigrados unitarios perseguidos por Rosas correspondían al sector más ilustrado de la Argentina. Liberales y amantes de la cultura europea dieron brillo a la vida intelectual de la ciudad. Montevideo no solo era culta en comparación con la barbarie rosista; también era próspera a pesar del sitio, porque su puerto seguía activo. Los sucesivos bloqueos a Buenos Aires le permitieron importantes ingresos comerciales. La Sociedad Compradora de los Derechos de Aduana, creada en 1843, adelantaba cada año al gobierno, siempre necesitado de dinero, las rentas de aduana del año siguiente. Este auxilio lo desquitaba con creces al cobrar, de modo que la Sociedad obtenía grandes ganancias, aunque para ello el Estado tuviera que hipotecar edificios y plazas públicas.
Oribe, por su parte, montó su gobierno a pocos kilómetros de Montevideo. Considerando nula su renuncia de 1838, asumió como presidente legal del Uruguay. En 1845 reorganizó las viejas cámaras disueltas con el golpe de Estado de Rivera, entendiéndolas como la tercera legislatura constitucional del país. Estas cámaras le otorgaron poderes extraordinarios y autorizaron la permanencia en Uruguay del ejército de la Confederación Argentina, con la precisión de que debía abandonar el territorio al finalizar la guerra.
Oribe controló la campaña e hizo uso de los puertos de Buceo y Nueva Palmira, que después fueron bloqueados por la flota anglo-francesa. Carente de recursos, confiscó bienes de enemigos y extranjeros.
En el gobierno del Cerrito también participó un sector culto que no simpatizaba con la alianza con Rosas, aunque no tuvo más remedio que aceptarla.
Rodeando el Cuartel General y las dependencias del gobierno surgió una población que recibió el nombre de villa Restauración.
La alianza con Rosas identificó a Oribe, para sus críticos, con algunas de las características del gobernador de Buenos Aires. Entre ellas, una tendencia al autoritarismo, pero también la lucha por los intereses americanos contra la intromisión europea.
3 - la ofensiva final contra Rosas y el desenlace de la guerra.
La tercera etapa va de mayo de 1851 a febrero de 1852 y en ella se observa: el triunfo de la nueva orientación diplomática del gobierno de la Defensa buscando aliados en la región, se produce la ruptura interna de las fuerzas de Oribe, el fin del predominio de Rosas en las provincias argentinas, la intervención de Brasil.
Si para las potencias europeas la guerra podía darse por terminada, los unitarios no estaban dispuestos a aceptar la victoria de Rosas, ni los colorados de la Defensa eran afines a rendirse ante Oribe.
Los antirrosistas planificaron entonces una estrategia diferente, involucrando a Brasil. Para el imperio, los afanes expansionistas de Rosas eran una amenaza. Por esa razón, en 1851 accedió a las propuestas que le formuló el gobierno de la Defensa.
Por otra parte, las resistencias a Rosas en la Confederación seguían siendo importantes. La rica Provincia de Entre Ríos reclamaba su porción de la renta aduanera, a la que contribuía –nada más y nada menos- con seis millones de cabezas de ganado y 17 saladeros. Cada año, Rosas cumplía con lo que se había convertido en una mera fórmula: renunciar a la dirección de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina para ser confirmado, naturalmente, con la aprobación de las demás provincias. En 1851, el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, retomó las riendas de la política exterior entrerriana.
A los pocos días se firmó el Tratado de la Triple Alianza entre Brasil, Entre Ríos y el gobierno de la Defensa. Retiradas Francia e Inglaterra, la guerra había desembocado en un asunto americano.
Batalla de Monte Caseros |
La derrota de Rosas involucró a su aliado uruguayo. Oribe debió rendirse ante Urquiza.
El espíritu que animó el fin de la guerra en Uruguay fue conciliador, sin vencidos ni vencedores. La paz del 8 de octubre de 1851 ordenó la unión de todos los orientales bajo el pabellón nacional por encima de los bandos en que hubieran militado durante la guerra.
Consecuencias
Ahora podemos llegar a concluir que, la solución al conflicto se llevó a cabo a través de la política de pactos como el del 8 de octubre de 1851 (fue entre el caudillo Flores y Oribe que consistía en no presentarse a la presidencia y respetar la constitución) y la política de promover las intervenciones como Inglaterra y Francia (hasta 1850) o Brasil con la Triple Alanza (alianza reciproca en caso de conmoción interna). En resumen, los Tratados de 1851 eran desfavorables para el Uruguay porque significaban: la renuncia de derechos territoriales que poseía por el tratado de San Ildefonso de 1777; consagraban la intervención brasileña en los asuntos internos de Uruguay; desvirtuaban la abolición de la esclavitud; perjudicaban a los saladeros uruguayos, beneficiando a los saladeros de Brasil; admitían la existencia de fortalezas brasileñas dentro de territorio oriental.
Como resultado de la guerra, el Uruguay disminuyó su población. En 1840 la población de uruguaya se calcula que alcanzaba los 140 mil habitantes y al terminar la guerra era de unos 132 mil. Muchos inmigrantes regresaron a sus países de origen o buscaron un nuevo destino dentro de América. Por otra parte se produce el ingreso de brasileños en el norte del país. Debido a la desvalorización y descenso del precio de la tierra, los estancieros brasileños compraron tierras en la zona norte y para 1857 se calcula que poseían el 30 % del territorio. Traían sus peones del Brasil, generalmente esclavos, aunque la esclavitud en el Uruguay había sido abolida, y si tenían algún problema con las autoridades nacionales inmediatamente elevaban sus quejas al gobierno de Brasil para que interviniera presionando al gobierno uruguayo.
También disminuyó la cantidad de ganado vacuno: al comenzar la guerra había unos 6 millones de cabezas y en 1852 habían 2 millones. Las matanzas para mantener a los ejércitos y los arreos masivos hacia Brasil provocaron esta disminución. La industria saladeril quedó en ruinas. Al comenzar la guerra había 24 saladeros y al terminar sólo quedaban 4.
El estado quedaba fuertemente endeudado. Todos los recursos estaban hipotecados, hasta las propiedades públicas, incluyendo la Plaza Independencia y la Plaza Cagancha y el edificio del Cabildo.
En el aspecto político la situación no era mejor. El nuevo gobierno iba a quedar bajo la influencia de Brasil y de Urquiza, especialmente del primero. La influencia brasileña en el norte era enorme, tanta que el diputado paulista Silva Ferraz les señalaba a sus colegas en las Cámaras brasileñas en 1845:
“Vosotros creéis que en la frontera del Yaguarón donde termina el imperio de nuestras leyes, al pasar a la otra orilla, al territorio que se dice de la República Oriental, vais a encontrar un pueblo completamente distinto del de Brasil. Es preciso que sepáis que, felizmente, no es así. Al pasar al otro lado del Yaguarón el traje, el idioma, las costumbres, la moneda, las pesas y medidas, todo señores, hasta la tierra, todo es brasileño”.
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Fuentes
http://www.apunteshistoria.info/
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